El dolor en las distintas culturas (4): sufrimiento y gloria en el cristianismo

Por Jerónimo Sánchez Blanco

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CRUCIFIXIÓN DE SAN PEDRO de Caravaggio
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I
Años de persecución

Para entender  la cosmovisión   que tuvieron los primeros  cristianos  acerca del sufrimiento humano, hay  que situar  el contexto  histórico de  sus protagonistas, y las   dificultades que afrontaron en  los tres siglos  que siguieron a la muerte de  Jesús de Nazaret.

En primer lugar,  fue un  período de  persecuciones   que sufrieron, inicialmente promovidas  por  las autoridades  religiosas   del Judaísmo, al decidir éstas,  que las nuevas creencias en Jesús Nazareno, surgidas en  grupos minoritarios de Jerusalén y otras   ciudades  de Judea, constituían  un grave   riesgo para la tradición y leyes judía y para el estatus social  de los sacerdotes, levitas y escribas. De este modo  se  describe la oración de los cristianos, suplicantes:

“Porque verdaderamente  en esta ciudad se han aliado  Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra el santo siervo  Jesús, a quién has ungido, para realizar lo que  en tu poder y en tu sabiduría habías predeterminado que sucediera. Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos que puedan predicar tu Palabra con toda valentía, extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios, por el nombre de su santo siervo Jesús.”1 Ref.Hechos de los Apóstoles 4. 27-31
.

Se corresponde  con la etapa  pre-cristiana  de Saulo, judío ferviente y conocedor  de los libros del Antiguo Testamento, que persiguió  a los primeros cristianos, considerados  como una secta herética del Judaísmo, y testigo  de la lapidación y muerte de Esteban. 

“Y gritando a grandes voces se taparon sus oídos, y se arrojaron a una sobre él, y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon. Y los  testigos dejaron los vestidos  a los pies de un joven llamado  Saulo. Y apedrearon a Esteban, que oraba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, gritó  con fuerte voz: Señor: no les tengas en cuenta este pecado. Y dicho esto, se durmió. Y Saulo  consentía en su muerte.
Surgió  en aquel día, una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén; y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Y a Esteban le enterraron unos varones piadosos, e hicieron sobre él  gran luto. Saulo, en cambio, asolaba la Iglesia, entrando por las casas, y arrastrando hombres y mujeres, los encarcelaba.” 2 Ref.Hechos de los Apostoles 7. 57-59 y 8. 1-3

En segundo lugar, esta persecución  a los cristianos, iniciada con Herodes Antipas, bajo el imperio de Tiberio, prosiguió con Herodes Agripa,  rey de Judea,   siendo emperadores de Roma, Calígula que murió asesinado  en el año 41 d.C,  y  Claudio,  que le sucedió. Se sabe  que Herodes  Agripa,  ordenó  degollar  al apóstol Santiago, hermano de Juan, y encarcelar  a Pedro.  3 Ref.Hechos de los Apóstoles 12.1-3. La persecución contra los cristianos, de la que hay referencias del martirio de  Pedro y Pablo en Roma, y  que posiblemente aconteció  en la década de los 60, se intensificó  a raíz del incendio de la ciudad de Roma, en el año 64 d.C, atribuido a ellos,  por el emperador Nerón, que ordenó duras medidas  contra  los cristianos. Durante  un largo período, se fueron alternando etapas de mayor  o menor tolerancia, hasta  el año  250  d.C. en el que  Decio, emperador  del imperio romano, aprobó un Decreto  por el que  se ordenaba encarcelar a los cristianos  e incautar sus bienes, si no  rendían cultos  a los dioses de Roma. Aunque es difícil  estimar  las personas  que fueron  perseguidas,  los historiadores  hablan de represalias  de  los cristianos  que formaban parte, incluso, de  las legiones  romanas, ya  fuesen  soldados  u oficiales y de funcionarios. Sin embargo  la mayor persecución tuvo lugar  en el año 303 d.C. y siguientes,   siendo emperadores  Diocleciano  y Galerio, al publicar éstos, un Edicto contra los Cristianos,  por el que se les prohibía el culto,  tener templos, y propiedades, con penas de cárcel e incluso  con la pena de muerte, así como   el ejercicio  de cualquier  cargo público, civil o militar. Esta  persecución  cesó siendo emperadores  Constantino y Majencio en 311,  y  abolida  con  la publicación  del Edicto de Milán en  el año 313.

