(Viene del post anterior) El odio, el rencor, el resentimiento o cualquier recuerdo basado en la revancha, la venganza y la violencia, solamente puede conducirnos a nuestra propia destrucción. O también: la crispación, el pensamiento reactivo, la manipulación o exaltación de emociones negativas, la simplificación, la mentira, la exageración, el insulto o la agresión verbal y en general todos aquellos procedimientos que fomenten el odio, la venganza o la ira, no pueden en ningún caso crear climas de convivencia pacífica y democrática.
Lamentablemente esto es algo no solamente del pasado, sino también del presente y que podemos comprobar en el comportamiento irresponsable, ignorante, estúpido y lleno de rabia de muchos de los líderes políticos. Ahí están por ejemplo Donald Trump, Jair Bolsonaro o nuestro nuevo líder de la derecha española Pablo Casado y sus acompañantes que anuncian y proclaman el infierno si no son ellos los que señalan lo que es o no es democrático y constitucional. Por cierto, nunca antes en la reciente historia de España, se han proferido insultos y mentiras tan sumamente graves contra un Presidente del Gobierno, legal y legítimo, como lo es Pedro Sánchez. Nunca antes, salvo en aquellos tiempos del golpismo guerracivilista y del “Por el Imperio hacia Dios“, habíamos visto una convocatoria de las fuerzas políticas de derechas de tal calibre, que amparándose en un españolismo de banderita y pandereta, pretenden retrotraernos a aquel siglo XX atravesado por una tragedia que si debemos recordar, es para que hagamos todo lo posible por negarnos, por evitar fracturas sociales, conflictos de convivencia y arengas para consumo de gregarios, exaltados e irreconciliables..
De lo que no existe ninguna duda, como así nos enseña la Gran Maestra que es la Historia, es que los pueblos que con los cambios de regímenes y sistemas políticos, o con los cambios legítimos y legales de gobiernos, permanecen instalados en el rencor y en la venganza, abandonan consciente o inconscientemente la meta principal que se persigue cuando intentan transformar la sociedad y mejorar sus condiciones de vida promoviendo e impulsando formas de convivencia pacífica y democrática..
El establecimiento de la soberanía popular, así como la consolidación y el avance de un Sistema Político basado en la Libertad, la Justicia Social y los Derechos Humanos Universales, nunca puede, ni podrá hacerse sin el concurso de la magnanimidad, la generosidad, la ecuanimidad, la misericordia y la compasión. Por eso, nos corresponde a nosotros, ciudadanos y ciudadanas de diferentes generaciones de españoles, hacer todo lo posible por reconocer nuestras heridas, pero no para hurgar en ellas utilizándolas, patrimonializándolas o usándolas como un arma arrojadiza contra el adversario político, sino por el contrario para cauterizarlas, cerrarlas y cicatrizarlas definitivamente mediante el reconocimiento de la verdad, la práctica de la justicia, la dignificación de las víctimas, la reparación de lo que podamos reparar y el compromiso individual y colectivo firme por la no-repetición. Este es el único camino que nos puede conducir a una auténtica y coherente reconciliación.
Esta es la razón fundamental que refuta el extendido pensamiento erróneo de los que creen que hacer memoria es remover viejas heridas que deben ser ocultadas para garantizar la paz o la concordia. Ni la paz, ni tampoco la concordia, pueden ser el fruto del silencio, el ocultamiento, el miedo, la mentira, la injusticia y el olvido. La paz no es un valor pasivo, acomodaticio y alejado de nuestra vida cotidiana. Por el contrario, la paz es un valor activo que no teme al conflicto, sino que lo afronta como algo natural de la condición humana y por tanto no es un ideal abstracto y lejano, sino concreto y cercano que se construye en cada instante y que emerge siempre como consecuencia del reconocimiento de la verdad y del ejercicio de la justicia. Por eso, en estos tiempos de paz, democracia y libertad, recordar a nuestras familias, a nuestros amigos y a todas aquellas personas que dieron su vida defendiendo unos valores que son los que nos permiten hoy tener una Constitución basada en el respeto a los Derechos Humanos y en la soberanía popular, no solamente es un acto de justicia y de restitución, sino también un solemne compromiso de reconciliación, de tolerancia, de convivencia y de paz.
