Cualquier ciudadano o ciudadana de Camas o de sus alrededores que tenga interés por la Cultura, seguramente se habrá dado cuenta de que Camas es un municipio que ha alcanzado un desarrollo cultural enorme desde que el primer Ayuntamiento Democrático, allá por 1979, apostara fuertemente por éste ámbito de intervención social como pilar fundamental para construir una ciudad mejor informada, más volcada en valores éticos y estéticos y en definitiva más culta, más democrática y más sensible con los Derechos Humanos Universales. No obstante, quedan aun diversos ámbitos de intervención cultural que necesitan y exigen ser mejorados, así como enriquecedoras posibilidades, especialmente de la juventud, que todavía no han sido suficientemente exploradas y aprovechadas, dado que en Camas está emergiendo a mi juicio, una nueva generación de escritoras, artistas y talentos que no son tomados con la seriedad y el apoyo que merecen.
En otro momento relataré las experiencias culturales que tuve la oportunidad de vivir en aquellos tiempos en los que todo era nuevo y nos las teníamos que ingeniar, apenas sin recursos económicos ni humanos, para ofrecer unos programas culturales inéditos en los cuarenta años de franquismo e ir poco a poco así, construyendo un complejo sistema de servicios culturales que hoy son motivo de orgullo y satisfacción para el conjunto de la ciudadanía. Sin embargo y como la crisis civilizatoria en la que estamos inmersos, no es exclusivamente económica y ecológica, sino que es también una crisis de sentido, de carácter cultural, educativo, ético y espiritual, aquellos grandes grupos de personas voluntarias que regalaban su tiempo y sus capacidades para ponerlas al servicio de la Cultura en Camas han ido desapareciendo, pero aun quedan las brasas de un activismo cultural enorme y hoy Camas puede sentirse básicamente satisfecha de toda la actividad cultural que aquí se realiza aunque queden algunos ámbitos de intervención por desarrollar.
También es verdad que hoy todo funciona de una manera completamente distinta. Está todo tecnologizado, informatizado, normativizado y profesionalizado en el sentido de que ya no hay tantos voluntarios y en el Ayuntamiento afortunadamente se goza de mayores recursos, tanto económicos como en personal de confianza que gestiona con normalidad todos los eventos. Ya no existen aquellas asambleas o comisiones de la Delegación de Cultura conformadas por ciudadanos y ciudadanas interesadas en las que a principios de cada Curso Escolar se diseñaba y programaba colectivamente todo o casi todo lo que se iba a hacer en la ciudad en relación a la Cultura. Hoy estas competencias las asumen en exclusividad la Delegación Municipal correspondiente, apoyándose en el personal de confianza que tiene a su disposición y en los recursos económicos de los que dispone, aunque abriendo también la puerta y ayudando a la realización de todo tipo de manifestaciones y eventos que las diferentes asociaciones culturales de la ciudad desarrollan. Pero aun así y a pesar de que los actos culturales ya no tienen, ni la efervescencia, la asistencia y el éxito de antaño, salvo aquellos directamente relacionados con las festividades, el folklore y las hermandades penitenciales o cofradías, que indiscutiblemente han alcanzado un desarrollo y un éxito extraordinario que va cada año a más, sigue vivo en nuestra ciudad aquel viejo espíritu de Cultura Democrática que inspiró a los primeros concejales de Cultura que fueron Miguel Fernández Villegas y Lorenzo Rastrero Bermejo (qepd).
Ahí está por ejemplo la Biblioteca Pública Municipal “Rafael Alberti” cuyas actividades creativas, innovadoras y participativas son un testimonio nítido de Cultura Democrática. O también el Foro de Comunicación y Debate (FOCODE) que lleva ya cerca de 25 años ofreciendo servicios culturales gratuitos a la ciudad y de los que se benefician muchas otras personas que acuden de los alrededores. O la Asociación Ágora que organiza y ofrece las más diversas actividades culturales y de convivencia para todos los ciudadanos, incluidos niños y niñas, jóvenes, adultos y de la tercera edad. O la Asociación Cultural Nuevo Ateneo que ofrece talleres culturales, además de numerosas exposiciones y desde luego organizando y gestionando la monumental Cabalgata de Reyes Magos que cada año llena de ilusión a pequeños y mayores. Y por supuesto también, el Grupo de Camas de la Asociación “Memoria, Libertad y Cultura Democrática” que desde hace siete años ha ofrecido y sigue ofreciendo numerosas conferencias y actos de alto contenido democrático y memorialístico.
En definitiva, lo que quiero decir, es que aunque estamos inmersos en una crisis, en Camas creo que hay un núcleo lo suficientemente numeroso de ciudadanos y ciudadanas que sigue manteniendo vivo aquel viejo espíritu de construcción colectiva de Cultura Democrática a pesar de que siempre existen dificultades y obstáculos. Así pues, no todo está perdido y la prueba es que por primera vez en la Historia de nuestra ciudad existe una Concejalía o Delegación Municipal que incluye la Cultura Democrática entre sus objetivos y competencias y que se denomina “Delegación de Juventud y Cultura Democrática“, de cuyas actividades hablaré en otro momento.