No sólo el recuerdo de la Pasión y Muerte  de Jesús de Nazaret, formó parte, inicialmente de la tradición oral  entre las primeras comunidades cristianas y posteriormente,  por escrito en la  cuatro evangelios: de  Marcos, Mateo, Lucas y de Juan, como es bien conocido, lo que perduró en la memoria colectiva; sino  también  la experiencia  vivida por las primeras generaciones de cristianos, con  las persecuciones, expolio  y muerte, decretadas por las autoridades del imperio romano. Estas circunstancias  fueron determinantes, para  comprender   el  significado  del  sufrimiento  en el primer  cristianismo  y  su alcance,   en el conjunto de su doctrina, como elemento   constitutivo  de sus ideas  y creencias. No ha sido  un elemento marginal en el conjunto  de la tradición cristiana, aunque en sí mismo   no   abarca  la totalidad  del mensaje cristiano. De otra parte,  el legado    cultural  y religioso  del Judaismo, analizado    anteriormente, ejerció  una influencia  muy importante  en la formación  doctrinal del cristianismo, dado  que la educación  de Jesús  de Nazaret  y de los   Apóstoles que la hubiesen recibido, sería  en  sus familias y en las escuelas rabínicas. Es un hecho  que el Cristianismo  surgió en el seno  de la comunidad judía, asentada  en Judea y Galilea, anexionadas al imperio romano, desde que Pompeyo las sometió a la dominación de Roma en el año 67 a.C. Por aquellos años, eran  emperadores de Roma: Cesar Augusto, bajo cuyo poder  nació  Jesús de Nazaret;  Tiberio, bajo cuyo poder,  Jesús  de Nazaret fué  condenado a la  crucifixión en Jerusalen, siendo representante  del emperador  en Judea,  Poncio Pilatos; al que le siguieron  sucesivos  emperadores:  Calígula, Claudio, Nerón y otros. Los  principales  acontecimientos del Cristianismo, inicialmente, tuvieron lugar bajo el reinado de Herodes el Grande, Arquelao, Herodes Antipas y Herodes  Agripa, sobre  los territorios  a uno y otro lado del río Jordán, (Galilea, Judea,  Samaria e Idumea) que reconocían la autoridad y las leyes  de Roma.

II
Pedro y Pâblo: forjadores del cristianismo

Se les considera  como las dos  figuras mas importantes del primer Cristianismo y por esta razón,  se  analizan  algunos aspectos  de interés,  para el tema  que nos ocupa: el sufrimiento.  Tanto  Pedro, amigo y fiel discípulo de Jesús de Nazaret, desde los primeros  momentos de su vida pública, como Pablo,  tras su conversión , posterior  a los hechos  de la Pascua, ofrecen   aspectos y matices   a considerar.

Respecto de Pedro,  en su discurso al pueblo, ofrece  un resumen de los hechos relevantes  acaecidos en torno a la muerte de Jesús de Nazaret:

“Entonces  Pedro, tomó la palabra y dijo: Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación, el que le teme y practica la justicia le es grato. Él ha enviado su palabra a los hijos de Israel, anunciándoles   la Buena Nueva de la paz, por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Vosotros sabéis, lo sucedido  en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó  el bautismo, cómo Dios, a Jesús de Nazaret le ungió  con el Espíritu Santo y con poder; y cómo el pasó haciendo el bien y curando a todos los  oprimidos por el  diablo, porque Dios estaba con él; y nosotros somos testigos, de todo lo que hizo en la región de los judíos, y en Jerusalén, a quien llegaron a matar, colgándole  de un madero. A éste, Dios le  resucitó al tercer  día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano; a nosotros que comimos y bebimos  con él, después que resucitó  de entre los muertos.”4 Ref. Hechos de los Apóstoles 10.34-41

Contrapone la imagen del enviado y ungido  de Dios, para anunciar  la  Buena Nueva de la paz  a los hijos de Israel, que recorrió los caminos  de Judea y  Galilea,  haciendo el bien y curando a los oprimidos de sus males;  con los hechos que finalmente  sucedieron en Jerusalén,  matando a Jesús, colgado  de un madero, máxima  pena y humillante, que solía imponerse  a los  criminales. Esta contraposición  de imágenes y hechos, indica   que  a Jesús  de Nazaret, le infligieron   al mismo tiempo, un sufrimiento  físico  hasta la muerte,  y un sufrimiento moral por no aceptar  su mensaje  de paz,  entrega y amor  al desvalido  y  enfermo. Y anunciaba Pedro,  que,  a  ese hombre que los judíos  despreciaron y mataron, Dios le había resucitado, porque  Dios  vence  al sufrimiento  y a la muerte. Aunque  en el anterior  discurso de Pedro,  se indica  que la muerte de Jesús   tuvo lugar en Jerusalen, sin señalar la responsabilidad y culpabilidad de ese crimen, sin embargo   en otros pasajes es más explícito :

