La condición humana actual (2). Introducción

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La condición humana actual (2)
INTRODUCCIÓN

Por Juan Miguel Batalloso Navas

Como decía en el artículo anterior, el término “condición humana” es sobradamente conocido, sobre todo cuando lo utilizamos como argumento que justifica la causa de nuestra conducta o de hechos y acontecimientos sociales netamente inhumanos, con lo cual estamos diciendo que nada se puede hacer. Un argumento que lleva implícito un terrible mensaje desesperanzador dado que partimos del supuesto de que la condición humana es inmodificable y de que por tanto nada puede hacerse para mejorarla, con lo cual estamos también afirmando que la Educación no tiene ningún sentido. Esta es la razón por la que creo que este término no solo es necesario clarificarlo, sino sobre todo estudiarlo y profundizar en él con el fin de obtener pistas y orientaciones para llegar a ser plenamente humanos.

Siguiendo la orientación del prestigioso filósofo argentino Arturo Andrés Roig, el término “condición humana” puede ser entendido o concebido de tres formas diferentes. 1 Ref.­­ANDRÉS, Arturo La condición humana: desde Demócrito hasta el Popol Vuh. Literatura y Lingüística. 2003; ISSN: 0716-5811.Andrés, 2003.

La primera pone el acento en la palabra “condición” en cuanto que esta se concibe como requisito o especificación indispensable, es decir, aquello que caracteriza al ser humano y sin lo cual no puede concebirse su humanidad. La segunda hace referencia al estado circunstancial en el que un ser humano se encuentra o está, o la situación existencial en la cual la humanidad del ser humano concreto se expresa y manifiesta de tal modo que dicha situación condiciona o influye en su condición de humano. Y finalmente, la tercera es la que se centra en aquellas cualidades que un ser humano expresa y manifiesta de forma permanente en su conducta y que permiten atribuirle determinados atributos, características o elementos descriptivos.

Obviamente y como acertadamente sintetiza este autor, esas tres diferenciaciones del concepto de condición humana incluyen necesariamente el concepto de “naturaleza humana” e incluso lo excede, en cuanto que de ellas podemos deducir no solo una ontología y una antropología, sino también lo que podría denominarse desde mi punto de vista, como una “antropo-existenciología” o supuesta ciencia que estudiara aquellas condiciones existenciales que hacen posible no solo la humanidad de lo humano, sino su propia existencia biológica, material, social y cultural inserta en nuestro Planeta.

Desde mi punto de vista, estudiar la condición humana en la perspectiva de poder ayudarnos a nosotros mismos y a otros a comprenderla, es algo ab­solutamente fundamental e indispensable tanto para nuestro desarrollo per­sonal como para el ejercicio de cualquier función o tarea educadora. Claro que este estudio, no significa que tengamos que estar embarcados permanente­mente en lecturas, sino más bien realizar un esfuerzo de autoobservación y de autoconocimiento, como de conocimiento y comprensión de la realidad exis­tencial en la que estamos inmersos. Y esto, desde luego, es algo indispensable para cualquier persona que se dedique profesionalmente a la Educación.

En consecuencia, creo con convicción que no se puede ser profesor/a o educador/a si no se está comprometido/a en el propio proceso de desarrollo y maduración perso­nal o lo que es lo mismo, en el propio y singular proceso de conocimiento de su condición y/o naturaleza humana. Por eso entendemos que para enseñar la condición humana es necesario previamente y al mismo tiempo aprenderla, de aquí que sea tal vez mejor, hablar de Educación de la condición humana más que de su enseñanza. En consecuencia, una educación y una enseñanza centrada en la condición humana requiere que el educador o la edu­cadora esté aprendiendo y educándose permanentemente y a cada instante: conociéndose a sí mismo y concretando con su conducta profesional y perso­nal la responsabilidad social de la Educación.

