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Trasfondo religioso del genocidio contra Gaza
Del trasfondo religioso del genocidio de Netanyahu contra Gaza no suele hablarse. Ahora bien, como de lo que no se habla no existe, pareciera que dicho trasfondo no existiera. Pero sí existe, y me gustaría explicitarlo y visibilizarlo recurriendo a una serie de manifestaciones y textos bíblicos, que están en el imaginario de los dirigentes políticos de Israel, leídos de manera fundamentalista y considerados válidos ética, política y jurídicamente para todo tiempo y circunstancia histórica, para justificar la destrucción de Gaza y los asesinatos contra la población civil, con la complicidad de Estados Unidos, que ha enviado armamento a Israel para seguir matando y se ha opuesto en las Naciones Unidas a un alto al fuego que frene la masacre provocada por el ejército israelí.
1. El primero es el de la venganza, más allá del “ojo por ojo y diente por diente”, que practica hoy Netanyahu en su literalidad y con total desmesura. En el Éxodo, libro de la Biblia hebrea, 21,19ss, se formula el ojo por ojo y diente por diente, conocido como “ley del talión”, que establece la equivalencia entre el daño y el castigo con el objetivo de evitar los excesos en la venganza:
Con el genocidio contra Gaza, Netanyahu no solo ha aplicado la ley del talión, sino que ha ido más allá y ha aplicado a la Franja “el canto de venganza” extrema de Lámec, que dice
El poder de Dios se hace realidad en la guerra, batallando del lado del “pueblo elegido”, y su gloria se manifiesta en la victoria sobre los enemigos
Por los 230 rehenes retenidos y los 1.200 israelíes asesinados por Hamás, Israel ha provocado más de 18.000 gazatíes muertos, entre ellos 7.000 niños y niñas y 5.000 mujeres, 7.000 personas desaparecidas, asesinatos del personal sanitario y de periodistas, daños en 50 instalaciones de la ONU, 26 hospitales y 55 ambulancias fuera de servicio, 81 mezquitas, iglesias cristianas y lugares sagrados de otras religiones, 278 escuelas y decenas de miles de viviendas y edificios públicos destruidos. Los daños se han producido principalmente entre la población civil, transgrediendo así el Derecho Internacional Humanitario, como han denunciado el secretario general de la ONU y otros dirigentes políticos mundiales. ¿Cabe más desproporción en la respuesta, más odio a la vida de los gazatíes, más ignominia e indignidad de Netanyahu y de la población isarelí que le apoya en la masacre?
2. En no pocos textos fundantes de las religiones, la imagen de Dios va asociada a la sangre, hasta conformar lo que René Girard llama sacralización de la violencia o violencia de lo sagrado. Entre esos textos se encuentra la Biblia judía, que, según el biblista alemán Norbert Lohfink, es uno de los libros más llenos de sangre de la literatura mundial. Hasta mil son los textos que se refieren a la ira de Yahvé que se enciende, juzga como un fuego destructor y castiga con la muerte. El poder de Dios se hace realidad en la guerra, batallando del lado del “pueblo elegido”, y su gloria se manifiesta en la victoria sobre los enemigos. El tema de la venganza sangrienta por parte de Dios, según el teólogo alemán Schwager, aparece en la Biblia judía con más frecuencia incluso que la violencia ejercida por los seres humanos. Sólo hay tres libros de la Biblia judía en los que no se asocia a Dios con la guerra: Ruth, Esther y Cantar de los Cantares.
Esa imagen violenta y sádica de Dios está muy presente en la mente militarista, despiadada y sin corazón de Netanyahu, en su gobierno, en el Ejército y en un sector de la población de Israel que reclama el exterminio de la población gazatí.
3. Hay todavía otras dos imágenes de carácter religioso que han llevado a esta masacre —que no pocos juristas ya empiezan a calificar de crímenes contra la humanidad—, e impide a Netayahu escuchar las voces de organizaciones internacionales y del secretario general de la ONU que reclaman un alto el fuego: el considerar a Israel el “Pueblo elegido” y al territorio de Palestina “Tierra prometida”. Tras una lectura fundamentalista de la Biblia, creen que esa tierra les pertenece por Derecho Divino que cualquier cesión de la misma constituye un retroceso en la realización del reino de Dios. Por eso, desde la creación del Estado de Israel hace 75 años no han cesado de ocupar territorios de Palestina.
