El 26 de septiembre de 1974, cuatro jóvenes salesianos procedentes del Colegio San Pedro de Triana se alojaron en una casa de la calle Buen Aire número 17 de Camas ( Sevilla). Sus objetivos eran vivir en común una alternativa de vida religiosa compartiendo lo que tenían, reflexionar desde el pueblo y con la gente del pueblo y dar un testimonio de fe y solidaridad con los necesitados. Fueron Antonio Durán Sánchez, Miguel Fernández Villegas, José Matías Gil González y Luis Martín Blanco. Más tarde se les unió Lorenzo Rastrero Bermejo. Tres de ellos trabajaban en la enseñanza y uno en una empresa como ingeniero electrónico. El tiempo libre lo dedicaron a fomentar espacios de encuentro y compromiso con los ciudadanos de Camas, donde fundaron la Asociación de vecinos “Cal y Barro” y una guardería laboral. En la asociación se organizaron conferencias y actos culturales, apoyando reivindicaciones del pueblo, como la iluminación de la carretera de Sevilla — Mérida, a su paso por Camas después de sufrir varios accidentes de peatones. En el primer año participaron con la Junta Democrática de la época en reuniones y actividades clandestinas.
En la pequeña casita de la calle Buen Aire —a la que se le llamó “la casa amarilla” por el color de su fachada— se celebraban los sábados por la tarde la Eucaristía, a la que asistían cristianos comprometidos deseosos de profundizar en el evangelio y en su mensaje liberador. Les inspiraban los principios de “Cristianos por el Socialismo”, muy especialmente el pensamiento del filósofo y sacerdote salesiano, Giulio Girardi. Otros mentores fueron Roger Garaudy, Teilhard de Chardin, Helder Camara, Paulo Freire, así como los principios renovadores del Concilio Vaticano II. La comunidad fue, además, un espacio clave de análisis, de reflexión continua, de búsqueda de caminos nuevos, convirtiéndose en una escuela esencial de aprendizaje mutuo.
Uno de los miembros, Miguel Fernández Villegas, se afilió al Partido Comunista y se presentó a las primeras elecciones democráticas del municipio, siendo elegido concejal, y se le asignó la delegación de Cultura. En colaboración con los otros miembros de la comunidad, fundó la Biblioteca del pueblo y creó la Escuela de Cultura Popular, una original experiencia en la que se integraron numerosos cameros para recibir formación mediante talleres de Humanidades, Fotografía, Cerámica, Corte y confección, además de efectuar memorables visitas y excursiones por buena parte de España. También se fundó La Casa de la Juventud, un Certamen de Cine amateur, se crearon las Fiestas de Primavera en las que participaba grandemente el pueblo, etc.
Otra faceta importante de la comunidad de Camas fue promover las movilizaciones ciudadanas en demanda de mayor libertad y trabajo, especialmente en Sevilla, organizando y apoyando manifestaciones, participando en encierros de protesta, elaborando comunicados, etc., en unión con las asociaciones vecinales, sindicatos, partidos de izquierda y el andalucismo. Fue significativa la relación con periodistas sevillanos de la SER, como José María Rincón, que también propugnaban la apertura de ideas y de costumbres. La Comunidad también apoyaba las Escuelas Profesionales del Cura Leonardo, el periodismo progresista de José María Javierre, con artículos en el CORREO DE ANDALUCÍA y su revista SAETA AZUL para jóvenes. Entre los intelectuales y artistas que frecuentaban las Eucaristía de los sábados se encontraba el pintor granadino Amalio García del Moral, Catedrático Emérito de las Universidades Hispalense y Complutense de Madrid, con exposiciones en la Asociación de Vecinos “La Colina de los Barros”, en la inauguración de la Biblioteca de Camas, exposiciones en las Semanas Culturales…, con sus obras como El pan encadenado, La pobre desmontable, Los Oprimidos, etc. Estuvieron especialmente vinculados a la Comunidad el Pedagogo José Antonio Abad y la profesora Fina Ruibal. También las
compañeras de algunos de los miembros del grupo y algunos vecinos especialmente sensibles con su labor, como Juan Miguel Batalloso y Chari Manzano.
Los encuentros de convivencia y de fe con la Comunidad familiar de Gines —Chari, Conchita, Pepe Ordóñez, Alfonso Castro—, fueron especialmente enriquecedores. Con ellos colaboraron en la construcción de la residencia de ancianos “Monte Tabor”, que esta comunidad inició.
Participaron también muy activamente en la organización de los encuentros, coordinados por el sacerdote salesiano Antonio Muñoz, que se celebraban en Sanlúcar la Mayor durante la Semana Santa, con el nombre de “Cristo resucitado liberación de la juventud”, en línea con el “Concilio de los jóvenes”, de Taizé. A las sucesivas convocatorias concurrían centenares de jóvenes llegados de distintos puntos de España para reflexionar sobre la fe en el mundo actual, el humanismo cristiano y el compromiso social y político a la luz del evangelio y del Concilio Vaticano II.
Otra actividad significativa fue la de los “campos internacionales de trabajos” en los cortijos andaluces. Aquellas pequeñas experiencias de convivencia en chozas u otros tipos de albergues improvisados donde se reunían jóvenes de distintas partes de España y de otros países para trabajar en el campo y dar clases de alfabetización, animación y agrícolas. Visto de conjunto aquellos campos de trabajo eran más un reclamo a la acción, una sacudida del amodorramiento que una actividad que pudiera servir de modelo de convivencia. Sin embargo allí se daba el calor humano de unas relaciones cercanas, una ruptura con la monotonía y el aburguesamiento, y, en el fondo, era una invitación a la búsqueda de formas de vida alternativas a nuestra sociedad construida sobre modelos de explotación, codicia, militarismo…
Conforme pasaban los años y más se integraban entre los vecinos, los miembros de la comunidad, viendo que resultaba incompresible para la gente cómo cuatro hombres solteros vivían juntos y, sobre todo, ante el creciente desapego de la Congregación salesiana y la necesidad de crear una familia, fueron optando en distintos momentos por el matrimonio. Más adelante, aunque abandonaron el espacio físico de la comunidad, continuaron unidos en la reflexión y el compromiso con distintas labores sociales, también literarias, como Gallo de vidrio, así como participando activamente en Comunidades de Base.
Fruto de las inquietudes que permanecían vivas en los miembros del grupo, fundaron el año 1994 en Camas una asociación cultural con el nombre de FOCODE, Foro de Comunicación y Debate, que aún hoy día pervive y es punto de referencia cultural en la ciudad de Camas, Sevilla y el Aljarafe.
A modo de conclusión habría que decir que, aunque los miembros de la Comunidad salesiana de Camas desarrollaron una fecunda y febril actividad social y cultural, no resultó un camino fácil. Desde fuera, las autoridades eclesiásticas recelaban, y las políticas, sobre todo en los primeros años, vigilaban aquel “extraño grupo de curas”, incluso algunos de sus miembros debieron soportar interrogatorios de la policía. Desde dentro, la convivencia diaria en una casa demasiado pequeña dificultaba la necesidad individual de contar con espacio físico suficiente, lo que hizo que se trasladaran a un piso de mayor capacidad. Poco a poco, como se dijo más arriba, la vida familiar fue sustituyendo la vida comunitaria, pero en todos sus miembros permanece grabado el hermoso recuerdo de unos años vividos intensamente, y la opción por la mujer y la familia se consideró como una nueva meta, un paso adelante, en el desarrollo personal.
Miguel F. Villegas 22.09.2015
Participe en una eucaristía seria el año 75,tenia 21 años. Inquietudes sociales y espirituales.