
La experiencia de estas Navidades vividas en continuos confinamientos nos ha hecho sentir de un modo especial las grandes dificultades para las celebraciones y los espacios de encuentros que estas fiestas suponen. Y es que en el mundo tan acelerado en que vivimos siempre aguardamos impacientes los días de descanso y festejos en que damos rienda suelta a nuestros sentimientos familiares y amistosos en que cada uno exhibe sus artes culinarias, ornamentales, musicales y derroches de generosidad de todo tipo. Sobre el significado del arte en nuestras vidas van estas reflexiones.



Los sentimientos y la razón
Kant nos cuenta que él andaba convencido de que las ideas nos llueven del cielo y que por eso se ajustan perfectamente a la realidad.
Pero un buen día recibió un fuerte golpe en la cabeza y se le cayeron los palos del sombrajo.
Quien le dio el garrotazo fue un inglés llamado Hume que, como él dijo después, le despertó de su sueño dogmático:
- se dio cuenta que para conocer, lo que se dice conocer, hay que empezar por sentir, tocar, experimentar;
- aunque, claro, no se puede quedar uno ahí, porque si quiero conocimientos serios, científicos, tengo que ponerle leyes a la experiencia.
Y aquí la cosa se complica: poner leyes es suponer que las cosas siempre se comportan de la misma manera, que el mundo funciona como un mecano cualquiera.
Pero entonces no queda sitio para tomar decisiones, para la libertad.
Kant lo soluciona diciendo que nuestros conocimientos científicos sirven para lo que sirven, pero que hay cosas que se les escapan: el mundo de nuestras decisiones, nuestra libertad, donde nos encontramos con los sentimientos como el sentimiento del deber. Van siempre muy unidos el buen gusto y la decisión moral. Cuanto más nos disgusta lo injusto más elevada moralidad. Así Pitágoras y Platón suponen la ética como la capacidad de actuar conforme a las aspiraciones más íntimas del ser humano y Aristóteles habla de saber encontrar en el justo medio. No tanto en Kant que le da al juicio estético un carácter trascendental
Sentimiento-razón, ¿mundos separados?
Y ese mundo de los sentimientos, ¿es un estorbo a la razón o es su complemento?
En todas las culturas están representadas estas dos fuerzas: Visnú y Siva, Apolo y Dionisos, incluso en el santoral cristianos hay santos místicos contemplativos (S. Francisco de Asís o Sta. Rita) y santos guerreros (Santiago Matamoros, S. Jorge).
Según su predominancia darán lugar a lo que Ortega 1 Ref.España invertebrada. Espasa-Calpe 1967. Pg. 106. llama épocas clásicas (Kitra, claras) con predominio de las convenciones de la razón y épocas de transición (Kali, oscuras) con predominio de la sinceridad y los sentimientos. Él apuesta por las primeras en que dominan las castas superiores.
Y Nietzsche advierte que, semejantes a los sexos que perpetúan la vida en medio de constantes luchas y aproximaciones, existen dos fuerzas en la naturaleza que con sus conflictos y encuentros van generando la peculiar forma de vida de los seres humanos: “la evolución progresiva del arte es resultado del espíritu de Apolo y del espíritu dionisíaco… del ensueño y la embriaguez…”
- de las facultades creadoras de formas… la apariencia radiante, la luz, la conciencia de nuestra individualidad… y
- de la ruptura de esas formas y del mismo principio de individuación por obra del éxtasis o la embriaguez…
“Bajo el encanto de la magia dionisíaca no sólo se renueva la alianza del hombre con el hombre: la naturaleza enajenada, enemiga o sometida, celebra también su reconciliación con su hijo pródigo, el hombre.” 2 Ref.El espíritu de la tragedia. Ed. Teorema, pgs. 482-487. Para contrarrestar lo que ve que predomina en su época él apostará por Dionisos.
Lo estamos viendo en la pandemia una situación que nos obliga a salir de una individualidad que prescinde del otro y la necesidad de solidaridad no sólo con nuestros semejantes sino con todo lo que supone armonía con nuestro entorno.
Siempre es necesario el recurso a los mitos (Apolo- Dionisos. Kitra – Kali…) a la imaginación que esquematiza o unifica los fenómenos por medio de figuras. Nuestras fiestas como las de otras culturas tienen mucho de esto.
Luego vendrá la reflexión y el entendimiento con sus recortes, haciendo abstracción por medio de conceptos. Ver Cassirer y su distinción ciencia-arte. 3 Ref.Antropología filosófica. FCE. Pg. 13ss. Distingue: – Ciencia y lenguaje que clasifican nuestras percepciones sensibles concentrándolas en esquemas que abrevian o abstraen lo real y – Arte que también unifica pero en base a una experiencia vivida intensamente y una concreción de la cosa, intuición de las formas de las cosas sin atender a sus leyes.
Por fin la voluntad marca el salto a la acción libre sin la cual todo se queda en un mundo de ideas sin pies en la tierra.
La estética (aisqhsis: sensación) es la capacidad de percibir y crear belleza mediante una unidad, un orden no en base a conceptos sino a imágenes acordes con nuestra sensibilidad, nuestros gustos y apetencias.
La experiencia de la belleza
Según Blaga el arte es una revelación en forma intuitiva de que por encima del caos hay una armonía, como una luz sobre el abismo. (Sea en el hombre mismo o en algo que le trasciende.
Cuando yo experimento la belleza descubro que hay una armonía entre el mundo de mis conocimientos y el mundo de mis deseos y de mis decisiones. La belleza no es más que ese sentimiento de placer que experimentamos cuando lo que percibimos se ajusta a nuestras mejores expectativas, o sea, cuando lo sentido se armoniza tanto con nuestra imaginación como con nuestro entendimiento.
El gusto estético es un placer contemplativo, desinteresado y, a diferencia de otros placeres, es compartible por todos. Supone una forma de aproximación a la realidad que va al fondo de las cosas, a lo que nos toca más dentro.
Tiene que ver con los deseos, surge de una inmediata e inexplicable reacción de nuestro impulso vital (Santayana)
Los grandes genios poseen la virtud de dar forma a las ideas estéticas.
Todo esto supone una armonía en el universo en la que nos sentimos integrados con la experiencia estética.
ANTONIO DURÁN SÁNCHEZ es Licenciado en Filosofía por la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, recibiendo enseñanzas de Giulio Girardi, promotor e impulsor del Movimiento Cristianos por el Socialismo. Terminados sus estudios y a su vuelta a España, accedió a una plaza de profesor de Filosofía en los antiguos Centros de Bachillerato (BUP), pasando posteriormente a Centros de Secundaria obteniendo la condición de Catedrático en su especialidad. Junto a otros compañeros salesianos, llegó a la ciudad de Camas en 1974 en la que se estableció y residió durante varios años contribuyendo a fundar la Comunidad Salesiana de Buen Aire.
En años posteriores fundó junto a otros compañeros y amigos la Asociación Cultural FOCODE., de la que es presidente. Es autor de diversos libros y de numerosas publicaciones en Revistas filosóficas. Ha impartido numerosas conferencias, tanto aquí en España como en Perú y Bolivia.
Personalmente tengo el privilegio de mantener con Antonio una amistad profunda y de largo alcance ,por lo que tenerlo como “Autor invitado” en Krisis es un motivo de gran satisfacción y agradecimiento
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