


V
El sufrimiento en el Judaísmo
La amplitud de los textos bíblicos, sitúan el origen del sufrimiento en los siguientes hechos
El lenguaje utilizado es de gran belleza literaria, por el uso de la metáfora, para expresar el enigma que encierra en sí mismo, hasta el punto, que más allá de la literalidad, se pueden formular distintas interpretaciones.
En primer lugar, la obligación encomendada al hombre de cuidar y conservar la Tierra, para preservar la obra de la creación, haciéndole partícipe y responsable de la misma, constituye una declaración de hondo calado al involucrar a la humanidad en esta tarea. Es un mandato que guarda cierta lógica, con la preocupación de las resoluciones de numerosas Conferencias Internacionales sobre la Conservación y Sostenibilidad del Medio Ambiente, celebradas en las últimas décadas bajo el amparo de Naciones Unidas; y de distintos movimientos de opinión, a favor de preservar la Ecología y el Planeta Tierra, a la luz de estudios científicos relativos a los cambios atmosféricos y calentamiento global. Igualmente, es de interés resaltar, que esta interpretación del texto citado 2 Ref.Génesis 2. 15-17, es coherente con lo desarrollado en la Encíclica Laudatio Sí, del Papa Francisco.
Un segundo análisis del texto citado, permite considerar que la prohibición de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, expresa en un lenguaje simbólico, el dilema ético que suscita el hombre con su conducta, al estar obligado a elegir entre la bondad y la maldad, lo que es bueno y lo que es malo, sin entrar en más detalles. El ser humano está condenado a discernir, en el transcurso de su vida, entre lo que considera el bien y el mal, para preservar su vida como individuo, la de la colectividad a la que pertenece y la del planeta Tierra, dentro de la inmensidad del Universo. La interpretación inversa, nos llevaría a considerar que la finalidad de la prohibición, literalmente, sería impedir que el hombre accediese al conocimiento de lo que es bueno y malo, sumergirle en la ignorancia de la dimensión ética de la vida y del conocimiento superior, acorde con la evolución del Homo Sapiens. Las consecuencias de la prohibición para el hombre, supondría permanecer en un estado estacionario, que caracteriza, presuntamente, al conjunto de los seres de vida animal, cuyos actos siguen lo que les dicta sus instintos básicos, pero carecen del grado de conciencia suficiente y capacidad para adquirir el conocimiento necesario y discernir entre el bien y el mal, ser libres, y tener una conciencia reflexiva, y ser consciente de sí mismo.
En un momento posterior, se consumó el acto de la desobediencia de Adán y Eva según (Génesis 3.4-5):
Siguiendo el lenguaje simbólico y de la metáfora, abrir los ojos puede significar el descubrimiento de la sabiduría que está en el árbol de la ciencia del bien y del mal y su transformación en dioses. Esta nueva mirada, pudo corresponder a una etapa del estado de la evolución de la especie Homo, ya fuese el Homo Erectus, el Homo Sapiens Neardentalis o el Homo Sapiens Sapiens, en los últimos centenares de miles de años, en la que tuvo lugar un salto cualitativo. Varios factores, entre otros, cambios genéticos y biológicos, hicieron posible que emergiese una nueva conciencia de su identidad, accediendo al conocimiento y al discernimiento moral de la conducta. De este modo, y en este proceso de la evolución humana, el texto bíblico introduce la libertad que le concedió el Creador al hombre, para decidir en buena medida, el significado de su vida y de su destino. Hasta ese momento, ignoraban y no tenían conciencia de su fragilidad, su vulnerabilidad y su contingencia ante el entorno natural que le rodeaba, pero en ese proceso evolutivo, “llegaron a sentirse desnudos”, arrojados a la existencia, desprotegidos y vulnerables, rompiendo la armonía con la naturaleza y desorientados con la pérdida del estado puramente natural, del que gozaban.
Continuadores de esta tradición hebrea, recibida del Génesis, los profetas, que condujeron al pueblo de Israel y de Judea, como intermediarios entre aquél y Yahveh, transmitieron y desarrollaron a lo largo de varios siglos, el paradigma cultural del origen del sufrimiento. Asimismo relacionaron la maldad de los hombres, muy distinta de los planes de Yahveh en el momento de la creación, y el castigo que deseaba infligirles. Así se lee en , al decidir Yahveh enviar el diluvio:
VI
La Antigua Alianza
Sin embargo, posteriormente, se forjó la Antigua Alianza, entre Yahveh y Abraham que será el inicio de una relación privilegiada entre ambos, al marchar Abraham a la tierra de Canaán, siguiendo el mandato de Yahveh y posteriormente a Egipto,
Entre los grandes profetas del Judaismo, destacó especialmente Moisés, quién, aunque de origen hebreo, residía en Egipto, en la corte del Faraón, al que Yaveh le encomendó una misión difícil: convencer a los hebreos de que la voluntad de su Dios era liberarlos de la esclavitud en Egipto, según
La Antigua Alianza se desarrolló y se consolidó con la promulgación de las Tablas de la Ley, dadas por Yahveh a Moisés, ante los israelitas, cerca del monte Sinaí, según narra :
en las que seenumeraban los preceptos del Decálogo que debían regir la vida del pueblo de Yahveh y darle conciencia de pueblo elegido. 7 Ref.Éxodo 20.1-21
La exhortación de Moisés al pueblo de Israel, en un lenguaje amable y cercano, recordaban los mandatos de Yahveh, en
La transgresión de estos mandatos constituiría motivo grave, para que recayera sobre aquéllas conductas la ira de Yahveh; como sucedió con la adoración del becerro de oro y sucesivamente, en otros momentos, durante la travesía del desierto, como les recordaría Moisés.
