Cristóbal Colón y el descubrimiento de América (1)

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Cristóbal Colón y el
descubrimiento de América (1)

Por José Melero Pérez

E ste amplio artículo sobre la epopeya del descubrimiento de América por Cristóbal Colón está inspirado en los bajorrelieves de bronce que rodean la base del monumento a Colón de Barcelona.

Colón fue un hombre tenaz, amante de la navegación, convencido de que su proyecto de llegar a la tierra de las especias de Oriente, atravesando el océano Atlántico, el temeroso Mar Tenebroso, era realizable a pesar de la acumulación de un fracaso tras otro. Su constancia, sin caer en el desánimo, le llevaron a la gloria y a ser incluido entre las páginas más interesantes y doradas de la Historia de España y de la Historia Universal.

Los andaluces, integrados entonces en el Reino de Castilla, jugaron un papel muy importante porque permitieron llevar a cabo el proyecto de Colón.  Los monjes franciscanos del Monasterio de la Rábida (Huelva), como el cosmógrafo fray Antonio de Marchena y fray Juan Pérez, que puso en contacto a Colón con los Reyes Católicos, apoyaron en todo momento a Colón. Navegantes de prestigio como los hermanos Pinzón y los recursos económicos aportados por los duques de Medinasidonia y Medinacelli hicieron posible el proyecto colombino. Pero también participaron en el éxito del descubrimiento y de la colonización del Nuevo Mundo todos los territorios de la Península Ibérica como afirma el hispanista J.H Elliot.

Participación de todos los territorios de la Península Ibérica

“Aunque el descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo iba a ser sobre todo tarea castellana, la empresa tenía una base ibérica común. Cada una de las diferentes partes de la Península contribuyó con su experiencia propia. Los catalanes y aragoneses habían adquirido, durante la Edad Media, una gran experiencia en la aventura comercial y colonial en el Norte de África y en el Mediterráneo oriental. Los mallorquines habían creado una importante escuela de cartografía, confeccionando mapas de las tierras descubiertas. Los vascos eran hábiles pilotos   y constructores navales. Los portugueses habían desempeñado un papel muy importante en el perfeccionamiento de la carabela, el sólido navío que había de ser el instrumento esencial en la expansión marítima europea de los siglos XV y XVI. Aparte de la Península, Canarias fue una indispensable escala en la ruta hacia América: las cuatro expediciones de Colón se aprovisionaron en el archipiélago canario”.

Monumento a Colón en el Portal de la Pau (Barcelona)

El monumento a Colón de Barcelona se erige en la plaza del Portal de la Pau frente al puerto. Su figura se alza majestuosamente sobre una columna de bronce de 60 metros de alto. Está señalando la entrada al puerto por donde entró con la carabela la Niña, acompañado por sus hombres e indígenas traídos de las islas que descubrió. En contra de lo que muchos piensan, Colón no está señalando América, que se halla en sentido contrario.

El monumento fue construido como punto culminante de las obras de mejora del litoral de Barcelona efectuadas con motivo de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Inaugurado el 1 de junio de 1888, en plena exposición, se convirtió enseguida en uno de los iconos más característicos de la ciudad. En el interior de la columna hay un ascensor que permite subir hasta la semiesfera situada bajo los pies de la estatua, desde donde se divisa la ciudad. Aunque la mejor vista de Barcelona se consigue desde los miradores de la montaña de Montjuïc.

En los bajorrelieves de la base del monumento se desarrolla un ciclo temático relativo a la vida de Colón, con varias escenas. Para comentarlas es preciso echar la mirada hacia atrás para comprenderlas mejor. Por eso he investigado, acudiendo a varias fuentes, quién fue Colón, qué pretendía, en qué se basaba, qué recibimiento tuvo en Lisboa por el rey Juan II cuando le propuso sus ideas y qué motivos le impulsaron para salir de Portugal y dirigirse a Castilla, concretamente al monasterio de S. Carlos de la Rábida en Huelva.

Origen de Colón

 Sobre el origen de Colón, la tesis genovesa, a pesar de los espacios oscuros que quedan – el hecho de que Colón no conociera el italiano es fundamental – es la única aceptable desde el ángulo riguroso de la historia. Esto suponiendo que hallazgos posteriores no demuestren lo contrario.

El historiador hispánico de origen inglés, Hugo Thomas, escribe que “el propio Colón recordó que era genovés al tratar de conseguir un mayorazgo en España para su familia en 1497. Por entonces, también explicó que siempre había deseado tener una casa en Génova”. En su testamento mencionó solo a sus amigos genoveses, Spinola y Di Nero, a los que da importantes sumas de dinero, propietarios de algunas de las naves hundidas en la batalla del cabo de S. Vicente. Para muchos fue un modo de calmar sus remordimientos cuando participó en esa batalla contra las naves genovesas al servicio de los franceses. Nada de extraño, afirma el historiador B. Losada, porque el sentimiento nacional era entonces y especialmente en Italia, que aún tardaría en realizar su unidad, mucho más vago e inconcreto que en nuestros tiempos. También es posible que se avergonzara de su origen, porque su padre, Domenico Colombo, que era de Moconesi, no fue más que un modesto tejedor, al igual que su madre, Susana Fotanarossa. Por eso no habla nunca de ellos ni los menciona en su testamento que lo redacta en 1498, cuando aún vivía su padre en Génova y que pasaba por aquel entonces una época de dificultades económicas hasta el punto de que no podía pagar sus deudas.

El padre Las Casas, que lo conoció personalmente, decía que “hablaba como si su lengua materna no hubiese sido el castellano. Siempre salpicaba la conversación con términos portugueses”, lo cual hace pensar que Colón aprendió castellano durante los años que estuvo en Lisboa, entre 1474 y 1485. Prácticamente nunca escribía en italiano, quizá porque lo que él conocía era el dialecto genovés, que apenas se escribía. Su lengua habitual era el castellano, y sus escritos también están escritos en castellano.

Los documentos de la corte se limitan a llamarle “extranjero”, término vago que podía indicar solamente su procedencia de otro de los reinos hispánicos; en Castilla, por ejemplo, era “extranjero” un aragonés. Una serie de vaguedades que Colón no tuvo interés en aclarar en vida y tampoco su hijo Fernando (Hernando) cuando escribió la biografía de su padre, años después de muerto éste.

Continuará…


JOSÉ MELERO PÉREZ, nació en Madrid el 15 de septiembre de 1941. Está licenciado en Psicología y en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona. Profesor jubilado. Actualmente escribe en su blog OJO CRÍTICO; en la sección “Entre Todos” de El Periódico. y en la revista electrónica “Religión Digital” a la que pertenece este artículo.
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