CUENTOS PARA MEDITAR (10) El viejo músico

Sufismo
EL VIEJO MÚSICO
En tiempos del califa Omar, había un viejo músico que amenizaba las reuniones de hombres de buen gusto. Con su hermosa voz, incluso al ruiseñor embriagaba. Pero pasaba el tiempo y el halcón de su alma se transformaba en mosquito. Su espalda se curvaba como la pared de una cántara. Su voz, que en otros tiempos acariciaba las almas, empezaba a arañarlas y a aburrir a todo el mundo. ¿Hay en esta tierra alguna mujer hermosa que no haya sufrido al deteriorarse su belleza? ¿Hay algún techo que no haya terminado por venirse abajo? Así cayó nuestro hombre en la penuria y hasta el pan llegó a faltarle. Un día, dijo:

«¡Oh, Señor! Me has concedido una larga vida y me has colmado de tus favores. Durante setenta años, no he dejado de rebelarme contra ti, pero tú siempre me has ofrecido con qué subsistir. Hoy, ya no gano nada y soy huésped tuyo. Por tanto, cantaré y lloraré por ti».

Tomó el camino del cementerio. Allí tocó el laúd y cantó, vertiendo amargas lágrimas. Luego, el sueño se apoderó de él y, tomando su instrumento como almohada, se durmió. Su cuerpo quedó liberado de las vicisitudes de este mundo. Era tan feliz en su sueño que se decía:

«¡Ah! ¡Si pudiera quedarme aquí eternamente!».

Pues bien, en aquel mismo instante, el sueño se apoderó también de Omar, el califa del Islam, que se dijo: «No es desde luego hora de dormir, pero acaso haya una razón para esto».

r Entonces, una voz de lo Desconocido se dirigió a él y le dijo:

«¡Oh, Omar! ¡Ve a socorrer a uno de mis servidores! Ese pobre está en este momento en el cementerio. Ve a darle setecientos dinares. Y dile que recobre el reposo del corazón. Ruégale que acepte esta suma y que vuelva a verte cuando se haya agotado».

Al despertar, Omar puso la suma indicada en una bolsa y se trasladó al cementerio. Al no encontrar allí sino a un anciano dormido, se dijo:

«Dios me ha hablado de un hombre puro, de un elegido. No puede ser este viejo músico».

«Hay corazones iluminados en los más olvidados rincones».

Se acercó al músico y tosió para despertarlo.

El músico, al ver ante él al califa del islam, quedó atemorizado y se puso a temblar, pero Omar le dijo: «¡Oh, anciano! No tengas miedo. Te traigo una buena noticia de parte de Dios. Él te ha considerado digno de sus favores. Aquí hay algún dinero. Gástalo y vuelve a verme».

A estas palabras, el anciano se puso a llorar y, tirando su instrumento al suelo, lo rompió diciendo: «¡Tú eras el velo entre Dios y yo!».

Omar le dijo:

«Son tus lágrimas las que te han despertado. Es bueno recordar el pasado. Pero para ti, en adelante, el pasado y el futuro son velos. Tú te has arrepentido de tu pasado y debes ahora arrepentirte de tu arrepentimiento». 1 Ref.Fuente: Yalal Ad-Din Rumi. 150 cuentos sufíes. Paidós. Barcelona. 2021

Este cuento tiene a mi juicio, varias enseñanzas importantes para nuestro bienestar emocional y el arte de vivir.

La primera de ellas consiste en darnos cuenta de que el pasado no tiene solución y por tanto, lamentarse o arrepentirse continuamente de aquello que hicimos o dejamos de hacer nos impide vivir el presente de forma plena y saludable. Pero a su vez, y aunque consideremos que reflexionar sobre el pasado puede aportarnos orientaciones para vivir el presente, de nada servirán estas orientaciones si no comprendemos que todo lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos es siempre caduco e impermanente como nos enseña el budismo.

Así pues, otra gran enseñanza de este cuento reside en la conformidad existencial o aceptación de que hagamos lo que hagamos, finalmente envejeceremos y moriremos. En consecuencia, considerar la vejez como una oportunidad para seguir aprendiendo y la muerte como algo inevitable ante lo cual solo cabe la aceptación incondicional, nos proporcionará un equilibrio emocional y una paz interior sumamente enriquecedora para vivir con alegría cada momento de nuestro presente.

Pero, además, este cuento nos advierte también, que no debemos organizar nuestra vida en función del aplauso y las alabanzas de los demás, ya que eso nos hará seres dependientes, apegados e incapaces de desarrollar una autoestimas segura, autónoma e independiente de factores externos.

Por último, este cuento también nos dice que la vida humana, nuestra vida, mi vida, la tuya, es realmente un misterio insondable que en cualquier momento nos puede proporcionar sorpresas y soluciones insospechadas a nuestras preocupaciones, miedos y obsesiones. Cultivar por tanto, una sabiduría de la inseguridad y la incertidumbre, nos permite sentir que no hay mal que cien años dure y que en cualquier momento podemos recibir una agradable sorpresa que nos ayude a continuar afrontando las dificultades que se nos presenten. Y esto último, sin darnos cuenta, nos conducirá a experimentar intensamente la gratitud por nuestra existencia y la contemplación del gran Misterio de la Naturaleza, de nuestra propia vida y de la vida en general. Y muy posiblemente nos ayudará a entender la famosa frase de la mística Sor Juliana de Norwich (1342-1416) “Todo irá bien, y todo irá bien, y cualquier cosa que suceda, todo irá bien” o “Todo es para el bien”, como también la de Teresa de Jesús cuando nos dice que “Nada te turbe, nada te espante (…) la paciencia todo lo alcanza”

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