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EL UNIVERSO AFECTIVO (25) Emociones constructivas o positivas
Por Juan Miguel Batalloso Navas
Como he señalado anteriormente, las emociones destructivas o negativas, como por ejemplo la ira o el miedo, son aquellas que nos alertan de los peligros para nuestra supervivencia y también las que, convertidas en sentimientos y actitudes permanentes de conducta, destruyen nuestro bienestar psíquico y corporal. A su vez, este tipo de emociones producen tendencias específicas hacia la acción, como por ejemplo las conductas de evitación-huida o de afrontamiento-lucha.
Por el contrario, las emociones constructivas o positivas son aquellas que producen cuando las experimentamos, estados mentales y físicos de satisfacción, placer, gozo, alegría, serenidad, bienestar y armonía. No obstante, y aunque habitualmente los términos de emoción constructiva y emoción positiva se utilizan indistintamente tienen un importante matiz diferenciador.
El término “emoción constructiva” es atribuido al psicólogo estadounidense Robert Plutchik, que considera que existen ocho emociones básicas y sus combinaciones. Estas emociones básicas son para Plutchik: alegría, tristeza, confianza, asco, miedo, ira, anticipación y sorpresa, emociones que se expresan siempre con diferentes niveles de intensidad y poseen un carácter adaptativo tanto a los contextos como a la supervivencia. A su vez estas emociones básicas pueden combinarse dando a lugar a nuevas emociones que son las que resultan de combinar las emociones básicas adyacentes de la conocida “Rueda de Plutchik”. Las emociones resultantes se Plutchick las denomina “diadas”, que pueden ser de dos tipos “primarias” y “secundarias”. Las diadas primarias son para Plutchik ocho: amor, optimismo, sumisión, alarma, decepción, remordimiento, desprecio y agresión. Pero a su vez estas emociones de las diadas primarias se pueden combinar también con las emociones básicas dando lugar a las diadas secundarias y así sucesivamente hasta llegar a las diadas terciarias que son las más complejas y menos frecuentes. Entre las emociones de las diadas secundarias se encuentran: orgullo, esperanza, culpa, pavor, pesimismo, envidia, celos y dominancia.
Así pues, siguiendo a Plutchik, las emociones se transforman y cambian de forma que la combinación de dos o más de ellas “construyen” nuevas emociones, una idea que recoge la psicóloga Barbara Fredickson para elaborar su “Teoría de la ampliación-construcción”.
A su vez, el término “emoción constructiva” tiene su origen más remoto en el budismo y están referidas a aquellas que construyen o pueden dar lugar a estados de conciencia positivos y duraderos, así como a nuevas posibilidades de ampliación de nuestra conciencia. Las emociones constructivas entonces son aquellas, que aunque se manifiestan en conductas inespecíficas y menos concretas que las generadas por las emociones destructivas o negativas, no poseen la misma energía o fuerza reactiva de las emociones negativas. No obstante, su experimentación, manifestación o presencia genera estados de bienestar psíquico.
Obviamente, las emociones constructivas están muy relacionadas con las emociones positivas, sin embargo, mientras que las constructivas ponen el énfasis en la generación o creación de nuevas emociones, las positivas colocan el acento en las experiencias de gozo, bienestar mental y placer, por lo que puede decirse que tienen un carácter hedónico. En cualquier caso, emociones constructivas y positivas son en la práctica lo mismo y estas diferencias son exclusivamente conceptuales.
Desde nuestro particular punto de vista y basándonos en nuestra propia experiencia personal y profesional, las emociones constructivas o positivas mejoran y aumentan nuestra paz interior irradiando de energía y sentido todo lo que sentimos, pensamos, decimos, hacemos y vivimos, ayudándonos, además, a construir relaciones sociales más sanas y positivas. No cabe pues ninguna duda, como así nos han mostrado la Historia de la Filosofía, las tradiciones espirituales y numerosísimas investigaciones y estudios de Psicología, que las emociones positivas realmente construyen y hacen emerger estados de conciencia de bienestar psíquico. Emociones como la alegría, la gratitud, la paz, la confianza, la generosidad, la valentía o el amor, entre muchas otras, nos conducen a construir y desarrollar actitudes de serenidad, aceptación, satisfacción, generosidad, compromiso, compasión y en definitiva de bienestar emocional y compromiso social. Este tipo de emociones están en la base de lo que lo que el budismo ha caracterizado como “felicidad” 1 Ref.Dalai Lama; Cutler, 2004; Ricard, 2005 o de lo que hoy conocemos como “Psicología Positiva” o también “Ciencia de la Felicidad” 2 Ref.Csikszentmihalyi, 1997; Friedrickson, 2003, 2008, 2015; Lyubomirsky, 2008; Seligman, 2003, 2016.
