Krisis religiosa del ateo militante Antony Flew (5)

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Por Leandro Sequeiros San Román

Antony Flew (1923-2010)
Antony Flew (1923-2010) fue un pensador del XX que, durante medio siglo, defendió el ateísmo, desde la perspectiva de la Escuela de Filosofía Analítica. Sin embargo, en sus últimos años de su vida vivió una intensa krisis personal que le llevó a aceptar la necesidad de un “alguien” trascendente y poderoso. Flew reconoce la necesidad de una divinidad y adoptó posturas que se identifican con el deísmo. El orden y complejidad del mundo no se explican sin un poder superior. Esta serie de artículos se basan en los excelentes trabajos de Javier Monserrat.

En el presente artículo proseguimos el análisis del pensamiento de Antony Flew iniciado en un trabajo previo, recientemente también publicado en Tendencias21 de las Religiones.

En otros artículos de esta revista me he referido a lo que se ha venido en llamar en la última década el Nuevo Ateísmo , representado por Richard DawkinsDaniel DennettSam Harris y Christopher HitchensStephen Hawking no pertenece a este grupo, pero sus ideas han sido comentadas con frecuencia en relación a la cuestión de Dios.

Por ello, hemos abordado también una discusión de su idea del universo y su referencia a Dios. El Nuevo Ateísmo da por supuesto que la ciencia moderna excluye taxativamente la existencia de Dios. Sin embargo, estos no son los únicos ateos.

Tanto desde el campo de la ciencia (vg. Steven Weinberg, Carl Sagan, el mismo Roger Penrose), como igualmente desde el campo de la filosofía en los últimos siglos y en la actualidad, numerosos pensadores han llenado las filas del ateísmo.

Antony Flew es un autor clásico y maestro del ateísmo en el siglo XX, un autor que defendió durante cincuenta años el ateísmo desde la perspectiva de la Escuela de Filosofía Analítica (que seguidamente explicamos). Sin embargo, en sus últimos años se produjo una sorprendente conversión al teísmo que dejó sin palabras a muchos de los ateos más sobresalientes, entre ellos a Richard Dawkins.

El descubrimiento de lo divino en Antony Flew

Hemos dicho que el cambio de posición de Flew hacia el teísmo no ha resultado de experiencias religiosas, sino de ponderaciones racionales situadas en el marco analítico de su enfoque filosófico de siempre.

“Debo recalcar que mi descubrimiento de lo divino ha operado en un nivel puramente natural, sin ninguna referencia a fenómenos sobrenaturales. Ha sido un ejercicio de lo que tradicionalmente es conocido como Teología Natural.

El concepto de Teología Natural aparece en William Paley en 1802. Teología natural o Evidencias de la existencia y atributos de la Deidad (en inglésNatural Theology or Evidences of the Existence and Attributes of the Deity) es una obra apologética cristiana y filosofía de la religión escrita por el clérigo inglés William Paley en 1802. El libro expone su teología natural, haciendo uso del argumento teleológico de la existencia de Dios, comenzando notablemente con la analogía del relojero. El libro fue escrito en el contexto de la tradición de la teología natural. En siglos anteriores, teólogos como John Ray y William Derham, así como filósofos de la época clásica como Cicerón, defendían la existencia y la bondad de Dios desde el bienestar general de los seres vivos y el mundo físico. La Teología natural de Paley es un argumento extenso, construido alrededor de una serie de ejemplos que incluyen encontrar un reloj; comparar el ojo con un órgano complejamente irreducible; y la existencia de estructuras mecánicas finamente adaptadas en los animales, como articulaciones que funcionan como bisagras o articulaciones esféricas artificiales. Paley sostiene que todos estos conducen a un Creador inteligente y que un sistema es más que la suma de sus partes. Los últimos capítulos son de carácter más teológico, argumentando que los atributos de Dios deben ser suficientes para el alcance de sus operaciones, y que Dios debe ser bueno porque los diseños que se ven en la naturaleza son beneficiosos. El libro se volvió a publicar muchas veces y sigue siendo consultado por creacionistasCharles Darwin tomó sus argumentos en serio y respondió a ellos; los biólogos evolucionistas como Stephen Jay Gould y Richard Dawkins también respondieron a tales ideas haciendo referencia al libro de Paley.

