Don Carnal y Doña Cuaresma (1)

Por Jerónimo Sánchez Blanco

El triunfo de Baco de D. Velázquez
Los borrachos, o El triunfo de Baco de Diego Velázquez. Museo del Prado.
Línea separadora decorativa de KRISIS

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I
El carnaval. Sus orígenes

En  el invierno  del presente año,  las fiestas de Carnaval  se han  celebrado de forma muy distinta a lo que  venía siendo habitual, a causa de la actual  crisis sanitaria originada por el  SARS-CoV- 2. Rompiendo, en gran medida, la nota de  colorido, música  y ritmo que en  muchas décadas  habían  inundado  calles y plazas de muchas ciudades  y pueblos  en Europa y en América  Latina. Han sido unos días de fiesta,   con  fuertes medidas de seguridad  o simplemente suspendidos, como ya lo fueron  el pasado año, las Fallas  de Valencia,  las procesiones de  Semana  Santa,  de  San Fermin   en Pamplona  y tantas otras manifestaciones culturales. Aunque   en aquel año  se celebraron  las fiestas de Carnaval, porque  aún se desconocía  el alcance   de la  pandemia, este año  ha sido   distinto. Sin embargo, este tiempo de silencio puede ser  un momento  idóneo  para  reflexionar y analizar   su origen,  su alcance y su significado  en las sociedad  actual.

Su origen se  sitúa, para unos,  en  las fiestas en honor  de  Dionisos, hijo de Zeus,  en la mitología griega,  que fueron acogidas   durante la  república  de Roma,  en  honor de  Baco, hacia el año 200 a.C.  y por ello  fueron denominadas bacanales. Estas fiestas, que se organizaban , en los alrededores de la ciudad  de Roma entre los días  16 y 17 de  Marzo, fueron prohibidas  por el Senado  en el año 186 a.C., por considerar  que   en ellas,  se  conspiraba  contra los dirigentes  políticos y las instituciones  de la república. No obstante,  siguieron celebrándose  aunque  menos. Baco, en la mitología  romana,  era el  protector  de los viñedos  y de los efectos  estimulantes del vino que provocaban   una bacanal  y un ambiente de  embriaguez  y libertinaje.

Otros  historiadores,  consideran  que los antecedentes del Carnaval  están  en las fiestas luparcales  que se celebraban en Roma  en honor  a Luparca, la loba   que amamantó  a  Rómulo y Remo, donde  se exhaltaba la sexualidad  masculina,  el 15 de  Febrero. Otros ven sus antecedentes, en las fiestas   saturnales  en honor de  Saturno, protector de la agricultura, que solían celebrarse en Roma  del 17 al 24 de  Diciembre. Eran días próximos a la fiesta del  Sol Invictus, en el que  se iniciaba  la nueva luz  con la entrada del invierno y  se celebraban  en el Foro Romano. Parece  más probable,  que  los antecedentes del Carnaval  se sitúen, dada la proximidad del calendario, en Febrero y Marzo,  en las  fiesta en honor  de Baco o de las organizadas  en honor de  Luparca,  aunque  los excesos  que se cometían en la comida y la bebida y otros placeres,  eran muy parecidos.

Sin embargo,  tras  la subida  al poder  del emperador Constantino el  Grande, a principios del siglo IV d.C. y una vez decretada  la libertad religiosa  para los cristianos, las nuevas autoridades religiosas del Cristianismo, acordaron  la celebración de la  Pascua, en la que se recordaba la  Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Esta fiesta  cristiana, era precedida de un período   de cuarenta días, durante el que se  prescribía  la penitencia, el ayuno y la oración, que se denominó   Cuaresma y que ponía  fin a  las fiestas bacanales y las luparcales. Desde ese momento,  la Cuaresma  ofrecía un modelo  cultural alternativo y distinto de las antiguas  fiestas  romanas. Dos visiones y dos visiones  culturales que se contraponían  y que  estaban presentes  en la  sociedad   de la época, en los que se expresaban, de una parte,  el enaltecimiento de la vida y sus placeres,  y la importancia de la austeridad, del esfuerzo  y la disciplina de la vida  interior, de otra. 

