La Laudato Si´ y la Laudate Deum, más allá del desarrollo sostenible (2)

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La Laudato Si´ y la Laudate Deum, más allá del desarrollo sostenible (2)

Por Leandro Sequeiros San Román

En un artículo publicado en Religión Digital (30.07.2024) se informa que “el Vaticano defenderá la Agenda 2030 en la ONU al máximo nivel: “De base, irá Parolin”.
Pero desde nuestro punto de vista, la Encíclica Laudato Si´ y la exhortación Laudate Deum, van más allá del llamado desarrollo sostenible. Son más radicales.

Nos parece una gran decisión el que el Vaticano acuda a la ONU para defender los principios de la Agenda 2030. Pero debe ir más allá del puro desarrollo sostenible, que no parece suficiente para un cristiano. desde nuestro punto de vista. Nos cuestionamos la conveniencia del concepto del llamado Desarrollo Sostenible y la praxis social y política derivada del mismo. Es más: en el debate social apenas se han escuchado alternativas más sociales y radicales al aparente conservadurismo del concepto de “sostenibilidad”.

Los diferentes modelos de sostenibilidad, determinan que haya diferentes interpretaciones de la sostenibilidad. Por ello, consideramos que es un concepto ambiguo.

La  sostenibilidad es insuficiente

            De un modo general, de acuerdo con la definición de la Cátedra de sostenibilidad, esta sería:.

“…la capacidad de un estado (físico, natural, social, político, económico, tecnológico, religioso, cultural…) para mantenerse y perdurar. Un estado o sistema puede mantenerse cuando está bien construido y carece de contradicciones en relación a los factores de que depende, es decir, el medio natural, social, político, económico, filosófico, religioso… en el que existe y que le da sentido. La vida tiende naturalmente al mantenimiento (sostenibilidad) del sistema vital por ello los cambios y transformaciones evolutivas suponen siempre un cambio hacia una mayor sostenibilidad…”

            A esta definición se le pueden hacer matizaciones. En primer lugar, los estados y sistemas deben entenderse desde el paradigma paleobiológico como procesos irreversibles contingentes sometidos a múltiples variables que interactúan sistémicamente y dando lugar, por un lado, a la homeostasia del sistema, y por otro, a la emergencia de novedad. Aunque no es imposible el que el sistema se colapse totalmente y sus elementos constitutivos se disgreguen. Es lo que se ha dado en llamar procesos de extinción masiva.

            Por otra parte, se denomina insostenibilidad a la situación ontológica de ciertos estados o sistemas no resilientes (no adaptados a los factores de que dependen y al entorno físico, biológico, social o histórico), de tal manera que, a plazo medio, puede preverse su colapso y la aparición de sistemas sustitutorios. En este sentido la tendencia de la vida a la sostenibilidad es lo que fuerza la evolución natural de los sistemas físicos y de los organismos vivientes y de las sociedades humanas.

Desarrollo sostenible y su crítica

            Para algunos investigadores de las ciencias sociales, el “desarrollo sostenible” es un concepto mágico. Para otros críticos es un oxímoron, una expresión de dos palabras que se contradicen mutuamente: “desarrollo” y “sostenible”. ¿Son como el aceite y el agua?

            Hace medio siglo apenas existía una conciencia global de la problemática sistémica para la Tierra del llamado “desarrollo”. Se pensaba que los recursos del planeta eran ilimitados y que la humanidad, gracias al desarrollo tecnológico, llegaría a cotas de satisfacción inimaginables.

La creación en 1968 del Club de Roma supuso un momento de inflexión en el modo de pensarse a sí mismo el planeta. El famoso informe de Donnella Meadows y su equipo del MIT (que aunque tuvo destacado protagonista no se debe a ella) y plasmado en Los Límites del Crecimiento, el Primer Informe al Club de Roma (12 de marzo de 1972) se considera la primera aproximación científica a un problema global insospechado hasta entonces: no podemos seguir creciendo así como planeta. Contribuyó a resquebrajar, – adelantándose a la crisis del petróleo – el optimismo desarrollista alimentado y disfrutado durante más de veinte años (Romero, 1992). La solución que ellos planteaban era el crecimiento cero, que suponía básicamente estabilización en el crecimiento de la población y de la producción industrial.

