Tmp. máx. lect.: 12 min.
Por Leandro Sequeiros San Román

Conversión al deísmo
Durante cuarenta años Antony Flew fue uno de los grandes maestros de la crítica de la religión en la filosofía analítica. Expuso sus ideas en primeros artículos que, a lo largo de los años, dieron lugar a libros, conferencias, participación en seminarios y congresos, docencia universitaria, siempre con un protagonismo estelar. Flew fue durante décadas el gran maestro que ponía coto, mediante análisis certeros del lenguaje, a las pretensiones de que el mundo de lo religioso pudiera reclamar una conexión justificable con la realidad.
La idea de Dios, por tanto, surgía sólo de las emociones y, además, la misma idea de Dios en sí misma contenía contradicciones denunciables. Flew se convirtió en el gran patriarca del ateísmo filosófico moderno que defendía sus ideas con solvencia en todos los foros de discusión intelectual de altura.
La negación de lo divino en Antony Flew
Esta ha sido, en efecto, la posición que mantuvo Flew durante seis décadas, convirtiéndole en uno de los grandes maestros del ateísmo. Pero, ciertamente, no fue nunca un ateo al estilo radical de Dawkins, Harris o Hitchens. Su estilo analítico le hizo defender la posición de que era a los teístas a quienes correspondía la responsabilidad de aportar pruebas o argumentos que hicieran aceptable la existencia de Dios.
El ateísmo era la posición que, por defecto, debía siempre ser asumida. Flew se mantuvo en esta tesis que fue combatida por los teístas coetáneos ingleses como Alvin Plantinga.
Para éste, lo obvio social e históricamente es Dios, y es el ateísmo el que debe aportar pruebas.
A mi entender, entiendo que lo obvio no es ni el ateísmo (Flew) ni el teísmo (Plantinga) sino el enigma del universo y la incertidumbre metafísica. Ni ateísmo ni teísmo son obvios, ya que dependen de una toma de posición humana ante el enigma. El teísta debe ponderar los argumentos del ateo, y viceversa.
Antony Flew aplicó el método analítico para ponderar los argumentos a favor de la existencia de Dios que venían siendo esgrimidos por el teísmo de su tiempo. El resultado fue que durante años y años el fino análisis de Flew fue mostrando la insuficiencia de los argumentos teístas.
Por una parte, consideró que los argumentos tradicionales (los metafísico-ontológicos, los teleológicos o de la finalidad-racionalidad del universo, y los derivados de la historia de las religiones) no tenían una corrección lógica que los hiciera aceptables.
Pero, por otra parte, consideró también que la misma idea de Dios que ofrecía el pensamiento teísta no era aceptable porque mostraba un contenido que no era defendible ante la razón por ser incongruente con nuestra idea de la realidad (así criticó Flew la idea de Dios, su relación con el mundo, y los atributos divinos).
Pero la actitud de Flew fue siempre respetuosa y abierta. Decía lo que con honestidad creía que podía decir por el uso de la razón, científica y filosófica. Pero estuvo siempre abierto a considerar de nuevo las cosas, hallar nuevos argumentos y cambiar.
Flew caracterizaba su actitud como la de dejarse llevar con honestidad… hasta donde nos lleve la evidencia. Y con toda honestidad se dejó llevar, al final de sus días, hasta dónde las evidencias le llevaban, es decir, al tránsito desde su ateísmo ancestral a una nueva posición teísta. El libro de Flew en 2007, Dios existe, muestra a las claras que sabe perfectamente lo que dice, tiene la información pertinente y razona con gran precisión y agudeza. No se ve ni por asomo el “desvarío de la ancianidad” que ha pretendido atribuirle Dawkins malévolamente.
La primera parte del libro está dedicada a explicar sus años de ateísmo: cómo llegó a ser ateo y cuáles fueron los argumentos en que fundaba su opinión. Es, más o menos, la contextualización que ya hemos hecho aquí en lo anterior y que no tenemos intención de presentar en detalle. Flew aporta sus experiencias familiares, informa sobre sus estudios, sus contactos con personas y profesores, sus relaciones con grandes autores de su tiempo, su ingreso en la universidad como docente hasta el final de su carrera académica.
