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DEMOCRACIA y CIUDADANÍA (1)
I
Ciudadano/a y Ciudadanía. Antecedentes
E n el acelerado mundo mediático de los últimos años, la sociedad de la información ha creado una gran desorientación en amplios sectores de la opinión pública, en detrimento del análisis sereno de la vida política. En este contexto, aunque difícil, es obligada una reflexión y una nueva lectura de conceptos relevantes como Democracia y Ciudadanía, y de este modo contribuir a clarificar la relación existente entre una y otra, y comprender la complejidad de las cuestiones políticas que preocupan a la inmensa mayoría de los ciudadanos/as.
- No siempre ha tenido relevancia el concepto de ciudadano/a, que se inicia en la antigua Grecia y Roma en el contexto de la Ciudad – Estado y que refleja muy acertadamente el texto que nos ha dejado Aristóteles cuando se pregunta quién es el ciudadano: ”……es absolutamente imprescindible indagar, ante todo, qué es el ciudadano, puesto que los ciudadanos en más o menos número son los elementos del Estado. Y así sepamos, en primer lugar a quién puede darse el nombre de ciudadano, y qué es lo que quiere decir, cuestión controvertida muchas veces y sobre la que las opiniones no son unánimes, teniéndose por ciudadano en la democracia uno, que muchas veces no lo es en un Estado oligárquico ”(….) Fuera de la democracia no existe el derecho común de ser miembro de la asamblea pública y juez. (….) Luego, evidentemente, es ciudadano el individuo que puede tener en la asamblea pública y en el tribunal voz deliberante, cualquiera que sea, por otra parte, el Estado de que es miembro.” 1 Ref. Aristóteles.” La Política”. Libro Tercero. Capítulo I. Del Estado y el Ciudadano.
- Muy posteriormente, será la Ilustración y especialmente la influencia de las ideas de J.J. Rousseau y G.B. Mably en la revolución francesa, cuando el ciudadano se constituye en piedra angular de los debates de la Asamblea Constituyente y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. La idea que nos transmitieron los ilustrados, acerca de lo que entendían por ciudadano, nace del Pacto Social que acuerdan las personas que viven en el estado de naturaleza por el que renuncian a su libertad personal y a sus derechos naturales, y por el contrario adquieren las libertades y derechos civiles, que les confiere ser miembros de un cuerpo moral y colectivo, comunidad que denominan República o Estado. En virtud del Pacto Social, los miembros del Estado o República son el pueblo considerado desde el punto de vista colectivo, y ciudadanos, desde el punto de vista individual y particular, que comparten de forma indivisa el poder soberano del Estado y se someten a la voluntad general expresada en las leyes. Años más tarde, la influencia del concepto ilustrado de ciudadano en los debates de las Cortes Constituyentes de Cádiz (1810-1812) fue extraordinaria, hasta el punto que el primer liberalismo español reunido en Cádiz tomó como fuente de inspiración no sólo a Rousseau sino también la obra “ Los Derechos y los Deberes del Ciudadano” de G.B. Mably, escrita en 1758 , traducida y editada en la ciudad gaditana en el año que se aprobó la Constitución de 1812.
- Es un hecho incuestionable que todos los caminos de la Democracia , como ya anunciara Aristóteles ( siglo V a. C.) conducen a los ciudadanos, porque éstos se reconocen y alcanzan su mayor identidad y desarrollo personal en los asuntos públicos dentro de la Democracia y no fuera. Recíprocamente, cabe señalar que todos los caminos de los ciudadanos/as conducen a la Democracia porque no existen ciudadanos/as sin Democracia, único sistema político que reconoce la dignidad de las personas y los derechos y libertades fundamentales. De otra parte, el significado etimológico del concepto Democracia, palabra de origen griego, nos lleva a definirle como el sistema en el que el poder (“cracia”) es y pertenece al pueblo (“demos”), cuerpo moral o colectivo cuyos miembros son los ciudadanos/as. Sin embargo, el poder le fue arrebatado al “demos” y a los ciudadanos, durante muchos siglos y en su lugar hubo esclavos, siervos, vasallos y súbditos.
