I
Años de persecución
Para entender la cosmovisión que tuvieron los primeros cristianos acerca del sufrimiento humano, hay que situar el contexto histórico de sus protagonistas, y las dificultades que afrontaron en los tres siglos que siguieron a la muerte de Jesús de Nazaret.
En primer lugar, fue un período de persecuciones que sufrieron, inicialmente promovidas por las autoridades religiosas del Judaísmo, al decidir éstas, que las nuevas creencias en Jesús Nazareno, surgidas en grupos minoritarios de Jerusalén y otras ciudades de Judea, constituían un grave riesgo para la tradición y leyes judía y para el estatus social de los sacerdotes, levitas y escribas. De este modo se describe la oración de los cristianos, suplicantes:
Se corresponde con la etapa pre-cristiana de Saulo, judío ferviente y conocedor de los libros del Antiguo Testamento, que persiguió a los primeros cristianos, considerados como una secta herética del Judaísmo, y testigo de la lapidación y muerte de Esteban.
Surgió en aquel día, una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén; y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Y a Esteban le enterraron unos varones piadosos, e hicieron sobre él gran luto. Saulo, en cambio, asolaba la Iglesia, entrando por las casas, y arrastrando hombres y mujeres, los encarcelaba.” 2 Ref.Hechos de los Apostoles 7. 57-59 y 8. 1-3
En segundo lugar, esta persecución a los cristianos, iniciada con Herodes Antipas, bajo el imperio de Tiberio, prosiguió con Herodes Agripa, rey de Judea, siendo emperadores de Roma, Calígula que murió asesinado en el año 41 d.C, y Claudio, que le sucedió. Se sabe que Herodes Agripa, ordenó degollar al apóstol Santiago, hermano de Juan, y encarcelar a Pedro. 3 Ref.Hechos de los Apóstoles 12.1-3. La persecución contra los cristianos, de la que hay referencias del martirio de Pedro y Pablo en Roma, y que posiblemente aconteció en la década de los 60, se intensificó a raíz del incendio de la ciudad de Roma, en el año 64 d.C, atribuido a ellos, por el emperador Nerón, que ordenó duras medidas contra los cristianos. Durante un largo período, se fueron alternando etapas de mayor o menor tolerancia, hasta el año 250 d.C. en el que Decio, emperador del imperio romano, aprobó un Decreto por el que se ordenaba encarcelar a los cristianos e incautar sus bienes, si no rendían cultos a los dioses de Roma. Aunque es difícil estimar las personas que fueron perseguidas, los historiadores hablan de represalias de los cristianos que formaban parte, incluso, de las legiones romanas, ya fuesen soldados u oficiales y de funcionarios. Sin embargo la mayor persecución tuvo lugar en el año 303 d.C. y siguientes, siendo emperadores Diocleciano y Galerio, al publicar éstos, un Edicto contra los Cristianos, por el que se les prohibía el culto, tener templos, y propiedades, con penas de cárcel e incluso con la pena de muerte, así como el ejercicio de cualquier cargo público, civil o militar. Esta persecución cesó siendo emperadores Constantino y Majencio en 311, y abolida con la publicación del Edicto de Milán en el año 313.