Flew reconoce que

“no he tenido relación con ninguna de las religiones reveladas. Tampoco pretendo haber tenido una experiencia personal de Dios, ni ninguna otra experiencia que pueda considerarse sobrenatural o milagrosa. En resumen, mi descubrimiento de lo divino ha sido una peregrinación de la razón, y no de la fe” 1 Ref.Dios existe, p. 90

Además, este itinerario ha tocado sólo los puntos fundamentales del teísmo, a saber, la existencia de Dios establecida como resultado de un análisis racional del cosmos. Es, además, evidente que Flew sólo expone su conclusión personal subjetiva y no es dogmático.

Ahora bien, lo que interesa, en definitiva, es conocer las razones precisas que Flew aporta para cambiar de ateísmo a teísmo.

“Hacer una argumentación racional, nos dice, implica necesariamente aportar razones que sustenten una tesis… pues si la afirmación es verdaderamente racional, si es realmente un argumento, debe ciertamente proporcionar razones científicas o filosóficas que la sustenten” 2 Ref.Dios existe, p. 86

¿Cuáles son, por tanto, estas razones? ¿Cómo debemos valorarlas y discutirlas desde nuestra perspectiva personal propia?

Es hora ya”, prosigue Flew,

“de que ponga mis cartas sobre la mesa, esto es, de que exponga mis propias opiniones y las razones en que se apoyan. Creo ahora que el universo fue traído a la existencia por una Inteligencia infinita. Creo que las intrincadas leyes de este universo manifiestan lo que los científicos han llamado la Mente de Dios. Creo que la vida y la reproducción tienen su origen en una fuente divina. ¿Por qué creo ahora esto, después de haber expuesto y defendido el ateísmo durante más de medio siglo? La breve respuesta es la siguiente: tal es la imagen del mundo que, en mi opinión, ha emergido de la ciencia moderna. La ciencia atisba tres dimensiones de la naturaleza que apuntan hacia Dios. La primera es el hecho de que la naturaleza obedece leyes. La segunda es la dimensión de la vida, la existencia de seres organizados inteligentemente y guiados por propósitos, que surgieron de la materia. Tercera es la propia existencia de la naturaleza. Pero no es sólo la ciencia la que me ha guiado. También me ha ayudado la reconsideración de los argumentos filosóficos clásicos” 3 Ref.Dios existe, p. 87

Tres dimensiones de la naturaleza que apuntan a Dios

En relación a estas tres dimensiones concibe Flew la explicación esencial de su libro.

“Tres áreas de la indagación científica han resultado especialmente importantes para mí, y voy a examinarlas a continuación, a la luz de los datos actualmente disponibles. La primera es la cuestión que ha intrigado siempre y continúa intrigando a los científicos reflexivos: ¿cómo llegaron a existir las leyes de la naturaleza? La segunda es una cuestión evidente para todos: ¿cómo pudo emerger el fenómeno de la vida a partir de lo no vivo? Y la tercera es el problema que los filósofos legaron a los cosmólogos: ¿cómo llegó a existir el universo (entendiendo por universo todo lo que es físico)?” 4 Ref.Dios existe, p. 88-89.

Cabe que comparar el enfoque de Flew con mi posición personal. Entendemos que en la ciencia se delimitan tres campos o dimensiones en que sus resultados se proyectan especialmente sobre la metafísica y que, por ello, plantean cuestiones decisivas a la filosofía (ya que la ciencia como tal no puede abordar directamente lo metafísico, aunque sus resultados sean decisivos para la reflexión filosófica).

Según nuestro enfoque:

  • La primera dimensión es el problema de la consistencia y estabilidad del universo. Esto coincide grosso modo con la tercera cuestión planteada por Flew  (¿cómo llegó a existir el universo?).
  • La segunda dimensión es el problema de las causas que han producido la aparición de orden dentro del proceso evolutivo de un universo que ya consideramos existente. Esto coincide, también grosso modo,  con la primera y la segunda cuestión planteadas por Flew (las leyes de la naturaleza y el complejo orden biológico).
  • Sin embargo, Flew ignora, al parecer (pero veremos que no es así del todo, ya que plantea alguna cuestión similar), la tercera dimensión que para mí es fundamental, a saber, el problema del origen y naturaleza de la sensibilidad-conciencia.