Los antecedentes próximos de la Psicología Positiva hay que situarlos en la “Psicología Humanista” de los años 50-70 del pasado siglo 3 Ref. Un excelente y breve resumen de la Psicología Humanista es el aportado por el profesor José Luis Martorell en el capítulo 9 de su obra “Fundamentos de Psicología”. Disponible en: https://extension.uned.es/archivos_publicos/webex_actividades/4486/humanista1.pdf . Igualmente otro documento que vale la pena destacar es el realizado por el profesor chileno Edgardo Riveros y titulado “La psicología humanista: sus orígenes y su significado en el mundo de la psicoterapia a medio siglo de existencia.” Disponible en: http://www.scielo.org.bo/pdf/rap/v12n2/v12n2a1.pdf . Psiocología que fue creada, entre otros autores, por Abraham Maslow, Carl Rogers, Rollo May y James Bugental y básicamente sus planteamientos se centran en la motivación, las necesidades afectivas, la autenticidad, la autorrealización y el desarrollo personal. No obstante, a estos autores habría que añadir también a Víctor Frankl, el padre de la “Logoterapia” o la terapia basada en el proceso de búsqueda y encuentro de un sentido de la propia vida.
A partir de estos antecedentes, en 1998 comienzan a desarrollarse numerosas investigaciones independientes de entre las que cabe citar la “Teoría del apego” (John Bowbly, Mary Aisnworth, Mario Marrone…), las diversas “Teorías de la creatividad” (Edward De Bono, Keith Simonton, Henry Stein, Robert Stenberg, Mihalyi Csikszentmihalyi…), la “Resiliencia” (Emmy Werner y Ruth Smith, Boris Cyrulnik, Aldo Melillo…), la “Inteligencia emocional” (Salovey&Mayer, Daniel Goleman. Bar-On…), la “Teoría de las inteligencias múltiples” (Howard Gardner), “El bienestar psíquico” (Ed Diener, Richard Ryan, Carol Ryff…). Investigaciones, teorías y modelos que finalmente vendrán a representar una especie de nuevo paradigma en Psicología centrado en las emociones positivas, la salud psíquica y en la felicidad.
Para el fundador de la Psicología Positiva como disciplina científica Martin Seligman este nuevo enfoque teórico y práctico de la Psicología se basa en tres pilares:


Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ
Referencia
Un buen artículo sobre las emociones destructivas y constructivas. Interesante la lista de las emociones constructivas. Considero prioritaria la emoción positiva del optimismo en un mundo tan convulsivo en el que estamos viviendo. A pesar de esa situación, me ayuda el pensamiento estoico de que debemos centrarnos en cambiar lo que depende de nosotros y no en lo que no depende de nosotros.
Todos estamos abocados a tener emociones negativas como la tristeza, el estrés o los enojos frecuentes acompañados de irritabilidad. Es cierto que las emociones forman parte de nuestra vida, pero si no las controlamos pueden perjudicar nuestra salud. Tal descontrol puede conducirnos, según afirma Goleman , a “ contraer enfermedades como el asma, la artritis, la jaqueca, la úlcera y las enfermedades cardíacas….El enojo, concretamente, parece ser una de las emociones más dañinas para el corazón”.
Según las investigaciones realizadas por el doctor Redfors Williamn, de la Universidad de Duke, la tendencia al enfado es un predictor mejor del índice de mortalidad temprana que otros factores de riesgo como fumar, hipertensión o elevado colesterol en sangre, siendo las personas susceptibles al enfado tres veces más proclives a experimentar un paro cardiaco que las personas más tranquilas.
¿Cómo conseguir controlar las emociones negativas?
La irritabilidad, como otras emociones negativas, no es una emoción innata e inmodificable, sino que es un hábito adquirido. Como todos los hábitos conductuales adquiridos, podemos conseguir cambiarlos. De lo que se trata es de fomentar la IE (inteligencia emocional) como el optimismo, saber encarar los problemas de forma positiva o saber mantener la tranquilidad. La IE disminuye tres veces la mortalidad respecto a aquellos otros cuyas vidas están presididas por el descontrol emocional según un estudio realizado en Suecia por Anika Rosengren y otros.
¿Cómo desarrollar la inteligencia social (IS)?
En el mismo plano que la IE se sitúa la IS. La cualidad básica para una adecuada inteligencia social es la empatía, que nos lleva a conocer al otro, meternos en sus problemas e intentar colaborar con él, y así sentirnos parte de su preocupación.
CONCLUSIÓN
Tenemos que controlar las emociones negativas y reforzar las positivas en bien de nuestra salud. El desarrollo de la inteligencia emocional y social es un bálsamo para nuestra salud y para nuestro bienestar personal.