Refiere igualmente el contenido de sus obras y los pasos que fue dando en ellas, siempre en orden a defender la posición atea en el marco del pensamiento analítico. El lector interesado leerá estos capítulos de Flew con provecho.
Pero quiero reseñar aquí, sacándolo de la biografía intelectual que Flew nos expone, su mención de la forma en que el problema del Mal influyó en su ateísmo de juventud.
El problema del Mal, sin embargo, no será abordado en su obra de 2004, reducida a considerar el teísmo como una exigencia de la razón cosmológica.
Conclusión de lo dicho hasta ahora
Ciertamente, el contenido de la obra de Flew que supone su conversión final al teísmo es, ante todo una argumentación cosmológica. En detalle valoraremos su análisis en un próximo artículo sobre su descubrimiento de lo divino.
Como explicaré, su nuevo teísmo y los argumentos que esgrime para defenderlo tienen un indudable interés. Sin embargo, en mi opinión, no creo que estén construidos con toda precisión y en conformidad con lo que permite hoy decir la ciencia moderna.
No es que estemos en disconformidad con el nuevo teísmo de Flew, pero sí creemos que sus argumentos deben ser revisados y no pueden ser aceptados sin más. Lo explicaremos en el siguiente artículo que completará nuestro análisis del pensamiento de este gran maestro del ateísmo/teísmo, es decir, del problema del ateísmo y del teísmo en el siglo XX.
El famoso promotor del ateísmo Antony Flew creyó a los 81 años… y escribió «Dios existe»
Antony Flew, filósofo ateo hasta los 81 años; luego, deísta
Fue ateo desde los 15 hasta los 81 años, prestigioso filósofo en Inglaterra, Escocia y Canadá, y cortés pero firme promotor del ateísmo. Los nuevos hallazgos de la ciencia cambiaron su punto de vista.
La editorial Trotta ha publicado recientemente “Dios existe“, el libro de argumentos a favor del deísmo que el famoso filósofo ex-ateo Antony Flew publicó en 2007 en inglés, levantando una gran polvareda.
El personaje y su pensamiento es de lo más relevante, pero el contexto en el que llega lo es más aún.
Los ateos se divulgan; los teístas, no
Como explica el filósofo de la ciencia Francisco José Soler Gil en su interesantísimo prólogo, en español se traducen enseguida en grandes casas editoriales todas las obras de lectura ágil de los divulgadores internacionales del nuevo ateísmo grosero, mientras que las trabajadas respuestas de los filósofos o pensadores teístas o cristianos no se traducen nunca o sólo en pequeñas editoriales de muy poca difusión.
❝Cualquier nueva publicación de las figuras más destacadas del bando ateo -Richard Dawkins, Daniel Dennett, etc.- es traducida en pocos meses a nuestra lengua. Y publicitada como best seller por las principales distribuidoras de libros❞, denuncia Soler Gil. ❝En cambio, la mayor parte de las obras y autores del bando teísta permanecen sin traducir; o, las que finalmente son traducidas (con frecuencia con mucho retraso), ven la luz en editoriales destinadas a un público muy minoritario❞.

En la actualidad reside en Granada continuando sus investigaciones y trabajos en torno a la interdisciplinaredad, el diálogo Ciencia y Fe y la transdisciplinariedad en la Universidad Loyola e intentando relanzar y promover la Asociación ASINJA que preside. Un nuevo destino después de trabajado solidariamente ofreciendo sus servicios de acompañamiento, cuidado y asesoramiento en la Residencia de personas mayores San Rafael de Dos Hermanas (Sevilla)
La persona de Leandro Sequeiros es un referente de testimonio evangélico, de excelencia académica, de honestidad y rigor intelectual de primer orden. Vaya desde aquí nuestro agradecimiento más sentido por honrar con sus colaboraciones este humilde sitio.
Referencia