

V
La Cuaresma. Su origen
La Cuaresma se instituyó en la época del emperador Constantino el Grande, con ocasión de la celebración del Concilio de Nicea en el año 325, que reunió a gran parte de los obispos de la Cristiandad en Nicea, actual Turquía, para debatir cuestiones canónicas, dogmáticas, de moral y costumbres, así como de calendario. Entre las cuestiones que se debatieron y acordaron, fueron, entre otras, la definición del contenido fundamental de la fé en el “ Credo”; la fijación de la Natividad el 25 de Diciembre, a partir del aumento de la luz sobre el planeta Tierra, tras el soslticio de invierno; la fijación de la celebración de la Pascua conmemorando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, durante una semana a partir del primer Domingo después de la primera luna llena de la primavera; y la celebración de la Cuaresma durante 40 días antes del inicio de la Pascua. Por ello, la celebración de la Cuaresma determina la del Carnaval.
Muy probablemente, entre los Obispos y presbíteros cristianos existía una gran preocupación por las fiestas que se venían celebrando en honor a Baco y a Luparca, entre Febrero y Marzo. Siendo conscientes que eran unas costumbres muy arraigada en el pueblo romano, optaron por conservarlas al tiempo que, establecieron un tiempo distinto llamado Cuaresma, orientado a la práctica de la austeridad, la frugalidad, la solidaridad compartiendo los bienes con los necesitados, el silencio, el sacrificio y la oración, como preparación para la celebración de la Pascua identificándolo con la estancia de Jesús retirado en el desierto. La elección del tiempo de Cuaresma se inspiró en el número 40 de la simbología bíblica: en los 40 años del diluvio universal, en los 40 años de la travesía del desierto cuando el pueblo hebreo marchó de Egipto a la búsqueda de la Tierra prometida y también en los 40 días y noches que permaneció Jesús en el desierto. En rigor, no quiere decir que fuesen literalmente 40 días y 40 años, ya que este número para los judíos simbolizaba el tiempo óptimo para alcanzar la perfección, la conversión y la iluminación. En suma, respetaron las costumbres festivas romanas, e impulsaron una cultura alternativa que minorase sus consecuencias en la moralidad de las costumbres, siguiendo los consejos de San Pablo, exhortando a dejar el hombre viejo y fortaleciendo las virtudes del hombre nuevo.
VI
Contenido y Penitencia de la Cuaresma
Los contenidos de la Cuaresma, fueron en lineas generales formulados por el Concilio de Nicea en el año 325. Sin embargo, su práctica muy rigurosa al principio, fue desarrollándose en los siglos siguientes, con especial atención al ayuno y frugalidad en las comidas, abstinencia de carne, mesura en la bebida y generosidad en la limosna. Paulatinamente fue mitigándose su rigor, circunscribiéndose a los viernes y al miércoles de ceniza, comprendidos dentro del período de los 40 días. Sin embargo, el grito del profeta desde hacía varios siglos creó una imagen de mayor autenticidad y profundidad (Isaias 58.5-9 ):
En la práctica de la Cuaresma, generalmente los cristianos de las distintas confesiones, han dado una orientación individual y muy espiritual al espíritu de penitencia, sacrificio, ayuno y oración que lo inspira, olvidando con relativa frecuencia, esa otra dimensión que recordaba el profeta Isaias: dar la libertad a los oprimidos, partir tu pan con el hambriento, acoger a los pobres y vestir al desnudo. Lamentablemente, amplios sectores de cristianos, de distintas confesiones, en numerosos países están alineados con quienes marginan a los pobres, a los inmigrantes y a otras minorías étnicas en América y en Europa.
De otra parte, en su obra El Libro de Buen Amor, el Arcipreste de Hita anunciaba, con su lenguaje satírico y sarcástico, que el Carnaval terminaba el Martes y daba paso al Miércoles corvillo o de ceniza. Una vez vencido Don Carnal en justa contienda, y arrepentido de haber llevado aquella vida licenciosa, comenzaba el tiempo de Dª. Cuaresma, dando a conocer la penitencia que el fraile puso a Don Carnal por su vida anterior, centrada en los manjares de la mesa y en el ayuno:
- El día del domingo, por tu cobdiçia mortal, conbrás garbanzos chochos con aceite, e non al: irás a la iglesia e non estarás en la cal, que non veas el mundo, no cobdiçies el mal.