En otro orden de consideraciones y tratando de bosquejar brevemente las condiciones existenciales que condicionan e incluso determinan la condición humana de un ser humano concreto, lo primero que tendríamos que decir es que un ser humano no es un ser abstracto que vive al margen de las condiciones sociohistóricas. Es bien sabido que los seres humanos somos seres históricos, es decir, somos seres temporales y finitos que existimos siempre en un contexto que es el permite satisfacer sus necesidades y expresar todas sus potencialidades. De aquí, que no podamos separarnos o desvincularnos del contexto existencial en sus diversas dimensiones económicas, sociales, culturales y políticas. En consecuencia, no podremos iniciar el estudio de la condición humana si al mismo tiempo no somos capaces de conocer el contexto en que el ser humano vive, convive y se relaciona con la Naturaleza, el mundo material y el mundo social y cultural. Y es que además, recordando a Aristóteles, el ser humano es también un animal político que vive y convive en sociedades organizadas políticamente y regidas por instituciones que le proporcionan reglas, normas y leyes de convivencia.

En este punto y hablando de unas de las más importantes y trascendentales normas que ha producido la Humanidad en el siglo XX, como es la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, no cabe ninguna duda de que dicha Declaración y los posteriores Tratados Internacionales que la concretan, amplían y desarrollan, son un avance civilizacional extraordinario que sienta las bases para la existencia de una sociedad y un mundo más humano, más libre, más justo y fraterno. Sin embargo, esta Declaración y sus Tratados respectivos hoy por hoy y dados los hechos históricos acaecidos desde su proclamación hace ya casi 75 años, más parece una declaración de buenas intenciones de un horizonte utópico inalcanzable. Y es que la realidad de las grandes mayorías de los 8000 millones de personas de nuestro Planeta 2 Ref.Con motivo del 50º Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1998, el teólogo jesuita José Ignacio González Faus, escribió un texto que tituló “Declaración de los Hechos Humanos” en la que respondía a los 30 artículos de los Derechos de 1948 con 30 hechos de 1998. Así por ejemplo, en su artículo 1 de los Hechos Humanos se dice: «Hecho 1.- Todos los seres humanos no nacen libres, ni iguales en dignidad y derechos, pues no están dotados de razón ni de conciencia para comportarse fraternalmente unos con otros…» Disponible en: https://www.servicioskoinonia.org/logos/articulo.php?num=046 Acceso: 23 dic. 2023., está atravesada por una profunda y cruel brecha de desigualdad en todos los órdenes Además de que dichos Tratados no han sido suscritos por la totalidad de los 194 países hoy existentes.

Por otro lado, en los países “enriquecidos3 Ref.La terminología habitual para diferenciar a los países desde el punto de vista económico es clasificarlos en “paises ricos” y “paises pobres”, pero en realidad esta diferenciación no es exacta desde una perspectiva histórica. Por eso entiendo que es más preciso hablar de “países enriquecidos” y “países empobrecidos”.y de alto Desarrollo Humano según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), existe la tendencia a creer que desde el 10 de diciembre de 1948, fecha en la que se aprobó por la ONU la Declaración de los Derechos Humanos Universales, cualquier ser humano nace ya con todos los Derechos escritos y garantizados en sus genes lo cual se extrapola al supuesto derecho humano de conseguir u obtener todo lo que se nos antoje. Este asunto lo explica y describe muy bien el filósofo francés Pascal Bruckner en su obra “La tentación de la inocencia” en la que nos habla de lo que denomina como “infantilismo”: «…la transferencia al seno de la edad adulta de los atributos y privilegios del niño (…) el deseo de ser sustentado sin verse sometido a la más mínima obligación (…) podría resumirse en ¡no renunciarás a nada…» 4 Ref.BRUCKNER, Pascal. La tentación de inocencia. Barcelona: Anagrama, 1996. Sin embargo, como todo el mundo sabe, la realidad no es para nada así, aunque en las Constituciones de todos los países del mundo se declare pomposamente que su Estado de Derecho se inspira y fundamenta en la citada Declaración.

