El patriarcado

Por José Melero Pérez

Se denomina patriarcado a toda forma de organización social cuya autoridad se reserva exclusivamente al hombre o sexo masculino. En una estructura social patriarcal, la mujer no asume liderazgo político, ni autoridad moral, ni privilegio social ni control sobre la propiedad. La palabra «patriarca» proviene de las palabras griegas ἄρχειν árchein, que significa mandar, y πατήρ patḗr, que significa padre. En su sentido literal, el patriarcado es la autoridad del padre”. (Wikipedia)

La implantación del patriarcado ha sido  alentada y “justificada” durante siglos por hombres de gran prestigio filosófico y teológico como Platón, Aristóteles, Pablo de Tarso o Tomás de Aquino tal como expongo a continuación.

Según el filósofo Platón ( siglo V y IV a. C.) el varón posee un alma racional, ubicada en la cabeza, que es inmortal. Las otras dos partes del alma son mortales: una ubicada en el pecho, el alma irascible, la del coraje militar; y otra alojada en el vientre, la del deseo, el alma concupiscente. Para Platón la mujer no posee alma racional y puesto que su esencia es el útero, queda ubicada en la maternidad.

Aristóteles (siglo IV a.C.) también mantenía la teoría de que la mujer era un varón disminuido, imperfecto. Decía sobre ella: es como «el defecto, la imperfección sistemática respecto a un modelo», el masculino. Con respecto a características sociales, Aristóteles decía que  el varón tenía que mandar sobre los esclavos, los hijos y la esposa. Y que el varón, es naturalmente, «más apto para el mando que la mujer…»

Ya entrados en nuestra era, Pablo de Tarso (siglo I d.C)  defendió el patriarcado de la Iglesia. Mandó  callar a las mujeres en las asambleas y a someterse a sus maridos porque “el hombre es imagen y reflejo de Dios, mientras que la mujer es el reflejo del hombre”. Esto fue lo que escribió en su primera carta los Corintios:

 Cap. 11.6-10 “Si una mujer no se cubre con el velo, que se corte el cabello. Pero si es deshonroso para una mujer cortarse el cabello o raparse, que se ponga el velo. El hombre, no debe cubrir su cabeza, porque él es la imagen y el reflejo de Dios, mientras que la mujer es el reflejo del hombre.  En efecto, no es el hombre el que procede de la mujer, sino la mujer del hombre; ni fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.  Por esta razón, la mujer debe tener sobre su cabeza un signo de sujeción”.

Cap. 14.34-35.” Las mujeres cállense en las asambleas; que no les está permitido tomar la palabra; antes bien, estén sumisas. Si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus propios maridos en casa; pues es indecoroso que la mujer hable en la asamblea”.  

Pablo  remarca   el uso del velo de las mujeres en (1Cor 11,1‐16) “Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza que se corte el pelo. El hombre no se debe cubrir la cabeza porque es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre”.

En la Edad Media, Tomás de Aquino  (siglo XIII) afirmaba que la condición humana está íntegramente desarrollada en el varón, y es algo incompleta en la mujer. Basaba sus ideas en la leyenda bíblica según la cual la mujer fue creada de la costilla del varón, símbolo de su dependencia y menor dignidad. Para Aquino, la mujer existía en la vida social y política a través del padre, del marido o del hijo. La mujer soltera no era ciudadana. Sus únicas posibilidades de ubicarse plenamente en la sociedad eran casarse para ser madre o ser religiosa.

Esos pensamientos, propios de unas épocas históricas, no se corresponden  con los actuales; aunque todavía persisten en las religiones monoteístas, especialmente en la religión musulmana, y en sociedades e instituciones patriarcales, que se caracterizan por conceder al hombre todo el poder al considerar que la mujer no es apta para ejercerlo.

Ya en 2016, Francisco decidió crear una primera comisión para estudiar el papel de las mujeres diaconisas, pero en 2019 desveló que no se había llegado a ningún acuerdo porque había opiniones diferentes entre los miembros. Ante ese fallido intento, después de haber pasado 4 años sin mover un dedo, lo que demuestra el poco entusiasmo puesto en que las mujeres accedan al grado inferior de la jerarquía, el Papa reactivó el tema y anunció en abril de 2020 la creación de una nueva comisión de estudio para reflexionar sobre la posibilidad de ordenar a mujeres diaconisas. Habrá que esperar resultados, si es que no se pospone por otros años más la formación de una tercera comisión.