            Los informes internacionales sobre recursos mundiales y conservación de la naturaleza, publicados entre 1972 y 1985 alertaron sobre las previsiones devastadoras del informe Meadows. En 1972 y en 1982 tuvieron lugar en Estocolmo y en Nairobi las primeras Conferencias de las Naciones Unidas sobre el medio Natural y el desarrollo sin éxitos apreciables. Un año más tarde, en 1983 el Secretario General de las NNUU, Javier Pérez de Cuéllar, encargó a la Comisión Mundial de Medio Ambiente y del Desarrollo de las Naciones Unidas la redacción de un informe científico sobre la situación global.

En 1987 se dio a conocer el documento final: Nuestro Futuro Común. Fue conocido familiarmente como Informe Brundland, dado que la comisión estuvo presidida por la señora Gro Harlem Brundtland, primera Ministra entonces de Noruega y que obtuvo el consenso de muchos dirigentes internacionales. Este informe marca un punto de no retorno – afortunado – en las corrientes de pensamiento social actual. Desde entonces, el concepto de desarrollo sostenible se convirtió en piedra angular de un nuevo movimiento internacional a favor del medio natural y el desarrollo. Esta corriente es la que inspiró la Cumbre de Río de 1992, la III Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente.

            Según este informe, desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades del presente sin limitar el potencial para satisfacer las necesidades de las generaciones futuras (Informe Brundtland, página 29, número 27).

            Esto significa, entre otras cosas, asegurar un nivel de población sostenible, utilizar los recursos naturales cuidadosamente de modo que conservemos más y gastemos menos, cambiar unos estilos de vida, y otras muchas decisiones más. Según el informe Brundtland son los elementos que convergen en la construcción del desarrollo mundial: el elemento social, el elemento ecológico y el elemento económico. Bienestar humano, respeto al medio natural y fluidez económica. El esquema siguiente ha sido muy repetido por los partidarios de este paradigma:

Los tres vectores del desarrollo sostenible

           

En opinión de algunos, el esquema está incompleto. Los ingenieros echan de menos la presencia de la tecnología, como un elemento determinante en la construcción social del futuro. Voces más humanistas, claman por la incorporación del desarrollo humano integral en este modelo. Y los más sensibilizados hacia las asimetrías sociales, desearían que la justicia social, ambiental y de género estuviera presente.

            En definitiva, la sostenibilidad es una palabra ambigua que, pese a un fondo de verdad, no parece fácil de integrar en todas las sensibilidades.

            Del 3 y el 14 de junio de 1992 tuvo lugar la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio natural y el desarrollo (CNUED), más conocida como Cumbre de Río. Se aprobaron cinco textos: dos convenciones, dos declaraciones y la llamada Agenda21, un programa de acción para el siglo XXI. La Declaración de Río o Carta de la Tierra enuncia 27 principios para una buena gestión de los recursos del planeta y en ella subyace la filosofía del desarrollo sostenible (sustainable development) elaborada en la Comisión Brundtland. Desde esta reunión, tomó carta de ciudadanía el concepto de sostenibilidad como talismán que parecía curar todas las enfermedades del planeta.

Continuará…

LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN nació en Sevilla en 1942. Es jesuita, sacerdote, doctor en Ciencias Geológicas y Licenciado en Teología. Catedrático de Paleontología (en excedencia desde 1989). Ha sido profesor de Filosofía de la Naturaleza , de Filosofía de la Ciencia y de Antropología filosófica en la Facultad de Teología de Granada. Miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Zaragoza. Asesor de la Cátedra Francisco Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia de Comillas. Presidente de la Asociación Interdisciplinar José Acosta (ASINJA).Es autor además, de numerosos libros y trabajos que se ofrecen gratuitamente en versión digital en BUBOK.
    En la actualidad reside en Granada continuando sus investigaciones y trabajos en torno a la interdisciplinaredad, el diálogo Ciencia y Fe y la transdisciplinariedad en la Universidad Loyola e intentando relanzar y promover la Asociación ASINJA que preside. Un nuevo destino después de haber trabajado solidariamente ofreciendo sus servicios de acompañamiento, cuidado y asesoramiento en la Residencia de personas mayores San Rafael de Dos Hermanas (Sevilla).
    La persona de Leandro Sequeiros es un referente de testimonio evangélico, de excelencia académica, de honestidad y rigor intelectual de primer orden. Vaya desde aquí nuestro agradecimiento más sentido por honrar con sus colaboraciones este humilde sitio de KRISIS.

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