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Recordando a Ignacio Martín Baró (3):u003cbru003eEl carácter social
Por Juan Miguel Batalloso Navas
Ante la evidencia de que el carácter de una persona se forma a partir de sus experiencias de socialización y enculturación así como de las circunstancias y situaciones que le ha tocado vivir, el “carácter social” puede ser definido como aquel conjunto de rasgos psicosociales que los individuos de una misma cultura o grupo social comparten entre sí. No obstante, si tenemos en cuenta que la personalidad total de un individuo se configura basándose en el modo de relacionarse con los demás y con la estructura socioeconómica y política de la sociedad, podemos establecer que analizando el carácter de un individuo y verificando los rasgos que comparte con su grupo social, puede inferirse el carácter social e incluso la totalidad de la estructura social en la que vive y viceversa. En suma: analizando las características de la estructura socioeconómica, política y cultural de un grupo social determinado, podemos igualmente deducir los rasgos caracterológicos que comparten los miembros del grupo y que constituyen su carácter social. 1 Ref.FROMM, Erich. Ética y psicoanálisis. México DF: FCE. 1953: 73-75
Si partimos de esta concepción dialéctica del carácter como proceso y como producto social, habrá necesariamente que convenir que los seres humanos somos producto de nuestro propio producto. En consecuencia, es posible entonces encontrar relaciones y paralelismos entre la estructura sociohistórica concreta en un periodo de tiempo determinado y las conductas y maneras de ser de los individuos. Como señala Reich con relación a la función sociológica de la formación y reproducción del carácter:
Sin embargo, aquí no se trata de una intencionalidad buscada por el régimen social, económico o político dominante, no se trata de una malévola imposición, sino más bien de un conjunto de reglas que rigen internamente el funcionamiento de una determinada estructura social y por tanto poseen un valor funcional de autoconservación:
Algo por cierto de lo que se encarga la Educación y todos los aparatos ideológicos del Estado, así como la “industria de la conciencia”.
En este sentido nos parece importante destacar que con el término “industria de la conciencia” se designa el conjunto de grandes empresas, medios de producción y recursos tecnológicos que se encargan de la comunicación y de la información (prensa, radio, TV y redes digitales) y que junto a la “industria del ocio” de los grandes espectáculos de masas, así como la “industria cultural” de grandes editoriales y productoras cinematográficas y también de la “industria escolar” de todas las entidades formativas y educativas, configuran, orientan e imponen por diversos procedimientos y estrategias, los modos de pensar, sentir, comunicarse y vivir de las grandes mayorías del Planeta o de un determinado país.
En general, la “industria de la conciencia” sirve para configurar, cohesionar, normalizar o naturalizar una determina visión o concepción del mundo, una especie de pensamiento único o de conciencia única y universal por la que se legitima o se considera como normal el orden social y político establecido. Se trata de una industria que bajo la apariencia de diversidad, creatividad y mediante los más sutiles procedimientos propagandísticos nos hace creer, que somos libres y dueños de nuestras opiniones, creencias y convicciones, cuando realmente estamos siendo conducidos y orientados por poderes impersonales que escapan a nuestro control y anulan o disminuyen nuestra capacidad de discernimiento, de crítica, autocrítica e imaginación. De este modo se obstaculiza, impide o dificulta, que los ciudadanos podamos construir una cultura y una educación auténticamente liberadoras y unas relaciones sociales basadas en la colaboración, la cooperación y la responsabilidad individual y colectiva en el más amplio desarrollo de los Derechos Humanos Universales.