No es necesario explicitar que, en nuestra opinión, nuestra propuesta de dimensiones científicas que proyectan sobre lo metafísico está mejor hecha que la planteada por Flew en Dios existe. Sin embargo, existe un paralelismo evidente que muestra que, en efecto, por ahí van las cosas. Las grandes dimensiones metafísicas de la ciencia son la existencia misma del universo, el orden emergido en su proceso evolutivo, y la existencia de la sorprendente capacidad psíquica, la sensibilidad-conciencia, de los seres vivos. Exponemos y discutimos seguidamente los argumentos de Flew.

La argumentación teísta de Flew

Quedan claras, por tanto, las tres cuestiones que Flew aborda desde la ciencia y que fundan sus conclusiones metafísicas teístas (conclusiones que no son ciencia sino filosofía construida desde la ciencia). Las sometemos a revisión en lo que sigue. Pero debemos indicar que, de la misma manera que Flew expone honestamente una valoración subjetiva que inclina su decisión personal a favor del teísmo, así igualmente nosotros tenemos una valoración subjetiva que nos obliga a matizar bastantes de las posiciones defendidas por Flew. Ahora no hacemos sino evaluar las aportaciones de Flew desde nuestra valoración personal.

El argumento de las leyes de la naturaleza

Flew define las leyes de la naturaleza como las regularidades y simetrías que en ella existen. Lo importante no es que haya regularidades, sino que sean matemáticamente precisas, universales y que estén “atadas unas a otras”. La existencia de leyes ha hecho que los científicos de todos los tiempos hayan visto en ellas lo que Einstein llamó una “razón encarnada”. ¿Por qué la naturaleza tiene esta racionalidad profunda? La respuesta de los científicos ha sido siempre: porque en ella se refleja el diseño de la Mente de Dios. Flew recuerda la célebre sentencia de Hawking en La historia del tiempo al decir que si conociéramos por qué existimos nosotros y por qué existe el universo, habríamos conocido entonces la Mente de Dios.

La racionalidad de las leyes naturales

Flew dedica algunas páginas a exponer la forma en que la mayoría de los científicos teístas constataron la racionalidad de las leyes de la naturaleza y cómo la fundaron en la hipótesis teísta de la existencia de Dios. Comienza por Einstein, siguiendo a Max Hammer, su intérprete más autorizado (Einstein and Religion, 1999), para presentarlo como teísta y rechazar el falso uso de Einstein hecho por Dawkins para presentarlo como ateo. Además, el teísmo de Einstein fue precisamente una admiración religiosa ante la Mente Superior necesariamente diseñadora del orden de las leyes naturales. Los grandes padres de la mecánica cuántica, sigue refiriendo Flew, reconocieron también la conexión entre las leyes de la naturaleza y la Mente de Dios.

Max Plank, Werner Heisenberg, Erwin Schoedinger, Paul Dirac y Wolfgang Pauli, reconocieron y respetaron la presencia de la Mente de Dios en la naturaleza. Se refiere incluso a Darwin, considerado en ocasiones como cabeza de lanza del ateísmo, que dice en su autobiografía:

“La razón me indica la extrema dificultad, o, más bien, la imposibilidad de concebir este inmenso y maravilloso universo… como resultado del azar ciego o de la necesidad. Cuando reflexiono sobre esto, me siento obligado a volverme hacia una Primera Causa dotada de una mente inteligente y análoga en cierta medida a la del hombre; y merezco, por tanto, ser llamado teísta” 5 Ref.The Autobiography of Charles Darwin 1809-1882, ed. Nora Barlow, Collins, Londres 1958, p. 92-93

Se refiere también a otros científicos como Paul Davis, John Barrow, John Polkinghorne, Freeman Dyson, Francis Collins, Owen Gingerich y Roger Penrose (al que, anoto al margen, yo consideraba ateo) y a filósofos de la ciencia como Richard Swinburne, John Foster o John Leslie. Todos ellos concluyen que la evidencia de la naturaleza impone constatar una racionalidad, presente en las leyes naturales universales, y que este hecho exigir indagar sus causas. Es esta indagación la que, en opinión de Flew, avalado por la selección de científicos que lo acompañan, apunta a que la mejor hipótesis es admitir la existencia de una Mente diseñadora que debe identificarse con un ser divino.

