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LA ALEGRÍA (17)
Los 8 pilares: Humildad (2)
Por Juan Miguel Batalloso Navas
Tanto el Dalái Lama como el arzobispo Desmond Tutu coinciden en afirmar que la humildad es una virtud fundamental e indispensable para acceder a momentos de alegría y convertir la alegría en una actitud vital. No en vano, la humildad tanto en el budismo como en el cristianismo es una de las virtudes transversales que nos permiten alcanzar estados de calma y paz interior, como también armonía y una confianza íntima en que todo se resolverá (“Dios proveerá”).
Son numerosísimos los estudios y textos que se han escrito en torno a la humildad como virtud ya sean desde la Filosofía, las Religiones y tradiciones espirituales y la Psicología. Específicamente y desde la Psicología Positiva de Martin Seligman, la humildad es una de las fortalezas del carácter de una persona que forma parte de la templanza y consiste en ser capaz y mostrar en nuestra conducta cotidiana y habitual que cometemos errores, tenemos limitaciones, somos vulnerables y somos capaces de rectificar y pedir perdón. En este sentido, la humildad como actitud vital facilita enormemente las relaciones interpersonales saludables, la convivencia pacífica, la resolución de conflictos, el liderazgo democrático y en definitiva la alegría de vivir.
Sobre la humildad y su relación con la alegría el Dalái Lama nos dice:
En el mismo sentido, el arzobispo Desmond Tutu añade:
Desde la Filosofía y en la magna y excelente obra del reconocido y prestigioso filósofo y escritor André Comte-Sponville, “Pequeño tratado de las grandes virtudes” se nos dice que:
Desde mi punto de vista, la humildad como actitud, carácter o forma de comportarse y relacionarse con los demás, es una cualidad de la persona o una virtud que está estrechamente vinculada con la generosidad, el compromiso y la solidaridad. Es como un sentimiento que nos hace sentirnos exactamente iguales en dignidad a los demás al mismo tiempo que nos reconocemos limitados, contradictorios y erráticos. La humildad es pues todo lo contrario a la soberbia, el orgullo, la vanidad, el narcisismo, la presunción, el engolamiento, la envidia o la egolatría.
A mi juicio y desde mi propia experiencia, las personas humildes expresan y manifiestan de forma habitual las siguientes conductas 4 Ref.Enciclopedia de Ejemplos. Buenos Aires: Etecé. Disponible en: https://www.ejemplos.co/20-ejemplos-de-humildad/ :
- No tienen miedo a cometer errores. Al ser plenamente conscientes de sus limitaciones, debilidades y dificultades, no tienen miedo a equivocarse. En esta medida poseen, no solo una alta apertura y flexibilidad cognitiva que les permite estar aprendiendo permanentemente, pero además ser capaces de apostar, arriesgar y atreverse a realizar proyectos e innovaciones. Obviamente se trata de personas que gozan de una armoniosa y equilibrada autoestima, así como un ponderado y claro concepto de sí mismas.
- Piden disculpas y son capaces de perdonar. Tienen la capacidad de darse cuenta de sus propios errores y reconociéndolos piden disculpas con sencillez y naturalidad. Al mismo tiempo, su actitud comprensiva y empática, les lleva a perdonar cualquier tipo de daño o perjuicio que le hayan ocasionado, sin perder por ello su capacidad para reivindicar su dignidad y sus derechos.
- Aceptan con naturalidad y sencillez las críticas que les hacen. Son personas que reciben con gratitud de los demás, no solo consejos y propuestas de mejora, sino que incluso son capaces de gestionar sus propias emociones cuando las critican de una forma destructiva. Se trata de personas cuya autoestima no depende ni de alabanzas, ni de halagos, como tampoco de críticas y señalamientos. Al ser abiertas y flexibles admiten con sencillez las críticas ajenas y aprenden de ellas.
- Piden ayuda y opiniones. Al ser capaces de pedir ayuda y opiniones a los demás, reconocen sus limitaciones e insuficiencias y no tienen ningún reparo en que los demás las conozcan. Son conscientes de que somos seres sociales interdependientes y por tanto están siempre abiertas a colaborar, cooperar y ayudar desde una posición de horizontalidad e igualdad, disposición que les lleva a ser naturalmente solidarias.
- Tienen su propia identidad. Las personas humildes, al disponer de un autoconcepto armónico y una autoestima equilibrada acostumbran a comportarse de una manera auténtica, sin máscaras ni prevenciones. Para ellas ser humilde no consiste en desconocer u ocultar las propias fortalezas y cualidades, como tampoco autoculpabilizarse por cualquier situación o conflicto. Sencillamente reconocen y aceptan que todas las personas sin excepción tienen a su vez virtudes y vicios, cualidades y defectos, aciertos y errores. En suma, comprenden la complejidad de la condición humana y en ningún caso les gusta comparar o compararse con los demás ya que consideran a cada persona como un ser único, original y digno de reconocimiento.
