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LA ALEGRÍA (11)
Rectas palabras o habla correcta
Por Juan Miguel Batalloso Navas
Si el contenido de nuestros mensajes verbales, así como el modo en que los expresamos nos conduce a manifestarnos con claridad, sinceridad, sencillez y amabilidad estaremos creando, haciendo crecer espacios de encuentro, comprensión, diálogo y en definitiva de convivencia pacífica y alegría. Sin embargo, los comportamientos dominantes de la sociedad en la que vivimos no nos conducen a crear esos espacios. En esta cultura de la inmediatez, la rapidez, la seducción, el deseo de querer decir siempre la última palabra, de llevar siempre la razón o de salir siempre vencedor en los debates (lucha de egos) es muy difícil encontrar huecos que nos permitan crear auténticos espacios de intercambio, diálogo y alegría.
Esta dificultad es en gran medida ocasionada por el prejuicio o la creencia de que nuestros interlocutores nos ocultan algo. Y esa falsa creencia nos impide expresarnos desde el corazón y adoptamos así con suma naturalidad y normalidad un lenguaje superficial que acaba por convertirse en un juego de vanidades o en su defecto en una lucha encarnizada para dominar al otro con nuestros pseudoargumentos.
Para el conocido y prestigioso formador y maestro budista Jack Kornfield, el hablar correcto consiste en hablar desde el corazón, es decir, desde la sensibilidad, los afectos y el amor. Y este hablar desde el corazón supone y exige hacerlo de tal modo, que bajo ningún concepto podamos lastimar, dañar o perjudicar a nuestro interlocutor. No basta pues con decir la verdad. No basta con ser sinceros. Es necesario no lastimar o dañar al que nos escucha y esto evidentemente exige eliminar toda intención o manifestación de codicia, resentimiento, venganza, ira, enojo, enfado e ignorancia en nuestras expresiones. Y si optamos por manifestar y expresar emociones destructivas, debemos saber que más tarde, más temprano o de forma inmediata obtendremos la reacción de nuestro interlocutor. 1 Ref.KORNFIELD, Jack. El sendero óctuplo. Para el padre de familia. Buenos Aires: Buddha Dharma Education Association Inc. 2005. Disponible en: http://www.acharia.org/downloads/el_sendero_octuplo_para.pdf Acceso: 8 jul. 2023, p. 33.
Para el budismo las “Rectas palabras” significan básicamente:
- No mentir. No podemos olvidar que las palabras no son solo pensamientos codificados y expresados para comunicarnos, responder o expresar nuestras ideas a los demás. Las palabras son sobre todo acciones que interaccionan con los pensamientos y palabras de los demás, produciendo siempre diversos tipos de efectos que pueden desequilibrar nuestra mente y nuestra armonía interior. Mentir por tanto es una acción que nos desacredita y desarrolla en nosotros sentimientos de odio hacia los demás en mayor o en menor grado. Pero al mismo tiempo, la mentira puede provocar también en quien la utiliza sentimientos de culpabilidad y minusvaloración. Por tanto, decir la verdad de manera sencilla y procurando no dañar, es en realidad un acto de sanación, de limpieza o de tranquilidad interior, al mismo tiempo que un acto de donación e incluso de compasión hacia nuestro interlocutor. De hecho y no en vano, tal como señalan las más diversas tradiciones espirituales y en particular el cristianismo, la verdad nos hace libres, la verdad es un acto de libertad que desarrolla y hace crecer la confianza, los afectos y el amor.
- No usar un lenguaje agresivo. Si nuestras palabras son utilizadas como herramientas o armas para ofender, dañar o herir a los demás, es evidente que no responden a un habla correcta. Sencillamente porque todo hablar correcto tiene que basarse en la ética y en el principio de no causar sufrimiento en los demás. Generalmente este principio se nos olvida cuando por cualquier motivo nos sentimos agredidos, injuriados o menospreciados por las palabras de los demás. Un sentimiento que provoca inmediatamente en nosotros un sentimiento de restauración, compensación o venganza, obligándonos a reaccionar en el mismo nivel emocional en que se ha expresado nuestro interlocutor. De este modo y en la medida en que repetimos este tipo de conductas reactivas, terminaremos por convertirlas en hábitos que inevitablemente provocaran discusiones estériles, ambientes sociales tóxicos, comportamientos agresivos e incluso acciones de violencia física o psicológica. A su vez, además del lenguaje agresivo, hoy estamos acostumbrados a ver tanto en conversaciones habituales como en numerosos programas de televisión e incluso en el lenguaje político, un tipo de habla soez, grosera, insultante, descalificatoria y denigratoria. Y este tipo de lenguaje, amplificado por grandes medios de comunicación que obtienen lucrativas ganancias divulgando noticias cargadas de emociones negativas, va poco a poco creando una cultura de agresión verbal que hace cada vez más difícil no solo la convivencia sino también la Democracia. Las palabras pues, tienen un poder extraordinario, no solo para nuestra comunicación sino también para nuestra paz interior y la creación de ambientes sociales llenos de paz, armonía, entendimiento, comprensión y compasión.
- Evitar suposiciones, insinuaciones y chismes. Una de las conductas más habituales de nuestra convivencia es la de estar juzgando continuamente la conducta de los demás al mismo tiempo que escudriñando y curioseando en su vida privada personal. Es como si nos comportásemos movidos por una especie de morbo sustentado en una intensa egolatría que nos impulsa erróneamente a creer que realmente somos mejores que los demás. De este modo acabamos por naturalizar el perverso hábito enjuiciar muy severamente las ideas, acciones y errores de los demás y absolver con una supuesta racionalidad todos nuestros errores y contradicciones.
