
Aquello que produce un cambio interior
«…Preguntaron una vez al Dalai Lama “¿Qué es la espiritualidad?” Y él les respondió: “Espiritualidad es aquello que produce en el ser humano un cambio interior” Y esa persona preguntó nuevamente “Pero si yo practicara la religión y observara las tradiciones ¿Todo eso no es espiritualidad?” Y el Dalai Lama comentó: “Puede ser espiritualidad, pero si eso no produce en ti ninguna transformación, no es espiritualidad. Una manta que no es más que una manta que no calienta, deja de ser manta” Aquella persona le contestó: “Entonces la espiritualidad cambia” Y el Dalai Lama le dijo: “Como dicen los antiguos, los tiempos cambian y las personas cambian con ellos. Lo que ayer fue espiritualidad hoy no necesita serlo más. Lo que un momento se nombra como espiritualidad, no es otra cosa que el recuerdo de antiguos caminos y métodos religiosos. Hay que cortar de tal manera el manto para que se ajuste a los hombres, no corte a los hombres para que se ajusten al manto”. De ese pequeño diálogo del Dalai Lama, lo más importante es que la espiritualidad es aquello que produce dentro de nosotros un cambio y no necesariamente la religión produce dentro de nosotros un cambio. …» (Leonardo Boff)
Espiritualidad y compromiso
El hecho de que la espiritualidad sea algo indefinible e indescriptible, no significa necesariamente que debamos generalizarlo o convertirlo en un principio inmutable. Por eso cuando he tenido la fortuna de conocer a personas profundamente religiosas, sacerdotes o no, que en su conducta personal de humildad, perseverancia, bondad y amor, prefiguran el mensaje que anuncian he comprendido que a la experiencia espiritual también se puede acceder por la vía religiosa. Y he comprendido igualmente que aunque para la experiencia espiritual no necesito de intermediarios ni de sacerdotes, para poder mantenerla, desarrollarla, hacerla útil y fértil es necesario vivirla en comunidad. Y aun así, esa experiencia, sin la proyección concreta de compromiso con la realidad natural, social y política únicamente serviría como una especie de droga que me enajena. En otras palabras: muchas formas de religión y espiritualidad pueden convertirse y de hecho se han convertido en “el opio del pueblo” como decía Don Carlos Marx. Por eso una religión o una espiritualidad que no te libere de tus opresiones externas e internas no es más que una dosis de “soma” para tranquilizarnos. Por eso también, las personas más auténticamente religiosas y espirituales que he conocido, estaban totalmente despreocupadas por el “más allá” y por las parafernarlias litúrgicas de ostentación. Esas personas, solamente estaban ocupadas por el “más acá” y por resolver los problemas y dificultades de los más desfavorecidos, discriminados y vulnerables social o individualmente. Por eso en suma, coincido plenamente con mi amigo y maestro Leandro Sequeiros San Román cuando dice que para llegar a ser cristiano hay que ser primero y en todo momento desesperadamente humano.
Experiencias cumbre
Es cierto también que las experiencias espirituales corren de la mano de lo que el prestigioso psicólogo humanista Abraham Maslow denominó como “experiencias cumbre“, que son aquellas experiencias humanas totales e integradoras que nos producen estados de conciencia llenos de armonía, paz, gozo, conformidad, plenitud, aceptación y sobre todo autorrealización. Pero tampoco Maslow nos puede enseñar nada, si no hemos sido capaces de experimentarla. En el fondo creo que a la espiritualidad se le puede aplicar aquello que decía Krishnamurti cuando afirmaba que “la verdad es un territorio sin caminos“
Sin embargo, la «Espiritualidad», aunque esté evidentemente relacionada y en mayor o menor conexión con todo eso, en realidad no es nada de eso, dado que ella pertenece al reino de lo abstracto, sutil, inmanente y al mismo tiempo al mundo interior de emociones, sentimientos y creencias íntimas y profundas que cada ser humano, de una u otra manera, o con mayor o menor intensidad, alberga o puede albergar en su interior. Pero además porque esta palabra y su significado ha sido, regulado, dogmatizado, dirigido y manipulado por las estructuras de poder de las diferentes iglesias que en el devenir histórico han orquestado un sinfín de tradiciones, mitos, ritos y costumbres cuya misión, entre otras, ha estado siempre orientada a visibilizar y mostrar quien tiene realmente el poder y que es lo que debe hacerse o no para seguir manteniendo la superioridad de los supuestamente “elegidos” para interpretar y decidir que es lo que debe o no creerse.
Características de las iglesias
No en vano, todas las iglesias de las más diversas religiones tienen en mayor o menor intensidad, varias características comunes. Características que dicen mucho, tanto del interés por adoctrinar, catequizar y en definitiva doblegar las conciencias de las personas. como de ejercer un poder tanto en sus fieles como en el conjunto de la sociedad.
Entre estas características se encuentran por ejemplo:
- El patriarcado o el ejercicio del poder de los hombres sobre la otra mitad de la humanidad que son las mujeres.
- Los nombramientos de sus cargos por designación sustrayendo a sus fieles el poder de decidir y elegirlos democráticamente.
- La promoción cubierta y encubierta del miedo, la culpabilidad y la represión, especialmente en lo relativo a asuntos sexuales.
- La adhesión incondicional a todo el conjunto de ritos y liturgias que en muchos casos se consideran preceptivas y de obligado cumplimiento.
