
No debería…
No debería… y sin embargo lo he hecho:
he salido a la calle esta mañana
y me he encontrado una calle diferente,
calle anónima que ha extrañado mi sombra
esta mañana. Ha pasado un perro solitario,
un perro mudo, y el árbol de otros días
no me ha reconocido.
Tiene esta calle un rumor con ecos
de silencios, de calles sin pasado
y un viento gélido que enmudece a mis pasos.
He salido, esta mañana de ya no sé qué fecha
y no he sabido a dónde dirigirme.
Ahora me encuentro sin puntos cardinales,
inmóvil y perdido. Mas tengo, sin embargo,
la segura esperanza- porque estoy vivo, sin duda,-
de encontrar mi calle y mi árbol
y el viento generoso y la calma de todas mis mañanas;
y volver sobre mi mismo que es a quien busco siempre
y me encuentro, renovado y preciso, la mirada más limpia
y el sentimiento abierto a todo lo que venga.