- Son tolerantes a las frustraciones. Comprenden que no todos sus deseos pueden ser satisfechos y al mismo tiempo aceptan el resultado de sus acciones o sus proyectos sabiendo siempre analizar aquellas causas que dependen de ellas o de factores externos. Saben perder y aprender de las pérdidas.
- Reconocen el mérito y las capacidades de los demás. No tienen nunca inconveniente en reconocer, alabar y agradecer lo que reciben de los demás. Son por naturaleza personas muy agradecidas y lo expresan de una y mil maneras.
- Reconocen que siempre hay más para aprender. Al ser plenamente conscientes de su ignorancia y limitaciones están siempre abiertas a aprender de sus experiencias y de los demás. Conciben sus propios conocimientos como siempre provisionales y limitados siendo a su vez autocríticas y abiertas a cuestionamientos y aportaciones ajenas.
- Aprenden al enseñar y enseñan al aprender. Al comportarse y mostrarse de forma sencilla, modesta y natural se dan cuenta de que realmente no pueden enseñar nada sin aprender de los demás, al mismo tiempo que devuelven y enriquecen lo aprendido regalándolo incondicionalmente a cualquier persona que quiera escucharles. Se trata del principio formulado por Paulo Frere de que “nadie enseña a nadie y nadie se enseña solo. Todos enseñamos y aprendemos en comunión” y por tanti tienen la profunda convicción y la experiencia de que cualquier persona puede enseñarnos.
- No alardean ni se vanaglorian de los éxitos. Las personas humildes jamás hacen referencia a sí mismas como tampoco lo filtran todo en función de sus opiniones (ausencia de egocentrismo). Esto les lleva a una aceptación tanto de sus éxitos como de sus fracasos. Ni se autoglorifican como tampoco se autocompadecen. No se sienten ni superiores, como tampoco inferiores a nadie porque consideran desde lo más profundo de sus convicciones que todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derechos.
- Practican el agradecimiento. Las personas humildes son natural y espontáneamente agradecidas por todo, por la vida, la salud, la compañía y el afecto de los demás. Se reconocen como pertenecientes a algo infinitamente mayor de lo que forman parte admitiendo que no tienen todas las respuestas y todos los resortes para cambiar las situaciones. Reconocen en suma la diferencia existente entre aquellas cosas que dependen de ellas, de su interior y de su conducta y aquellas otras que no puede controlar porque dependen del exterior, ya sea de las circunstancias o de las decisiones de las demás personas.
- Practican la escucha activa. Son capaces de desprenderse de sus propias valoraciones, juicios y opiniones con el fin de entender y comprender el punto de vista de los demás (empatía). Las personas humildes son plenamente conscientes de que cada ser humano tiene su propia y singular forma individual de ver el mundo y de la cual se puede siempre aprender. Son capaces, por tanto, de dialogar, cambiar sus opiniones e interpretaciones y jamás imponen sus criterios, sino que los ofrecen de manera natural en un clima de confianza y horizontalidad.
- Aprenden de los propios errores. Al ser plenamente consciente de sus debilidades, dificultades y errores, se preocupan y se ocupan de analizar, discernir y determinar las causas de las mismos. Son capaces pues de pensamiento autocrítico y consideran los errores como una plataforma necesaria para aprender y mejorar. En consecuencia no se autocondenan por cometer errores, sino que se empeñan en encontrar posibilidades a partir de las dificultades. Los errores son para ellas algo intrínseco a la condición humana de los que siempre se puede aprender.
- Aceptan las ideas y opiniones ajenas y no tienen miedo a criticarlas. Las personas humildes al escuchar activamente y considerarse igual en dignidad a los demás aceptan las opiniones, afirmaciones y conductas ajenas desde la perspectiva del respeto a cualquier ser humano. Sin embargo, esto no significa que sean críticas y sometan a criterios de racionalidad lo que reciben de los demás. En esta medida, no solo no aceptan determinadas opiniones cuando lo creen pertinente, sino que expresan con naturalidad, sencillez y asertividad sus propias opiniones de réplica. No tienen miedo pues a criticar racionalmente, no para destruir o inferiorizar a las demás personas, sino para descubrir con ellas aquello que consideran más racional, más verdadero o más adecuado. Son conscientes pues de que, aunque todas las ideas y opiniones deben ser escuchadas, no todas son igualmente válidas. Para las personas humildes las ideas son válidas en la medida en que están fundadas en criterios racionales y éticos en los que prima la igual dignidad humana. En consecuencia, no tienen nunca miedo a expresar sus opiniones y críticas, aunque puedan ser muy diferentes con las de sus interlocutores. Sin embargo esto lo hacen huyendo siempre de la agresividad, la tensión, el conflicto, la agresión y la falta de respeto a la persona, e incluso más: cuando creen que sus opiniones pueden generar conflictos, tensiones, dolor o sufrimiento en los demás permanecen tranquilamente en silencio.
Continuará…
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ
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