¿En que consiste pues esta nueva dimensión de Hacer Memoria que intenta ir más allá de lo que es Recuperación?
La clave de esta dimensión activa de la Memoria Histórica y Democrática, particularmente la entiendo en el sentido de garantizar por todos los medios a nuestro alcance que existan condiciones objetivas y subjetivas, que impidan de una otra forma, que estas tragedias no vuelvan a repetirse jamás. Y es que si nuestra Historia sirve para algo, debe servirnos al menos para no cometer los mismos errores que cometimos en el pasado a pesar de que sepamos que los seres humanos somos los únicos que tropezamos dos o más veces en la misma piedra.
Esta es la razón más sólida que puedo ofrecer para oponerme radicalmente a toda esa crispación llena de rabia, rencor y resentimiento en la que PP, Cs y Vox están intentando sumergirnos a base de mentiras, simplezas y loas a un supuesto orgullo patrio que disculpa y justifica la corrupción, manipula deliberadamente a la opinión pública con mentiras y “fake news” y exige autoritarismo, medidas fuertes, centralización, mando único y poder total y absoluto para imponer sin concesiones sus puntos de vista. Hacer Memoria pues, es también oponerse de forma activa a cualquier comportamiento individual o colectivo que genere odio, enfrentamiento, fractura social, autoritarismo, dogmatismo o que niegue el diálogo, la negociación y la resolución pacífica de conflictos.
Aunque evidentemente carezco del conocimiento y la experiencia suficiente para establecer un Programa Marco o un Libro Blanco de “Hacer Memoria” capaz de orientar e implementar proyectos de acción social, cultural y política que generen una mayor conciencia y una mayor y mejor Cultura Democrática, a los efectos de esta modesta nota, se me ocurre que lo primero que habría que hacer es poner el foco en nuestras instituciones sociales educativas, formativas y escolares, pero especialmente en las familias y en la responsabilidad de madres y padres de educar a sus hijos en la paz, el diálogo, la escucha, el respeto y en los valores de la Democracia como forma de vida.
Lo primero y lo que creo más importante es pensar, planificar, programar y ejecutar una gran Reforma de todos los contenidos y programas escolares, desde la Educación Infantil hasta la Universidad pasando por los Centros de Formación Profesional, incluyendo en ellos todo tipo de actividades y de estudios sobre Educación para La Paz, los Derechos Humanos Universales, la Ciudadanía y la Responsabilidad Social, la Igualdad de Género, la Educación no discriminatoria por razón de etnia, de condición sexual, religiosa, de nacionalidad o de cualquier otro orden.
Desgraciadamente hoy, todos los programas escolares “oficiales” del mundo y las prácticas mayoritarias que se realizan en sus aulas están orientadas por el economicismo, el pragmatismo, el profesionalismo, la competitividad y a la selectividad. Algo por cierto que se ha producido como consecuencia de todo el proceso de globalización económica neoliberal que a través de los más diversos organismos internacionales han puesto la Ética, la Filosofía y las Ciencias Humanas en general, a los pies de los caballos, (ver discurso Martha Nussbaum sobre el futuro de la Educación mundial) de tal forma que los Estados nacionales no solamente han perdido soberanía política y económica, sino también soberanía educativa para poder orientar las Políticas Educativas Públicas hacia una formación humana integral que ponga su máximo acento en la Ética. Y esto desde luego es imposible sin una Reforma profunda de los planes de Formación Inicial y Permanente del Profesorado y sin una estrategia política y cultural consensuada que responsabilice a los grandes medios de comunicación de masas en la promoción de una auténtica Cultura Democrática.
Suscribo todo lo que dices. Yo también me opongo al trío neofascista por sus mentiras manipuladoras , su autoritarismo , su política centralizadora …… y todo para imponer lo que ellos piensan , desdeñando formas de pensar más sanas que promueven el respeto, el diálogo, la no beligerancia y la defensa de derechos que han costado mucho conseguirlos. Un saludo, José Melero.