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LA ALEGRÍA (16)
Los 8 pilares: Perspectiva (1)

Por Juan Miguel Batalloso Navas

En la excelente obra titulada “El libro de la alegría” realizada por los premios Nobel de la Paz, el Dalái Lama ^{1 Ref.}El Dalái Lama es el líder espiritual mundial del budismo tibetano. En la actualidad y desde 1940, esta función o cargo está representado por Tenzin Gyatso (1935), nombrado decimocuarto Dalái Lama, cuando tenía cinco años. Nació con el nombre de Lhamo Dhondup, en la provincia de Amdo. A la edad de cinco años, fue proclamado encarnación del decimotercer dalái lama fallecido, llevado al palacio de Potala en la capital del Tíbet y oficialmente proclamado decimocuarto Dalái Lama o líder espiritual. Ha recibido prestigiosos y numerosos premios internacionales por su labor de divulgación de valores éticos y humanas. Recibió también el Premio Nobel de la Paz, que le fu concedido el 10 de diciembre de 1989 por “su resistencia constante al uso de la violencia en la lucha de su gente para recuperar la libertad”, dando a conocer su punto de vista respecto al Conflicto del Tíbet y la situación en su país. Es miembro del Comité de honor de la Coordinación internacional para el Decenio de la no violencia y de la paz.-Fuente: Wikipedia- , el arzobispo Desmond Tutu^{2 Ref.}Desmond Mpilo Tutu (1931- 2021) fue un clérigo y pacifista sudafricano que adquirió fama internacional durante la década de 1980 a causa de su lucha contra el apartheid. Tutu fue el primer sudafricano negro en ser elegido y ordenado como arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y luego primado de la entonces Iglesia de la Provincia de África Meridional (actualmente Iglesia Anglicana de África Meridional). Fue laureado con el Premio Nobel de la Paz en 1984-Fuente: Wikipedia-. y el periodista y escritor Douglas Abrams ^{3 Ref.}Douglas Abrams es el fundador y presidente de “Idea Architects”, una empresa creativa de libros y medios de comunicación que ayuda a los visionarios a crear un mundo más sabio, saludable y justo. Como agente literario y editor, ha ayudado a crear 18 bestsellers del New York Times y ha tenido el privilegio de trabajar con muchos grandes líderes de opinión, científicos visionarios y humanitarios, incluidos los premios Nobel Nelson Mandela, el Dalái Lama, Jody Williams y Elizabeth Blackburn. Douglas también trabajó en estrecha colaboración con Desmond Tutu como su coautor, editor y agente literario durante casi dos décadas. También trabajó con Stephen Hawking en su último libro. -Fuente: Douglas Abrams. Disponible en: https://doug-abrams.com/home/bio- se nos ofrecen innumerables recursos para tratar de alcanzar una alegría permanente o una actitud ante la vida cargada de optimismo, esperanza, alegría y buen humor. En esta maravillosa y educativa obra, se nos dice que para conseguir una actitud alegre ante la vida es necesario tomar en consideración lo que estos autores denominan “Los ocho pilares de la alegría” de los cuales cuatro son cualidades de la mente: perspectiva, humildad, humor y aceptación. Y los otros cuatro son cualidades del corazón: perdón, gratitud, compasión y generosidad. (Dalái Lama et. al.; 2016, p. 161)

1.- Perspectiva

Es indudable que cada ser humano posee y consigue elaborar a lo largo de su vida, una determinada visión del mundo, de la sociedad y de sí mismo. En cualquier momento de nuestra vida o ante cualquier acontecimiento que vivimos o experimentamos siempre generamos una interpretación y una valoración personal. No hay absolutamente nada de lo que nos sucede que no disponga de un tono emocional, de una valoración o de una interpretación, que obviamente puede ser racional o irracional, positiva o negativa. Por tanto, nuestra forma de ver el mundo, la realidad y a nosotros mismos (autoconcepto y autoestima), no solo condiciona, sino que incluso determina nuestra capacidad para regular nuestras emociones y en nuestro caso, nuestras posibilidades de experimentar estados de alegría. De hecho, una de las actitudes o hábitos mentales más tóxicos para nuestro desarrollo cognitivo y personal es la tendencia a pensar a partir del apego a nuestras creencias siendo incapaces de descubrir las relaciones, vínculos e interacciones y la diversidad y por tanto de comprender la complejidad de la realidad y de la condición humana.
Desde este punto de vista, para el Dalái Lama, los acontecimientos y experiencias de nuestra vida podemos enfocarlos, bien desde una perspectiva positiva, enriquecedora y constructiva o desde una perspectiva negativa, empobrecedora y destructiva. En este sentido, nos dice:

En el mismo sentido, el arzobispo Desmond Tutu señala:

Así pues, para ampliar nuestras posibilidades de alegría, necesariamente tenemos que aprender a descentrarnos, es decir, a descubrir y visualizar nuevos enfoques, nuevos ángulos de visión y comprensión o nuevas perspectivas. En definitiva, el pensamiento descentrado es aquel que sabe situarse en el contexto, que descubre relaciones y conexiones y en suma comprende que su visión de la realidad no es única y absolutamente verdadera. Se trata de un tipo de pensamiento completamente alejado del imperioso deseo de llevar siempre razón (pensamiento egocéntrico) o de hacer siempre referencia a la que uno piensa, siente o hace como si ese fuese el único criterio para interpretar o valorar cualquier acontecimiento (pensamiento narcisista).

Visto así, adoptar otras perspectivas como primer pilar de la alegría, significa en primer lugar abrirnos a los demás y en segundo, ser flexibles. Apertura y flexibilidad cognitiva y emocional, que como ya hemos señalado y conforme a lo propuesto por Basarab Nicolescu, forman parte, junto al rigor, de la actitud transdisciplinar (Nicolescu, 1996). Una actitud, que al mismo tiempo está cargada de humildad. No en vano, ya Piaget, como también Lawrence Kholberg y sus estadios del desarrollo cognitivo y moral, nos señalaron que la aparición del pensamiento descentrado marca el final del pensamiento egocéntrico y por tanto nos ayuda a ser más comprensivos y empáticos.

A su vez, ser capaz de adoptar nuevos enfoques de lo que nos sucede o de lo que ocurre en nuestro contexto, no solo sirve para ampliar las posibilidades de gozar de una alegría permanente, sino que también nos acerca a virtudes como la humildad, la generosidad, la compasión y en suma el amor incondicional.

Continuará…