- El restablecimiento de la condición de ciudadanos/as ha sido fruto de un proceso histórico que se desarrolló durante los últimos siglos y que culminó en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, tras mucho sufrimiento y luchas contra el absolutismo, la autocracia, las dictaduras y los totalitarismos de todo signo. Estas conquistas se consolidaron en Europa a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y por esta circunstancia, quienes vivimos dentro de sociedades democráticas, imperfectas sin duda, hemos gozado de un período privilegiado y de extraordinaria vitalidad, porque con el advenimiento de la Democracia el poder ha sido devuelto a los ciudadanos, al pueblo, a la Nación./li>
II
Centralidad del ciudadano/a en la Democracia
En las Democracias consolidadas existe el riesgo de identificar la Democracia exclusivamente con las Instituciones del Estado y su ordenamiento jurídico constitucional, olvidando la centralidad de los ciudadanos en la fundamentación de todo el sistema político e institucional. Este riesgo probablemente tiene su origen en la reiterada y no siempre acertada distinción, entre Democracia representativa y Democracia participativa, confrontándolas como dos esferas de poder excluyentes y antagónicas, poniéndose de manifiesto el alejamiento de las posiciones de los representantes políticos y de sus instituciones respecto de los ciudadanos/as, por causa de los defectos que el propio ordenamiento jurídico, las políticas y prácticas de gobierno han desarrollado con el pretexto de los riesgos de inestabilidad política y de inseguridad jurídica. Es muy necesario superar este desencuentro entre las dos concepciones señaladas de la Democracia y para ello conviene hacer las siguientes consideraciones:
- ).- La legitimidad democrática, se fundamenta en la voluntad de los ciudadanos/as que libremente aceptan un pacto constitucional en el que se acuerdan las reglas del juego democrático y de sus instituciones. Es esencial la lealtad entre los actores políticos y entre las instituciones para que el sistema político se desenvuelva en un marco de normalidad y estabilidad.
- Esta legitimidad de origen es la que otorga y fortalece el principio de legalidad y al Estado de Derecho que integra y articula al conjunto del ordenamiento jurídico constitucional, al ser la ley, una manifestación expresa, libre y pacífica de la voluntad de los ciudadanos.
- Las instituciones que aprueban y aplican las leyes y cuantas medidas de gobierno consideran adecuadas, ejercen un poder otorgado por los ciudadanos, a través del sistema de representación política alcanzado en elecciones periódicas, generalmente por los partidos políticos y agrupaciones electorales. Sin embargo, la Democracia, no es ni debiera excluir otras formas de participación de los ciudadanos.
- En el sistema de Democracia representativa, se da con frecuencia la pérdida de confianza de los ciudadano/a en los representantes políticos, quienes en virtud de la no existencia de mandato imperativo, no se sienten comprometidos con las necesidades y la confianza depositada por los ciudadanos/as en las ideas y programas con los que concurrieron a las elecciones, olvidándose de aquellas promesas incumplidas, práctica que resulta demoledora para la propia supervivencia y legitimidad de las instituciones de la Democracia representativa.
- Hoy más que nunca, se hace evidente la necesidad de ampliar la participación de los ciudadanos/as en las tareas concernientes a las decisiones políticas, sin que ello haya de ser necesariamente en detrimento de las instituciones representativas. Los abusos de poder, errores e ineficiencias de los partidos políticos han contribuido a arruinar buena parte de la confianza y la credibilidad en el sistema e instituciones de la democracia representativa.
- Con esta apertura de la Democracia a una participación más directa de los ciudadanos, en las tareas públicas, el sistema de Democracia representativa se puede revitalizar y se puede evitar el grave riesgo que se está observando en el conjunto de Europa, de un desplazamiento de los sentimientos e ideas de un número creciente de ciudadanos, hacia sectores más radicales, en una clara confrontación con las instituciones del gobierno representativo.
Continuará…

Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas, ex-Profesor de Historia Económica Mundial y Doctrinas Económicas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.
Referencia
Gracias, Jerónimo. Un análisis como siempre muy exhaustivo, y con un gran sentido de la oportunidad respecto a la actualidad del escenario político-social de nuestro país y entorno. Estoy totalmente de acuerdo con la necesidad de una mayor participación de la ciudadanía para reforzar nuestro(s) sistema(s) democrático(s) y combatir los extremismos y la desafección hacia las instituciones. Estoy deseando leer la continuación del artículo con tus propuestas concretas. Un abrazo.