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Cristóbal Colón y el descubrimiento de América (5)
Las capitulaciones de Santa Fe
L legó Colón al campamento el día de Navidad de 1491, en el momento en que están en marcha los preparativos para el asalto final. Asiste el 2 de enero de 1492 a un gran triunfo para España y la cristiandad. Boabddil, último rey moro, rinde Granada. La enseña de los reyes se alza sobre los muros de la ciudadela. El cardenal Mendoza, seguido de los más nobles caballeros de Castilla, ocupa la Alhambra. Llegó Boabdil ante el Rey Católico y quiso bajarse del caballo para besar la mano de su vencedor, pero Fernando le abraza y le consuela. Entrega el moro las llaves del reino; Granada queda incorporada a Castilla y la reconquista había finalizado. En lo alto de las torres se alzaba la gran cruz de plata que don Fernando había llevado durante toda la campaña como símbolo de Cruzada.
Inmediatamente se puso en marcha la comitiva real hacia la Alhambra, y una vez allí toda la nobleza del reino rindió vasallaje a Isabel como reina de Granada. Entre los que asistían a la ceremonia se hallaba Colón. El triunfo encendería el entusiasmo de toda la cristiandad que veía así vengada la caída de Constantinopla, años antes, en poder del sultán de los turcos.
A Colón se le presenta el momento más favorable para plantear la entrevista decisiva. De nuevo se discuten las tesis de Colón. En la nueva Junta se encuentran, entre otros, su amigo de la Rábida, fray Juan Pérez, y el cardenal Mendoza. También se encuentran adversarios al proyecto que le reprochan la equivocación gravísima de atribuir a la circunferencia ecuatorial un máximo de 30.000 Km, cuando muchos matemáticos en la Junta de Salamanca sostenían que medía 40.000, como era en realidad. Sostenía además Colón que las tierras cubrían seis partes de la superficie del planeta, cuando ya todos sabían que los mares ocupaban la mayor parte. Pero el obstáculo principal eran las desmesuradas ambiciones de Colón. Pedía:
- El título de Almirante en todas las tierras que descubriese o ganase en el Mar Océano, con carácter hereditario y con el mismo rango que el Almirante de Castilla.
- El título de virrey (hereditario) y gobernador general en todas las islas o tierras firmes que descubriera o ganara en dichos mares, recibiendo el derecho de proponer ternas para el gobierno de cada una de ellas.
- El diezmo (diez por ciento) del producto neto de la mercadería comprada, ganada, hallada o trocada dentro de los límites del Almirantazgo, quedando un quinto para la corona.
- La jurisdicción comercial de los pleitos derivados del comercio en la zona de su almirantazgo, según correspondiese a tal oficio.
Las peticiones eran increíblemente desmesuradas. Concederlas supondría dar a Colón en las nuevas tierras un poder semejante, o superior, al de los mismos reyes. Los reyes se niegan a aceptar estas condiciones. De nuevo se pone en camino hacia la Rábida, más vencido que nunca, pero jamás dispuesto a ceder ni un ápice en sus peticiones. Entonces, los nobles más convencidos de los planes de Colón convencen a la reina de la viabilidad del proyecto. La reina envía un alguacil para hacer volver a Colón que se encontraba a dos leguas de Granada. Colón llega a Santa Fe donde los reyes le muestran su disposición a concederle todo lo que pide. El 17 de abril de 1492 se firman las Capitulaciones de Santa Fe. Las negociaciones entre Colón y la Corona se realizan a través del secretario de la Corona de Aragón, Juan de Coloma, y de fray Juan Pérez, en representación de Colón.
