La Justicia ante bravucones, insolentes y corruptos

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La Justicia ante bravucones, insolentes y corruptos

Por Roberto Fermín Bertossi

Las bravuconadas e insolencias del presidente Javier Milei se fueron sucediendo impunemente hasta una presunta criptoestafa, disparada irresponsablemente sin más, al atardecer del día de los enamorados.

Ante escándalos semejantes, vanas comparaciones con corrupciones de la oposición (Siempre existe un riesgo en el enfoque de “vidas paralelas”, al querer acentuar las semejanzas e ignorar las diferencias) o el apoyo prepotente del presidente de los EE. UU. Donald TRUMP, con sus pretensiones globales tan irracionales (como ninguna otra apoyatura), deben prevalecer sobre el estricto concepto de Justicia Argentina, con sus componentes de razón, derecho, neutralidad, imparcialidad, ecuanimidad, objetividad, rectitud, equidad, probidad, etc.

Estos penosos sucesos lastiman nuestra Democracia que cruje con su baja intensidad, a lo cual resta y atrasa cierto silencio (-digamos- dubitaciones, apostasías, ect.) cómplice e indigno de mucha dirigencia política, peculiarmente volátil y oportunista tanto como los “equívocos unívocos de ciertos comunicadores”

Por ello mismo, las garantías ciudadanas de defensa jurídica ante abusos de poder o violación de la ley, es un objetivo constitucional irrenunciable y fundamental, razón por la cual luce imprescindible una Justicia que responda mínimamente a la triple “I” : Independencia, Imparcialidad e Integridad.

Esta cripto estafa, torpe de toda torpeza y resonancia nacional e internacional, es mucho más que un error, que una duda o una mera difusión.

Es preciso señalar y resignificar que aún en nuestra supuesta República, la corrupción es una práctica generalizada que ha impregnado esa sociedad de politiqueros cómplices, en la cual se advierte que la división de poderes “ejecutivo-legislativo y judicial”,  ha dejado de funcionar porque una oligarquía política y jurídica controla el poder de manera absoluta, al punto que los derechos y las libertades ciudadanas no superan un sentido meramente retórico, reñido con lo real, desnudando el desprecio e indiferencia que la clase política siente por nuestro pueblo y la propia supremacía de su Constitución Nacional.

Preconclusivamente, lo dicho explica y predice al menos parcialmente que, con la redemocratización, la ampliación de las demandas sociales y de las presiones participativas se han incrementado, y con las mismas fue quedando paulatinamente en evidencia la incapacidad e insuficiencia del Estado para asumir plenamente las respuestas y responsabilidades inherentes a su rol institucional, así como el agotamiento de los modelos clásicos, esto es tanto el sistema de partidos políticos tradicionales como la centralización estatal y sus nefastas intervenciones clientelistas, fraudulentas y corruptas; con probada potencialidad de alumbrar “out sider” o emergentes neo políticos con sus lógicas de ajustes, bravuconadas e insolencias, tan arrebatadas, extremas e insensibles (vg., niños sin alimentos, jubilados denigrados, desvalidos abandonados, etc.)

Finalmente, por encima de fracasos y frustraciones recurrentes, la comunidad nacional debiera reasumir de una vez por todas el rumbo de una existencia común, bajo el imperativo ético de una sociedad más equitativa y justa, para el bien común y un buen vivir de todos los argentinos.

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