En esta temática de crisis civilizatoria en la que estamos inmersos y reflexionando sobre la brutal crisis económica mundial de 2008, decía Alain Touraine, uno de los más brillantes y comprometidos sociólogos de nuestra época galardonado en 2010, junto a Zygmunt Bauman, con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, que en el momento actual estamos atravesando por tres crisis: la económica-financiera, la ecológica-planetaria y la política. Ésta última, se expresa cada vez con más insistencia, como incapacidad de los gobiernos nacionales y de las instituciones internacionales para hacer frente a los graves problemas de la humanidad, creyendo ingenuamente que una vez restaurados los beneficios de los bancos, todo se va a resolver. En este sentido señala algo que nos parece de extraordinaria importancia para la Educación:

«…la construcción de un nuevo tipo de sociedad, de actores y Gobiernos, depende antes que nada de nuestra conciencia y de nuestra voluntad, o, más sencillamente aún, de nuestra convicción de que el riesgo de que se produzca una catástrofe es real, cercano a nosotros y de que, por tanto, tenemos que actuar necesariamente…» 5 Ref.TOURAINE, Alain. Las tres crisis. Diario ELPAIS. 06.01.2010. Disponible en: http://www.elpais.com/articulo/opinion/crisis/elpepiopi/20100106elpepiopi_4/Tes Acceso: 23 dic. 2023.

En la misma línea, el insigne y reconocido Zygmunt Bauman nos recordaba uno de los mensajes que más insistentemente se ofrecieron en la pasada Conferencia Internacional celebrada en Fortaleza en 2010 6 Ref.Los siete saberes de la educación para el presente“. Conferencia internacional. Fortaleza (Ceará-Brasil) 21-24 de septiembre de 2010. Disponible en: https://www.academia.edu/87475032/Carta_de_Fortaleza y así nos decía que vivimos en un mundo,

«…donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre, en la que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y comprender a los demás, destinados a comunicar y de ese modo, a vivir el uno con y para el otro…» 7 Ref.Bauman, 2010
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No hace falta pues insistir en la evidencia de que estamos ante una crisis planetaria que es al mismo tiempo externa e interna. Externa en cuanto afecta a las condiciones materiales de nuestra existencia y de la vida en la Tierra, e interna porque se relaciona estrechamente con nuestra naturaleza humana y nuestra forma de construir conocimiento y sentido. Y es en este punto, donde aparece de nuevo el indispensable papel que debe jugar la Educación como facilitadora y promotora del desarrollo de la conciencia, la voluntad, la comprensión y el compromiso, como dimensiones estratégicas del aprendizaje y la enseñanza de la condición humana.

Pero además y a la distancia de casi quince años de aquellas sabias declaraciones hemos asistido a la inaudita y sorprendente catástrofe de la pandemia del Covid-19, que causó hasta septiembre de 2022 un total de 580 millones de casos en el mundo y más de 6,4 millones de muertos 8 Ref.Según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins, que monitoriza la situación del coronavirus con los datos generales de todos los países del mundo desde el principio de la pandemia. El mundo superó los 300 millones de contagios a principios de enero de 2022 y en tan solo un mes sumó otros cien millones a un ritmo frenético de más de tres millones de casos diarios de media, unas cifras nunca vistas en la pandemia, debidas a la expansión de la variante ómicron por todo el planeta. En abril de 2022 la cifra ya rebasó los 500 millones, siendo Estados Unidos el país con mayor cifra de muertos, con más de un millón de fallecidos; seguido por Brasil, con más de 684.000; e India, con más de 528.000 muertos.9 Ref.FUENTE: Covid-19. Mapa del coronavirus en el mundo: casos, muertes y los últimos datos de su evolución. Disponible en: https://www.rtve.es/noticias/20220909/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml Acceso en: 27 sep. 2022

Por un lado están los extraordinarios avances que se produjeron en el siglo XX con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y sus Tratados Internacionales, por otro lado está el fenómeno de la terrible tragedia humana del siglo XX que tan bien nos describe Ernesto Sabato:

«…Guerras mundiales, terribles dictaduras de izquierda y de derecha, suicidios en masa, resurgimiento de neonazismos, aumento de la criminalidad infantil, profunda depresión. Todo corrobora que en el interior de los Tiempos Modernos, fervorosamente alabados, se estaba gestando un monstruo de tres cabezas: el racionalismo, el materialismo y el individualismo. Y esa criatura que con orgullo hemos ayudado a engendrar, ha comenzado a devorarse a sí misma. Hoy no sólo padecemos la crisis del sistema capitalista, sino de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la deificación de la técnica y la explotación del hombre…» 10 Ref.SABATO, Ernesto. Antes del fin. Barcelona: Seix-Barral, 1999.p. 63

Y ante estas situaciones cabe preguntarse ¿Qué hay dentro de nosotros o en nuestra naturaleza humana que provoque, cause o haga posible estas tragedias? o también, ¿Cuales son los elementos y las dinámicas de la estructura socioeconómica y sociocultural que hacen posible e incluso inevitables las mismas?