En definitiva, los valores, las actitudes, los contenidos, las específicas maneras de ser de cada individuo se constituyen estructuralmente en la mente de cada uno de nosotros, como producto y expresión de las características del medio social con el que ese individuo interacciona. Obviamente, esto significa admitir que toda estructura social de dominación se corresponde con estructuras caracterológicas afines a la posición social que se ocupe en dicha estructura, es decir, según se trate de dominadores o de dominados, así serán los contenidos caracterológicos de la estructura psíquica individual. Lo cual puede explicar, como señala Reich,
Por otra parte, los individuos somos seres productores de significados, significados que elaboramos partiendo de las condiciones de existencia en las que vivimos y a las que atribuimos mediante el lenguaje, características y dimensiones que incorporamos a nuestro interior y que no son “exactamente” la realidad misma. Cuando nombramos la realidad, de alguna manera la estamos recreando, para lo cual utilizamos los elementos de nuestras estructuras cognitivas, que son el fruto de nuestras experiencias y aprendizajes previos obtenidos en nuestras singulares trayectorias biográficas.
Pero el lenguaje, es también el instrumento que nos sirve para interaccionar, comunicarnos con los demás, intercambiar significaciones y producir identificaciones. Por tanto, el análisis de las condiciones materiales de existencia, de los elementos de identificación colectiva, del propio lenguaje, así como también de las relaciones de poder nos permitirá descubrir los rasgos del “carácter social” de un determinado grupo, carácter que es al mismo tiempo proceso y producto social, como ya hemos señalado.
En el profundo estudio que Martín-Baró realiza del carácter social en su obra “Acción e ideología”, considera que existen muy diversos enfoques de la naturaleza social del ser humano que parten de supuestos filosóficos distintos que por lo general no llegan a explicitarse. En este sentido nos dice que estos enfoques pueden agruparse en tres grandes conjuntos:
Del carácter social entendido desde lo biológico, Martín-Baró argumenta que, si bien somos seres biológicos y podemos compartir determinados rasgos de conducta con los animales, estas realidades no son suficientes en ningún caso, para explicar el carácter social y la conducta humana. A su vez, las concepciones del carácter social concebido como el efecto de circunstancias externas al individuo, o de la dinámica de estímulo-respuesta del conductismo, nuestro autor cree también que no son suficientes para comprender y explicar el carácter social. En consecuencia, Martín-Baró aboga por una concepción del carácter basada en análisis histórico de las influencias mutuas entre la estructura social (económica, política e ideológica) que es al mismo tiempo histórica, situacional, existencial y de la persona concreta.
Desde este tercer enfoque Martín-Baró nos dice que la estructura social y las relaciones entre sus subestructuras juegan un papel fundamental en la configuración del carácter social. Con sus propias palabras:
A partir de este planteamiento, la conciencia que cualquier persona tiene de su ubicación en un determinado grupo o clase social, así como del conjunto de normas inherentes a la misma, es realmente un proceso muy complejo en cuanto que se inicia y desarrolla mediante los más diversos mecanismos y procedimientos de socialización. Procesos que en general proporcionan a cada persona:
Así Martín-Baró nos habla de la existencia real, objetiva y verificada empíricamente, de lo que denomina “Psicología de clase” que es la que está constituida por:
Todos estos planteamientos llevan a Martín-Baró a estudiar y profundizar en lo que él mismo denomina como “Psicología política”, una opción es al mismo tiempo científica y ética:
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ
Referencia
Un estupendo artículo sobre los factores que esculpen nuestra personalidad. Está demostrado científicamente que nacemos con una serie de aptitudes y capacidades genéticas que la educación irá moldeando para bien del individuo y de su entorno familiar y social, o para mal . El desarrollo en sentido positivo o negativo de esas aptitudes también dependen de las características del medio social con el que cada individuo interacciona. También influyen en la formación de nuestra personalidad nuestras experiencias y aprendizajes . El mejor modo de comprobar lo que afirma Martín Baró, y que yo comparto, es el experimento que se realizó con hermanos mellizos mayores de distintos países. Se llegó a la conclusión de que todos esos hermanos , a pesar de compartir el mimo código genético, se observaron grandes diferencias entre ellos, al vivir cada uno de ellos en medios sociales, políticos o profesionales distintos, que influyeron de forma distinta en el desarrollo de la personalidad propia de cada uno.