Libros que marcan (5): LA COMPASIÓN EN UN MUNDO INJUSTO (I)

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Libro LA COMPASIÓN EN UN MUNDO INJUSTO

Libros que marcan (5)
LA COMPASIÓN EN UN MUNDO INJUSTO (I)

Por Juan Miguel Baltalloso Navas

D e entre los libros que en los últimos tiempos más me han interesado y enseñado está la “La Compasión en un mundo injusto” de Juan José Tamayo Acosta, autor invitado y colaborador de KRISIS del que ya hablé cuando presenté su obra “La internacional del odio“.

El libro está editado por Fragmenta en septiembre de 2021 y por el momento está ya en su 2ª edición. Se trata de un libro profundo, denso e intenso de casi 300 páginas en el que, partiendo de las reflexiones que Tamayo realiza sobre la pandemia, se van analizando metódica y sistemáticamente todos los elementos a tener en cuenta para comprender que la compasión es el fundamento de toda moral y que, sin ella, no puede haber ni moral, ni ética, como tampoco empatía y solidaridad. Está estructurado en 15 capítulos que en artículos posteriores pasaré a comentar.

Dada la importancia y el valor que personalmente concedo a este educativo, pedagógico y comprometido libro con la “opción preferencial” por los pobres, marginados y excluidos, no he sido capaz de hacer una breve reseña, sino que por el contrario me he extendido e un resumen destacando aquellos conceptos y citas de Tamayo que he considerado más importantes.

En consecuencia, el resultado de mi interés necesariamente tengo que ofrecerlo en varias partes que faciliten la lectura por esta vía de los posts de KRISIS. En cualquier caso y aunque he colocado muchas citas que considero fundamentales para llegar a la esencia del libro, lo mejor es, que si el tema te interesa y deseas profundizar en él, es que adquieras el libro, porque ya digo, que vale realmente la pena leerlo, estudiarlo y tenerlo en tu biblioteca. Si decides adquirirlo, te recomiendo que lo hagas vía Internet en Metalibrería y en unos días lo tendrá en tu casa,

Este libro me ha servido para comprender una vez más, que, si bien es necesario trabajar y luchar sin descanso para que nuestra sociedad y sus estructuras sean más justas, pacíficas y solidarias, todas las luchas y esfuerzos por cambiar la sociedad son inútiles si al mismo tiempo no trabajamos nuestro mundo interior de emociones, impulsos, valores y actitudes con el fin de hacer visible y concreto en nuestra conducta los cambios que deseamos para la sociedad.

La razón es bien sencilla. Supongamos, por ejemplo, que desde el ámbito político y social hemos conseguido que existan leyes e instituciones que favorezcan y disminuyan la desigualdad social y discriminación. Sin embargo, estas conquistas hay que mantenerlas, ampliarlas y profundizarlas, lo cual exige de nuestra parte una actitud permanente de vigilancia y perseverancia para evitar retrocesos. Esta es la razón por la que a efectos de conseguir políticas sociales más justas y solidarias, no da lo mismo votar a la derecha que a la izquierda aunque muchas veces la izquierda política sea muy parecida en políticas económicas y otros aspectos a las derechas. Sin embargo y aun el supuesto poco probable de que nuestros gobiernos estuvieran decididos a terminar o a disminuir las injusticias sociales, tampoco sería suficiente porque siempre nos encontraríamos con la condición humana que siempre es errática, contradictoria, egocéntrica y por supuesto muy compleja. En todo caso, vale aquí aquel viejo dicho de “A Dios rogando y con el mazo dando“, es decir, combinando el esfuerzo personal por ser mejores personas sin abandonar la lucha y el trabajo sol por reivindicar y conseguir mayores cotas de igualdad y justicia.

Con esto quiero decir, que, si no somos capaces de prefigurar en nuestra vida privada y conducta cotidiana los valores y objetivos que deseamos para la vida pública, más tarde o más temprano los cambios políticos y sociales acabarán por disolverse o desparecer, como así ha sucedido con casi todas las revoluciones que hemos conocido.

A su vez, si nuestros dirigentes y líderes políticos no dan testimonio personal de honradez, humildad, templanza, solidaridad, fraternidad y compasión, por muchos hermosos programas que nos ofrezcan o propuestas legislativas que pongan en marcha, perderán, no solo credibilidad y confianza, sino que además serán incapaces de hacer la indispensable pedagogía sociopolítica que permita incrementar la conciencia colectiva y la responsabilidad social individual. En esta situación, las consecuencias siempre son trágicas. Al desconfiar de nuestros políticos y creer que “todos son iguales” estamos abriendo en realidad las puertas a la emergencia de todo tipo de soluciones autoritarias, antidemocráticas y en definitiva fascistas. Así pues, este libro nos enseña que no basta con denunciar, sino que es indispensable “anunciar” como nos decía Paulo Freire. Anunciar, tanto en el sentido de realizar proyectos sociales y políticos de transformación en favor los sectores sociales más débiles, vulnerables y marginados, como en el de prefigurar en nuestra conducta personal los valores que fundamentan esos proyectos.