 Lo más que se les permite a las mujeres, en un decreto reciente del Papa, es que lean textos bíblicos, ayuden al clérigo en el altar y dispensen la eucaristía. Esas actividades no resultan ninguna novedad porque en muchas diócesis las mujeres ya las vienen realizado desde hace tiempo. Otro pequeño paso es que por primera vez en la historia de la Iglesia,una mujer tendrá derecho a voto en el Sínodo de Obispos. Se trata de la hermana Nathalie Bequcart que ha sido designada subsecretaria del Sínodo de los Obispos por el Papa Francisco.

De momento, el Papa ha vetado el diaconado a las mujeres. Ese supuesto horroriza a la Iglesia jerárquica, sólidamente asentada en la misoginia como demuestra el fracaso de la primera comisión en 2016 para estudiar el tema y la incertidumbre de la segunda comisión en 2020

 Lo correcto sería que en un plano de igualdad la mujer, tanto en la Iglesia como en otras instituciones y sociedades patriarcales, tuviera el mismo derecho que el hombre para acceder a todos los niveles . Pero por lo que respecta a la Iglesia católica , esta concede más credibilidad a Platón, a Aristóteles, a Pablo de Tarso y a Tomás de Aquino que a los Derechos Humanos.

 A pesar de esa mentalidad inamovible, mujeres católicas  de todo el mundo luchan incansablemente contra el patriarcado para conseguir la igualdad. Una muestra de esa lucha es el Sínodo de mujeres que se celebrará en laprimavera de 2022 y que denunciará el patriarcado en la Iglesia católica y la estructura de poder que perpetúa un modelo machista, misógino y alejado de la igualdad en dignidad de hombres y mujeres.

La Iglesia y cualquier otra  institución o sociedad patriarcal debe adaptarse a los nuevos tiempos en los que la mujer ha conseguido  altas cotas de igualdad con el hombre en todas las esferas, ya  sean políticas, sociales o profesionales. El primer artículo de La Declaración Universal de los Derechos humanos reafirma el derecho a la igualdad de todos los seres humanos. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

 Una Iglesia, una institución o una sociedad no puede prescindir del potencial humano y cristiano de las mujeres, digan lo que digan  Pablo de Tarso, Tomás de Aquino y los jerarcas de la Iglesia, que mantienen  un marcado pensamiento misógino, patriarcal, trasnochado y retrógrada que encajaba bien en la época grecorromana, pero que actualmente carece de sentido, ya que supone un trato discriminatorio a la mujer y un incumplimiento del derecho a la igualdad entre mujeres y hombres.  

Es muy improbable  que la Iglesia dé  el paso valiente desde  el patriarcado a la igualdad. Si ese paso se diera, no vendrá protagonizado por los jerarcas varones sino por mujeres católicas que aspiran con toda la razón a que se las considere con las mismas opciones que los hombres. Ese es el grito de las mujeres católicas de todo el mundo, convocadas por la plataforma Voices of Faith, con la intención de formar un Sínodo en la primavera de 2022 que desmonte el patriarcado y así  ” conseguir el pleno reconocimiento, dignidad e igualdad de las mujeres en la Iglesia”. Solo así la Iglesia será una institución creíble.

No cabe la menor duda de que la unidad de las mujeres en la lucha por conseguir el derecho a la igualdad es imprescindible como lo ha sido en todas y en cada una de las reivindicaciones a lo largo de la historia para conseguir lo que les pertenece, y ser tratadas con dignidad.

No pinta bien una Iglesia que se niega a ofrecer un trato igualitario a las mujeres, a pesar de que la igualdad es un derecho ya reconocido, con sus límites, en las sociedades democráticas. Vendarse los ojos ante una realidad tan evidente dice muy poco de una Iglesia que debería promover la igualdad, uno de los valores más plausibles de nuestro tiempo. Ante tamaña ceguera no hay otra alternativa que las mujeres presionen, como hará el Sínodo de mujeres católicas, para que sea tenida en cuenta su dignidad con el reconocimiento del derecho a la igualdad.