No sólo el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret, formó parte, inicialmente de la tradición oral entre las primeras comunidades cristianas y posteriormente, por escrito en la cuatro evangelios: de Marcos, Mateo, Lucas y de Juan, como es bien conocido, lo que perduró en la memoria colectiva; sino también la experiencia vivida por las primeras generaciones de cristianos, con las persecuciones, expolio y muerte, decretadas por las autoridades del imperio romano. Estas circunstancias fueron determinantes, para comprender el significado del sufrimiento en el primer cristianismo y su alcance, en el conjunto de su doctrina, como elemento constitutivo de sus ideas y creencias. No ha sido un elemento marginal en el conjunto de la tradición cristiana, aunque en sí mismo no abarca la totalidad del mensaje cristiano. De otra parte, el legado cultural y religioso del Judaismo, analizado anteriormente, ejerció una influencia muy importante en la formación doctrinal del cristianismo, dado que la educación de Jesús de Nazaret y de los Apóstoles que la hubiesen recibido, sería en sus familias y en las escuelas rabínicas. Es un hecho que el Cristianismo surgió en el seno de la comunidad judía, asentada en Judea y Galilea, anexionadas al imperio romano, desde que Pompeyo las sometió a la dominación de Roma en el año 67 a.C. Por aquellos años, eran emperadores de Roma: Cesar Augusto, bajo cuyo poder nació Jesús de Nazaret; Tiberio, bajo cuyo poder, Jesús de Nazaret fué condenado a la crucifixión en Jerusalen, siendo representante del emperador en Judea, Poncio Pilatos; al que le siguieron sucesivos emperadores: Calígula, Claudio, Nerón y otros. Los principales acontecimientos del Cristianismo, inicialmente, tuvieron lugar bajo el reinado de Herodes el Grande, Arquelao, Herodes Antipas y Herodes Agripa, sobre los territorios a uno y otro lado del río Jordán, (Galilea, Judea, Samaria e Idumea) que reconocían la autoridad y las leyes de Roma.
II
Pedro y Pâblo: forjadores del cristianismo
Se les considera como las dos figuras mas importantes del primer Cristianismo y por esta razón, se analizan algunos aspectos de interés, para el tema que nos ocupa: el sufrimiento. Tanto Pedro, amigo y fiel discípulo de Jesús de Nazaret, desde los primeros momentos de su vida pública, como Pablo, tras su conversión , posterior a los hechos de la Pascua, ofrecen aspectos y matices a considerar.
Respecto de Pedro, en su discurso al pueblo, ofrece un resumen de los hechos relevantes acaecidos en torno a la muerte de Jesús de Nazaret:
Contrapone la imagen del enviado y ungido de Dios, para anunciar la Buena Nueva de la paz a los hijos de Israel, que recorrió los caminos de Judea y Galilea, haciendo el bien y curando a los oprimidos de sus males; con los hechos que finalmente sucedieron en Jerusalén, matando a Jesús, colgado de un madero, máxima pena y humillante, que solía imponerse a los criminales. Esta contraposición de imágenes y hechos, indica que a Jesús de Nazaret, le infligieron al mismo tiempo, un sufrimiento físico hasta la muerte, y un sufrimiento moral por no aceptar su mensaje de paz, entrega y amor al desvalido y enfermo. Y anunciaba Pedro, que, a ese hombre que los judíos despreciaron y mataron, Dios le había resucitado, porque Dios vence al sufrimiento y a la muerte. Aunque en el anterior discurso de Pedro, se indica que la muerte de Jesús tuvo lugar en Jerusalen, sin señalar la responsabilidad y culpabilidad de ese crimen, sin embargo en otros pasajes es más explícito :
Reiteraba Pedro, en otro pasaje, dirigido a los israelitas, su responsabilidad en la muerte de Jesús, y también en la denegación de la prerrogativa de gracia o indulto, que Poncio Pilato deseaba conceder a Jesús; y se la pidieron, por el contrario, a favor de un criminal llamado Barrabás.
Para Pedro, la responsabilidad directa de la tortura y de la muerte de Jesús, era tanto del pueblo de Israel como de sus autoridades religiosas y por esta razón anunciaba el perdón a aquellos que se arrepintiesen de sus pecados y de la muerte de Jesús.
