CUENTOS PARA MEDITAR (1) El arte de la observación

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Hace ya varios años, en tiempos de pandemia, se me ocurrió recopilar toda una serie de cuentos orientales dirigidos a promover la calma, la paciencia y la serenidad, cuentos que publiqué aquí.

Sin embargo, la costumbre o mejor dicho, la afición y el profundo interés por los cuentos orientales hace ya varias décadas que atrae mi atención y me permite meditar a mi manera obteniendo así ratos de calma, sosiego y paz interior, pero sobre todo de inmensa gratitud por el simple y a su vez complejo hecho de estar vivo.

De hecho, a estas alturas de mi vida, comprendo y cada día valoro más, la importancia y trascendentalidad de estas historias que a mi juicio tienen un valor educativo extraordinario.

Desconozco si estos cuentos son usados por el profesorado en sus aulas, pero puedo asegurar por propia experiencia, que cuando he tenido la oportunidad de ofrecerlas y contarlas a los alumnos que he tenido la fortuna de tener, los resultados, el impacto y las posibilidades de diálogo educativo fueron siempre muy positivos.

Así pues, he decidido una vez más entretenerme y reflexionar de nuevo sobre estas historias, para lo cual he recopilado de los diversos libros de los que dispongo, aquellas que he considerado más importantes y educativas.

Todas las historias, las presento con una música relajante, meditativa que he elegido expresamente para cada una de ellas y que a mi juicio permiten saborear mucho mejor el sentido y el significado del cuento. Por otro lado he decir también que muchos de ellos son el duplicado de aquellos que publiqué bajo el título de “Cuentos para la reflexión en tiempos de tribulación“.

Al mismo tiempo, también añado una reflexión personal a modo de moraleja que la historia en cuestión me ha sugerido personalmente a mí. Una reflexión que obviamente cada lector deberá sacar si es que se decide a leer y a saborear el cuento con mucha tranquilidad y sin pensar ni hacer otra cosa mientras tanto.

Disponer, pues de un pequeño espacio de tiempo al día para sentir desde el fondo estas historias y darnos cuenta de que eso de la felicidad únicamente puede encontrarse en nuestro interior, es entonces para mí de suma necesidad, sobre todo en estos tiempos de ruidos, espectáculos mediáticos, guerras, genocidios e idioteces que nos ofrecen a diario muchísimos usuarios de las redes sociales.

Con la esperanza de que estas historias te sirvan para encontrar y desarrollar la necesaria e indispensable paz interior, te saludo con toda mi consideración y te agradezco sinceramente que estés leyendo esto.

Juan Miguel Batalloso Navas

EL ARTE DE LA OBSERVACIÓN
Un discípulo se dirigió al maestro y le dijo:

—Maestro, te ruego me ofrezcas instrucción para aproximarme a la Verdad. Tal vez tú dispongas de alguna enseñanza secreta.

—El gran secreto —repuso el maestro— está en la observación. Nada se escapa a una mente observante. Ella misma se convierte en la enseñanza.

—¿Qué me aconsejas hacer? —preguntó el discípulo.

—Observa. Siéntate en la playa, a la orilla del mar, y observa cómo el sol se refleja en sus aguas. Permanece atento observando tanto tiempo como te sea necesario, tanto tiempo como te exija la apertura de tu comprensión.

Durante días el discípulo se mantuvo en completa observación. Observó el sol reflejándose en las aguas tranquilas y sobre las aguas encrespadas, sobre el mar en calma y sobre el mar en tempestad, sobre las olas apenas visibles y sobre las olas descomunales. Observó y, finalmente, se abrió su comprensión.

Agradecido, el discípulo regresó hasta el maestro, que le dijo al verle:

—Te estaba esperando. ¿Has comprendido a través de la observación?

—Sí —dijo el discípulo lleno de agradecimiento—.

Llevaba años efectuando ritos, asistiendo a ceremonias sagradas, leyendo las escrituras, pero no había comprendido. Unos días de observación me han hecho comprender. El sol es nuestro ser interior o naturaleza real, siempre brillando, autoluminoso, inafectado. Las aguas no le mojan y las olas no le alcanzan; es ajeno a la calma y a la tempestad aparentes. Siempre permanece en sí mismo.

—Esa es la enseñanza sublime —dijo el maestro—, la enseñanza que se desprende del arte de la observación.1 Ref.Fuente: CALLE, Ramiro. (1992). Recobrar la mente. Urano. Madrid

El milagroso misterio de la vida en toda su extensión no se descubre con pláticas, lecturas, ceremonias, ritos y liturgias. Contemplar en silencio la magnificencia de la Naturaleza y rendirse ante la misma agradeciendo la oportunidad de existir en ella y por ella, es más espiritual que todos los cultos, doctrinas y tratados religiosos.

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