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Antes de los tiempos del Big-Bang todos los dioses y diosas se reunieron en asamblea con el fin de programar y secuenciar la creación del Universo. Cada uno de ellos tenía una habilidad y una especialidad diferente, de modo que se repartieron las tareas y decidieron verse de nuevo periódicamente con el fin de subsanar los errores y solucionar los problemas que se habían presentado en su programación.
Los dioses «iluminados» prepararon todo un plan para dar luz a la inmensa oscuridad llena de una infinita nada en la que todos los dioses flotaban sin conocerse unos a otros. Se les ocurrió mezclar una serie de ingredientes con el fin de originar una gran explosión de fuegos artificiales que durara mucho tiempo. Una explosión que casi 13.800 millones de años a la que más tarde los humanos llamarían Big-Bang. Sin embargo, aquella gran explosión la hicieron pensando que de ella saldrían infinitas luces a las que desde el principio llamaron «estrellas» que tuvieron necesariamente que agruparlas en «galaxias» . De esta manera, el Universo quedó ya para siempre iluminado de forma que no solamente tuvo luz, sino también calor siempre que se estuviera más o menos cerca de una estrella. Los mismos dioses quedaron maravillados cuando se dieron cuenta de que las estrellas se quedaban ahí para siempre, configurando un bellísimo escenario que millones de años más tarde, cuando los humanos desarrollaron sofisticadas tecnologías, se dieron cuenta de que ellos mismos eran «polvo de «estrellas» . E incluso muchos humanos llegaron a creer que no solo eran hijos de las estrellas, sino que su vida y su destino estaba dirigido, controlado y regido por ellas.
Como consecuencia de aquella explosión, sucedieron unos acontecimientos no previstos. Comenzaron a aparecer como por arte de magia unos gigantescos cuerpos esféricos que daban vueltas alrededor de las estrellas. Y fue entonces cuando los dioses no iluminados decidieron emprender un gran trabajo con aquellos enormes y gigantescos cuerpos. No obstante, se dieron cuenta de que no todos eran tan grandes, sino que los había de todos los tamaños. Así y después de numerosas reuniones decidieron poner en marcha un plan para dotar a algunos de aquellos cuerpos, a los que llamaron «planetas» de agua abundante. Así crearon ríos, lagos, mares y océanos e incluso grandes bolsas y tuberías de agua que estaban por dentro de los planetas. Sin embargo, a algunos de aquellos dioses se les ocurrió que como los planetas habían nacido de las estrellas, pues dejarían en su interior fuegos permanentes que de vez en cuando saldrían, fuegos a los que pusieron el nombre de «volcanes » .
Había un grupo de dioses que estaban dirigidos y coordinados por dos diosas que eran las que tenían los conocimientos más importantes para crear la vida. Se reunieron muchas veces y tardaron muchísimo tiempo en ponerse de acuerdo y ejecutar su plan. Llegaron a estar proponiendo y discutiendo planes y medidas hasta diez mil millones de años hasta que por fin se pusieron de acuerdo. Se hacían unos líos y embrollos extraordinarios sobre todo cuando discutían la creación de células, bacterias y virus. Y no digamos cuando tenían que programar la existencia de seres unicelulares y pluricelulares. Pero cuando realmente lo tuvieron más difícil fue cuando pensaron en crear y programar el nacimiento de la vida humana y la existencia de unos seres a los que llamaron «humanos » .
Unos creían que lo mejor era crear seres humanos que no tuvieran pensamiento para que así no se preocupasen nada más que por comer, beber, dormir y gozar con el sexo. Otros se oponían con fuerza afirmando que el pensamiento era indispensable para buscar y hacer la comida, así como para decidir qué era lo que había que comer y cuando había que aprovechar la oportunidad de hacer sexo y también de reproducirse. Las dos diosas que dirigían y coordinaban las larguísimas sesiones de trabajo, si bien estaban de acuerdo en crear seres humanos con pensamiento, argumentaban que solo con pensamiento los seres humanos no podrían vivir y que hacía falta añadirle y mezclarlo bien con un componente al que llamaban «sentimiento» y «afecto«. Si bien, una diosa que se llamaba Afrodita dijo que ese componente que le faltaba al pensamiento era una cosa que ella llamaba «Amor » .
