EL UNIVERSO AFECTIVO (20). La ira

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La ira

EL UNIVERSO AFECTIVO (20) La ira

Por Juan Miguel Batalloso Navas

          En el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la ira se define mediante cuatro acepciones: « 1. Sentimiento de indignación que causa enojo; 2. Apetito o deseo de venganza; 3. Furia o violencia de los elementos de la naturaleza y 4. Repetición de actos de saña, encono o venganza.»  Así pues, la ira en el lenguaje cotidiano se la asocia a irritación, enfado y cólera ocasionada por un acontecimiento frustrante que lesiona o daña nuestros deseos, nuestros derechos o a nuestra propia persona, lesiones o daños que pueden ser reales y objetivos o irreales y puramente imaginarios. Desde este punto de vista la ira puede actuar como manifestación de huida, lucha, agresión o de un fuerte estado de crispación, turbación y enfado. Como todas las emociones, la ira posee tres componentes: neurofisiológico, cognitivo y comportamental.

         La emoción humana de la ira se conoce desde la más remota antigüedad. Así por ejemplo para el budismo la ira forma parte, junto al deseo y al engaño, de la conocida doctrina de “Los tres venenos” de la mente. Para el budismo se trata, más que de una emoción, de una pasión que puede arrastrarnos a causar daño a los demás y a todos los seres vivos, algo que como sabemos ha sucedido siempre a lo largo de la Historia. A la ira o aversión en términos budistas, se suman también el apego, el odio, la venganza, la agresión, la violencia y en definitiva un intenso estado de perturbación interior. En este sentido, la ira también incluye rabia, apego, codicia, ambición, odio e ignorancia o ausencia total de discernimiento y serenidad.

         Para el cristianismo la ira forma parte de la doctrina de “Los siete pecados capitales” entre los que se encuentran además la lujuria o deseo sexual irrefrenable. La avaricia o el deseo de acumulación de bienes materiales. La pereza o deseo de no implicarse, trabajar, esforzarse o arriesgarse por nada. La soberbia o narcisismo y egolatría extrema. La envidia o deseo y avidez por lo ajeno manifestándose por el placer de comprobar como los demás fracasan o sufren por algún motivo. Y finalmente la gula o el apetito desmedido por la comida y la bebida o también por el deseo extralimitado de vivir numerosas experiencias. Esta doctrina, está en la base de la teoría psicológica y terapéutica del “Eneagrama de la personalidad” del que ya hemos hablado.

         Sin embargo, aunque para el cristianismo la ira es un “pecado capital”, el Antiguo Testamento está lleno de declaraciones terroríficas acerca de la “Ira de Dios” o “Ira santa” que desgraciadamente forman parte de las creencias irracionales y dogmáticas de diversas iglesias cristianas, entre ellas la católica. Así por ejemplo en el libro del Deuteronomio que es un compendio de textos escritos en diferentes épocas, y proveniente de diversas fuentes, se dice textualmente:

«… 15 Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. 16 Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. 17 Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar. 18 Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. 19 Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir. 20 Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado. 21 Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. 22 Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas. 23 Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. 24 Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza; de los cielos descenderán sobre ti hasta que perezcas…»

         Aunque a la luz del conocimiento del que disponemos hoy acerca de lo textos del Antiguo Testamento, se trata sin duda de relatos míticos, metafóricos, narrativos y poéticos que no pueden en ningún caso interpretarse de modo textual, lo cierto es, que este tipo de textos son utilizados por las iglesias fundamentalistas y sus dirigentes para atemorizar e infligir miedo a sus adeptos. Y si esto lo trasladamos a creencias políticas, ya tenemos servido el caldo de cultivo que alimenta internacionalmente el odio como muy bien nos argumenta el teólogo español Juan José Tamayo. 1 Ref.TAMAYO A., Juan J. La internacional del odio: ¿cómo se construye? ¿cómo se deconstruye? Barcelona: Icaria, 2020.

         En este brevísimo recorrido histórico no hay que olvidar a los filósofos estoicos y en particular a Séneca (4 aC-65 dC) que dedicó una obra completa al estudio de la ira y a los remedios para controlarla y superarla para evitar la violencia, el daño y el sufrimiento. En su obra “De la ira”, Séneca nos dice que la ira es:

«…la pasión, más sombría y desenfrenada de todas. Las otras tienen sin duda algo de quietas y plácidas; pero esta es toda agitación, desenfreno en el resentimiento, sed de guerra, de sangre, de suplicios, arrebato de furores sobrehumanos, olvidándose de sí misma con tal de dañar a los demás, lanzándose en medio de las espadas, y ávida de venganzas que a su vez traen un vengador (…) la ira hiere a uno en su lecho, a otro en el sagrado del banquete; inmola a éste delante de las leyes en medio del espectáculo del foro, obliga a aquél a dar su sangre a un hijo parricida; a un rey a presentar la garganta al puñal de un esclavo, a aquel otro a extender los brazos en una cruz…» 2 Ref.SÉNECA, Lucio Anneo. De la ira. Alayor (Menorca): Textos.info, Biblioteca Digital Abierta, 2016. Séneca, 2016, p. 3-4

         En la actualidad son numerosos los estudios de Psicología y Neurociencia que señalan a la ira como una de las emociones más negativas y destructivas que existen. Su desencadenamiento y manifestación producen con mucha frecuencia violencia, agresión y daño objetivo a personas y cosas, además de daños internos tanto corporales (cardiopatías, hipertensión, diabetes, trastornos inmunológicos y endocrinos, etc.) como mentales (sufrimiento interior, culpabilidad, obsesiones, fobias, neurosis, psicosis, etc.)

         Desde la Psicología se han realizado numerosas definiciones de la ira, así por ejemplo se pueden destacar las de Izard (1993), así como las de Danesh (1977) o Berkowitz (1993, 1999), las cuales se basan en la evidencia de que el organismo responde ante la percepción de una amenaza con un impulso de ataque, que sería la ira, o con un impulso de huida, más relacionado con el miedo y la ansiedad.  Una idea que es matizada por Rothenburg (1971) para el cual, en organismos superiores, la ira se desencadenará en contextos significativos para el sujeto que la manifiesta. En igual sentido para Averill (1982) la ira es una respuesta emocional que se dispara y desarrolla en conformidad con un rol social que hay que defender, preservar o cuidar. 3 Ref.PÉREZ N., Miguel A.; REDONDO E., Marta M.; LEÓN, Leticia. Aproximaciones a la emoción de ira: de la conceptualización a la intervención psicológica. Revista Electrónica de Motivación y Emoción. Nº 28. 2008. Disponible en: http://reme.uji.es/articulos/numero28/article6/article6.pdf.

         Para los autores referenciados, en las últimas décadas se han realizado numerosos estudios que plantean la existencia de tres maneras o estilos de afrontar la ira. La “Ira interna”, la “Ira externa” y el “Control de ira”. La “Ira interna” es un estilo de afrontamiento de la ira que consiste en reprimir el estado emocional y hacer un esfuerzo por ocultar, no manifestar o suprimir el enfado, la irritación o la cólera, si bien la ira permanece y opera en el interior. La “Ira externa” es aquella que se manifiesta en forma de conducta verbal o física, agresiva, evasiva, colérica, perturbada y violenta hacia personas u objetos. El tercer estilo, “Control de la ira” consiste en poner en marcha estrategias para disminuir la intensidad y la duración de la ira, autoanalizando el propio estado y buscando aquellos acontecimientos, causas o razones que han provocado el estado de ira.

  

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Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ

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