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Libros que marcan (10)
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD LIBERADORA (y 4)
Por Juan Miguel Baltalloso Navas
C ontinuando con la atenta lectura y relectura de este para mí impresionante e impactante libro, el capítulo 4 Tamayo lo dedica a estudiar y analizar la espiritualidad de las personas ateas o no creyentes, llegando así a la evidente conclusión de que la espiritualidad no es un patrimonio exclusivo de las religiones. Y es que la espiritualidad es un fenómeno o una capacidad que forma parte inseparable de la condición humana que no puede ni debe ser patrimonializada por ninguna doctrina, dogma o religión. Así pues, las personas ateas, pueden ser perfectamente espirituales e incluso muchísimo más que otras que siguen las religiones. No obstante, y en mi opinión, el estudio de las religiones, así como de la filosofía sin olvidar el análisis y la contemplación de la Naturaleza y de la Sociedad, son fuentes necesarias para desarrollar nuestra espiritualidad. Digo que son fuentes necesarias, pero no suficientes, como tampoco indispensables, dado que las experiencias de espiritualidad o el desarrollo personal de la misma no tienen necesariamente que estar ligadas a la lectura de libros como tampoco al seguimiento de una determinada religión.
En este cuarto capítulo, Juan José Tamayo nos narra sus encuentros de amistad con el Premio Nobel de Literatura, José Saramago colocándolo como ejemplo y valiente testimonio clarificador de que efectivamente no hay que creer en Dios para conseguir desarrollar nuestra espiritualidad, pero también de la necesidad de criticar duramente el papel de las religiones a lo largo de la Historia de la Humanidad como fuente de guerras, genocidios, matanzas y persecuciones. De Saramago, Tamayo recoge la afirmación de que
Dios es el silencio del universo. Y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio.
En este capítulo, Tamayo concluye afirmando la necesidad de cooperación y unidad entre creyentes y no creyentes con el fin de afrontar la necesaria e indispensable lucha y compromiso por eliminar la desigualdad social, las injusticias y especialmente la discriminación que sufren todavía las mujeres como consecuencia del machismo y el patriarcado.
En el capítulo 5, titulado “Filosofía, mística y ateísmo“, nuestro autor hace un recorrido por el pensamiento de autores como Henri Bergson, Ludwig Wittgenstein, Jiddu Krishnamurti, Romain Rolland, deteniéndose especialmente en las aportaciones de la filósofa María Zambrano. El capítulo termina con una reflexión sobre las relaciones entre la mística y el ateísmo e intentando definir lo que denomina como “Ateísmo místico“, para lo cual se apoya en los clásicos conocidos de la mística san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, el Maestro Eckart, Angelus Silesius, Simone Weil, Ernst Bloch y Henri Lubac. Del conjunto de todas estas aportaciones que desde luego Tamayo sintetiza creativamente de forma original, destaco aquí las siguientes ideas:
- De entre las experiencias espirituales, las que mejor y más profundamente las caracterizan son las “experiencias místicas que son accesibles a cualquier persona, dado que la espiritualidad es una capacidad o una dimensión de cualquier ser humano.
- Las experiencias místicas se caracterizan por su dificultad o imposibilidad de expresarlas con palabras o mediante el lenguaje, forman parte por tanto de lo inexpresable o de lo indecible (Wittgenstein). Sin embargo, aparecen acompañadas de emociones, sentimientos, percepciones y sensaciones de conexión con el Universo entero y de una paz interior profunda e intensa.
- En palabras de Tamayo “La mística remite al misterio: misterio del ser, misterio del todo, y al silencio: el silencio de la atención, el silencio de la contemplación, de lo real, del pensamiento” (Krishnamurti)
- Las experiencias místicas se presentan acompañadas según Tamayo de un “sentimiento oceánico(Rolland)que es el sentimiento de pertenecer a algo ilimitado, que no tiene fronteras, a un Todo que engloba la totalidad de la existencia y en el que nuestro Yo se disuelve y desaparece (Krishnamurti). En este punto, me permito recordar aquí la extraordinaria obra de Jäger Willigis, “La ola es el mar” en la que se plantea que todos los seres humanos somos como olas en el mar, donde la ola representa la individualidad, pero en esencia no se diferencia del mar, que simboliza la totalidad o el todo. En consecuencia e independientemente de la que digan los textos de todas las religiones, lo divino no es algo separado del ser humano, sino que cada uno de nosotros es una manifestación de esa divinidad.