- En el día del lunes, por tu soberbia mucha, conbrás de las arvejas mas non salmón nin truchas, irás oir las oras, non provarás la lucha, ni bolverás pelea segund que la as ducha.Por tu grand avaricia, mándote que el martes, que comas los formigos e mucho non te fartes; el medio de un conbrás, o las dos partes, para por Dios lo otro ta mando que apartes.
- Espinacas el miércoles conbrás non muy espesas, por tu loca luxuria, conbrás poquillas d´esas, non guardaste casadas nin a monjas profesas, por conplir tu furniçio, fazeis grandes promesas.
- El jueves çenará por la tu mortal ira e porque t´prejuraste deziendo la mentira: lentejas con la sal: en rezar te remira; quando mejor te sepan, por Dios de tí las tira.
- Por la tu mucha gula e grand golosina, el viernes pan e agua conbrás, e non cozina, fostigorás tus carnes con santa disçiplina: averte ha Dios merced e saldrás de aquí aina.
- Come el día del sábado las havas e non más por tu envidia mucha, pescado non conbrás; comoquier que algund poco en esto lastarás, tu alma pecador ansí la salvarás.
Sin duda alguna, la dieta que prescribió el fraile a Don Carnal, a base de garbanzos, arvejas, formigos, espinacas, lentejas , pan y agua, era tan rigurosa que ya el propio Arcipreste advertía que Don Carnal “estava de la lid muy flaco e lloroso, doliente e malherido, constribado o dolioso”. Adiós a la buena mesa llena de lechones, codornices, faisanes, sardinas y otros muchos manjares, que le deleitaban antes de la llegada de Doña Cuaresma. ¡ Qué días tan felices fueron para Don Carnal !. Y sin embargo, no menos interesante fue lo que aconteció después que Dª Cuaresma diese instrucciones de enviar a las lavanderas: las escudillas, sartenes, tinajas, calderas, cañadas y barriles utilizados por Don Carnal, y como era Miércoles de Ceniza, según cuenta el Arcipreste de Hita:
Intentar aproximarnos al significado de una y otra manifestación cultural, requiere una reflexión que va más allá de las apariencias y manifestaciones concretas que observamos. Ya sea por la experiencia personal y colectiva que hemos vivido, o bien por lo conocido a través de los medios de comunicación y de las crónicas históricas, se observa que las formas visibles, tanto del Carnaval como de la Cuaresma, ocultan un fondo no fácil de aprehender y descifrar. Para entender qué se esconde tras los disfraces, las burlas y excesos de los sentimientos y de las pulsiones desencadenadas, bajo el manto protector del Carnaval, de una parte, y de las actitudes que conducen a la frugalidad, la austeridad, al esfuerzo, y a la penitencia de la Cuaresma, conviene recordar que los seres humanos actuamos por motivaciones y pasiones, frecuentemente, antagónicas:
- Se confrontan de una parte, los sueños, la imaginación y la crítica social, así como los cambios del orden social y las normas que lo regulan, y de otra, la dura realidad que obliga a reconocer la fragilidad humana, sus limitaciones y la necesidad de la vida interior y la sujeción a las leyes.
- La centralidad del alimento en la existencia humana, explica que en las fiestas de Carnaval, la abundancia y los excesos en el comer y en el beber, simbolizan la opulencia de los poderosos, frente a la quimera y ensoñación de los pobres y desheredados de la tierra, sometidos a la austeridad y sobriedad a que están obligados para sobrevivir.
- Un poderoso canto a la vida, al amor, a la libertad y al erotismo, rompía una moralidad muy ligada a la templanza, la frugalidad, el sufrimiento y al trabajo y a las relaciones entre mujer y varón.
- Ambas visiones, pueden y debieran armonizarse y contribuir al equilibrio de las formas de vida de las personas y de las sociedades, integrando el gozo y la alegría con los momentos de pesadumbre; la vida interior y la templanza, con la entrega y el amor al necesitado en la mejor tradición del profeta Isaias.
- Todos los caminos pueden conducir al misterio inefable de la vida; a la conversión y a la iluminación personal; a la alegría y a la tristeza; a la fortaleza y a la fragilidad; al bienestar y a las penalidades. Finalmente, al encuentro del que viene a nosotros derramando la alegría de su Amor y su Misericordia.
Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.
Referencia