Soy de la opinión y a los hechos me remito, de que Camas es una ciudad con un importante desarrollo en “Cultura Democrática“, un término y un concepto que voy a intentar explicar, dado que a menudo se confunde en el sentido de que no todo lo que suele entenderse como cultural puede ser considerado como “Cultura Democrática“. Y es que al complementar con el adjetivo calificativo de “Democrática” al término o concepto de “Cultura“, estamos añadiendo un conjunto valores éticos fundamentadores que impregnan todo el proceso de realización y construcción cultural, desde el diseño de objetivos y actividades, así como los métodos y conductas personales, hasta los contenidos y resultados visibles.
Antes que nada debo decir, que tanto el término “Cultura”, como el complemento “Democrática”, son de difícil conceptualización, porque ni la cultura puede reducirse exclusivamente a libros, literatura, música, teatro, cine, patrimonio u objetos físicos o tradiciones, ni lo democrático puede tampoco encorsetarse en lo exclusivamente representativo, procedimental, institucional, político o partidario. El asunto es bien complejo porque además no todo lo que aparentemente se presenta como culto, ni todo lo que se nos ofrece como democrático, realmente lo son. Los humanos tenemos la costumbre de teorizar, definir, crear conceptos y etiquetar realidades y en ese empeño perdemos muchas veces la riqueza de posibilidades que el fenómeno que queremos definir o conceptualizar encierra. Lo mismo, en vez de “definir”, que es un verbo que cierra, acota, limita y establece parámetros y criterios, habría que utilizar también otro verbo nuevo e inexistente que escuché por vez primera al psicólogo, terapeuta, maestro y educador brasileño Roberto Crema, el verbo “infinir”, que sería entonces un verbo que abre, expande, elimina fronteras y límites, mezcla, fusiona e innova. Pero en fin, me dejaré de prolegómenos e iré al grano.
Entiendo por “Cultura Democrática” de una persona, un grupo, una organización, una comunidad, un municipio o un país, como aquel conjunto de conocimientos, procedimientos, actitudes, producciones, realizaciones, experiencias, conductas individuales y colectivas, biografías, hechos históricos, acciones institucionales y comunitarias, etc, que han permitido y permiten hacer posible que dichas personas, grupos, organizaciones, instituciones y comunidades expresen y visibilicen, en sus comportamientos personales y sociales habituales, actitudes coherentes con los valores éticos universales que fundamentan y alimentan la Democracia, que son como es sabido, los que sostienen la Declaración Universal de los Derechos Humanos Universales. Dicho de manera sencilla y simple, “Cultura Democrática” es todo aquello que se opone radicalmente (no confundir con fanáticamente) a cualquier producción, manifestación o expresión de cultura o conducta autoritaria, o basada en privilegios y en discriminación social. Por definición entonces, toda Cultura Democrática es necesariamente opuesta o totalmente lo contrario de cualquier forma de poder arbitrario, dogmático, unipersonal y/o absoluto y por tanto a cualquier forma de fascismo. En términos electorales: los adversarios y también los enemigos de la Cultura Democrática en nuestra ciudad, en Andalucía y en toda España, son efectivamente los pertenecientes, adictos, militantes, simpatizantes o votantes de VOX, así de claro y aquí no valen paliativos de que si “yo no sabía“, “no es para tanto“, “la gente los ha votado“, “ellos quieren el bien de España” y demás barbaridades y perogrulladas de ignorancia y mediocridad.
Tal como yo la entiendo, la “Cultura Democrática” es como una forma de vivir y de comportarse que implica aceptar, reconocer y asumir que nadie tiene la verdad de nada, sino que ésta es una construcción humana colectiva basada en el reconocimiento de que nos necesitamos unos a otros, de que somos iguales en dignidad y derechos y de que tenemos que convivir de un modo tal, que nuestros conflictos y discrepancias, las resolvamos inspirándonos y asumiendo valores éticos, que en este caso, son los conocidos de justicia, libertad, igualdad, fraternidad y solidaridad. Claro que esto es bastante fácil decirlo así tal cual, pero es un asunto bien complejo y también complicado, especialmente cuando sabemos que el espíritu crítico para poder pensar con la propia cabeza y poder discernir lo que es bueno o lo que es malo, o lo que es justo o injusto no es una capacidad humana muy generalizada que digamos, por eso mi experiencia vital me ha mostrado que sin espíritu crítico y autocrítico, no hay Cultura Democrática que pueda desarrollarse.
Obviamente no me puedo ir sin lanzar un pregunta final: ¿Cuáles y quienes son las personas y los grupos políticos de los 8 que se presentan el 26M que mejor disposición, capacidades y testimonios han mostrado o pueden mostrar para desarrollar la Cultura Democrática en nuestra ciudad? Para mí desde luego los grupos de la izquierda, aunque debo de reconocer también que en la izquierda hay militantes que obsesionados por afirmar su identidad grupal, sus convicciones y su visión unilateral de la realidad, en vez de fomentar la Cultura Democrática, lo que hacen sin darse es destruirla. De aquí la importancia de construir puentes de entendimiento, espacios de diálogo y participación, programas y proyectos comunes mediante los cuales la izquierda social y política de Camas, aunque no pueda todavía realizar el sueño de unidad estratégica, al menos que construya y ha posible la unidad de acción generosa y solidaria que vaya mucho más allá de los coyunturales intereses electoralistas y partidistas.
Muy bien definida lo que significa “La Cultura Democrática”. Estoy completamente de acuerdo. Un abrazo, J. Melero