Colón lo ha logrado todo. Sus años de espera no han transcurrido en vano. Inmediatamente empiezan los preparativos. La reina acepta un préstamo de la caja de Aragón de 17.000 florines. Colón elige puerto de partida el de Palos. Lleva una carta de los reyes para Diego Rodríguez Prieto, alcalde de Palos, ordenándole que disponga a costa de la ciudad dos carabelas “para ir a ciertas partes de la Mar Océana . El 23 de mayo se reúnen las autoridades y pueblo de Palos en la iglesia de San Jorge. Altivo como es y autoritario exige que los recursos enteros de la ciudad se pongan a su servicio. La respuesta del pueblo es fría y negativa. Nadie quiere alistarse y se niega a entregar los barcos. Tiene que llegar un enviado regio con poderes absolutos que conmina, bajo multa de 200 maravedíes por cada día que se retrase la entrega. Pero el pueblo continúa en su obstinación. El delegado regio procede a la requisa de una carabela, la Pinta. Fray Juan Pérez interviene intentando doblegar la resistencia de los habitantes de Moguer. El secretario Coloma firma una orden suspendiendo los procesos criminales de los que se embarquen. Los primeros tripulantes son pues presidiarios.
Preparativos y partida de las tres naves
Colón se ve obligado a negociar con los Pinzón, aportando medio millón de maravedíes prestados por el duque de Medinacelli. La reina Isabel contribuye con 1.140.000 de mar. del tesoro de Castilla y León. Los Pinzón acaban convenciendo a los temerosos, por las leyendas que se contaban sobre el mar Tenebroso, quedando cubiertos todos los puestos: unos 90 hombres más unos 30 funcionarios de la corte. En este primer viaje no va ningún sacerdote, aunque la presencia de monjes en el desembarco así lo sugiriera en representaciones de tipo romántico. Palos aporta por fin las dos carabelas que faltan; La Santa María y La Pinta, junto con La Niña. Las naves eran las mejores de que entonces se podía disponer para un largo viaje por el Océano.
Hubo que llenar las bodegas con abundante agua y comida: galletas, vino, carne y fruta seca, pescado salado, queso, legumbres, aceite, vinagre….

Finalizados todos los preparativos, la expedición salió de Palos de la Frontera (Huelva), poco antes del amanecer, el 3 de agosto de 1492, con las carabelas La Pinta y La Niña, y con la nao Santa María . Las naves pusieron rumbo a Canarias, visitando La Gomera y Gran Canaria. No volvieron a zarpar hasta el 6 de septiembre por una avería en el timón de La Pinta.
Rodrigo de Triana grita “¡Tierra a la vista!”
El 7 de octubre los tripulantes divisan bandadas de pájaros, lo que les finja un rumbo cierto. Alrededor de las naves ven flotar trozos de cañas, hojas, ramas…… El 11 de octubre perciben el olor característico de tierra. Durante toda la noche, los tripulantes permanecen en pie. Colón recuerda que los reyes han prometido una pensión de 10.000 maravedíes a quien descubra tierra. Nadie quiere dormir. Colón cree descubrir una luz a lo lejos, pero uno de los cortesanos dice no ver nada. Cuando faltan unas horas para el alba del 12 de octubre de 1492, un marinero llamado Rodrigo de Triana dio el famoso grito de: “¡tierra a la vista!”. Sobre este episodio también existe controversia entre los historiadores, ya que los reyes habían ofrecido 10.000 maravedís al primero que avistara tierra, sin embargo, este premio lo recibió Colón quien, según su diario de a bordo, habría visto “lumbre” unas horas antes que Rodrigo de Triana.
Continuará…

JOSÉ MELERO PÉREZ, nació en Madrid el 15 de septiembre de 1941. Está licenciado en Psicología y en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona. Profesor jubilado. Actualmente escribe en su blog OJO CRÍTICO; en la sección “Entre Todos” de El Periódico. y en la revista electrónica “Religión Digital” a la que pertenece este artículo.
Vaya desde aquí mi más sincero agradecimiento por participar en este humilde sitio que es KRISIS.
Gracias, por el breve articulo sobre el descubrimiento de América, por favor continua con la Hª.