EL UNIVERSO AFECTIVO (22). La culpa

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EL UNIVERSO AFECTIVO (22) La culpa

Por Juan Miguel Batalloso Navas

          Para el budismo, además del miedo, otra de las emociones destructivas y creadoras de sufrimiento son la culpa y el remordimiento. Ambas emociones nos conducen a un estado de desprecio de nosotros mismos, independiente­mente de que la culpa sea real o imaginada. En consecuencia, son emociones que nos empequeñecen y obstaculizan nuestro desarrollo personal al mismo tiempo que nos apegan al pasado. Esta es la razón por la que estoy conven­cido de que entre los principios esenciales para el desarrollo personal se encuentran: libe­rarse de la culpa, perder el miedo a lo que los otros dirán y aceptar e integrar el yo pasado.

         La culpa es una emoción secundaria en la que se combinan por un lado la alegría o satisfacción de haber realizado o dejar de realizar algo y el miedo a ser reprobado, castigado o condenado por hacerlo o dejarlo de hacer, ya sea por los demás o por uno mismo.

         Para el prestigioso psiquiatra Carlos Castilla del Pino:

«…la culpa es un fenómeno que el hombre experimenta como consecuencia de una acción de determinada índole en la que se viola un “principio rector” (…) el fenómeno de la culpa es multivectorial y complejo (…) En la estructura de la culpa se distinguen con especial relieve todos los rasgos de cualquiera acción y, lo que es importante, revela el carácter totalista y unitario de la misma. (…) El que una acción determinada se repute culpable, y nos depare sentimientos de culpa, no depende intrínsecamente de la acción misma, sino del valor que a ella conferimos (…) La culpa, pues, existe, y con carácter general, cada vez que se hace el mal, aunque aquello que se repute como mal varía de cultura a cultura y, dentro de cada cultura, de persona a persona.» 1 Ref.CASTILLA del PINO, Carlos. La culpa. Madrid: Alianza, 1981., p. 8, 26, 29, 30, 36.

Para este reconocido psiquiatra la culpa es un “metasentimiento“:

«…aparece como un mecanismo autorregulador, preventivo de un «error» en el sistema que impide su funcionamiento correcto. Pensemos en casos en los cuales se da un sentimiento de culpa ante un hecho cometido e insubsanable, por ejemplo, con un padre fallecido. La culpa, entonces, es un metasentimiento capaz de precaverle de que situaciones semejantes se reiteren, sin la pretensión de recuperar una vinculación con el objeto ya desaparecido y por tanto imposible. La anormalidad de los metasentimientos estriba en que no sólo no sirven para la función que debieran sino que perpetúan el problema con un bucle vicioso (…) Los metasentimientos son más estables que los sentimientos. no surge sólo por el sentimiento que ahora experimento, sino también por el que experimenté antes, alguna vez. El odio al padre puede no sentirse ya, pero se sintió, y eso es cuando menos revelador de que se puede volver a sentir, y ser para sí mismo deleznable e indigno.» 2 Ref.CASTILLA del PINO, Carlos, Teoría de los sentimientos. Barcelona: Tusquets, 2000, p. 17, 73.

         Así pues el sentimiento de culpa es al mismo tiempo multivectorial, complejo y perdurable en el tiempo. Multivectorial porque su fuerza o su energía puede estar dirigida a dimensiones o aspectos variados de nuestros actos. Complejo por la cantidad de factores o variables que lo provocan, así como también por las diferentes interacciones y recursiones a las que puede dar lugar, de tal forma que puede extenderse a las más diferentes situaciones y acciones en las que participamos. Y perdurable en el tiempo, porque trabaja con procedimientos de retroalimentación recurriendo permanentemente a recuerdos de sucesos del pasado de los que el sujeto se siente culpable.

         Estas características del sentimiento de culpa en general están acompañadas de particulares y singulares sentimientos de tristeza, desagrado e inquietud que nos incapacitan para vivir plenamente el momento presente. Sentimientos que a su vez vienen acompañados de pensamientos negativos, tóxicos e irracionales. La presencia, tanto de creencias irracionales como de sentimientos negativos o de malestar psíquico hacen que el sujeto con sentimiento de culpa no sea capaz de percibir objetivamente la realidad, dado que está profundamente inmerso en un intenso estado de inquietud, angustia y ansiedad.  Estado que de no solventarse o suavizarse lo conducirá con toda probabilidad a la depresión.

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Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ

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