Libros que marcan (5): LA COMPASIÓN EN UN MUNDO INJUSTO (y IV)

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Libros que marcan ()
LA COMPASIÓN EN UN MUNDO INJUSTO (y IV)

Por Juan Miguel Baltalloso Navas

El capítulo 9 de este magistral libro, está dedicado al “Diálogo entre ciencia y religión como ejemplo de compasión“. Aquí Tamayo plantea la necesidad establecer un modelo de relación entre ciencia y religión basado en el diálogo y la cooperación siempre que tenga como prioridad a los sectores más vulnerables de la sociedad que suelen ser los más olvidados por la ciencia y la religión. Para ello se basa en las aportaciones del filósofo norteamericano Alfred Whitehead así como también en las del biólogo Edward Wilson. Tamayo, argumenta que tanto las ciencias como las religiones tienen responsabilidades en la respuesta a los problemas del mundo. Igualmente se basa también en las aportaciones del prestigioso teólogo y filósofo Ramón Panikkar cuando afirma que “la religión sin medicina se torna patológica” lo cual es aplicable a las excentricidades de fundamentalismo religioso que se dieron en la pandemia como fueron los casos de Salvini en Itali y de Bolsonaro en Brasil. En este punto, Tamayo cita incluso a Marx cuando afirma que “la religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu1 Ref.MARX, Karl. Sobre la religión. De la alienación religiosa y el fetichismo del mercado. Trotta: Mdrid, 2018 y si no fuera eso, dice Tamayo, entonces es “el opio del pueblo”. Finalmente, en este capítulo Tamayo termina señalando de nuevo que “la compasión es la virtud por excelencia en el mensaje y la práctica de Jesús de Nazaret: misericordia quiero no sacrificios“.     

En el capítulo 10, Tamayo se ocupa de la fundamentación de una “Ética de la compasión“, para lo cual recurre a las aportaciones de prestigiosos y reconocidos filósofos como Arthur Schopenhahuer, Emmanuel Levinas, Judith Butler y Joan-Carles Mèlich.

Basándose en Schopenhauer, Tamayo nos dice que:

“…El más firme y seguro aval de la conducta moral es justamente la compasión sin límites con todos los seres vivos de forma que quien alcanza la plenitud de la compasión no ofenderá ni hará daño a nadie sino que será indulgente con todos perdonará a todos ayudará a todos y sus acciones llevarán el sello de la caridad y la justicia…”2 Ref.Pág. 255

De Levinas destaca “La ética como filosofía primera en cuanto que la entiende como “responsabilidad de cada uno para con los demás que es irreemplazable e indelegable“. En este sentido, Tamayo entiende, al igual que Levina que “la ética es anterior a la ontología y va más allá de ella. Es anterior al Estado y de la política y va más allá de uno y otra“.

De Butler, Tamayo recoge las características de la condición humana: vulnerabilidad, falibilidad, precariedad, el rostro del Otro, violencia ética (cuando la ética pretende imponerse en razón de su universalidad), interdependencia y heteronomía o asunción de la falsedad de la idea de autosuficiencia y finalmente la “Llorabilidad” un neologismo creado por Butler que significa que “ser llorable es la forma de demostrar que tu vida importa y que tu cuerpo debe disponer de una organización social de la sanidad, la alimentación, la vivienda, el empleo, la educación, la vida afectivo-sexual para poder vivir con dignidad“.

De Mèlich destaca los tres elementos constitutivos de la condición humana que son el fundamento de la ética de la compasión: “ser doliente, ser deseante y ser quarente (el que se pregunta a sí mismo sin llegar a dar con la respuesta definitiva)“. En consecuencia, Tamayo destaca que “una persona es humana porque nunca lo es completamente” 3 Ref.Pág. 274.

A partir de estas aportaciones, Tamayo concluye que la práctica de la ética de la compasión implica una nueva forma de ver y aprender el mundo:

“…Aprender de nuevo a ver el mundo exige apertura a la complejidad, precariedad, fragilidad y ambivalencia del mundo, con sus tonos oscuros y dolorosos, pero también esperanzadores. Una apertura no desde la prepotencia conquistadora, sino, desde la razón cordial y compasiva, dejando la puerta abierta a la utopía, sin por ello creer ingenuamente en paraísos terrestres. Esta nueva forma de aprender el mundo implica vivir en actitud de provisionalidad, desarraigo e incertidumbre…” 4 Ref.Pág. 280