4. Hay, ciertamente, otros muchos textos de la Biblia judía, pertenecientes a las tradiciones jurídicas, proféticas y sapienciales, que defienden los derechos de los huérfanos, los extranjeros y las viudas, reclaman hacer justicia con los pobres en los tribunales, abogan por la paz fundada en la justicia (“la justicia y la paz se besan”, afirma el salmo 85) y presentan a Dios como liberador, lleno de ternura, lento a ira y rico en clemencia, abogado los pobres y oprimidos. Estos textos constituyen la mejor herencia que el judaísmo nos ha legado. Pero Netanyahu no quiere ni oír hablar de ellos y menos ponerlos en práctica en su política colonial y terrorista. Los dirigentes judíos los vienen trasgrediendo de manera sistemática y cada vez más violenta contra la comunidad palestina desde la creación del Estado de Israel en 1948.
Juan José Tamayo Acosta es teólogo vinculado a la Teología de la Liberación. Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, de la Universidad Carlos III, en Madrid, y secretario general de la Asociación de teólogas y teólogos Juan XXIII. Conferencista nacional e internacional y autor de más de 70 libros. Articulista habitual en prestigiosos periódicos nacionales e internacionales, así como reconocidos sitios como Religión Digital.
Entre algunas de sus publicaciones se encuentran: San Romero de América, mártir por la justicia (Editorial Tirant, 2015); Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2020, 2ª ed.); De la iglesia colonial al cristianismo liberador en América Latina (Tirant lo Blanc, 2019); ¿Ha muerto la utopía? ¿Triunfan las distopías? (Biblioteca Nueva, 2020, 3ª ed.); Hermano islam (Trotta, 2019).Pedro Casaldáliga. Larga caminada con los pobres de la tierra; (Herder, noviembre 2020); ¿La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye? (Icaria, 2020).
Su última obra, editada por Fragmenta en 2021, es la titulada La compasión en un mundo injusto, que puedes adquirir como todas las demás, AQUÍ
Este artículo fue publicado en el diario Infolibre el pasado 15 de diciembre de 2023.
Vaya desde aquí nuestro más sincero agradecimiento por honrar con sus colaboraciones este sitio.
Ese trasfondo religioso también lo traté en un artículo de mi blog. En él explico que la negativa de Israel en permitir la creación del Estado palestino tiene un fundamento bíblico: La donación que hizo Yahvé a su pueblo elegido de Israel de todas las tierras de Canaán y que supuso una ocupación militar y sangrienta en nombre de Yavhé. El capítulo X del libro de Josué explica cómo Josué, hacia el año 1.400 A.C., dirige al pueblo de Israel a la conquista de Canaán, sin ningún escrúpulo en ir conquistando a sangre y fuego todas las ciudades, exterminando a todos sus habitantes, porque esa era la voluntad de Yahvé. Fue un enorme genocidio.
En el libro Éxodo y en otros del Antiguo Testamento, aparece un Dios violento, cruel y vengativo, dispuesto siempre a librar una dura batalla para conquistar la tierra prometida a los israelitas, el pueblo escogido, “porque tú eres un pueblo consagrado al Señor tu Dios, y a ti te ha elegido el Señor de entre todos los pueblos de la tierra para que seas el pueblo de su propiedad” (Dt 14, 2). Es el Dios del “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” (Ex 21, 24). Este Dios no tiene ni piedad ni compasión, como vemos en la invasión de Jericó y en la destrucción de la ciudad de Ay. Es un Dios guerrero que ayuda a los israelitas a destruir a los demás pueblos, como se ve en el libro de Josué cuando éste conquista nuevas tierras y derrota a todos sus reyes, con la ayuda de Dios. “Derrotó a todos aquellos reyes y se apoderó de sus territorios en una sola campaña, porque el Señor, el Dios de Israel, peleaba en favor de Israel” (Jos 10, 42). Cuando el pueblo de Israel asaltó la ciudad de Jericó, “Consagraron al exterminio todo lo que había en la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, pasándolos a filo de espada” (Jos 6, 21).
Y en la destrucción de Ay, Josué actuó conforme a las indicaciones del Señor: “Una vez que Israel acabó de matar, en el campo y en el desierto, a todos los habitantes de Ay que habían salido en su persecución –ni uno solo quedó que no cayera a filo de espada–, todo Israel se volvió sobre Ay pasando también a cuchillo a su población” (Jos 8, 24).
Éste Dios guerrero y sangriento no es el Dios de Jesús de Nazaret. Estamos en el SXXI y textos tan duros
merecen ser estudiados desde muchos aspectos científicos; creo que ya hay cosas escritas pero no salen
a la luz porque los “poderes fácticos” no los tolerarían. Lo que está pasando en Gaza es violencia extrema.