         Hoy, la situación no puede ser más estremecedora y desastrosa. Así, en el Informe de Amnistía In­ternacional para el periodo 2021/2022 se nos dice que

«…un número mayor de seres humanos terminó por ver sus derechos pisoteados con mayor fre¬cuencia y en más lugares. Aunque tenían más opciones, los gobiernos esco-gieron políticas y vías de actuación que aún nos alejaron más de la dignidad y los derechos. Más que reducirse sistemáticamente, las desigualdades sisté¬micas derivadas de la pandemia se reforzaron aún más (…) Los dirigentes mundiales, en lugar de proporcionarnos una gobernanza global genuina y significativa, se atrincheraron en sus respectivos intereses nacionales. En lu¬gar de ofrecer mayor seguridad a más personas, nos empujaron hacia el abismo de la inseguridad y, en algunos casos, hasta la guerra. En lugar de acabar con las prácticas y estrategias que nos dividen, lanzaron a nuestros países a una competición autodestructiva por la riqueza y los recursos. Y al conflicto. En lugar de hacer valer el principio universal de la igualdad, el racismo caló aún más en el funcionamiento del sistema internacional, deter¬minando incluso quién tenía derecho a la vida y quién no, y sumando así un capítulo más al funesto relato sobre las vidas que importan y las que no…» 11 Ref.Amnistía Internacional. 2022, Prefacio

Evidentemente, de nuestra situación planetaria, así como del cumpli­miento y la práctica real de los Derechos Humanos y del ejercicio de la Liber­tad se pueden identificar numerosas causas interdependientes y complejas como así muestran los numerosos informes y diagnósticos de las organizacio­nes internacionales como Amnistía Internacional. Podemos por tanto abordar el asunto de nuestra crisis civilizatoria simplemente lamentándonos o escan­dalizándonos ante este escenario de crisis y desastre ambiental y humano. O también podemos dar un carpetazo y abstenernos de actuar o intervenir en nuestro contexto diciendo que es un problema del sistema económico civiliza­torio, que eso no está a nuestro alcance y que por tanto no tiene sentido res­ponder desde la conducta individual. Sin embargo, si leemos y estudiamos en profundidad el mensaje central que atraviesa el pensamiento y toda la obra de autores como Erich Fromm, Edgar Morin y Paulo Freire nos daremos cuenta de que la base de nuestras conductas sociales se funda siempre en nuestra conducta individual. Conductas que se alimentan y fundan en las característi­cas de nuestro mundo interior, es decir, en el mundo de nuestra mente. Un mundo mental que a su vez se nutre y está enormemente condicionado por costumbres, tradiciones y culturas grupales en las que los seres humanos vi­ven y conviven, o también en la visión de la realidad que nos transmiten los grandes medios de comunicación y que configuran lo que conocemos como opinión pública. Opinión pública que, creada por las grandes empresas de co­municación configuran lo que conocemos como “industria de la conciencia” que es la que formatea, codifica, perfila y define lo que debe considerarse como ser humano normal.

