Por Jerónimo Sánchez Blanco ☛

La Adoración de los Pastores
En el evangelio se narran, con frecuencia, señales y signos con una fuerza simbólica y poética que se corresponden a una teofanía o manifestación de Dios, creando una imagen extraordinaria, para poner de manifiesto que el Altísimo se comunica a los pastores que se encontraban en las inmediaciones del lugar en el que estaba la familia de José ( Lucas 2.6-13):
“Había en la misma comarca, algunos pastores que dormían a raso y vigilaban por turno, durante la noche, su rebaño. Se le presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo; os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto os servirá de señal: encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Y de pronto, se unió al Ángel, una multitud del ejército celestial que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes se complace.”
El anuncio del Ángel no iba dirigido a los sacerdotes y levitas que atendían el Templo de Jerusalén, ni a las autoridades políticas representada por Herodes, ni a las gentes que transitaban por el centro muy concurrido de la ciudad santa para los judíos. Se dirigía a unos pastores que cuidaban su rebaño en las afueras de Belén y dormían bajo el techo de las estrellas de la noche, resaltando el origen humilde de este grupo, cuya extracción social le situaba entre los pobres de una sociedad formada por jornaleros y pastores:
“Os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto os servirá de señal: encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”.
La reacción de los pastores no se hizo esperar, una vez se retiraron los mensajeros de la buena noticia, y deliberando entre sí, asombrados y perplejos, por lo que habían oído, dijeron:
“Vayamos a Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado. Y fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño y todos los que le oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios, por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había anunciado.”
Es, sin duda, la presencia de los pastores en el lugar donde se encontraba el recién nacido, con María y José, una de las imágenes de mayor belleza que inspiraron algunos de los más notables cuadros de Murillo, El Greco, Caravaggio y Correggio, llenos de ternura y admiración, poniendo de manifiesto la grandeza del momento en el que tuvo lugar el nacimiento de Jesús. Asimismo, la presencia y adoración de los pastores, es recurrente en el cancionero popular, por la emoción que suscita el acontecimiento, especialmente en los villancicos en los que se celebran los días de Navidad:
“Cantando van los pastores, cantando van las zagalas, cantando van monte abajo por la veredita blanca; y un lucerito brillante les guía con su fulgor y a la alegre luz radiante entonan esta canción: Corred pastorcillos, alegres cantad, que en Belén el Niño pronto nacerá. Tocad las zambombas, zampoñas tocad, que en Belén el Niño ha nacido ya.
o también aquel otro:
“Vamos pastores vamos, vamos para Belén, a ver en ese niño la gloria del Edén, a ver en ese niño la gloria del Edén (….) Su establo es una cuna, su casa un portal y sobre duras pajas por nuestro amor está. Allí duerme el niñito junto a un mulo y un buey, con un blanco pañal”
El mensaje tanto de (Lucas 2.8-20), como en las distintas representaciones expresadas en la literatura, en la pintura y en la música , es nítido: el nacimiento de Jesús va dirigido singularmente, de forma privilegiada a los humildes y a los pobres, y es acogido por ellos con alborozo y alegría, lejos de los oropeles y magnificencia de la riqueza y del poder. Es triste constatar que no siempre ha sido entendido el mensaje de Navidad, de este modo, y con frecuencia ha estado instrumentalizado por los poderosos y quienes han codiciado la riqueza. Finalmente, se observa en el texto (Lucas 2.19) que se deja constancia del silencio de María ante los hechos que se venían desarrollando en la frase “María, por su parte, guardaba estas cosas y las meditaba en su corazón.”. Lejos en el recuerdo y en el corazón de María habrían quedado las palabras pronunciadas por el Ángel:
“Concebirás y darás a luz un hijo, al que llamarás Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.”
Invadida María por un sentimiento de asombro e incredulidad por el modo y las condiciones en las que había alumbrado a su hijo, no entendería nada. El Hijo del Altísimo había nacido en un pobre establo, posiblemente en un anexo de la misma posada donde pretendió alojarla José; y al no existir un lugar más digno, se vio obligado a socorrer a su esposa en el momento del parto, en el establo destinado a estancia de los animales. A esta pequeña criatura indefensa se le había prometido el trono de David y reinaría sobre la casa de Jacob. ¿ Cómo era posible esta ensoñación?. La desolación y tristeza de María y José debió ser considerable, pero confiaron en la palabra de Dios.
Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.