Por Leandro Sequeiros San Román.
Artículo cedido para Krisis por su autor, al que puede accederse íntegro en Fronteras CTR
¿Está agotado el modelo epistemológico de occidente?
Pensamos que los defensores del modelo no dual incurren, consciente o inconscientemente, en una falacia: para ellos, el problema de fondo de una nueva espiritualidad es de tipo epistemológico. Suponen que el modelo epistemológico de la modernidad está agotado porque se sustenta en un presupuesto dualista que –en su opinión – está superado. Escribe Enrique Martínez Lozano: “Monismo o dualismo son las dos únicas salidas posibles para el modelo dual de cognición, y las dos se revelan igualmente engañosas. Al afirmar que “todo es dos”, la realidad queda dicotomizada en partes; si se afirma que “todo es uno”, se deja fuera, inadvertidamente, lo múltiple, “lo que no es uno”; y lo que es más grave, tampoco así se ha logrado el objetivo buscado: superar el dualismo.
El motivo, como decía más arriba, hay que buscarlo en la mente y en el modelo de cognición que se deriva de ella.
Dentro de la evolución de la humanidad y del también evolutivo proceso de expansión-transformación de la conciencia, la mente habría de ir ocupando un lugar cada vez más destacado, sobre todo a partir del siglo V a.C. Con la primacía de la mente, se fortalecería igualmente el sentido del “yo” individual y personalista, como entidad separada, hasta el punto de que, al decir de R. Panikkar, en Occidente, la individualidad llegaría a ser considerada como el primer valor. (Lo cual hizo que, en clara lógica, Dios mismo fuera pensado como “individuo”).
Para Martínez Lozano, el modelo mental, al que inadecuadamente denomina también modelo dual o cartesiano, se fundamenta sobre el supuesto incuestionado de la oposición sujeto/objeto: esto es lo característico de este modelo de conocer, cuyas consecuencias han quedado señaladas más arriba.
Los logros de ese modelo de cognición están a la vista, en el desarrollo económico, científico, tecnológico… de Occidente. Pero a la vista están también, y cada vez de un modo más patente, sus límites y carencias.
La más grave de ellas: se trata de un modelo que objetiviza todo lo que encuentra. Es absolutamente incapaz, por tanto, de dar razón de cualquier aspecto de lo real que no sea objetivable. No es de extrañar que un modelo de este tipo –aunque esté refrendado por Aristóteles, Boecio, Tomás de Aquino y Descartes- termine conduciendo al extravío y a su propio agotamiento. Porque, como ha subrayado Jorge N. Ferrer: Espiritualidad creativa. Una visión participativa de lo transpersonal. Kairós, Barcelona 2007], es absolutamente incapaz de dar razón de los fenómenos transpersonales y espirituales. De ahí que, forzosamente, ese modelo de cognición –así como lo que habitualmente entendemos por “filosofía” o “teología”- distorsione la espiritualidad: un modelo que reduce a “objeto” todo lo que toca, no sólo no puede dar razón adecuada de todo aquello que es inobjetivable, sino que termina confundiéndolo y olvidándolo por completo. Por eso decía que el destino de la “filosofía” –tal como habitualmente se entiende- es el nihilismo, así como el destino de la teología es el ateísmo.
¿Significa eso negar el valor de la mente? Martínez Lozano es muy claro: en absoluto. La Modernidad logró algo que es definitivo: no podemos descuidar la crítica racional, si no queremos caer en la irracionalidad. La mente tiene un campo específico de trabajo –el mundo de los objetos- y una tarea inexcusable, la de mostrar lo que no puede ser, sometiendo a crítica todo aquello que, con pretensión de absolutizarse, no sea “razonable”. El problema surge cuando la misma mente se erige en juez y criterio último de verdad: es entonces cuando todo termina reducido a mero objeto. El modelo mental ha invadido un terreno en el que, simplemente, no puede operar.
El modelo dual es inadecuado para la mística y la teoría transpersonal
Pero hay más: Este modelo dual del que venimos hablando no sólo es percibido como inadecuado por la mística y la teoría transpersonal. Es también la nueva física la que está mostrando su inadecuación. A nivel subatómico, se deshace la distinción sujeto/objeto, el observador modifica lo observado, y todo se halla interrelacionado con todo, en una inmensa red en la que todo “depende” de todo, deshaciéndose los principios que rigen el modelo dual.
Por eso, el día en que los descubrimientos de la moderna física cuántica lleguen a formar parte de la cultura cotidiana, se producirá una transformación copernicana en nuestro modo de percibir la realidad. Habremos dejado de absolutizar el modelo dual (mental) del conocer y empezaremos a descubrir, con sorpresa y con humor (humildad), cuántos pseudoproblemas filosóficos y teológicos había generado, y cuántos enfrentamientos habíamos protagonizado… únicamente por conceptos y palabras, que en su momento tomamos con si fueran una descripción exacta de lo real. Sin embargo, eran sólo eso: palabras que tenían sentido dentro de un modelo determinado, pero que nos mantenían alejados del Misterio de Lo Que Es.
Hasta aquí las palabras de Martínez Lozano en el texto citado más arriba.
Rastreando un paradigma emergente
Pero ¿existe alguna alternativa? Para los seguidores de la no dualidad si existe. Es lo que denominan la sabiduría de la No-dualidad. En opinión de Martínez Lozano, agotado el modelo dual o mental, ¿qué camino se abre? Una cosa nos queda claro: el Ser no es objetivable, ni “algo” que se pueda conocer mentalmente, sino “algo” que se vive experiencialmente, “algo” que se es. Ni siquiera el propio sujeto puede ser objetivado, si no queremos caer en una contradicción interna.
Todo lo que es, es. Y lo que es no puede ser delimitado ni objetivado, no puede ser pensado, escapa a los límites de la razón dual. A partir de ahí, parece claro que hay que hablar de una realidad supra-objetiva que fundamenta, sostiene y se manifiesta en todo lo objetivado. Ésta es la primera aportación de la perspectiva transpersonal o no-dual: la supuesta existencia de un sujeto clausurado y autoconsistente frente a una realidad “externa” es, pura y simplemente, una creación de la propia mente. Quita la mente, y ese dualismo desaparecerá, en lo que tiene de “absoluto”. La no-dualidad seguirá afirmando las diferencias, pero no la separatividad.
Ésta es, probablemente, la intuición más interesante y revolucionaria del pensamiento contemporáneo: sujeto y objeto, hombre y mundo constituyen una unidad indisoluble. Sujeto y objeto –escribe Mónica Cavallé-, lejos de ser algo dado y en sí, son “dos polos de un mismo y único acto de recreación permanente”.
Las modernas ciencias cognitivas están avanzando en esta dirección que, en mi opinión, va a resultar revolucionaria. No es para menos, porque se trata del salto de un modelo de cognición a otro: de uno mental/dual/egoico a otro transmental/no-dual/transpersonal. Por aquí pasaría el “salto de nivel de conciencia”, que augura una transformación en nuestro modo de percibir y de actuar.
