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11-9-19. La fecha de la Diada conmemora una derrota; el asalto de Barcelona por parte de las tropas borbónicas de Felipe V el 11 de septiembre de 1714. Fue el fin de la Guerra de Sucesión, en la que se enfrentaron los partidarios de los dos pretendientes al trono de España: el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou. La Corona de Aragón se puso del lado del archiduque Carlos de Austria, más constitucionalista y pactista, y Castilla se puso del lado de Felipe de Anjou, más autoritario y centralista, nombrado rey de España en Madrid en 1700 con el nombre de Felipe V. Este rey dirigió su lucha contra la Corona de Aragón, especialmente contra Barcelona, cuyos habitantes defendieron de forma heroica sus libertades y sus tres grandes instituciones: la Diputació del General (Generalitat), el gobierno municipal del Consell de Cent y el Brazo Militar.
El 11 de septiembre de 1714, más de 20.000 soldados iniciaron el asalto definitivo de Barcelona. Su defensa fue capitaneada por Rafael Casanova, conseller en cap de la capital, y Antoni de Villarroel, comandante supremo de las tropas. La batalla se extendió durante 414 días atroces. Finalmente, después de más de 4.000 víctimas, la capital catalana se rindió a las tropas invasoras.
La victoria de Felipe V condujo a la imposición del absolutismo, cuya máxima expresión consistió en la promulgación del Decreto de Nueva Planta en 1716, por el que se destruyeron las instituciones catalanas, su lengua propia y sus libertades, aniquilando el parlamentarismo de las Cortes. Este Decreto impuso el despotismo ilustrado con el propósito de fortalecer el poder del rey.
Si queda una lección por aprender en el presente de lo acaecido hace 305 años es que Catalunya tiene una identidad y una cultura política propias. Como señala el historiador Albareda, «solo el pleno reconocimiento de esta realidad y del carácter plurinacional de España servirá para rehacer puentes de diálogo».
¿Cómo se inició la guerra de Sucesión?
El 1 de noviembre de 1700, muere sin descendencia Carlos II, el último de los austrias españoles, un monarca de constitución enfermiza por los matrimonios consanguíneos de la familia real. En su testamento, el soberano había nombrado heredero de todos sus dominios al duque de Anjou, nieto de Luis XIV, que fue proclamado rey de España en Madrid con el nombre de Felipe V.
Ante la ampliación del poder Borbón a España, ingleses, holandeses y el Sacro Imperio Romano Germánico sellaron la Gran Alianza y propusieron al archiduque Carlos de la Casa de Austria como candidato alternativo. La dinastía de los Habsburgo (la Casa de Austria) contra la de los Borbones. El vacío sucesorio dio lugar a una guerra civil (1702-1713) que se focalizó sobre el territorio en función de la cultura política y de la realidad social: la Corona de Aragón (mayoritariamente austracista) y la de Castilla (felipista).
¿La guerra de Sucesión solo perjudicó a Catalunya?
En palabras del hispanista John H. Elliott, la guerra de Sucesión fue «una tragedia (la represión y despojamiento de Catalunya de sus libertades) dentro de otra gran tragedia (la crisis imperial española)». Porque, en efecto, España tuvo que pagar una factura altísima para mantener a los borbones en el trono, con la amputación de importantes posesiones territoriales en Europa y la pérdida del monopolio comercial con las Américas. En los tratados de Utrecht de 1713, que dieron fin a la guerra de Sucesión, Menorca y Gibraltar pasaron a manos de Gran Bretaña. De hecho, si alguien resultó la gran beneficiaria de la guerra de Sucesión – dinastía borbónica aparte – fue Inglaterra, que con el tratado de Utrecht (en 1713 las potencias aliadas firmaron el tratado de Utrecht con Felipe V, que se consolidó como rey de España a cambio de una serie de concesiones territoriales) se apropió de la isla de Menorca y del peñón de Gibraltar y consiguió importantes concesiones para comerciar al otro lado del Atlántico, como el derecho de asiento (autorización para llevar a las colonias españolas hasta 144.000 esclavos negros ) y el navío de permiso (un barco que podía introducir hasta 500 toneladas de mercancías al año, libres de aranceles). Para la Monarquía de España la paz de Utrecht supuso, como han señalado muchos historiadores, una derrota no solo para los “reinos rebeldes de Aragón y Valencia” sino para toda España con la conclusión política de la hegemonía que había ostentado en Europa desde principios del siglo XVI. El gran Imperio español quedaba disuelto, quedando formado por las Coronas de Castilla y Aragón y las colonias castellanas en América.
¿Qué trato dio Felipe V a los vascos y navarros?
La fidelidad de vascos y navarros a Felipe V -y la financiación de sus campañas militares- hizo que el Borbón respetara sus fueros. El caso de los catalanes fue totalmente opuesto. Felipe V consideró que la rebelión de 1705 en favor del archiduque Carlos había sido un acto de traición.
¿La guerra de Sucesión fue una guerra entre España y Catalunya?
En absoluto. El especialista José Calvo Poyato (Cabra, Córdoba, 1951), doctor en Historia por la Universidad de Granada, recuerda que en un opúsculo titulado Lealtad Catalana, publicado en 1714, se afirmaba que «Barcelona luchaba por la libertad de Catalunya, por la libertad de la Corona de Aragón y por la libertad de España».



JOSÉ MELERO PÉREZ, nació en Madrid el 15 de septiembre de 1941. Está licenciado en Psicología y en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona. Profesor jubilado. Actualmente escribe en su blog OJO CRÍTICO; en la sección “Entre Todos” de El Periódico. y en la revista electrónica “Religión Digital”.
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