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CREDIBILIDAD, COHERENCIA y CONFIANZA
Por Juan Miguel Batalloso Navas
Como todo el mundo sabe, la credibilidad de una persona es la característica, cualidad o capacidad que esta tiene para que los demás crean y confíen en lo que dice, hace o propone. Hoy día, conforme se han ido desarrollando las Tecnologías de la Información y la Comunicación y los grandes Medios de Comunicación de Masas, hemos ido avanzando sin duda alguna en nuestras posibilidades de detectar mentiras, falsedades e incongruencias de todo tipo, especialmente las protagonizadas por los líderes sociales y políticos. Sin embargo, paradójicamente, las mentiras y falsedades se han multiplicado exponencialmente tanto, que a los ciudadanos nos resulta cada día más difícil identificar las mentiras y los mentirosos. Es tal la cantidad de información y de ruido mediático al que estamos sometidos diariamente que realmente cada día nos resulta más complicado discriminar y distinguir entre hechos y opiniones o entre verdad y mentira.
Además de esta dificultad que tenemos para saber cuál es la verdad, dada la sobresaturación de información, se ha extendido y naturalizado por doquier la creencia de que lo que importa no es la verdad, como tampoco la credibilidad, lo que importa es el “relato”, es decir, la narración seleccionada y secuenciada de los hechos mezclada con interpretaciones sesgadas o interesadas de los mismos. Así, por ejemplo, los de mi edad sabemos que durante nuestra infancia y adolescencia nos contaron y repitieron hasta la saciedad aquel cuento de que la Guerra Civil fue una guerra fratricida entre hermanos y familias causada por los demonios comunistas, socialistas, anarquistas y republicanos y que entonces la mano de Dios y su “gracia” puso a nuestra disposición al caudillo salvador. Un cuento que por desgracia sigue vigente en muchas mentes de españoles. Nos inocularon o mejor, trataron de inyectarnos en vena, mediante todos los procedimientos de adoctrinamiento imaginables, un relato no solo falaz y mentiroso, sino también repleto de falsas creencias y estupideces. Hoy bastaría recurrir a diversas fuentes de investigación histórica para conocer en profundidad que aquello de 1936 no fue una guerra entre hermanos como nos hicieron creer, sino un golpe militar en toda regla protagonizado por un sector del ejército desleal al gobierno legítimo de la IIª República y estimulado, alimentado, sostenido y legitimado por las clases sociales dominantes representadas por terratenientes, banqueros, grandes industriales y sectores comerciales, la Iglesia católica apostólica y romana, el nazismo de Hitler y el fascismo de Mussolini.
Desde mi punto de vista, los tiempos electorales son momentos muy propicios para vendernos “relatos” y hacernos creer que lo que ayer fue verdadero hoy es falso o viceversa, para lo cual se recurre a todo tipo de estratagemas y trucos propagandísticos que tratan de demostrarnos que todo es justificable y comprensible. Esto obviamente me lleva a creer que, o bien los líderes políticos y los grandes medios de comunicación masiva nos toman por estúpidos y borregos, o una gran mayoría de la población es incapaz de argumentar racionalmente con un mínimo de sentido crítico.
También podemos decir que una persona creíble es aquella que, aunque haya cometido errores en su vida como cualquier ser humano, ha sido y es capaz de hacer corresponder en su comportamiento diario o habitual lo que siente y piensa con lo que dice y hace. Esta correspondencia es lo que conocemos como COHERENCIA, una característica de la conducta humana que, sin duda alguna y desde mi punto de vista, es esencial para el desarrollo personal y para el avance y la profundización de la Democracia y los Derechos Humanos Universales. No obstante, la cualidad humana de la coherencia posee cierta complejidad. Obviamente una persona incoherente es aquella que se comporta contradictoriamente con los sentimientos y pensamientos que declara, bien diciendo o haciendo lo contrario a lo que siente y piensa. También una persona incoherente es la que dice una cosa y después hace otra completamente diferente e incluso contraria a lo que inicialmente dijo.1 Ref.Un buen ejemplo actual de incoherencia total ha sido el giro político adoptado por la presidenta del PP de Extremadura Maria Guardiola que en tan solo una semana pasó de declarar que colocaría una línea roja a VOX, a realizar un infame pacto de gobierno con él. Un hecho que ayuda mucho a que los ciudadanos crean cada vez menos en las Instituciones y en la Democracia. Pero a menudo se nos olvida que lo que llamamos coherencia no es simplemente una correspondencia biunívoca entre pensamiento y acción, sino que es algo mucho más profundo cuyas raíces hay que buscarlas en la Ética.