- Siguiendo a María Zambrano, Juan José Tamayo nos dice que “La experiencia mística convierte al ser humano en un ser libre y autónomo. La mística femenina, en particular, constituye un cuestionamiento de lo que la sociedad imponía a las mujeres y proporcionaba a estas un espacio de libertad que no encontraban ni en las estructuras jerárquico-patriarcales de la Iglesia institucional ni en las instituciones políticas, ni en la propia familia.
- Siguiendo a Ernst Bloch y al Maestro Eckart, nuestro autor nos recuerda que “Dios es pleno vacío, la Nada pura: no es Dios quien crea al ser humano a su imagen; es, más bien, el ser humano quien crea de manera incesante a Dios en su imagen“
- Refiriéndose a san Juan de la Cruz, Tamayo nos dice que “Para tener a Dios, es necesario que el alma, el corazón y la voluntad estén vacíos y desnudos, ya que los bienes de Dios no caben sino en un corazón vacío. La unión con Dios no tiene lugar por ningún medio aprehensivo del apetito, sino por amor.
En definitiva, y en este capítulo, siguiendo a Henri Lubac, Tamayo nos dice que el misticismo natural del ateísmo, al convertirse en naturalista, se transforma en la forma más profunda de ateísmo.
Finalmente, y en el último capítulo titulado “Conclusión: El gentil y los tres sabios, una espiritualidad abierta“, Juan José Tamayo, mediante el cuento de Ramón Llull, nos propone que en este tiempo de crisis civilizatoria y de polarización en todos los ámbitos es sumamente necesario e indispensable buscar y participar en espacios de diálogo y encuentro que propicien:
Un nuevo consenso universal que respete la polifonía cultural, religiosa, étnica, social, política, es decir, que respete todas las dimensiones que configuran la realidad de los seres humanos, el gran desafío para el siglo XXI.
Por último y para terminar este largo resumen, no me resisto a la tentación de mostrar aquí las razones por las que este libro me ha marcado personalmente y por las que me permito invitarte a que lo leas, pero sin olvidar que este libro no es de esos que se leen de un tirón, sino que por el contrario exigen de una paciente lectura y relectura para comprender y saborear en profundidad cada una de las ideas que se exponen en él. Así pues, este libro me ha marcado y me ha gustado mucho porque:
- Me ha permitido acceder a las ideas de los numerosos autores a los que Juan José Tamayo hace referencia, contribuyendo así al conocimiento y comprensión de la dimensión espiritual de todo ser humano y de mí mismo.
- Me he reafirmado en mis convicciones e interpretaciones acerca de la esencia del mensaje orginal de Jesús de Nazaret, comprendiendo que las estructuras patriarcales y de poder de la Iglesia católica, son en gran medida una traición al mensaje original de Jesús.
- Me ha permitido recordar aquellas experiencias y acontecimientos inefables o indecibles que he tenido la oportunidad de experimentar a lo largo de mi vida, encontrando en ellas, gracias a este libro, una conexión y un sentido de conexión con todo lo que existe.
- He aprendido, que en este tiempo de injusticias, desigualdad, violencia machista, de guerras, genocidios e invaisiones coloniales, es necesario más que nunca vincular la espiritualidad abierta y liberadora al compromiso permanente en favor de la dignidad humana y de la vida.
- He aprendido también que la dimensión espiritual de cualquier ser humano, se alimenta del misterio y el milagro insondable de la vida y que nuestra vida, o en concreto la mía, no es más que un paréntesis entre dos grandes e infintas inmensidaes, la de antes de mi nacimiento y la de después de mi muerte. Un paréntesis que debo aprovechar para aprender en todos los aspectos de mi vida.
- Igualmente y gracias a este libro, he podido hacer un repaso emocional de aquellas personas que me han ayudado a encontrar un sentido a mi vida sin necesidad de leer libros, sino simplemente observándolas y estando a su lado.
- Y lo más importante: me he reafirmado en la profunda convicción del mensaje que mi querido y siempre recordado amigo Lorenzo Rastrero, nos ofreció un día hace ya más de 40 años: “Es verdad lo que se hace. La verdad es histórica, concreta y de clase. Por sus hechos los conoceréis. Obras son amores y no buenas razones. Los hechos son la prueba de nuestra honradez“
En definitiva, te animo a que adquieras el libro y goces de él todo lo que seas capaz. Y te animo también a que lo adquieras en Meta Librería.
Muchísimas gracias por haber llegado hasta aquí y haber seguido este resumen. Y si verdaderamente lo ves de interés, te ruego lo difundas entre tus contactos.
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