En todo amar y servir

Llevo desde hace muchísimo tiempo preguntándome sobre el significado y el sentido de la experiencia religiosa y todavía no he encontrado una respuesta que me dé plena satisfacción. Sigo pues en la misma actitud de búsqueda que he tenido siempre.

        Creo sinceramente que el fenómeno de la vida en su más amplio sentido, no obedece a ningún plan extraterrestre y hoy afortunadamente gozamos de extraordinarios descubrimientos científicos que así lo confirman. No obstante, creo haberme dado cuenta, de que por mucho que avance la ciencia y la tecnología, siempre en la existencia humana, o al menos en la mía, hay un gran vacío repleto de misterios que no puedo comprender. Esta es una de las razones por las que me considero “creyente“, sí creyente, pero no porque confíe o me sienta representado por las estructuras de poder patriarcal y crea en todas las simbologías y liturgias que las religiones han producido a lo largo de la Historia. Sino sencillamente porque creo que mi existencia personal y la de todo lo viviente es un auténtico milagro misterioso que reverencio y agradezco sumamente. Por eso me identifico plenamente con el mensaje de Lao-Tsé cuando afirma que

Lao Tsé
Siglo IV adC

"El pensamiento dualista es una enfermedad. La religión es una distorsión. El materialismo es cruel. La espiritualidad ciega es irreal. Cantar no es más sagrado que escuchar el murmullo de un arroyo, pasar las cuentas de un rosario no es más sagrado que simplemente respirar, los hábitos religiosos no son más espirituales que la ropa de trabajo. Si deseas alcanzar la unidad con el Tao, no te dejes atrapar en superficialidades espirituales. Por el contrario, vive una vida tranquila y simple, libre de ideas y conceptos. Encuentra la satisfacción en la práctica de la virtud sin hacer distinciones, que es el único verdadero poder. Dando a los demás de manera generosa y anónima, irradiando luz por el mundo e iluminando tu propia oscuridad, tu virtud se convierte en un santuario para ti mismo y para todos los seres. Esto es lo que quiero decir cuando hablo de encarnar el Tao"

        Por otro lado, me he dado cuenta también. de que reverenciar y agradecer el misterio milagroso de la vida, nada tiene que ver con aceptar como únicos y verdaderos los dogmas religiosos que patrimonializan dicho milagro. No obstante, reconozco que el fenómeno religioso, ya sea social, cultural, institucionalizado o no, ha sido y sigue siendo desde la más remota antigüedad una forma de acceder y explicar ese misterio. Forma que al cristalizar cultural y socialmente en organizaciones, instituciones y grupos, así como en innumerables y grandiosas obras de arte, además de en normas morales, ha dado lugar a las numerosas religiones que conocemos hoy.

        En cualquier caso y aunque evidentemente las religiones, en su pretendido fin de facilitar el acceso al misterio, pueden apartarnos de él haciéndonos creer y aceptar que el único orden posible es el desorden civilizatorio que conocemos y que sigue la secuencia del esclavismo-feudalismo-capitalismo, lo cierto es que las religiones han aportado muchísimo a la humanidad. Se me podrá argumentar que no es para tanto, porque las religiones también han traído muertes, crímenes, torturas, guerras, destrucción, persecución y toda clase de corrupciones y legitimaciones de regímenes políticos dictatoriales y crueles, pero aun sigo sintiéndome creyente. Tal vez sea porque en mi infancia mis padres me contagiaron y transmitieron los principios básicos de la cultura cristiana y católica, cosa de la que no solo no me arrepiento, sino que incluso agradezco. Sin embargo, a estas alturas de la vida, una vez que estoy en pleno proceso de eliminación de mochilas y cáscaras y que no estoy atado ni soy fiel de ninguna organización religiosa, puedo dar fe de que en todas las religiones hay personas extraordinarias que encarnan en su conducta cotidiana lo éticamente esencial, tanto para el acceso al misterio como para la práctica del amor incondicional. Y desde luego, una de esas personas es para mí Leandro Sequeiros San Román.

