Por Jerónimo Sánchez Blanco ☛

La Adoración de los Magos
Una vez más, se encuentra esta imagen familiar en el escenario de la Navidad, muy vinculada a nuestra infancia y al mundo de ilusiones y sueños que aún perdura en muchos hogares: la Adoración de los Magos. De las manos de los grandes pintores también han salido cuadros bellísimos, ya se sea Velázquez, Giotto, Rubbens y otros; y en numerosos villancicos que cantan su presencia en Belén:
“Los tres reyes de lejos vinieron; se presentaron al Niño Dios, con oro, mirra e incienso y lo coronaron de rayos de sol. Y a los tres guió una estrella radiante y hermosa y a Belén llegaron con su resplandor”.
Será el evangelio (Mateo 2.1-5) el que nos da la crónica de los magos::
“Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente, se presentaron en Jerusalén, diciendo: ¿Donde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido para adorarle. Al oírlo el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén.”
Convocados por Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas para que le informaran dondedebía nacer el Mesías, le dijeron:
“En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá un caudillo, que apacentará a mi pueblo Israel.”
Informado Herodes de estas señales y presagios, les dijo a los magos:
“Id e informaos bien sobre este niño, y cuando le encontréis avisadme, para ir yo también a adorarle. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y la estrella que ellos vieron en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre; y postrados le adoraron; le abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.”
Ningún otro evangelista hace referencia a este suceso, pero esta circunstancia no ha impedido que forme parte de los sentimientos y emociones de la tradición de los cristianos, durante generaciones y lo haya arropado con nuevos detalles: Serán conocidos como tres Reyes Magos cuyos nombres eran Melchor, Gaspar y Baltasar. El relato de Mateo es más simple, al omitir el número de magos, sus nombres y el título de Reyes, y permite un análisis de los hechos y del lenguaje utilizado.
En primer lugar, corrobora la intencionalidad de situar el hecho, históricamente durante el reinado de Herodes, que se supone es Herodes el Grande, que vivía cuando nació Jesús, reiterando que este niño fue real y formó parte de la humanidad. En segundo lugar, nació en Belén de Judea, porque así lo acordó el consejo de sumos sacerdotes y escribas convocados por el rey Herodes, ciudad del rey David. Este argumento podría tener un carácter pedagógico, similar al empleado en el evangelio de Lucas, para persuadir a los judíos en vías de conversión al cristianismo, de que Jesús, nacido en Belén, era el Mesías anunciado por los profetas de Israel. En tercer lugar, la denominación de magos que proceden del Medio Oriente que siguen una estrella, es una construcción literaria creativa y simbólica, para indicar que estaban ante un acontecimiento extraordinario a través de señales y signos, que formaba parte de un contexto cultural en el que la astrología o arte de interpretar la influencia de los movimientos de los astros en la naturaleza y en los seres humanos, era comúnmente aceptada. Sus orígenes se sitúan en Babilonia y en Egipto pero la presencia de los astrólogos y de los primeros estudiosos de la astronomía, llegó a la corte de los emperadores Cesar Augusto y Tiberio, coetáneos de los hechos descritos en el evangelio de Mateo. Finalmente las ofrendas de oro, incienso y mirra, tienen un valor simbólico que resalta la grandeza del recién nacido.
Un significado muy relevante fue adquiriendo la presencia de los Magos ante el recién nacido, en el transcurso de la Cristiandad, por la universalidad del mensaje de Navidad, sin acepción de culturas y etnias: el Hijo de Dios ha nacido en la pobreza para acoger a todos los seres humanos. Esta llamada a toda la humanidad, contrasta con la antigua tradición del Judaísmo, en el que Israel daba culto a Yahveh, que era su Dios de forma exclusiva y que (Juan 1.11-14) abrió a los que creen en el Hijo de Dios:
“Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que la recibieron, les dio poder para hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre.(…..). Y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo Único, lleno de gracia y verdad”.
Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.