El fundamento ético de la coherencia es esencial, no solo si deseamos convivir pacíficamente en nuestra sociedad, sino también si queremos conseguir mayores y mejores cotas de bienestar social e individual, así como relaciones sociales más fraternas, responsables y solidarias. Y esto es así, porque si la coherencia la entendemos únicamente como una operación lógica de correspondencia entre pensamientos y acciones, entonces sentimientos y pensamientos manifiestamente irracionales, imaginarios o falsos pueden dar lugar, y de hecho así sucede, a que legitimemos acciones y comportamientos claramente antisociales y antidemocráticos.
A su vez, es necesario tener en cuenta también que, si una persona se aferra dogmáticamente a unos pensamientos y creencias inmodificables o absolutas, no es posible dar entrada y cabida a los cambios permanentes y continuos que se producen en la sociedad y a los descubrimientos que continuamente nos ofrecen las Ciencias Naturales y Humanas. Este es el caso, por ejemplo, del mal llamado “populismo de derechas” que en realidad es una nueva forma de fascismo integral que en Estados Unidos representa Donald Trump; en Brasil Jair Bolsonaro; en Hungría Viktor Orban; en Italia Giorgia Meloni; en Francia Marine Le Pen y en España el partido VOX y también el PP, dada su manifiesta convergencia para realizar pactos de gobierno sin inmutarse y dado también su marcado carácter conservador heredero de las más puras esencias del franquismo.2 Ref.Es conveniente también no olvidar que la primera vez en la historia de nuestra Democracia que todo un presidente de gobierno del PP fue expulsado de su cargo por corrupción y tras una moción de censura, se dio solamente hace 5 años. Algo, por cierto, de lo que no se habla en esta campaña electoral estando tan cercana la fecha de este acontecimiento histórico En este punto, me atrevo a recomendarles la atenta lectura del libro “La Internacional del odio” del prestigioso e internacionalmente reconocido teólogo Juan José Tamayo Acosta, colaborador habitual de Krisis.
Así pues, la credibilidad de cualquier ser humano está ligada a su coherencia y a su vez credibilidad y coherencia son las cualidades que nos permiten generar confianza no solo en los demás, sino también en las posibilidades de que realmente podemos cambiar nuestras condiciones de vida sociales e individuales si nos conducimos de una forma responsable y solidaria. Sin embargo, la confianza tiene un componente nuevo que se suma a la credibilidad y a la coherencia. En este punto el prestigioso biólogo y filósofo Humberto Maturana nos dice:
Bajo la perspectiva que nos ofrece Humberto Maturana, queda perfectamente claro que la confianza no solo se genera mediante credibilidad y coherencia, sino también mediante el establecimiento de vínculos afectivos, es decir mediante los procesos de dar, expresar, mostrar, recibir y agradecer amabilidad, empatía, cordialidad y en definitiva cariño y amor a los demás. Así pues, a mayor empatía, amabilidad y cariño mayor confianza. No obstante, hay que advertir algo obvio y es que, aunque expresemos cariño y amabilidad no necesariamente va aumentar la confianza si nuestros actos y comportamientos son incoherentes con lo que expresamos. Y aquí valen las hermosas citas que mi amigo y camarada Lorenzo Rastrero Bermejo pronunció en 1985 en la Iglesia de Sta María de Gracia de Camas con motivo de la inauguración de la Banda de Música:
No creo que haga falta argumentar mucho para que nos demos cuenta de que una relación personal ya sea vecinal, profesional, de amistad o de pareja que esté basada en el beneficio, la subordinación, la imposición de creencias, la competición, el interés o la conveniencia exclusivamente individual, a lo sumo que puede contribuir, es a incrementar el individualismo, la egolatría y la desconfianza. Si en esto consisten las relaciones sociales y personales, no nos debe extrañar que aparezcan conductas reactivas y destructivas de la convivencia social. Tal es el caso por ejemplo de esa actitud negacionista del cambio climático, del calentamiento global, de la violencia de género, del supremacismo blanco o del racismo y la xenofobia. Unos supuestos valores que llevan aparejados también conductas agresivas y violentas que se toleran o justifican. En este punto vale la pena recordar algo que está sucediendo en estos días. Así, por ejemplo, los pactos que se están realizando entre PP y VOX, bajo la apariencia de que son democráticos y legítimos, en realidad están sirviendo para blanquear o naturalizar las formas más abyectas de convivencia que representa la ultraderecha. Los dirigentes pactan y declaran, mientras que ya se encargarán sus seguidores de realizar los comportamientos provocadores y violentos que hagan falta. Todavía me acuerdo de aquel individuo que supuestamente jugaba a disparar al blanco a las cabezas de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Está claro pues que el fascismo está aquí y se están creciendo.