José Melero

DOCUMENTO 

Europa Press, 10/11/20

Mujeres católicas de todo el mundo, a iniciativa de Voices of Faith, están preparando un Sínodo para la primavera de 2022 con el objetivo de promover “la dignidad e igualdad” de todas las mujeres en la Iglesia católica y contra el “patriarcado”.

Así lo ha anunciado la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, formada por mujeres católicas de España, que ya se concentraron el pasado 1 de marzo frente a las catedrales de distintas ciudades españolas para pedir “una reforma profunda” en la Iglesia que acabe con la “discriminación” y les dé “voz y voto” en las estructuras eclesiales.

Voices of Faith abordará la “vulneración de los derechos humanos de las mujeres en la Iglesia” y “el clericalismo y patriarcado como fuentes de esa vulneración” con una “peligrosa reverencia ante el varón ‘sagrado y consagrado”.

” La antropología actual, de raíz medieval y caduca, mantiene la desigualdad y la sumisión, impide la integración de las mujeres en todos los órganos de la Iglesia e ignora la riqueza del magisterio de las mujeres”, denuncia la Revuelta de Mujeres en la Iglesia.


JOSÉ MELERO PÉREZ, nació en Madrid el 15 de septiembre de 1941. Está licenciado en Psicología y en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona. Profesor jubilado. Actualmente escribe en su blog OJO CRÍTICO y en la sesión “Entre Todos” de El Periódico.
Vaya desde aquí mi más sincero agradecimiento por participar en este humilde sitio que es KRISIS.

3 thoughts on “El patriarcado

  1. Siempre ha estado latente este problema. La paridad no existe en esta generación prolon gada a través de muchisimos siglos y luchas a garrotazos y ni se sabe cual obscura razón o pensamiento impuso semejante castración. Todo tapado con frases y gestos de una divinidad seriamente dudosa, pues mientrss aún se “estimaba” que la mujer no teníamos alma o estabamos merced al varón o cualquier majaderia(de un peso al igual que la que fructifica nuestras vidas de hoy día) cualquier bobada se hacía o medio se creía dogma, habida cuenta la iditez de un pueblo sumiso en su mayoria.
    Es de justicia allanar que los movimientos feminista del siglo XIX, no son únicos. Durante todos los siglos que se puedan estudiar surgen mujeres ya sean solas o bien agrupadas como a fines del sXII y todo el XIII con el movimiento de Beguinas, mujeres libres que ni aceptaron estar sodjugadas bajo el marido ni bajo las encorsetadss reglas de la iglesia. Profundamente religiosas y espirituales, cuyas raices ahondaban en los primeros padre del cristianismos y que iban mucho mas allá. Hasta el punto de beber de sus ideas el gran alemán Maese Eckhart que estuvo investigado como otros muchos por la Inquisición. Lo mismo que ellas.
    Vuelvo a decirte, aportando mi humilde texto que somos una dualidad en un mundo dual y mi Dios no acepta esa discriminacion y mi Dios no es el mismo de los que la separan.

  2. En todas las épocas ha habido mujeres que han luchado por sus derechos, lo que merece mi aplauso.
    Entre las resoluciones de la Conferencia Mundial sobre la Mujer (Pekín 1995) merecen especial atención estos artículos:
    5. Reconocemos que la situación de la mujer ha avanzado en algunos aspectos importantes en el último decenio, aunque los progresos no han sido homogéneos, persisten las desigualdades entre mujeres y hombres y sigue habiendo obstáculos importantes, que entrañan graves consecuencias para el bienestar de todos los pueblos.
    6. Reconocemos asimismo que esta situación se ha visto agravada por una pobreza cada vez mayor, que afecta a la vida de la mayor parte de la población del mundo y tiene sus orígenes en el ámbito nacional y en el ámbito internacional.
    7. Nos comprometemos sin reservas a combatir estas limitaciones y obstáculos y a promover así el adelanto y la potenciación del papel de la mujer en todo el mundo, y convenimos en que esta tarea exige una acción urgente, con espíritu decidido, esperanza, cooperación y solidaridad, ahora y en los albores del nuevo siglo.

Me encantaría que hicieras un comentario. Muchas gracias.