“Israelitas, escuchad estas  palabras: A Jesús, el Nazareno,  hombre acreditado por Dios entre vosotros, con milagros y y señales que Dios obró por medio de él, entre vosotros, como vosotros mismos sabéis; a este que  fue entregado según determinado designio y conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole  de las ataduras de la muerte, pues no era posible  que quedase bajo su dominio.”.5 Ref.Hechos de los Apóstoles 2. 22-24

Reiteraba Pedro, en otro pasaje, dirigido a los israelitas, su responsabilidad  en la muerte de  Jesús, y  también  en la denegación  de la prerrogativa de gracia o indulto,  que  Poncio Pilato deseaba  conceder a Jesús;  y se la pidieron, por el contrario,  a favor de un criminal  llamado Barrabás.

“El Dios de Abraham, de Isaac y  de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando éste estaba  decidido a ponerle  en libertad. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis  que  se concediera  el perdón  a un asesino, y matasteis al autor de la vida. Pero, Dios le  resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.”6 Ref.Hechos de los Apóstoles 3. 13-15

Para Pedro, la responsabilidad   directa  de la tortura  y de  la muerte  de  Jesús, era  tanto   del pueblo  de Israel como de  sus autoridades religiosas y por esta  razón  anunciaba  el perdón  a aquellos  que se arrepintiesen de sus pecados  y de la muerte de Jesús.

“Ya sé hermanos, que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros jefes. Pero Dios dio cumplimento de este modo, a lo que  había anunciado por boca de todos los profetas: que su Cristo padecería. Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al que os había sido destinado, Cristo Jesús.“7 Ref.Hechos de los Apóstoles 3.17-19

Al final de su vida, Pedro  conoció  la persecución  contra  él y sus  hermanos en la fe,  intensificada  por el emperador  Nerón, tras  el incendio de la ciudad de Roma en el año 64; y en este contexto, pudiera  interpretarse  que se hace referencia indirectamente al incendio de Roma  al hablar del fuego, pero lo más relevante para él,  era compartir  ese  sufrimiento, con el que padeció  con  Cristo

“Queridos, no os extrañéis  del fuego  que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño. Más bien alegraos, en la medida que participáis  en el sufrimiento de Cristo, para que también os alegréis   alborozados en la revelación  de su gloria. Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. Que ninguno  de vosotros, tenga que sufrir, ni por criminal, ni por ladrón, ni por  malhechor, ni por entrometido, pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glorifique a Dios, por llevar este nombre.”8 Ref.I Epistola de San Pedro. 4.12- 16

La  vida y la obra de Pablo  de Tarso, en la formación del Cristianismo ha sido de una  enorme  importancia, tanto por la amplitud de su doctrina,  como  por sus numerosos  viajes por  ciudades del mediterráneo oriental, anunciando el Evangelio de Jesucristo, y su influencia en las sucesivas generaciones de cristianos de los dos milenios  transcurridos. Su vida pasó,  de  ferviente judío que persiguió a los cristianos, hasta   entusiasta  seguidor de Jesús  de Nazaret, al que personalmente no  llegó a conocer;   y  finalmente, fue a morir en Roma  como mártir, probablemente también, en la década de los 60. Su brillante personalidad, respondía a su carácter y forma  de ser y a  su formación  en la tradición de la doctrina del Judaísmo; su capacidad dialéctica y elocuencia llama la atención, en la defensa que hizo  de su nueva identidad  religiosa,  en presencia del procurador romano Félix y del pontífice  Ananias, ante la acusación de incitar alborotos y ser jefe de la secta de los nazarenos

“Pablo, después de concederle  la palabra el procurador, respondió: Yo sé  que desde  hace muchos  años, eres juez de esta nación; por eso voy a exponer mi defensa. Tú mismo lo puedes comprobar. No hace más de doce años que yo subí a  Jerusalen, en  peregrinación, Y ni en el Templo, ni en las sinagogas, ni por la ciudad me han encontrado discutiendo con nadie, ni alborotando  a la gente. Ni pueden tampoco probarte  las cosas  de que ahora me acusan. En cambio, te confieso que según el Camino, que ellos llaman  secta, doy culto al Dios de mis padres, creo en todo lo que se encuentra en la Ley y está escrito  en los Profetas, y tengo en Dios la misma esperanza  que éstos tienen, de que habrá una resurrección, tanto de l,os justos, como de los pecadores. Por eso, yo también me esfuerzo por tener constantemente una conciencia limpia  ante Dios  y ante los hombres.”9 Ref. Hechos de los Apóstoles 24. 10-16

