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La reunión de estos textos e ideas propias y ajenas fue realizada en enero de 2022, cuando un verano despiadado se asociaba con una de las olas del Covid. Pensaba que no sería contagiado, pero el virus me sorprendió y se apropió de mi cuerpo y muchas de estas páginas fueron encontrando ubicación y forma mientras intentaba regresar a la normalidad. Cada texto ha sabido dialogar con el contexto en el que aparecieron en aquel marzo de 2020 a enero de 2022

Vandalismo y desprecio. Así actuaron los “dos o tres chicos” que robaron objetos de poco valor de una escuela. Antes de irse, rociaron las instalaciones con combustible y prendieron fuego, ya que empezó a sonar la alarma. Los daños fueron totales y las primeras consecuencias fueron que hoy no tendrán clases 420 alumnos, quienes no saben adónde terminarán el ciclo lectivo. Este tipo de hechos no es nuevo en las escuelas de diversos lugares del país. También otras instituciones han sufrido robos e, incluso, dejaron de dictar clases momentáneamente a causa de la inseguridad. En muchos casos, es necesario hacer nuevamente el edificio, ya que no se puede restaurarlo.
No se justifica el ROBO a las pocas pertenencias de una escuela, pero se explica: puede haber algún dinero de cooperadora o algún equipamiento tecnológico de valor. Pero cuando los que ingresan prefieren desordenar, romper, destruir y quemar el MENSAJE ES OTRO. El fuego que seguramente se enciende con lo que la escuela guarda con mayor cuidado: registros, legajo, archivos, libretas. Rompen y destruyen lo más sagrado. Y luego, las llamas se llevan el resto.
¿Están quemando la escuela porque rechazan la educación que puede brindarles? ¿Se sienten excluidos del sistema, aunque sobreabunden los discursos de inclusión? ¿Han pasado por la escuela y han huido espantados, aburridos, fastidiados por todo lo que se dice y se hace allí? ¿Tienen necesidad de agredir a la autoridad más inerme, al poder sin recursos, a la última trinchera de la sociedad? ¿Atacan lo que esa misma sociedad proclama más, pero cuida menos? ¿Saben lo que hacen o desconocen el valor de sus acciones? ¿Tienen alguna culpa o no tienen instalado principio moral alguno? ¿Forma parte de una fiesta en donde se mezclan todos los excesos? ¿Pasaron por esas mismas escuelas? ¿Nunca pudieron ingresar? ¿Fueron expulsados o se fueron sin darse cuenta? ¿Tuvieron problemas con algún educador? ¿No recibieron la educación o el trato que esperaban?
El valor es más simbólico que real, aunque los daños son reales. Quemar la escuela (como atacar un hospital o un centro de salud) es agredir al lugar y a los responsables que más pueden ayudarlos, cuidarlos, salvarlos, redimirlos: EDUCARLOS. Y, sin embargo, como si fuera un templo, ingresan y lo profanan, desconociendo toda sacralidad. Lejos de aquellas bíblicas palabras: “Sácate las sandalias, porque el suelo que pisas es santo”, aquí el precepto reza: “Destruye todo porque no te han dado o no te dan lo que necesitas para poder vivir dignamente y salir del pozo en el vives”. No importa que sea injusto, simbólicamente parece ser ese el mensaje. En tres PELÍCULAS vemos estas manifestaciones: IF (1969), SARAFINA (1992), LOS CORISTAS (2004).
No se queman otros lugares. O sí: las revueltas populares queman lugares públicos (signos del poder), domicilios de violadores, de abusadores. Y en algunos casos: la quema de automóviles en las calles. ¿Por qué se asimilan – en el fuego y en la destrucción – estos hechos y lugares? No tocan a los actores (directivos, docentes, alumnos, padres), pero destruyen el templo, dejando a los fieles sin celebración.
JORGE EDUARDO NORO nació en la ciudad de Paraná, de la provincia de Entre Ríos, una de las más hermosas de la Argentina, aunque actualmente reside en la provincia de Buenos Aires.
Es profesor de Filosofía, Pedagogía y Letras, doctor en Ciencias de la Educación y está especializado en Filosofía.
Ha trabajado como docente con adolescentes durante cuarenta años y al mismo tiempo en la formación de profesores.
Con el paso del tiempo ingresó como profesor universitario y actualmente imparte seminarios de grado y potgrado en Argentina y otros países de América.
Ha publicado alrededor de quince libros y desde hace algunos años sus publicaciones están disponibles en diversos sitios web como AcademiaEdu, Calameo, Scribd y en su propio sitio web.
Dedica sus días a los seminarios que imparte, a participar como invitado en congresos y cursos, pero sobre todo a escribir mucho y a cuidar los árboles que ha plantado. Tiene dos hijos y un nieto, además de ser hincha del Racing.
Su curriculum completo puedes encontrarlo AQUÍ
Vaya desde aquí nuestro más sentido agradecimiento por participar y prestigiar con sus escritos este sitio de KRISIS, un espacio para la Educación y el Desarrollo de la Conciencia.