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LA ALEGRÍA (4)
En el cristianismo: Antiguo y Nuevo Testamento
Por Juan Miguel Batalloso Navas
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas…» 1 Ref.Mario Benedetti
En el cristianismo la alegría es el resultado de vivir conforme a los principios espirituales y éticos que lo configuran y sobre todo es la consecuencia de la confianza íntima que inspira la relación con Dios. Se trata por tanto de una alegría que va muchísimo más allá de las experiencias momentáneas o accidentales de alegría, aunque no las excluye.
En la Biblia, existen numerosas referencias a la alegría como estado y también como actitud vital. En el Antiguo Testamento, por ejemplo, son conocidas las referencias a la alegría de
Si bien, en el Antiguo Testamento, no existe ningún libro específicamente dedicado a reflexionar o a interpretar la alegría de la experiencia de Dios, hay uno en el que la alegría se cita numerosas veces. Y este es el Libro de los Salmos, en el que respecto a la alegría se nos dice:
Las citas anteriores ponen de manifiesto que la alegría para los cristianos está asociada a la confianza, la relación, la adoración, la alabanza y la gratitud con Dios. Así, la alegría es como una gracia o un regalo o don divino que resulta de la comunión con Dios y el cumplimiento de sus Mandamientos. Por tanto, la alegría se sitúa mucho más allá o más al fondo de las alegrías circunstanciales o externas, entendiéndose como el resultado de una actitud y una vida guiada por la fe y la confianza en Dios.
En cuanto al Nuevo Testamento y los Evangelios, las referencias a la alegría son todas circunstanciales o referidas a estados de ánimo momentáneos. Sin embargo, tanto en el Evangelio de Juan y en los Hechos de los Apósteles la alegría no solo está relacionada con otras emociones, sino que además es el resultado de un comportamiento o de una determinada actitud. Así por ejemplo en el evangelio de Juan se dice:
A su vez en las epístolas de San Pablo y San Pedro se nos dice:
A partir de estas citas podemos decir entonces que al igual que en el Antiguo Testamento, en el Nuevo, la alegría va también más allá de las circunstancias externas que la provocan y está fundamentada en la fe, la esperanza y sobre todo en el amor del que nos habla Juan en la cita referenciada. En suma, y en nuestra opinión, la alegría de fondo, la alegría como actitud interior en el cristianismo está ligada indisolublemente al amor y al compromiso expresado en las Bienaventuranzas tal y como me enseñó mi entrañable amigo Fernando Camacho Acosta..
Continuará…
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ
Referencia
Un artículo muy positivo al resaltar la alegría como una virtud vital y una actitud cristiana según la Biblia. En el Evangelio la alegría se manifiesta con todo su esplendor en la resurrección de Cristo. Por eso, en los tres primeros siglos del cristianismo , los cristianos desecharon la cruz como representación del cristianismo y prefirieron la figura del pez que nada alegremente por el mar . Así lo manifestó Jesús . ” Quiero misericordia ( alegría ) y no sacrificio”. Fue Constantino quien implantó la cruz en el siglo IV y adulteró el cristianismo originario. ( Escribiré sobre ello ) Desde entonces, la Iglesia consideró la cruz como la figura representativa del cristianismo, enalteciendo en consecuencia el sufrimiento y el sacrificio . No tiene, por tanto, nada extraño, que las procesiones de Semana Santa enaltezcan la pasión y muerte de Jesús, y que su Resurrección pase desapercibida. La doctrina de la Iglesia, en consecuencia, es extremadamente dura y hasta cruel con los creyentes por varios y múltiples motivos: por el celibato obligatorio de los clérigos, por la prohibición absurda de los medios anticonceptivos, por el no a la eutanasia, por el no al divorcio aunque la relación sea insoportable especialmente para la mujer maltratada por un marido machista , por el no a las relaciones homosexuales consideradas “irregulares”, por el no a las relaciones prematrimoniales, por el no a……… Y para más inri, amenaza con el castigo más cruel que pueda imaginar una mente sádica : el infierno eterno para aquellos que no sigan el camino impuesto por la Iglesia sin arrepentirse. Cuenta la Historia que el primer rey borbón, Felipe V, era un ferviente cristiano católico. Todas las noches, antes de acostarse, se confesaba con su confesor personal para dormir tranquilo , sin preocuparse de ir al temido infierno si moría mientras dormía.
Muchísimas gracias, querido por tu sapiencial y magistral comentario. Es un placer tenerte aquí y saborear tus ricas reflexiones.