        Comprendo en toda su extensión, que las religiones y la propia idea de Dios son un invento humano que no ha caído del cielo, un invento que en numerosas ocasiones ha servido para condenar, sojuzgar, reprimir y torturar a las personas o sencillamente para esclavizarlas. Por eso para mí y para mucha gente, si una creencia, una ideología o una religión no sirve para celebrar, agradecer, reverenciar y sostener la vida, así como para liberarnos de los impulsos de nuestro ego y de todas nuestras contradicciones y errores, pues evidentemente no solo no sirve para nada, sino que se convierte en un obstáculo para la liberación. Esta es la razón también, por la que al considerarme simpatizante de Jesús, soy incapaz de concebir esa simpatía si no es a través de la Teología de la Liberación y de los testimonios que me ofrecen personas auténticamente generosas, bondadosas, pacíficas y sobre todo amorosas, sean religiosas o ateas.

        De todas maneras, interpretaciones mágicas del misterio milagroso de la vida y de la existencia humana hay muchísimas. También las hay científicas, con la diferencia de que en éstas no hay que creer, porque se basan en evidencias empíricas. Sin embargo y como dice el Maestro Leandro Sequeiros la ciencia, ni puede, ni podrá jamás explicarlo o describirlo todo, aunque esto ya lo decía Blas Pascal en el siglo XVII: “el corazón tiene razones que la razón no entiende“. Recuerdo que me lo dijo un día Leonardo Boff en un encuentro que tuve con él en el que afirmó que “Dios no es explicable racionalmente, únicamente puede sentirse desde el corazón“. Esta afirmación me llevó a comprender que la experiencia religiosa y/o espiritual es un sentimiento, es decir, es el resultado de un acto de sensibilidad y conmoción ante la magnificencia de todo lo existente, pero no un sentimiento cualquiera, sino algo mucho más profundo y estable que está más allá de las manifestaciones externas de ritos, ceremonias y liturgias. Lo dice muy bien, uno de los más rigurosos y prestigiosos autores que han escrito sobre el fenómeno espiritual y religioso

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El mundo no es un campo de caza estructurado a la medida de un cazador. El mundo es un enigma sin fin que se dice a sí mismo sin que ningún cazador le imponga lo que tiene que decir El mundo no es un círculo con un centro, no tiene esa estructura egoísta; es un océano sin fronteras y sin puntos de referencia.(...) Lo que hay es, pues, conocer y sentir, pero nadie conoce ni siente. Se trata de un auténtico conocimiento y de un auténtico sentimiento y amor, pero sin que sea posible decir, yo, tú, eso, mío o nuestro. Podríamos intentar expresar esa nueva situación de esta manera:-el vacío de todo cazador y de toda caza; -conocer y sentir real, pero desde el vacío de todo cazador y de toda caza; -eso que ahí viene conoce y siente a eso que ahí viene, tal cual viene y no como lo construye un cazador, porque ya no hay cazador.En la experiencia religiosa, el animal que somos, conoce, siente y percibe realmente y sin poder dudar, algo que según sus criterios de realidad no es real. Dicen los maestros que lo que se conoce y siente desde ahí es una ausencia, la ausencia de todo lo que para el animal es realidad. Pero la carne conoce y siente esa ausencia, realmente y no como un vacío, sino como una presencia.El misterio de lo que hay, testifica y se conmueve frente al misterio de lo que hay. Y se hace patente, a la vez, que yo mismo soy ese misterio. La transformación a la que lleva el camino religioso, conduce: del que conoce y siente en este inmenso mundo sólo lo que le puede mantener vivo como individuo y como grupo; del que se conmueve y moviliza en este inmenso mundo por lo que comprende y siente que puede servirle o perjudicarle; AL QUE RECONOCE QUE LA INMENSIDAD DE LO QUE HAY, SIMPLEMENTE ESTÁ AHÍ Y YO MISMO SOY ESA INMENSIDAD y AL QUE SE CONMUEVE DIRECTAMENTE CON LA INMENSIDAD DE LO QUE HAY, PORQUE ESTÁ AHÍ, SIMPLEMENTE PORQUE EXISTE, La transformación es pues el paso del depredador, del cazador, al testigo desinteresado y vibrante.

Marià Corbí

Filósofo: investigador especializado en la epistemología de las religiones.

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        Intentando siempre buscar y buscar, mis preguntas sobre el fenómeno religioso y/o espiritual, me llevaron poco a poco y mediante diversas lecturas de budismo, islamismo (sufismo), hinduismo y cristianismo a aceptar plenamente el mensaje de Ibn-Arabí

        Pero este es un mensaje, que si no se experimenta, sino tienes la oportunidad de comprender desde tu corazón como las personas aman, por muchos libros que se lean, o por mucho que nos emocionemos en ceremonias y rituales, nunca podremos llegar a comprender ese famoso mensaje de San Pablo en su Carta a los Corintios