
CAMINOS HACIA LA PAZ
Por Esteban Tabares
¡NO MATARÁS!
Todas las tradiciones religiosas y éticas tienen un mismo mandamiento: ¡No matarás!… O dicho en positivo: ¡Respeta la vida!… Todos los humanos, todos los seres y toda la Naturaleza tenemos derecho a vivir.
Necesitamos aprender a resolver los conflictos sin recurrir a la violencia, utilizando únicamente el marco de un orden jurídico justo. Eso vale para los individuos y para los Estados y sus gobiernos. La carrera de armamentos es un camino equivocado y el desarme una obligación ética para la supervivencia de la humanidad y del planeta. La vida de todos los seres que habitamos la Tierra merece su conservación y su cuidado. La explotación desenfrenada de los recursos naturales y la destrucción de la biosfera son un crimen que se vuelve contra los propios seres humanos.
¡NO ROBARÁS!
Todas las tradiciones religiosas y éticas enseñan un mismo mandamiento: ¡No robarás!… No es posible una paz mundial sin un orden económico justo. No es suficiente la beneficencia individual ni la ayuda aislada en circunstancias de emergencia. Además de hacer eso, por encima de todo es necesario hacer lo posible por cambiar las estructuras de la economía global y del comercio mundial.
Las diferencias entre enriquecidos y empobrecidos son cada vez mayores en el mundo. Una minoría de los humanos vivimos a costa de privar y de excluir de lo necesario a las grandes mayorías. Pongamos en práctica lo que defendía Gandhi:
“Vivir sencillamente para que otros puedan sencillamente vivir”
¡NO MENTIRÁS!
Todas las tradiciones éticas y religiosas nos han transmitido un mismo mandato: ¡No mentirás!… Dicho en positivo: habla y actúa desde la verdad.
Vivir en la verdad nos exige romper los prejuicios y la hostilidad contra quienes tienen otro credo, otras maneras de opinar o de pensar. Nos hacemos intolerantes y agresivos contra quienes no viven ni piensan como nosotros somos y queremos que ellos sean y hagan como nosotros. A quienes no se meten en la horma de nuestro zapato, le damos la patada.
“La intolerancia es la angustia de no tener razón”
dijo Andréi Sájarov, Premio Nobel de la Paz 1975.
Las religiones tienen una gran tarea ante sus seguidores y fieles: abandonar el fanatismo ideológico y reconocer que nadie posee la verdad plena. Sigamos la enseñanza del místico sufí murciano Ibn Arabi (1165-1240):
“Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era como la mía. Ahora mi corazón se ha convertido en el recipiente de todas las formas. Porque profeso la religión del amor y voy a donde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe”
APRENDAMOS DE NUESTRA HISTORIA
Siglos atrás, la ciudad de Sevilla era tristemente conocida por el implacable dominio que ejercía la Inquisición. Podríamos aprender de nuestra propia historia si fuésemos más sabios y más sensatos. Con ese fin en el año 1992 se erigió en Sevilla un monumento a la tolerancia y la paz. Obra del escultor Chillida, consiste en un gran yugo roto en dos partes. Está ubicado ante las ruinas del “Castillo de la Inquisición”, donde estaban presos quienes serían quemados en la hoguera o ajusticiados de diversas formas. En dicho monumento hay grabado el siguiente texto de Eliezer Wiesel, superviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz 1986:
“Deteneos, hombres y mujeres que pasáis. Deteneos y escuchad. Escuchad la voz de Sevilla, voz herida y melodiosa. La de su memoria, que es también la vuestra, es judía y cristiana, musulmana y laica, joven y antigua: la Humanidad entera. En sus sobresaltos de luz y sombras, se recoge en esa voz para extraer del pasado fundamentos de esperanza.
Aquí, como en otros sitios, se amaba y se odiaba por razones oscuras y sin razón alguna; se hacían rogativas por el sol y por la lluvia; se interpretaba la vida dando muerte; se creía ser fuerte por perseguir a los débiles; se afirmaba el honor de Dios, pero también la deshonra de los hombres.
Aquí, como en otros sitios, la tolerancia se impone, y lo sabéis bien vosotros, hombres y mujeres que escucháis esta voz de Sevilla. Sabéis bien que, de cara al destino que es común, nada os separa. Puesto que Dios es Dios, todos sois hijos de Dios. A sus ojos, todos valen lo mismo. La verdad que invocan no es válida si a todos no los convierte en soberanos. Ciertamente toda la vida termina en la noche, pero iluminarla es vuestra misión.”

ESTEBAN TABARES CARRASCO (Puente Genil. 1946), es “Maestro de Escuela”, estudios que finalizó en 1963 ingresando en el Seminario Mayor de Sevilla donde estudia Filosofía y Teología, siendo ordenado sacerdote en 1970. Ejerció su ministerio sacerdotal durante de 17 años decantándose como cura obrero-jornalero formando parte del “Equipo de Curas de la Sierra Sur de Sevilla” como párroco de Aguadulce, junto a Diamantino García (Los Corrales), Enrique Priego (Pedrera), Juan Heredia (Gilena) y Miguel Pérez (Martín de la Jara), equipo que conformó la denominada “Misión del Sur”, de la que Esteban fue fundador.
Participó y se comprometió activamente con todos los movimientos sociales de la comarca, especialmente con el movimiento obrero jornalero, contribuyendo a fundar el Sindicato de Obreros del Campo (SOC-SAT) en 1977.
Diez años más tarde, abandona su ejercicio eclesiástico y contrae matrimonio con Inés Bénitez, comprometiéndose y contribuyendo a fundar y a mantener la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía y la Fundación “Sevilla Acoge” de la que actualmente es su secretario. En estas instituciones sigue ejerciendo como animador socio-cultural y orientador familiar, trabajando incansablemente en las más diversas actividades de solidaridad, formación y acompañamiento, especialmente con los inmigrantes.
Forma parte también del Movimiento de Comunidades Cristianas Populares de Sevilla contribuyendo a su organización, así como a la celebración de los más diversos encuentros y actividades, especialmente la gestión de las Semanas Teológicas de Andalucía que se celebran con cada dos años y que van ya por su XIX edición.
Esteban considera que “El cristianismo es una oferta de vida buena y alternativa, no es una religión evasiva para ganar el más allá, ni tampoco un camino de auto-realización puramente interior” y que por tanto combina la dimensión espiritual con la dimensión profética y sociopolítica de la fe. Su sabiduría, su coherencia, su radicalidad, su solidaridad y en nuestro caso la extraordinaria belleza y profundidad de sus escritos y poemas, constituyen un auténtico alimento para afrontar estos tiempos de incertidumbre, complejidad e injusticia.
Sin duda alguna, es un auténtico privilegio tenerlo aquí. Muchísimas gracias Esteban.