Al final de su vida, Pedro conoció la persecución contra él y sus hermanos en la fe, intensificada por el emperador Nerón, tras el incendio de la ciudad de Roma en el año 64; y en este contexto, pudiera interpretarse que se hace referencia indirectamente al incendio de Roma al hablar del fuego, pero lo más relevante para él, era compartir ese sufrimiento, con el que padeció con Cristo
La vida y la obra de Pablo de Tarso, en la formación del Cristianismo ha sido de una enorme importancia, tanto por la amplitud de su doctrina, como por sus numerosos viajes por ciudades del mediterráneo oriental, anunciando el Evangelio de Jesucristo, y su influencia en las sucesivas generaciones de cristianos de los dos milenios transcurridos. Su vida pasó, de ferviente judío que persiguió a los cristianos, hasta entusiasta seguidor de Jesús de Nazaret, al que personalmente no llegó a conocer; y finalmente, fue a morir en Roma como mártir, probablemente también, en la década de los 60. Su brillante personalidad, respondía a su carácter y forma de ser y a su formación en la tradición de la doctrina del Judaísmo; su capacidad dialéctica y elocuencia llama la atención, en la defensa que hizo de su nueva identidad religiosa, en presencia del procurador romano Félix y del pontífice Ananias, ante la acusación de incitar alborotos y ser jefe de la secta de los nazarenos
Intentaba Pablo, formando parte de la comunidad cristiana, ofrecer una nueva orientación a sus creencias religiosas, sin renunciar a las raices del Judaismo. A esta tarea se dedicó, intentando conciliar la tradición de Moisés y de los Profetas con las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Esta es una de las claves para entender la asunción del legado cultural y religioso de la Antigua Alianza por el Cristianismo, que será llamada Nueva Alianza. El análisis de Pablo acerca del sufrimiento difiere en alguna medida, del formulado por Pedro y elabora un giro teológico, cuya raíz está en la interpretación que hace de la desobediencia de Adán en el Jardín del Edén, tal como queda reflejado:
Con la finalidad de proclamar y resaltar la salvación traída por Jesucristo para todos los hombres, Pablo toma como argumento el pecado de Adán, y la muerte, como castigo. De este modo, si por un sólo hombre, Adán, que pecó, vino la muerte y el sufrimiento a toda la humanidad, igualmente, por un sólo hombre, Jesucristo, vino la salvación. Es un mensaje expresado en un lenguaje de gran sencillez y comprensión, para ser aceptado por los judíos y los gentiles conversos. Pablo, para algunos exégetas, utiliza el paradigma del castigo por el pecado de Adán que se transmite a sus descendientes, tomando literalmente el texto del Génesis. La misma cultura de los dramaturgos griegos, era valedora del castigo de los dioses por los pecados, y que Pablo, probablemente, conocía de sus frecuentes viajes a las ciudades griegas, Esta misma idea, está formulada en la Epístola a los Hebreos, atribuida al apóstol Pablo, aunque no de forma unánime, comparando, de una parte, el sacrificio y la sangre derramada de becerros y machos cabríos, ordenados por Moises, como prueba de la Antigua Alianza, y de otra, la sangre derramada en la cruz por Jesucristo
A partir de este enfoque, una importante corriente del Cristianismo ha interpretado que los pecados de la humanidad han sido los causantes de la muerte de Jesucristo, marginando la interpretación de Pedro, antes indicada. Esta interpretación mayoritaria, independientemente de que tenga o no, su fundamento en la Epístola a los Romanos, imputa la responsabilidad y culpabilidad de la muerte de Jesús de Nazaret, a la humanidad por causa de sus pecados, frente a la visión de Pedro, que vivió más estrechamente los hechos, y que de forma clara, atribuía dicha responsabilidad, a las autoridades religiosas judías y al pueblo que exigía su muerte.
Jerónimo Sánchez Blanco, es Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias Políticas y Ex Diputado Constituyente.
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por honrarnos con sus colaboraciones.
Referencia
Es cierto que la responsabilidad de la muerte de Jesús se debió a las autoridades políticas-religiosas de entonces y al pueblo que exigía su muerte. Esa responsabilidad la asumió el cristianismo, considerando al pueblo judío como deicida y pérfido hasta el Concilio Vaticano II, con el consiguiente maltrato que recibió el pueblo judío de generación en generación sin tener nada que ver con la muerte de Jesús. El Holocausto se alimentó de ese odio secular que pretendió eliminar a los judíos de la Europa ocupada.
Dice el Concilio Vaticano II (“Nostra Aetate”): Como es tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno. Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios. Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos.