- Las alianzas estratégicas y tácticas con los poderes económicos, políticos y culturales de las sociedades que en última instancia siempre han servido históricamente para consagrar, legitimar y naturalizar la dominación de unas clases sociales sobre otras.
Infinir frente a definir
Por todo esto considero que la palabra «espiritualidad» y el significado que lleva implícito, es de esas palabras que no pueden realmente definirse porque es cada ser humano en particular el único que puede encontrar el sentido, el significado y el valor de la misma. No se puede definir, porque sus significados no pueden acotarse con términos precisos y exactos, como tampoco encerrarse en un cuerpo determinado de doctrinas eternas o universalmente válidas y verdaderas.
La espiritualidad es entonces un término, al decir del prestigioso psicólogo, ensayista, conferenciante y maestro espiritual franco-brasileño Pierre Weil (1924-2008), que hay que «infinir». Y esto en otras palabras quiere decir:
- Que hay que entenderla como todo aquello que no tiene ni principio ni fin.
- Remite a lo que siempre está abierto y por su propia naturaleza es sintético, integrando las diversas perspectivas y dimensiones de cualquier hecho humano.
- Que la experiencia espiritual siempre está en movimiento, en proceso de cambio, siendo susceptible de ser recreada, reconstruida, reaprendida.
Por el contrario si deseamos «definir» lo que es la experiencia espiritual, estamos haciendo referencia al análisis, descripción, enumeración de elementos constitutivos, delimitación, acotación y/o cuantificación. En consecuencia la espiritualidad no es definible, sino infinible, algo que sucede por ejemplo también con la palabra «Amor».
Cierre que abre
Esta breve reflexión acerca de la confusión entre religión y espiritualidad, o entre la apertura, la flexibilidad y la integración de la espiritualidad en todas las dimensiones y facetas de la vida individual y social de cualquier ser humano me lleva a traer aquí una de las a mi juicio más bellas y esclarecedoras descripciones del significado de la espiritualidad tomada del Hua-Hu-Ching, que es atribuido a Lao Tsé:

«El pensamiento dualista es una enfermedad. La religión es una distorsión. El materialismo es cruel. La espiritualidad ciega es irreal. Cantar no es más sagrado que escuchar el murmullo de un arroyo, pasar las cuentas de un rosario no es más sagrado que simplemente respirar, los hábitos religiosos no son más espirituales que la ropa de trabajo. Si deseas alcanzar la unidad con el Tao, no te dejes atrapar en superficialidades espirituales. Por el contrario, vive una vida tranquila y simple, libre de ideas y conceptos. Encuentra la satisfacción en la práctica de la virtud sin hacer distinciones, que es el único verdadero poder. Dando a los demás de manera generosa y anónima, irradiando luz por el mundo e iluminando tu propia oscuridad, tu virtud se convierte en un santuario para ti mismo y para todos los seres. Esto es lo que quiero decir cuando hablo de encarnar el Tao. »
La espiritualidad es la antesala a la plenitud en el Vacío Pleno. Todos los seres humanos, como bien dices, estamos invitados a experimentarla. A cada uno le llega su momento de manera y forma diferente. Dejar la mente en silencio facilita la entrada. Es un flujo misterioso que atraviesa la historia de la humanidad como un río subterráneo que emerge con fuerza a la superficie como experiencia mística, de vez en vez, a través de los grandes iluminados, pero de forma constante por medio de los hombres y mujeres sencillos que mantienen vivo este enigmático torrente que nos lleva. Sin poder explicarlo, lo primero que percibes es que formas parte del Uno: sientes una profunda compasión por los que sufren, víctimas o verdugos, porque comprendes el dolor de cada uno; no juzgas, porque entiendes que cada persona vive su momento evolutivo y aporta su experiencia al arca común, tesoro de la Unidad; perdonas, perdonas siempre, porque comprendes sus traumas y tú te has perdonado. Cuando esto ocurre pierdes los miedos, cesan los deseos que son origen de insatisfacciones permanentes, sueltas las cargas que no te corresponden, te sientes libre, tienes la necesidad de extender esta experiencia de alta vibración y tienes la actitud de ayudarte y ayudar a los demás a hacer este camino de aprendizaje que es la vida. No hay mayor gozada que la de encontrarse y tomar consciencia de lo que somos. Ésta es mi experiencia de la espiritualidad, la más hermosa de las muchas que he tenido, y que, como a ti, se me hace imposible de explicar. Es algo tan personal que, aunque muchas veces quisiéramos transferir como un regalo a los seres más queridos, nos sentimos algo frustrados al no poder poder hacerlo. Sólo podemos aceptar el camino que cada uno se traza para entrar en armonía con las leyes del universo. Todo llegará en su momento. “Dios no se muda” (Teresa de Jesús).
Auténticamente brillante y magistral tu comentario. Es algo inenarrable, indescriptible, sorprendente, misterioso, intenso que cuando lo experimentas te marca para toda la vida y ya no hay nada que puedas pensar, sentir, decir o hacer que no esté en mayor o en menor grado atravesado por esa experiencia. El silencio interior nos lleva a esa experiencia, pero te aseguro que mi experiencia cuando hago algo de forma consciente, atenta, desprendida o cuando contemplo a los gorriones de mi patio comer las migas de pan que les echo todas las mañanas, o cuando veo amanecer despojñandome de todos los ruidos internos y externos, el resultado es el mismo, sin embargo tiene para mí como un color y un sabor único e intransferigble. Un gran abrazo hermano.