Intentaba Pablo, formando parte de la comunidad  cristiana, ofrecer una nueva  orientación  a  sus creencias religiosas, sin renunciar  a las raices  del Judaismo. A esta  tarea  se dedicó, intentando conciliar la tradición de Moisés y de los Profetas  con las enseñanzas  de Jesús de Nazaret.   Esta es una de las claves  para  entender la  asunción del legado cultural y religioso de la Antigua  Alianza por el  Cristianismo, que será  llamada  Nueva Alianza. El  análisis   de  Pablo  acerca del sufrimiento difiere  en alguna medida, del formulado por  Pedro y elabora un giro teológico, cuya raíz está  en la interpretación  que hace de la desobediencia  de  Adán  en el Jardín  del Edén, tal como queda   reflejado:

“Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado  en el mundo y por el pecado la muerte, y así la muerte  alcanzó a todos los hombres, porque  todos pecaron; ya antes de la Ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa, no existiendo ley. Sin embargo reinó la muerte  desde  Adán hasta Moisés, aún sobre los que no pecaron, lo mismo que pecó Adán, el cual es figura del que  iba a venir. Más el don  no fue como el delito; pues, si por la caída de uno, murieron todos, mucho más la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, superó en todos(…)Por tanto  si por la caída de uno, la condenación alcanzó a todos los hombres, así también por la justicia de uno, llega a todos los hombres la justificación de vida.”10 Ref.Epístola a los Romanos 5.12- 15

Con la finalidad de proclamar y resaltar la salvación  traída por  Jesucristo  para todos los hombres, Pablo toma como argumento  el pecado de Adán, y la muerte, como castigo. De este modo, si por un sólo hombre, Adán, que  pecó,  vino la muerte y el sufrimiento a toda la humanidad, igualmente, por un sólo hombre, Jesucristo, vino la salvación. Es un mensaje expresado en un  lenguaje de gran sencillez y comprensión, para ser  aceptado por los judíos y los gentiles conversos.  Pablo, para algunos  exégetas, utiliza   el  paradigma del  castigo  por el pecado de Adán que se transmite a sus descendientes,  tomando literalmente   el texto del Génesis. La misma cultura de los dramaturgos  griegos, era valedora del castigo de los dioses  por los pecados, y que Pablo, probablemente, conocía de sus frecuentes viajes a las ciudades griegas, Esta misma idea,  está formulada   en la Epístola a los Hebreos, atribuida  al apóstol Pablo, aunque no de forma unánime, comparando, de una parte,  el sacrificio y la sangre derramada de becerros y machos cabríos, ordenados por Moises, como prueba de la Antigua Alianza, y de otra,  la sangre derramada en la cruz por  Jesucristo 

“Pues debería haber padecido él, muchas veces desde la creación del mundo; más ahora se ha manifestado una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado, por el sacrificio  de sí mismo. Y del mismo modo, que está establecido que  los hombres mueran   una  sola vez y luego el juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez, para quitar los pecados  de  muchos,  se aparecerá por segunda vez sin pecado, a los que le esperan   para  su salvación.”11 Ref.Epístola a los Hebreos.9.26-28

A partir de este enfoque, una importante  corriente  del Cristianismo  ha interpretado  que  los pecados de la humanidad han sido los causantes  de la muerte   de Jesucristo, marginando la interpretación de Pedro, antes indicada. Esta interpretación  mayoritaria, independientemente de que  tenga o no, su fundamento  en la Epístola  a los Romanos,  imputa la responsabilidad y culpabilidad  de la muerte de Jesús de Nazaret, a la humanidad por causa de  sus pecados, frente a la visión de  Pedro,  que vivió más estrechamente     los hechos, y  que de forma  clara, atribuía   dicha responsabilidad, a las autoridades  religiosas judías y  al pueblo que exigía  su muerte.










Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.

Referencia[+]

7 thoughts on “El dolor en las distintas culturas (4): sufrimiento y gloria en el cristianismo

  1. Es cierto que la responsabilidad de la muerte de Jesús se debió a las autoridades políticas-religiosas de entonces y al pueblo que exigía su muerte. Esa responsabilidad la asumió el cristianismo, considerando al pueblo judío como deicida y pérfido hasta el Concilio Vaticano II, con el consiguiente maltrato que recibió el pueblo judío de generación en generación sin tener nada que ver con la muerte de Jesús. El Holocausto se alimentó de ese odio secular que pretendió eliminar a los judíos de la Europa ocupada.