De todas maneras no puedo evitar seguir haciéndome preguntas: ¿Por qué hay seres humanos que dominan, explotan, oprimen y causan daño consciente y deliberado a otros? ¿Por qué la Libertad depende del grado o nivel de desarrollo socioeconómico? ¿Por qué el mundo está gobernado explícita e implícitamente por la competitividad, la ganancia, el afán de lucro, así como por la apropiación y acumulación de recursos? ¿Por qué hay seres humanos sumisos, obedientes, conformistas, pasivos, apáticos, indolentes, ingenuos y decididamente resueltos a obedecer a supuestas autoridades que les niegan sus posibilidades de llegar a ser más humanos y por tanto más libres? ¿Por qué hay también seres humanos que lo apuestan el todo por el todo y regalan sus energías, su inteligencia y sus capacidades a los demás con objeto de construir un mundo, un país o una ciudad mejor? ¿Por qué son siempre perseguidos, reprimidos, encarcelados, torturados y en numerosas ocasiones asesinados aquellos grupos que decididamente apuestan y se comprometen desde las raíces (radicalmente) por conseguir mayores cotas de Libertad y Desarrollo Humano? ¿Por qué esta ola mundial generalizada de intolerancia, racismo, odio, machismo que bipolariza a países enteros y hace crecer aquellas opciones políticas netamente fascistas o neofascistas? ¿Cómo es posible que desencadenara la guerra de Ucrania? ¿Por qué tanta crueldad, tanta inhumanida, tanta venganza con el pueblo palestino? Sin olvidar, claro está la pregunta más importante de todas “¿Quién o quienes se benifician y quién o quienes se perjudican con las guerras y genocidios como el de Gaza?” Desde luego son preguntas muy complejas y difíciles de responder de responder de manera sencilla, si bien está última que he subrayado es bastante fácil: de las tragedias y crueldades de las guerras se beneficia lo que conocemos como “complejo militar industrial” presidido por Estados Unidos, el país que produce el 48 % de todas las armas del mundo.

En definitiva y lo que pretendo con estos articulitos es bosquejar o trazar las características generales de la condición humana actual del contexto social, cultural e histórico en el que estamos. Así que si te ha gustado,te espero en el siguiente y te ruego que lo difundas si te parece bien. Te deseo pues que el Nuevo Año 2024 te traiga y nos traiga nuevos espacios de paz, convivencia democrática, justicia, igualdad y libertad, sin olvidar, claro está, el deseo de tener buena salud y que podamos decir a boca llena “Gracias a la vida”.

Juan Miguel Batalloso Navas.
Camas (Sevilla) a 30 de diciembre de 2023



Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ

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2 thoughts on “La condición humana actual (2). Introducción

  1. “No cabe la menor duda que la declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, ha significado un avance extraordinario que sienta las bases para la existencia de una sociedad y un mundo más humano, más libre, más justo y fraterno. Sin embargo, esta Declaración parece una declaración de buenas intenciones , presentando un horizonte utópico inalcanzable. Y es que la realidad de las grandes mayorías de los 8000 millones de personas de nuestro Planeta está atravesada por una profunda y cruel brecha de desigualdad en todos los órdenes, además de que dichos Tratados no han sido suscritos por la totalidad de los 194 países hoy existentes.” Esa Declaración no basta con conocerla, sino que todos los países deben comprometerse en llevarlas a la práctica. Para intentar conseguirlo se creó la ONU. Pero tiene una limitación, la de no poder imponer sus resoluciones aprobadas por mayoría, y la del derecho al veto de cinco de las potencias del Consejo de Seguridad. Siendo así, es imposible aplicar los principios emanados de los Derechos Humanos y de otras declaraciones de la ONU. El ejemplo más actual es la negativa de Israel de cumplir con las 26 resoluciones de la ONU y de dar la espalda al nuevo requerimiento de la ONU de dar fin a la guerra contra Gaza.

  2. Enhorabuena, mi querido amigo Juan Miguel por este artículo tan inspirado e inspirador. El poder transformador lo tenemos cada uno de nosotros, está en cada célula que compone la vida. El poder creador está en el YO SOY de nuestra consciencia. El poder salvador, a partir de cada uno, lo tenemos en la fuerza de la unión de conciencias despiertas que trabajan para alcanzar la utopía del mejor de los mundos. Lo conseguiremos porque SOMOS parte de la Energía, de la Fuente, de la Causa, del Principio, del Amor que rige el Universo y seremos capaces de vencer las tinieblas, uniéndonos a los grandes perseguidos por no someterse, a los que a lo largo de la historia nos han iluminado y nos siguen hoy día iluminándonos.
    Demos gracias a la vida por el regalo de esta dimensión, de esta escuela de aprendizaje, por las lecciones amenas, difíciles o muy duras que nos pone, por los retos de cada día, que al superarlos con compasión, nos hacen más fuertes y mejores.
    ¡Hagamos de cada momento el mejor en este 2024!

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