Desde su promulgación por Pablo VI, Nostra aetate ha servido de guía a las relaciones de la Iglesia católica con las religiones no cristianas, y sobre todo para el acercamiento entre el cristianismo y el judaísmo. El papa Juan Pablo II profundizó aún más en la relación de la Iglesia con el judaísmo a través de su visita al campo de exterminio de Auschwitz en 1979, al que calificó de “nuevo Gólgota del mundo contemporáneo”; asistió además a la sinagoga de Roma en 1986; se establecieron relaciones diplomáticas con Israel y se emitió una petición pública de perdón por la intolerancia sostenida en nombre de Cristo.
Al conocerse los horrores del Holocausto tras el final de la Segunda Guerra Mundial, algunos sacerdotes, teólogos y laicos católicos promueven la revisión del tratamiento teológico que la Iglesia daba al judaísmo, que ya se había planteado en el periodo de entreguerras —especialmente por el teólogo francés Jacques Maritain— como reacción al antisemitismo nazi. En esta toma de conciencia desempeña un papel muy importante el judío francés Jules Isaac, cuya familia fue víctima del genocidio nazi. Éste denuncia que el origen del antisemitismo se encuentra en el antijudaísmo cristiano y su “enseñanza del desprecio” hacia los judíos, el pueblo deicida según el cristianismo, por lo que el antisemitismo nazi no hizo sino “reanudar y llevar a su punto de perfección una tradición.. de odio y desprecio”
He estado buscando cuando empieza en serio el enfrentamiento con los judios. Según he podido ver, a partir del siglo XI comenzó a cambiar profundamente la relativa benevolencia bajo la que los judíos habían vivido hasta entonces en el Occidente cristiano, con la excepción de la etapa final del reino de los visigodos de Hispania, donde el judaísmo estuvo a punto de desaparecer. La primera muestra fueron las masacres de judíos por parte de los cruzados que se dirigían a Tierra Santa. Joseph Pérez las relaciona con los motivos escatológicos de la primera cruzada: “Los avances de los turcos parecían anunciar la venida del Anticristo y el fin del mundo; ahora bien, san Pablo (Rom., XI, 15) había dado a entender que los judíos se convertirían cuando llegase el fin de los tiempos; de ahí pudo surgir la idea de que era oportuno acelerar aquel proceso, forzando a los judíos a convertirse, arrinconando y maltratando a los que se resistían”.
Está claro que eres una fuente de conocimiento y sabiduría. Gracias querido.
Respecto a las raíces del Holocausto, no es una cuestión tan simple. No es solo que en occidente hubiera aversión a los judíos. Hay algo más. Dice wikipedia (aunque no sea dogma de fe): El Tercer Reich se impuso como uno de sus objetivos prioritarios la reestructuración racial de Europa. En ella, desempeñó un papel fundamental el antisemitismo, que se incardinó en una ideología o Weltanschauung [concepción del mundo] milenarista que proclamaba que «el judío» constituía el origen de todos los males, en especial del internacionalismo, el pacifismo, la democracia y el marxismo, y que era el responsable del surgimiento del cristianismo, la Ilustración y la masonería. Se estigmatizaba a los judíos como «un fermento de descomposición», desorden, caos y «degeneración racial», y se los identificaba con la fragmentación interna de la civilización urbana, el ácido disolvente del racionalismo crítico y la relajación moral; se hallaban detrás del «cosmopolitismo desarraigado» del capital internacional y de la amenaza de la revolución mundial. Eran el Weltfeind (el «enemigo mundial») contra el cual el nacionalsocialismo definió su propia y grandiosa utopía racista de un Reich que duraría mil años. Además de esta ideología, la ejecución del genocidio tuvo como soporte a la sociedad alemana, la más moderna y con más nivel de desarrollo técnico de Europa, y que contaba con una burocracia organizada y eficiente.El antisemitismo presente, en mayor o menor medida, en Europa Occidental y Estados Unidos, además de los problemas económicos derivados de la Gran Depresión, provocaron también «la desgana de los responsables políticos británicos y estadounidenses a la hora de realizar algún esfuerzo significativo de salvamento de judíos europeos durante el Holocausto».