En este libro de Juan José Tamayo se nos habla extensa y profundamente de la virtud de la compasión y de cómo esta es indispensable para enfrentar la crisis planetaria y civilizatoria en la que nos encontramos. Es pues un libro absolutamente indispensable para salir del tedio y la desesperanza que me/nos produce comprobar que aquellos viejos sueños y aquellas viejas luchas sociales de antaño y de hoy, siguen valiendo la pena, en cuanto que la compasión es para Tamayo es:

“…Una pasión que se dirige espontáneamente al sufrimiento de los otros de naturaleza oprimida y nos hace seres más humanos y personas más conectadas con la naturaleza de la que formamos parte. Para ser una persona compasiva no es necesario que exista un afecto previo, es suficiente con que consideremos a quienes sufren como iguales. Ese es el verdadero significado de la compasión como principio y virtud…”1 Ref.Contraportada

A mi juicio es un libro sumamente necesario y atractivo en este tiempo lleno de catástrofes climáticas, guerras coloniales y genocidios como el de Israel con el pueblo palestino y de una imparable desigualdad social. Es por tanto un libro de denuncia, pero también de anuncio en el sentido de que, si como personas individuales y como instituciones y organizaciones colectivas somos capaces de practicar la compasión en todas sus dimensiones, la esperanza fructificará en las más diversas realizaciones creativas de transformación social y personal. A mí particularmente me ha ayudado muchísimo a comprender que la virtud de la compasión, para nada tiene que ver con los sentimientos de lástima, conmiseración, sentimentalismo y “caritativismo” 2 Ref.El caritativismo es un término que lo vi por vez primera en el famoso “Informe Petras” encargado por el gobierno del PSOE de Felipe González y que se metió definitivamente en un cajón dadas las denuncias que hacía de las políticas económicas practicadas por dicho gobierno. Petras lo explicaba diciendo que el carititativismo es la caridad a 200 millas de distancia con los que habitualmente la asimilamos y que son los que se acostumbran a propagar y reproducir en las grandes campañas caritativas de los medios de comunicación.

Tamayo nos dice que la compasión es una virtud bajo sospecha en el sentido de que acostumbra a quedarse en un sentimentalismo y un lamentacionismo estéril que nada aporta a la responsabilidad social individual y colectiva. No en vano, la compasión ha sido fuertemente criticada por diversos filósofos, en especial por Friedrich Nietzsche (1844-1900). Para él, la compasión fomenta la debilidad y perpetúa el sufrimiento. Nietzsche argumenta que, en lugar de ayudar a las personas a superar su sufrimiento, la compasión simplemente refuerza la condición de víctima y esclaviza tanto a quien la siente como a quien la recibe, formando parte así de lo que denominó como “moral del esclavo“. Sin embargo, como nos dice Tamayo:

“El verdadero sentido de la compasión es ponerse en el lugar de los sufrientes en una relación de igualdad y empatía. Asumir el dolor de las otras personas como propio, interiorizar a la otra persona dentro de nosotros y nosotros sufrir no solo con los otros, sino en los otros hasta identificarse con quien sufre y con sus sufrimientos, cuestión que no resulta fácil pero que es necesaria. La compasión requiere participar activamente en el sufrimiento ajeno, pensar, conocer y mirar la realidad con los ojos de las víctimas de las personas empobrecidas, luchar contra las causas que lo provocan y en curar las heridas que genera la injusticia” 3 Ref.Contraportada

Continuará…

Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ

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2 thoughts on “Libros que marcan (5): LA COMPASIÓN EN UN MUNDO INJUSTO (I)

  1. Siento que la compasión no es selectiva, ni tiene preferencias. Generalmente se habla de compasión por los más pobres, marginados o excluidos. Por supuesto que hay que trabajar sin tregua para desaparezcan las injusticias que hacen que existan este tipo de personas; sin embargo hay otra parte de la ciudadanía, con la que no nos identificamos y la que también creo que es digna de nuestra compasión, porque forma parte del grupo que sufre. Todo sufrimiento nos debería conmover.

    1. Muchas gracias, Rafael. Tu seguimiento me estimula e inspira. Espero que recibas esta respuesta. En cuanto a la compasión es evidente, al menos para mí, que hay que aplicarla a todo ser sufriente, incluso a las plantas y animales como dice en budismo. No obstante, el autor de este magnífico libro se mueve en el ámbito ético de la “opción preferencial por los pobres” y en este sentido personalmente me sumo a esta opción Un gran abrazo.

Me encantaría que hicieras un comentario. Muchas gracias.

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