Mientras este grupo de dioses que se quedaron atascados en la discusión acerca de cómo tenía que ser un ser humano, centenares de miles de años antes, habían conseguido ponerse de acuerdo en que lo primero que debía tener un ser de esta naturaleza, era un cuerpo que tuviera cabeza, tronco y extremidades. Para ello se basaron en todo lo que habían aprendido, gracias a la experiencia que habían acumulado durante miles de años en la creación de animales voladores, terrestres y de agua.
Por fin llegó el día en que el grupo de dioses y las dos diosas encargadas de crear el ser humano decidieron darle vida y ponerlo en un planeta pequeñito que estaba alumbrado por una estrella a la que los dioses que la crearon llamaron Sol. Sin embargo, antes de ejecutaran su plan, la diosa Afrodita dio un discurso magistral diciendo que la razón fundamental para que el pensamiento y el sentimiento fuesen siempre juntos, eran dos cosas que ella denominaba con el nombre de «Felicidad» y «Libertad » . Así que demoraron su plan hasta encontrar la fórmula para que los nuevos seres llamados «humanos» tuvieran «Libertad» y «Felicidad » .
Unos dijeron que con la «Libertad» no había problema siempre que todos los humanos no se robaran la libertad unos a otros y para eso era necesario que todos fueran iguales, aunque diferentes. También argumentaron que había que advertir a los humanos que la «Libertad» no era un juego caprichoso para hacer lo que quisieran o les diera la gana, sino que debía tener como mínimo una norma o regla: que primero había que poner a trabajar al «Pensamiento» antes de poner en funcionamiento la «Libertad» con el fin de tener una cierta idea de lo que podría pasar después de una decisión libre.
Sin embargo, cuando discutieron el asunto de la «Felicidad» estuvieron mucho tiempo dándole vueltas porque decían que la Felicidad era el cofre de joyas y piedras preciosas más valioso que se le regalaba a los humanos. Un cofre que necesariamente tenía que ser guardado con una llave que cada ser humano tenía que buscar a lo largo de toda su vida y que unos la encontrarían antes y otros después, pero que incluso muchos pasarían toda su vida sin encontrar la llave y por tanto poder disfrutar de su tesoro. También acordaron, que los humanos que encontraran la llave de ningún modo podían prestarla, regalarla o entregársela a nadie ya fuese otro humano, un grupo, una creencia, o cualquier otra cosa. Esta norma la argumentaban diciendo que, si un humano perdía la llave, bien porque la entregaran a alguien o a algo, les sería casi imposible o muy difícil recuperarla después y vagarían así durante largo tiempo sin encontrar la «Felicidad » .
Discutieron durante miles de años para determinar cuál sería el lugar exacto donde dejarían la llave de la felicidad para que cada humano la buscase. Unos dioses decían que el sitio ideal para esconder un tesoro debía ser el fondo del mar. Otros argumentaban con solidez que era mucho mejor guardar la llave en una gruta en el Himalaya. También hubo dioses y diosas que preferían esconder la llave en alguna de las numerosas estrellas del firmamento que ya llevaban existiendo más de 13.000 millones de años. Pero a una diosa iluminada que se llamaba Atenea se le ocurrió que el mejor lugar para colocar la llave de la felicidad debía ser el corazón del ser humano que era el sitio exacto en donde se encontraban los sentimientos, los afectos, el cariño y el Amor.1 Ref.
Adaptado por KRISIS
FUENTE: CALLE, Ramiro Recobrar la mente.
URANO. Madrid. 1992.
MÚSICA: Colección SIMPLY YOGA (2006)
Música para meditar


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