Finalmente, en el capítulo 11 titulado “Hacia una mística de ojos abiertos, corazón solidario y amor políticamente eficaz” Tamayo comienza recordando a sus grandes maestros como Raimon Panikkar, Gustavo Gutiérrez, Hans Kung, Johann Baptist Merz, Pedro Casaldáliga, Dorotee Sölle, Leonardo Boff, Jon Sobrino, Juan Martín Velasco, Cristina Kauffmann y Karl Ranner a quien cita en su famosa frase “El piadoso de mañana, o bien será un místico, una persona que ha experimentado algo, o no será nada“. 5 Ref.Pág. 287. A partir de estos recuerdos, Tamayo se plantea una serie de preguntas que son sin duda alguna trascendentales:

“…¿Tiene sentido hablar de mística en tiempos de secularización, de crisis de Dios y de fundamentalismos religiosos? se trata de la búsqueda de una nueva espiritualidad, o, más bien, de una especie de tapa-agujeros en una época posreligiosa y de una manera de evadirse de la realidad? ¿No puede parecer una distracción ociosa hablar de mística en medio de la pandemia provocada por el coronavirus y con una pospandemia de incalculables consecuencias negativas para el futuro de la humanidad? (…) ¿Es posible hablar de mística y ser personas místicas en un mundo construido sobre el sistema de dominación patriarcal que inferioriza a las mujeres, naturaliza dicha inferioridad, ejerce la violencia machista de manera sistemática e incluso la justifica a partir de la masculinidad hegemónica, y en el caso de las religiones, de las masculinidades sagradas que dicen representar a Dios? (…)¿Cómo pueden pensar y vivir la mística las mujeres en las instituciones religiosas donde con frecuencia imperan las estructuras patriarcales, se elaboran discursos androcéntricos, se impone a las mujeres una moral de esclavas, se niega su corporalidad y no se las reconoce como sujetos morales, religiosos y teológicos autónomos, cuando la mística constituye una afirmación de la subjetividad y de la autonomía? 6 Ref.Págs- 288-289

Ante estas preguntas a mi juicio trascendentales y transformadoras, Tamayo plantea y reivindica como respuesta estratégica, táctica y concreta la aportación de “Jesús de Nazaret, el Cristo liberador, indignado con las injusticias y compasivo con quienes padecen en su propia carne” dado que:

“…El cristianismo es una religión mística no solo como experiencia espiritual, sino como experiencia política, experiencia de solidaridad espiritual; no una mística sin rostro, sino buscadora de rostros, de los rostros de las personas y colectivos doloridos y sufrientes. Una mística que tiene un fundamento en la autoridad de las víctimas y su fuerza en la compasión, caracterizada por el hambre y la sed de justicia. Una mística inconformista y no evasiva de la realidad, que tiene una dimensión crítico-pública e incide directamente en la vida política al servicio del bien común. Una mística de amor políticamente eficaz que es inseparable de la revolución, omo dijera y practicara Camilo Torres…” 7 Ref.Pág. 293

Termina su libro Tamayo reflexionando sobre las objeciones a la mística de la compasión relativas a que únicamente pueden practicarla muy pocas personas, o que solamente pueden manifestarla en su conducta héroes, santos y grandes personajes. Sin embargo, y por propia experiencia personal, he comprobado que este tipo de mística la he observado en personas sencillas, humildes y anónimas que han hecho de su vida un proyecto de amor y servicio a los demás, como es el caso de mi entrañable amigo, camarada y maestro Antonio Suárez Nieto. Por tanto, coincido plenamente con Tamayo cuando termina diciendo que la mística compasiva:

“…Nos exige ponerla en práctica en dos niveles. Uno en nuestra vida personal y social más cercana, mirándonos y valorándonos a nosotros mismos con los ojos de quienes sufren y tienen su vida amenazada a diario y colocándonos en el lugar de las personas a quienes hemos herido. Dos, en el plano político internacional, identificándonos con las víctimas que producen los grandes conflictos internacionales.”8 Ref.Pág. 296
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Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Ha sido miembro del Grupo de Investigación ECOTRANSD de la Universidad Católica de Brasilia y pertenece al Consejo Académico Internacional de UNIVERSITAS NUEVA CIVILIZACIÓN, donde ofreció el Curso e-learning: ‘Orientación Educativa y Vocacional’.
En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS cuya temática general está centrada también en temas educativos y transdisciplinares. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ

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