II
Auge del Carnaval en la Edad Media

Estas distintas miradas  coexistieron  muchos años, como demuestra  la  preocupación  que  San Isidoro de Sevilla  tenia en el siglo VII con el arraigo de  estas fiestas  de Carnaval, de  origen pagano. Según las crónicas medievales, hasta el siglo X, las fiestas de Carnaval  no tuvieron  una  mayor difusión, salvo   su presencia en alguna ciudades. Los nuevos  movimientos migratorios que se sucedieron al final de la   Edad  Antigua, durante  el siglo V y VI, en los territorios  del imperio de Roma, al ser  invadidos  por  pueblos germánicos: francos, godos, ostrogodos, visigodos, suevos  y alanos no favorecieron la expansión  del Carnaval, aunque no desaparecieron. A partir  del  siglo VII  las  conquistas  musulmanas consolidaron su poder y costumbres  sobre  aquellos, en la península  ibérica,  y  en el norte de Africa. La violencia de las guerras que se sucedieron  en este período, no  creó  un clima   adecuado para  recuperar   antiguas costumbres. No obstante se conservaron  en algunas ciudades   durante  el período visigodo, como se sabe  por  las opiniones  de San Isidoro de Sevilla, ya indicadas. A ello hay que sumar  la importancia de  una sociedad  principalmente rural, dentro de unas estructuras  sociales y económicas propias de la sociedad feudal, en la que  los  castillos  y los monasterios,  eran  las sedes de los  señoríos  y el referente   del  poder   económico y militar   en manos de la nobleza, del alto clero y de su influencia en los usos y costumbres  sociales. 

Será  a partir del siglo XII  y durante el Baja Edad Media, cuando   abundan las crónicas   acerca del Carnaval, poniendo de relieve,  que  estas fiestas  se extendían  gracias al crecimiento  y auge de las ciudades; al desarrollo del comercio, el trabajo de  menestrales,  artesanos y de  sus cofradías; y también potenciada  por  la liberación de los siervos de la gleba,  que  abandonaban  los campos y buscaban  mejores oportunidades  de vida en los burgos y ciudades, que  crecían en torno a los castillos y monasterios. Estos cambios económicos impulsaron  una serie de transformaciones  sociales, que  influyeron en las clases sociales  y en las costumbres; estos cambios favorecieron  un  notable   apogeo del Carnaval, como  expresión de la liberación de amplios   sectores populares y burgueses,  respecto  del  poder de la nobleza y del clero, fomentado una  actitud   crítica. En esta época,  la celebración de las fiestas de Carnaval  suponía un movimiento  cultural en el que participaban  todos los sectores sociales. Se  liberaban  de prejuicios sociales, y  los sectores menos favorecidos proferían  fuertes  críticas  y burlas, dirigidas a  los   mas poderosos, ya fuesen    burgueses,  nobles  y clero, recurriendo  a panfletos, coplas, máscaras  y disfraces  para ocultar la identidad   de las personas. También  eran días  en los que la abundancia de la comida, especialmente  carnes y consumo de  vino, con bailes callejeros y comparsas daban lugar  a excesos,  que  simultaneaban  con  actitudes  licenciosas y orgías.









Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.

One thought on “Don Carnal y Doña Cuaresma (1)

  1. Un buen estudio de los antecedentes del Carnaval que se remontan a las fiestas en honor a Baco y a Luparca, con excesos en comidas y bebidas. A inicios del siglo IV, con la llegada de Constantino, se puso fin a esas fiestas, siendo sustituidas por la Cuaresma, antesala de la Pascua, que implantó la penitencia el ayuno y la oración. En el s. XII, el Carnaval resurgió con fuerza con el auge de las ciudades como expresión de liberación . Cuaresma y Carnaval son dos formas dispares de entender la vida .

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