


El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por saberlo todo acerca del Amazonas. Pero ¿cómo podía él expresar con palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos de la selva? ¿Cómo comunicar lo que sintió en su corazón cuando se dio cuenta del peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas del río? Y les dijo:
«Id y descubridlo vosotros mismos. Nada puede sustituir al riesgo y a la experiencia personales». Pero, para orientarles, les hizo un mapa del Amazonas.
Ellos tomaron el mapa y lo colocaron en el Ayuntamiento. E hicieron una copia para cada uno. Y todo el que tenía una copia se consideraba un experto en el Amazonas, pues ¿no conocía acaso cada vuelta y cada recodo del río, y cuán ancho y profundo era, y dónde había rápidos y dónde se hallaban las cascadas?
El explorador se lamentó toda su vida de haber hecho aquel mapa. Habría sido preferible no haberlo hecho. 1 Ref.DE MELLO, Anthony. (1998). El canto del pájaro. Sal Terrae. Santander.

Nada puede sustituir el conocimiento que se obtiene por propia experiencia. Cuando las experiencias se codifican y se transforman en representaciones, no son más que eso, representaciones y las representaciones no pueden sustituir la experiencia de lo real. Si para conocer un territorio un mapa puede ser muy útil, en ningún caso el mapa puede sustituir la experiencia personal de caminar, observar, percibir con todos nuestros sentidos el territorio real.
Las experiencias personales de gozo o sufrimiento, de alegría o tristeza, de emoción, de admiración, de contemplación o de encuentro con situaciones y acontecimientos que nos causan un impacto personal son siempre intransferibles. Por eso Dios no es reductible a una palabra, a una creencia, a una religión, a una iglesia o a lo que nos diga un texto sagrado o un dogma eclesiástico.
La espiritualidad es un fenómeno íntimo y complejo. Ni la espiritualidad, ni ningún valor ético pueden enseñarse de forma directa a través de textos, discursos o predicaciones. Solo la experiencia viva y personal, que por otro lado, es siempre incompleta y por tanto incomunicable. A lo sumo y sin que esto pueda sustituir la experiencia personal, únicamente podemos aprender de aquellas personas que encarnan en su conducta personal los valores que declaran.
Referencia