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LA APORTACIÓN DEL BUDISMO (10)
EL NOBLE ÓCTUPLE SENDERO
Concentración correcta
Por Juan Miguel Batalloso Navas
Como es sabido, la concentración es el proceso mental voluntario mediante el cual enfocamos, centramos o fijamos la máxima atención en un objeto de la realidad, en una actividad, una tarea o en nuestros propios fenómenos mentales. En la práctica budista significa tomar plena conciencia de nuestro cuerpo, nuestras sensaciones, percepciones y pensamientos.
Para el Maestro Thich Nhat Hanh existen dos tipos de concentración: la concentración activa y la concentración selectiva. La concentración activa que pone toda la atención en lo que sucede o lo que sentimos y experimentamos en el momento presente: «…El viento silba entre el bambú y el bambú baila. Cuando el viento cesa, el bambú se sume en la quietud…» (Hanh, 2018, p. 116). La concentración activa pues, es la atención exclusivamente centrada en el momento o el instante presente contemplando y sintiendo todo lo que estamos recibiendo del medio exterior o del medio interior. Desde mi punto de vista, concentrarse profundamente en las sensaciones que experimentamos cuando contemplamos en silencio, quietud, desapego y relajación, ya sea un objeto o fenómeno de la Naturaleza, ya sean sonidos, olores o colores, o ya sea una música, una imagen o un cuadro, accedemos a experiencias únicas de gozo y satisfacción.
La concentración selectiva, al contrario de la concentración activa que observa, contempla y experimenta todo lo que percibimos o está a nuestra disposición a través de todos nuestros sentidos, se focaliza en un objeto específico, en un detalle de este, en un aspecto concreto de una determinada tarea o un determinado aspecto de un acontecimiento o de un hecho. Tanto en la concentración activa como en la selectiva la clave para practicarla reside por un lado en una actitud de apertura incondicional y sin juicio y por otro en mantener y sostener la atención sin que haya nada que la perturbe o distraiga.
Para los budistas la Concentración Correcta es aquella que conduce a la felicidad y también a la Acción Correcta, de modo cuanto más alto sea el grado o nivel de concentración en nuestros procesos de pensamiento más posibilidades hay de eliminar tanto nuestros pensamientos irracionales como las emociones destructivas a las que nos conducen. Como dice Thich Nhat Hanh: «…Cuanto más alto sea el grado de concentración, mejor será la calidad de nuestra vida…» (Hanh, 2018, p. 117).
Para practicar la concentración existen numerosos procedimientos y ejercicios, no obstante, el ejercicio más importante y fundamental por el que se inician todos los procesos de meditación es la concentración en nuestra respiración. En este sentido, nos dice Jack Konrfield:


La concentración, ya sea activa o selectiva, centra nuestra atención en el momento que estamos viviendo: encuentros con los amigos, el amor a nuestros seres queridos, las bellezas de la Madre Naturaleza, nuestras aficiones preferidas… Esa concentración nos proporciona un gran placer y bienestar. “Cuanto más alto sea el grado de concentración, mejor será la calidad de nuestra de vida “. (Hanh).
Respirar profundamente, paseando por un bosque cercano, es una experiencia muy satisfactoria.