  2. Dice el Concilio Vaticano II (“Nostra Aetate”): Como es tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno. Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios. Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos.

  3. Desde su promulgación por Pablo VI, Nostra aetate ha servido de guía a las relaciones de la Iglesia católica con las religiones no cristianas, y sobre todo para el acercamiento entre el cristianismo y el judaísmo. El papa Juan Pablo II profundizó aún más en la relación de la Iglesia con el judaísmo a través de su visita al campo de exterminio de Auschwitz en 1979, al que calificó de “nuevo Gólgota del mundo contemporáneo”; asistió además a la sinagoga de Roma en 1986; se establecieron relaciones diplomáticas con Israel y se emitió una petición pública de perdón por la intolerancia sostenida en nombre de Cristo.

  4. Al conocerse los horrores del Holocausto tras el final de la Segunda Guerra Mundial, algunos sacerdotes, teólogos y laicos católicos promueven la revisión del tratamiento teológico que la Iglesia daba al judaísmo, que ya se había planteado en el periodo de entreguerras —especialmente por el teólogo francés Jacques Maritain— como reacción al antisemitismo nazi. En esta toma de conciencia desempeña un papel muy importante el judío francés Jules Isaac, cuya familia fue víctima del genocidio nazi. Éste denuncia que el origen del antisemitismo se encuentra en el antijudaísmo cristiano y su “enseñanza del desprecio” hacia los judíos, el pueblo deicida según el cristianismo, por lo que el antisemitismo nazi no hizo sino “reanudar y llevar a su punto de perfección una tradición.. de odio y desprecio”

  5. He estado buscando cuando empieza en serio el enfrentamiento con los judios. Según he podido ver, a partir del siglo XI comenzó a cambiar profundamente la relativa benevolencia bajo la que los judíos habían vivido hasta entonces en el Occidente cristiano, con la excepción de la etapa final del reino de los visigodos de Hispania, donde el judaísmo estuvo a punto de desaparecer. La primera muestra fueron las masacres de judíos por parte de los cruzados que se dirigían a Tierra Santa. Joseph Pérez las relaciona con los motivos escatológicos de la primera cruzada: “Los avances de los turcos parecían anunciar la venida del Anticristo y el fin del mundo; ahora bien, san Pablo (Rom., XI, 15) había dado a entender que los judíos se convertirían cuando llegase el fin de los tiempos; de ahí pudo surgir la idea de que era oportuno acelerar aquel proceso, forzando a los judíos a convertirse, arrinconando y maltratando a los que se resistían”.​

  6. Respecto a las raíces del Holocausto, no es una cuestión tan simple. No es solo que en occidente hubiera aversión a los judíos. Hay algo más. Dice wikipedia (aunque no sea dogma de fe): El Tercer Reich se impuso como uno de sus objetivos prioritarios la reestructuración racial de Europa. En ella, desempeñó un papel fundamental el antisemitismo, que se incardinó en una ideología o Weltanschauung [concepción del mundo] milenarista que proclamaba que «el judío» constituía el origen de todos los males, en especial del internacionalismo, el pacifismo, la democracia y el marxismo, y que era el responsable del surgimiento del cristianismo, la Ilustración y la masonería. Se estigmatizaba a los judíos como «un fermento de descomposición», desorden, caos y «degeneración racial», y se los identificaba con la fragmentación interna de la civilización urbana, el ácido disolvente del racionalismo crítico y la relajación moral; se hallaban detrás del «cosmopolitismo desarraigado» del capital internacional y de la amenaza de la revolución mundial. Eran el Weltfeind (el «enemigo mundial») contra el cual el nacionalsocialismo definió su propia y grandiosa utopía racista de un Reich que duraría mil años. Además de esta ideología, la ejecución del genocidio tuvo como soporte a la sociedad alemana, la más moderna y con más nivel de desarrollo técnico de Europa, y que contaba con una burocracia organizada y eficiente.El antisemitismo presente, en mayor o menor medida, en Europa Occidental y Estados Unidos, además de los problemas económicos derivados de la Gran Depresión, provocaron también «la desgana de los responsables políticos británicos y estadounidenses a la hora de realizar algún esfuerzo significativo de salvamento de judíos europeos durante el Holocausto».​

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