Tmp. máx. lect.: 5 min.

EL UNIVERSO AFECTIVO (23) Culpa sana e insana
Por Juan Miguel Batalloso Navas
Puede decirse que hay una culpa sana y otra insana. La culpa sana, al igual que el resto de las emociones tiene una función adaptativa en cuanto nos advierte preventivamente del daño que podemos hacer con nuestros actos al mismo tiempo que nos hace responsables de nuestras decisiones. En esta medida, la culpa nos ayuda a considerar las posibles consecuencias de nuestra conducta, ayudándonos a reflexionar y a no repetir los actos que la ocasionaron.
Por el contrario, la culpa insana es aquella que se manifiesta de manera continua en nuestra mente en forma de tristeza, melancolía, inquietud, ansiedad y preocupación constante. Este tipo de culpa además de impedirnos gozar con serenidad y aceptación del momento presente introduce en nuestros pensamientos distorsiones cognitivas y creencias irracionales que nos incapacitan para evaluar con objetividad nuestro comportamiento. De este modo, nuestra creatividad, motivación y nuestras actitudes de valentía o coraje para realizar apuestas y asumir riesgos, se bloquean. El sentimiento de culpabilidad es en realidad un sentimiento de miedo permanente a ser observado, juzgado, reprobado, castigado o amenazado por un juez interior inapelable y por tanto se manifiesta como un bloqueo para la acción, la convivencia o para emprender cualquier proyecto. Es también una incapacidad para perdonarnos a nosotros mismos que necesariamente impide poder aprender de nuestros errores. A este tipo de culpa insana, se la suele denominar “culpa neurótica”.
No obstante, existe también otro tipo de culpa insana, que en propiedad no sería propiamente culpa, sino la ausencia de esta o la incapacidad para sentir culpa, remordimiento y arrepentimiento. Se trata pues de una culpa por defecto y no por exceso como sucede con la culpa neurótica. La culpa por defecto es la que hace posible psicopatías como el trastorno de la personalidad antisocial y el trastorno de la personalidad paranoide.
Las personas con escasa o ninguna culpa de lo que piensan o hacen carecen de arrepentimiento y remordimiento, dejándose así llevar por sus impulsos más primitivos y siendo incapaces de reflexionar y anticipar las consecuencias de sus actos. El manual de diagnóstico de los trastornos mentales DSM-V nos dice que los individuos con trastorno de personalidad antisocial:
Del trastorno de la personalidad paranoide, nos dice el DSM-V:


Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ
Referencia
Me quedo indiscutiblemente con la culpa sana porque como bien dices nos advierte preventivamente del daño que podemos hacer con nuestros actos al mismo tiempo que nos hace responsables de nuestras decisiones. En esta medida, la culpa nos ayuda a considerar las posibles consecuencias de nuestra conducta, ayudándonos a reflexionar y a no repetir los actos que la ocasionaron. La principal consecuencia de la culpa sana es aquella que nos hace reflexionar sobre nuestros actos , haciéndonos tomar una decisión de una gran valor al compararnos con nosotros mismos ” hoy he de ser mejor persona que la que fui ayer”. Esa reflexión, creo yo, se basa en la autocrítica y la crítica. Sin ellas no hay avance posible y la culpa se convierte en insana, o sea permanente. No podemos evitar sentirnos culpables, porque ni somos perfectos ni lo seremos nunca , pero tenemos la libertad y la posibilidad de rectificar , enderezando nuestro itinerario.
No hay mayor alegría que rectificar y reparar el daño realizado. Es la única forma de sentirnos dueños de nosotros mismos. Siempre he pensado que los valores, la libertad, la culpa sana , el bien hacer… no dependen más que de nosotros, de nuestro interior. La educación y la autoeducación debe ir por ese camino. En una ocasión, una participante en una tertulia literaria llegó a afirmar que “era suficientemente mayor para cometer errores “. Yo le respondí que “ese no era mi caso porque no dejamos de cometer errores, especialmente en circunstancias novedosas. La vida no es un camino invariable y monótono bien conocido sino que presenta varios caminos por los que continuamente debemos aprender a recorrerlos, siendo fácil tropezar y caer sin por eso perder el coraje de levantarnos y tener más cuidado” La mujer quedó sorprendida y no me quitó la razón, al contrario, me dijo ” me ha gustado tu reflexión , me lo pensaré y lo tendré en cuenta”.
Muchísimas gracias, querido y admirado José por este y todos tus comentarios que siempre me ayudan a continuar en esta humilde tarea que hace ya varios años he emprendido para expresar aquí lo que pienso y lo que siente. Te lo agradezco de todo corazón. Un fuerte abrazo lleno de agradecimiento. Demos gracias a la vida por el simple y a su vez milagros y misterioso hecho de existir.