La actitud de protesta del pueblo israelita, contribuyó a moldear en el texto bíblico, una imagen de Yahveh, antropomórfica, excesivamente deshumanizada por la dureza del lenguaje, muy radical, proclive a la ira y a la venganza por la desobediencia de su pueblo.
El paradigma cultural del Judaismo, relacionaba toda manifestación de sufrimiento, con la transgresión de los mandatos de Yahveh y la dimensión colectiva del pecado de su pueblo, desde la desobediencia de Adán, hasta el segundo milenio con Moisés.
VII
Deportación y cautiverio
Posteriormente, en el primer milenio a.C. destacaron los profetas Isaias y Jeremías, que vivieron etapas de la historia muy complejas, de gran inestabilidad, como consecuencia de los movimientos geopolíticos de Oriente Medio, en el que el territorio se los disputaban el imperio Asirio y el imperio Egipcio. Los pueblos pequeños que habitaban la región, estaban obligados a concertar alianzas para protegerse. En ese contexto histórico, a la muerte del rey Salomón, a finales del siglo del siglo X a. C, sobrevino la división de Israel, en el reino del Norte y el reino de Judea en el Sur, debilitando la fortaleza material y moral de los israelitas. La división del reino de Israel fue seguida de la deportación a Nínive, de los israelitas del Norte en el sigo VIII, y de la deportación a Babilonia, de gran parte de los habitantes de Judea en el siglo VI, momentos vividos por algunos de los profetas. La interpretación que dieron a los hechos, respondía al mismo paradigma que procedía del antiguo Judaísmo: las penalidades y sufrimientos que sufrían los israelitas y los judíos, eran la manifestación del castigo de Yahveh, por ser culpables de alejarse del cumplimiento del Decálogo, del espíritu de justicia y de la Antigua Alianza. He aquí alguno de los oráculos dirigidos llenos de indignación
o anunciando la devastación a manos del rey de Asiria:
También forma parte de la tradición del Judaísmo, la explicación que da el Libro de Job, al sufrimiento. Este texto de la Biblia que se considera escrito entre los años 500 /400 a.C. tras la liberación de Babilonia, plantea en el marco de la tradición hebrea analizada anteriormente, cómo se justifica el sufrimiento del justo. En este paradigma cultural, el sufrimiento era un castigo colectivo de Yahveh al pueblo de Israel, por su desobediencia. De una parte, la de los amigos interlocutores de Job que reiteraban la doctrina antigua, aunque introducían la dimensión individual del sufrimiento y del castigo; según éstos, los justos recibían su recompensa en esta vida y los malvados eran castigados por sus malas obras. Ellos aducían una primera razón, argumentando que los pecados de Job, eran la causa de las adversidades que sufría: el asesinato de sus hijos, de sus criados, la destrucción de su ganado y de su casa. Discrepaba Job de la opinión anterior, al considerarse un hombre inocente y justo, que no había pecado, y no comprendía porqué Yahveh le trataba de forma injusta. Ante su queja y lamento, sus amigos alegaban otra posible razón que justificara el sufrimiento: Job sufría para ser probado en la fe y en la fidelidad a Yahveh. Finaliza la obra, con un Job arrepentido y suplicante, que no entiende los caminos de Yahveh, y éste le devuelve todo aquello que le fue arrebatado: hijos y bienes materiales.
Toda la tradición religiosa del Judaísmo se forjó, de una parte, con la Antigua Alianza que el pueblo Hebreo hizo con Yahve, su Dios, desde Abraham hasta Moisés y continuaron otros profetas. De otra, las grandes gestas del pueblo hebreo que marcaron sus tiempos históricos; desde su liberación de la esclavitud en Egipto hasta la llegada a la Tierra prometida, después de la travesía de 40 años por el desierto; los años del destierro y el cautiverio en Níniva y Babilonia, hasta la liberación otorgada por el rey persa Ciro el Grande, en el año 537 a.C.; su definitivo asentamiento en las tierras comprendidas entre el río Jordán y el mar Mediterráneo; vivieron allí, hasta la conquista de Pompeyo en el año 67 a.C., formando parte del imperio de Roma. La destrucción de Jerusalén en los años 70/73 d.C. ordenada por el emperador de Roma, Vespasiano, marcó una nueva etapa de sufrimiento y la diáspora del pueblo judío.
Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.
Referencia