Todo esto me lleva a la conclusión de que, si no aprendemos a darnos, a regalarnos de forma incondicional a los demás generando confianza, difícilmente podremos transformar nada. Cuando la vida te presenta la oportunidad de dar y lo haces, siempre se abre una misteriosa espiral de posibilidades que actúan como un bumerán volviendo a nosotros de una y mil formas diferentes, que por lo general siempre multiplican con creces nuestras posibilidades de desarrollo humano, alegría y felicidad. Me ayudó a ver esto más claro una sencilla y sabia mujer que conocí una vez en una charla suya a la que asistí en la que afirmó que la mejor forma de encarar las relaciones humanas, de obtener paz interior y de aproximarnos a la felicidad sin que nos demos cuenta, es practicando lo que ella llamaba “La Ley de las 4 T”, es decir, haciendo todo lo posible por regalar incondicionalmente a los demas Tiempo, Talento, Talego (productos materiales) y Trabajo.
Necesitamos, por tanto, aprender a confiar, aprender a establecer relaciones sociales que no estén condicionadas ni por prejuicios, ni por ninguna forma de miedo, porque aunque es obvio que todos estamos hechos de partículas galácticas, que somos de la misma especie y que por tanto todos los humanos sin excepción somos iguales en dignidad y derechos, como así estipula el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lo cierto es que la gran parte de los males sociales están fundados en la desconfianza, en la egolatría y en una ambición irrefrenable de poder y dominio sobre los demás. Y claro, esto me lleva también a concluir, que no basta con ser una buena persona, sino que también es sumamente necesario e indipensable identificar, obstaculizar y luchar contra todas aquellas situaciones y organizaciones que se oponen al desarrollo de los Derechos Humanos Universales. Dicho de otra manera. Buenas personas, desde luego que sí, pero buenas personas comprometidas políticamente en la defensa de la Democracia, la justicia, la igualdad y la fraternidad. Y aquí no tengo más remedio que recordar a mi gran amigo, camarada y Maestro cristiano y comunista Antonio Suárez Nieto que siempre me decía:
Finalizando ya, necesitamos aprender a confiar entendiendo que la actitud de confianza es básicamente mostrar que tenemos esperanza y fe en los demás, estar inequívocamente seguros de que las relaciones que mantenemos son sanas, gratuitas y responsables. La confianza no es un trato, no es un convenio para mercadear sobre ganancias y pérdidas como así ha naturalizado el capitalismo y todas las instituciones jerárquicas. La confianza es sobre todo una actitud interior que nos lleva a plantear y realizar conductas sanas, honestas y sinceras, sin dobleces ni expectativas, sin mentiras y sobre todo sin venganzas disfrazadas de buenos modales o de conductas contaminadas de hipocresía, soberbia y vanidad.
En definitiva, es a través de la confianza como aprendemos a practicar la comprensión humana y a descubrir la empatía o la capacidad de colocarse en el lugar del otro, no para sustituirlo, orientarlo o reconvenirlo sino para entenderlo desde dentro sin prejuicios y atribuciones. Es la confianza, la que nos permite percibir y sentir que somos seres complejos, erráticos y llenos de contradicciones y que como dice el mensaje evangélico, no podemos nunca tirar la primera piedra porque estamos llenos de defectos, prejuicios, racionalizaciones y autojustificaciones.
Sin confianza es imposible mantener ningún tipo de relación social, ya sea económica o política, ciudadana o educativa, profesional o personal. Confiar es en consecuencia, la actitud que nos permite leer en positivo la realidad, siendo capaces de reconocer nuestros prejuicios y distorsiones cognitivas que, motivadas por el miedo, el egocentrismo o las falsas expectativas nos hacen sentirnos inseguros y bloqueados frente a los retos de nuestra vida. Y el principal reto que desde mi punto de vista creo que tenemos ahora, es conseguir no ser gobernados por la estupidez, el dogmatismo, el negacionismo, el autoritarismo, el nacionalismo fundamentalista, el patrioterismo, la desmemoria, el nacionalcatolicismo, la corrupción, el machismo, el racismo y la falta de transparencia de aquellos que únicamente buscan beneficiar a las clases económicas más poderosas intentando convertir a España en su cortijo. Y esos evidentemente son el VOX y el PP.
¿Quiere esto decir que el PSOE y SUMAR o yo mismo somos puros inmaculados? En ningún caso y de ningún modo, pero al menos ha quedado demostrado con hechos observables y contrastados que el actual Gobierno de Coalición ha sido el mejor y el más beneficioso para los sectores sociales más vulnerables y desfavorecidos.
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ
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