La racionalidad antrópica de la naturaleza

Ya en el comentario anterior (por ejemplo, al hablar de Paul Davis o John Barrow) había mencionado Flew el principio antrópico, pero le dedica además una sección especial, encabezado con la pregunta: ¿sabía el universo que nosotros veníamos? El principio antrópico es hoy reconocido por la casi totalidad de los científicos porque se funda en evidencias científicas que no se pueden ignorar (así, el mismo Dawkins lo reconoce).

Por tanto, no se trata sólo –como hemos visto en este ensayo– de que exista en absoluto una racionalidad en la naturaleza, sino de que esta racionalidad responde a un ajuste fino de sus propiedades y variables, de tal manera que este orden pudiera tener unos u otros ajustes de sus variables, pero resulta que tiene precisamente una cadena impresionante de ajustes finos que son los que hacen posible que ese orden produzca la vida y el hombre. Constatar simplemente este ajuste antrópico fino es lo que se llama el principio antrópico débil que, como veíamos, forma parte de la descripción del universo en el modelo cosmológico estándar.

Si sólo existe un universo y este es de hecho antrópico, descrito por el modelo cosmológico estándar, es muy difícil no inclinarse a reconocer que debe postularse que este universo tiene un diseño y que este diseño debe provenir de una Mente inteligente, que se postula como la Mente de Dios. Esta es la argumentación a la que se inclina Flew. Tiene derecho a hacerlo, porque es una inferencia para la que tiene fundamento objetivo y es la misma que han hecho otros muchos científicos y filósofos.

Sin embargo, la alternativa moderna al teísmo derivado del principio antrópico está constituida por la teoría de multiversos. Existen diversos modelos de multiversos: los universos burbuja que se producen desde una metarrealidad (como el propuesto por Hawking, antes explicado), los multiversos que nacerían dentro de nuestro universo en los agujeros negros y producirían espacio-tiempos aislados absolutamente (Guth, Harrison o Smolin), los “muchos mundos” (al estilo de Everett o de los universos superpuestos de Linda Randall), o los multiversos dados en un sistema eterno de expansión-concentración al estilo de Penrose en 2010, en su obra Cycles of Time.

Flew expone, por tanto, las teorías de multiversos y les pone las objeciones que considera racionalmente fundadas. Admite que es posible lógicamente construir una teoría de multiversos, pero añade a renglón seguido, como todos saben, que es una teoría puramente especulativa que no tiene ninguna evidencia empírica a su favor.

Lo más interesante dicho por Flew es que en caso de que existiera un metauniverso que produjera los cuasi-infinitos universos burbuja habría también que postular, como el mismo Martin Rees admite, que este metauniverso estaría sometido a unas leyes generales profundas, de las que serían una derivación las leyes de los universos burbuja. La racionalidad de estas leyes seguiría exigiendo una explicación que indagara sus causas y seguiría conduciendo al diseño de una Mente Divina.

Dios existe. Antony Flew


LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN nació en Sevilla en 1942. Es jesuita, sacerdote, doctor en Ciencias Geológicas y Licenciado en Teología. Catedrático de Paleontología (en excedencia desde 1989). Ha sido profesor de Filosofía de la Naturaleza , de Filosofía de la Ciencia y de Antropología filosófica en la Facultad de Teología de Granada. Miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Zaragoza. Asesor de la Cátedra Francisco Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia de Comillas. Presidente de la Asociación Interdisciplinar José Acosta (ASINJA).Es autor además, de numerosos libros y trabajos que se ofrecen gratuitamente en versión digital en BUBOK.
      En la actualidad reside en Granada continuando sus investigaciones y trabajos en torno a la interdisciplinaredad, el diálogo Ciencia y Fe y la transdisciplinariedad en la Universidad Loyola e intentando relanzar y promover la Asociación ASINJA que preside. Un nuevo destino después de trabajado solidariamente ofreciendo sus servicios de acompañamiento, cuidado y asesoramiento en la Residencia de personas mayores San Rafael de Dos Hermanas (Sevilla)
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