Para el budismo pues, hablar mal de los demás en su presencia o en su ausencia no es en absoluto ético y coherente. En este punto es muy útil recordar aquí los conocidos “Tres filtros de Sócrates”:
Finalmente, y para ejercitarse en la práctica del hablar correcto, Thich Nhat Hanh nos propone un compromiso personal para tener muy en cuenta en todas nuestras comunicaciones con los demás:
2) No hablar con una lengua viperina; no decimos una cosa a una persona y otra distinta a otra. Como es natural, podemos describir la verdad de diferentes maneras para ayudar a las diferentes personas que nos escuchan a comprender lo que queremos decir, pero debemos ser siempre leales a la verdad.
3) No hablar con crueldad. No debemos gritar, calumniar, maldecir, fomentar el sufrimiento ni crear odio. Incluso a los que tienen un buen corazón y no desean herir a los demás, a veces se les escapan algunas palabras hirientes. En nuestra mente están las semillas de Buda, pero también muchas cadenas o formaciones internas (samyojana). Cuando decimos algo inyectado de veneno, es por lo común debido a la energía de nuestros hábitos. Nuestras palabras son muy poderosas. Pueden provocar algún complejo a alguien, despojarle del propósito en su vida o incluso impulsarle al suicidio. No debemos olvidarlo.
4) No exagerar ni adornar lo que decimos. No debemos dramatizar innecesariamente haciendo que las cosas parezcan mejor, peor o más extremas de lo que en realidad son. Si alguien está un poco irritado no diremos que está furioso. La práctica del Habla Correcta consiste en intentar cambiar nuestros hábitos para que nuestras palabras surjan de la semilla de Buda que tenemos en nosotros y no de las semillas insanas o que han quedado por resolver…» 3 Ref.HANH, Thich Nhat. El corazón de las enseñanzas de Buda. Barcelona: Planeta, 2018. Edición Kindle, p. 94
Continuará…
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ
Referencia
Comunicarse con los demás a través de las palabras es una necesidad inherente a nuestro ser social. Las palabras que transmitimos a los demás y las que los demás nos transmiten deben ser correctas , incluso si se usan para la crítica constructiva, sin causar daño. Un ejemplo de un modo de hablar amable lo recuerdo así: Un compañero de la escuela en la que trabajaba tuvo mucho tacto cuando no le pareció del todo bien una actuación mía. Se dirigió a mí y me dijo :”Yo lo haría de otra manera” . No me sentó mal como me lo dije, al contario, le pregunté cómo lo haría él. Me lo explicó y me pareció bien su propuesta, cambiando mi actuación. Creo que el buen uso de las palabras con los demás nos proporciona bienestar y ayuda mutua para mejorar . Es bien sabido que los padres y maestros deben usar un lenguaje con sus hijos y alumnos que establezca una interrelación positiva, agradable, sin usar palabras despectivas , para que resulte eficaz. Lo mismo debe aplicarse en la relación entre amigos o entre las parejas. Si es así, todos saldremos ganando . No ayuda en nada el lenguaje político nefasto que presenciamos en la televisión.
Me parece una conclusión muy certera cuando dices que : Las palabras pues, tienen un poder extraordinario, no solo para nuestra comunicación sino también para nuestra paz interior y la creación de ambientes sociales llenos de paz, armonía, entendimiento, comprensión y compasión.
El poder del lenguaje positivo (Blog de José Melero Pérez)
https://ojocriticodejose.wordpress.com/2021/01/21/el-poder-del-lenguaje-positivo/
Comentario de Ángeles Torres Ageitos, vía Facebook:
Asumimos prácticamente todo el catálogo de las buenas maneras y en esto, el lenguaje es una herramienta que ayuda o perjudica la relación comunicativa ,dependiendo del uso que hagamos de ella. Creo que el lenguaje es el vínculo por excelencia que mayor poder de manipulación concita. La capacidad para sugerir, trasmutar o reventar cualquier opinión, se sustente en mayor o menor medida en el conocimiento que se aporta ,empieza a carecer de legitimidad si no va acompañada del descrédito a la opinion del otro. La emocionalidad se ha impuesto por encima del discurso objetivo. Los buenos hábitos en el respeto al opositor,han dejado de seducir . Se utiliza la ironía con una insidia desconocida y una exaltación del sarcasmo que privilegia la primera bofetada para iniciar el menosprecio al contrincante , en beneficio del arte de la seducción pachanguero y recurrente. No hay limites para la reinterpretación de las noticias, tantas y tan diferentes como el deseo de ganar en este duelo, el honor de convencer por cualquier medio, no importa de donde provenga. La inestimable lección de expresar una opinión personal , se confunde con el derecho a ser portavoz de la verdad , en nombre de ideologías y creencias radicales que niegan la posibilidad de ser cuestionados. La palabra irrumpe en un espacio fuertemente controlado. El filólogo y filósofo Chonsky, alertó en alguna de sus obras sobre el perjuicio de la malversación del lenguaje para el deterioro de la democracia y su caída en el insulto estéril , generando el auge de la infravaloración de los problemas acuciantes y su complejidad para resolverlos. En mi opinión, aquí estamos, el grito representa el símbolo del desinterés por oír, la información gesticula, interactúa de forma perversa para crear opiniones vacuas, cualquier fuente vale si nos sirve en esta guerra de intereses en los que convencer está por encima de los medios utilizados. Lo más terrible de todo este desencuentro es que una parte de la población más joven , ha incorporado a sus hábitos los registros más perturbadores para sus propias relaciones, convirtiendo la comunicación en un circo fomenta el desprestigio para que siga el espectáculo, y aunque la educación no claudica en esto, otros son ya los maestros en esto de recibir los aplausos.
Un saludo