


IV
El Carnaval en el Quijote y en la Edad Moderna
Tras el paréntesis originado por la pandemia de la Peste Negra entre 1348 y1350 y otras posteriores, en toda Europa y Oriente, se recuperó la costumbre de celebrar el Carnaval en las principales ciudades, como lo reflejan las crónicas de la época. Es Miguel de Cervantes (1547- 1616), quien, en opinión de algunos estudiosos de su obra, traza un paralelismo notable entre el tono crítico, satírico y burlesco de sus personajes, Don Quijote y Sáncho Panza y los sucesivos personaje que van desfilando en sus andanzas por las tierras de la Mancha, y las características del Carnaval. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, es una crítica satírica a los libros de caballería y de paso, a la ficción y apariencias de los usos y costumbres de su época. Asimismo, Cervantes confronta de una parte, la fantasía y los sueños de Don Quijote con la dura realidad, incurriendo en sucesivos errores, en opinión del historiador Américo Castro (1885-1972):
Sus protagonistas confrontan el mundo imaginario y de fantasía que anidaba en Don Quijote frente al realismo de Sancho, ya fuese con Dulcinea del Toboso, cuando realmente era Aldonza Lorenza; o en el episodio en el que Don Quijote arremetió contra los molinos de viento, creyendo ver gigantes, que le dejaron malherido, a pesar de los gritos de Sancho, advirtiéndole del error; o el episodio de los galeotes y otras aventuras, de las que destaca, cuando el Duque nombra a Sáncho Panza, gobernador de la insula Barataria, ante las burlas de los nobles y aristócratas disfrazados de plebeyos y siervos. Un mundo irreal, lleno de burlas, ironía y ficción, a través del cual, Cervantes quiso expresar su visión del mundo, subvirtiendo las formas, la interpretación de la realidad, las normas legales y los códigos morales, imperantes de la sociedad de su tiempo, tal como recuerda Américo Castro:
Es precisamente esta falta de adecuación entre la realidad y el mundo de Don Quijote, indicada por Américo Castro, la que recorre el conjunto de la obra de Cervantes y sintoniza con la dimensión satírica y crítica del Carnaval que ya señalara Claudio Sánchez Albornoz, en su semblanza del Arcipreste de Hita en el siglo XIV.
Durante el siglo XVI, especialmente en el reinado de Carlos I y Felipe II, el Carnaval estuvo prácticamente prohibido. Sin embargo, en América las fiestas de Carnaval llegaron tras la colonización de españoles, portugueses y franceses en el siglo XVI, como se confirma, con ocasión de la visita de Fray Bartolomé de Las Casa a un pueblo llamado Ruinas de Vega Vieja en el año 1520, al ser recibido con gran alborozo, festejos y máscaras. El Carnaval en América tuvo un arraigo notable, especialmente entre la población aborigen, mulatos y esclavos africanos, incorporando elementos culturales propios, especialmente en la música y en los bailes. Con la subida al trono de Felipe IV siendo valído el Conde Duque de Olivares, se levantaron dichas prohibiciones y volvieron a normalizarse las fiestas carnavalescas, para languidecer con la llegada de Carlos II. En la época de Felipe IV, durante las fiestas del Carnaval, se realizaban innumerables sátiras y burlas, pero también muchas bromas de muy mal gusto, que contribuían a su descrédito por sus innumerables molestias.
Es interesante señalar la importancia que ha tenido y tiene actualmente, el Carnaval de Venecia en la fiestas celebradas en Europa. Su origen data de 1296 cuando el Dux de Venecia lo autorizó a petición de su primer secretario Christopher Tolive. En los días previos a la Cuaresma, la ciudad era objeto de fiestas y la visitaban numerosos ciudadanos de distinta procedencia, que se unían a los venecianos en los paseos en góndolas, en las calles y en la plaza de San Marcos. Sus máscaras, sus trajes lujosos, y sus bailes en los palacios de las familias aristócratas, alcanzaron su mayor esplendor en el siglo XVIII. En la actualidad, Venecia continúa celebrando las fiestas de Carnaval, con sus vistosos e imaginativos trajes y máscaras, llenos de colorido, inspirados en los que se usaban en el siglo XVIII. Hubo períodos en los que el Carnaval de esta bella ciudad italiana, fue prohibido, bajo el dominio de Napoleón en 1798 y posteriormente durante el siglo XIX. Será progresivamente en el siglo XX cuando volvió a recuperar el esplendor y prestigio de antaño.
En España, la nueva dinastía de los Borbones volvió a prohibir el Carnaval con Felipe V y Fernando VI, aunque fue levantada dicha prohibición por Carlos III y restablecida por Carlos IV y Fernando VII. Se levantaron las prohibiciones a partir de 1836, durante la minoría de edad de Isabel II, en el período liberal. Este periodo de tolerancia se interrumpió durante la dictadura de Primo de Rivera y la dictadura de Franco, y se legalizaron durante la II República en el siglo XX. Con la normalización de la Democracia en 1977, las fiestas de Carnaval se restablecieron progresivamente en numerosas ciudades y pueblos, y desde entonces, el centro de las fiestas no han sido los excesos en la comida y en la bebida, sino la organización de espectáculos, con desfiles de carrozas y bailes de disfraces, que compiten por conseguir los mejores premios, todo ellos en un ambiente lúdico. En menor medida, se ha preservado el sentido crítico y satírico de la sociedad, que caracterizan a las comparsas y chirigotas de Cádiz, como se ha venido poniendo de manifiesto desde entonces en las fiestas de Carnaval hasta hoy. Las comparsas y chirigotas de Cádiz, con sus concursos en el teatro Falla y posteriormente con sus pasacalles a ritmo de pasoboble por la ciudad, ejemplifican una mixtura de humor gaditano y crítica social, como bien se refleja, a título de ejemplo, en la letra de la chirigota “Los Yesterday”que se llevó el primer premio en el año 1999:
Bueno, via poner de pié.Via dejar de tonterías.
Venga, una, dos y tres. Qué bonita es Andalucía.
Venga, vamos a ponernos serios, que vamos a cantar el himno.
Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos. Lo que fuimos antiguamente,
pobres y vasallos. Siervos de terratenientes de chulos a caballo.
Si este pueblo se disparata con la boda de un matavaca y la niña de una duquesa.
Si este pueblo se le arrodilla a una espada y a una mantilla, este pueblo me da vergüenza.
Menos rollo de verdes lunares, de campiñas y de olivares.
Que así luego nos luce el pelo.Casta.”
Esta y otras letras llenas de crítica mordaz y satíricas, forman parte del repertorio habitual del Carnaval de Cádiz, muy distintas de los espectáculos que se organizan en Venecia, Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria y de los desfiles a ritmo de sambas en Rio Janeiro y en ciudades de Latino América.
Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.
Referencia