Karma, fe y bendición (3): las Leyes del Karma

Buda Óctuple Sendero

OM MANI PADME HUM

El budismo tiene muchísimo que aportar, en cuanto que la idea de producir un karma positivo o negativo, está indisolublemente ligada al cumplimiento de lo que se conoce como “Leyes del karma“.

Las denominadas y muy conocidas “Leyes del karma” son en realidad principios lógicos, psicológicos y éticos que nos permiten desarrollar nuestra conciencia situándonos en el camino de afrontar nuestra existencia material y personal. No se trata pues de leyes físicas o químicas, aunque si se siguen y se persiste en cumplirlas, y lo digo por propia experiencia, también tienen sus efectos corporales, mentales, emocionales, racionales, sociales y ecológicos. Son leyes como diría Aldous Huxley, de sabiduría eterna o perenne. Veámoslas con algo de detenimiento.

Ley de la causa y el efecto

Esta Gran Ley es muy sencilla de entender. Lógicamente viene a decir que a todo efecto precede una o varias causas, pero a su vez, todo efecto puede convertirse en nuevas causas que produzcan reacciones en cadena. Hasta tal punto es importante esta Ley, que al estar todo lo existente interconectado, cualquier acción que realicemos, al ser disparada puede escapar de nuestras intenciones y volverse en contra de nosotros mismos, como así señala el principio de ecología de la acción formulado por Edgar Morin, que ya mencionamos en el artículo anterior.

Popularmente es el conocido dicho de que “lo que siembras recoges“. Es decir, si siembras rencor, resentimiento, odio, animadversión, pensamientos y emociones negativas, ruido, información tóxica, críticas inmisericordes, maniqueismo, dogmatismo, violencia verbal o física o cualquier otra forma de agresión y ausencia de compasión o misericordia, recogerás exactamente lo que has sembrado.

A mí esta Ley me gusta denominarla denominarla “Ley de la Siembra” haciendo honor a la maravillosa canción De Rubén Blades, “Siembra” en la que se dice textualmente “Siembra si prentendes recoger. siembra si pretendes cosechar. Pero no olvides que de acuerdo a la semilla, así serán los frutos que recogerás“.

Se me ocurre añadir, que en este tiempo de crispación sociopolítica y mediática, a la que hay que sumar la crisis sociosanitaria de la pandemia, el clima social de convivencia general está sumamente alterado. Una alteración que es provocada tanto por determinados actores políticos, pero también y muy especialmente por los grandes actores mediáticos y todo ese ejército de famosos tertulianos y tertulianas que saben de todo y en todo pontifican. Pero también por toda esa cohorte de cibernautas de las redes sociales, entre los que me incluyo, que sin querer, queriendo, “sin querer queriendo” o defendiendo siempre el pensamiento crítico y olvidando el pensamiento autocrítico, estamos continuamente multiplicando mensajes negativos que se expanden por doquier y generan efectos muy nocivos y perniciosos tanto para nuestra necesaria serenidad y sosiego interior, como para nuestra convivencia pacífica y democrática. Así pues y en definitiva, “recogemos lo que sembramos“.

Ley de la responsabilidad

Lo queramos o no, cada ser humano, aunque esté sumamente condicionado por sus circunstancias, su contexto o aunque esté atrapado en sus condicionamientos biográficos y en sus impulsos psíquicos, es siempre responsable de sus decisiones y de sus acciones. Y curiosamente, no hay ninguna persona, que no justifique la supuesta bondad o necesidad de dichas acciones acostumbrando siempre a ser muy severo en el juicio de las acciones de los demás y muy magnánimo en la crítica y el juicio de sus propias acciones. Esto lo explican muy bien en términos psicológicos, las famosas Teorías de la Atribución Causal y la Teoría del Locus de Control Externo e Interno.

En el budismo, a esta Ley que me permito llamar “Ley de la responsabilidad“, se la denomina “Ley de la creación“, en el sentido de que independientemente de nuestra voluntad, todo ser humano es un participante, forma parte del Universo entero y además está permanentemente interconectado con él. Lo que significa que hagamos o no hagamos, todo va a tener consecuencias tanto en nuestras relaciones con la Naturaleza como con la Sociedad.

Ley de la Humildad

La humildad es una virtud muy difícil de prácticar y encarnar en nuestra conducta cotidiana y como decía Erich Fromm no puede aprenderse ni con discursos, ni en los libros. Solamente podemos captarla y comprenerla cuando vemos a una persona humilde..1 Ref.FROMM, Erich. Sobre la desobediencia y otros ensayos. Paidós. Barcelona. 1984. Y aun así, una cosa es captarla y comprenderla y otra muy diferente expresarla, manifestarla y hacerla visible en nuestra conducta cotidiana.

Desde el budismo, esta Ley nos viene a decir que “Si lo comprendes, las cosas son como son. Y si no lo comprendes, las cosas son como son“. Es decir, que aquello que te niegas a aceptar, te va a perseguir siempre y provocará en ti ansiedad, desasosiego, miedos y temores. Tiene que ver también con el desconocimiento de nosotros mismos y de nuestros mecanismos de defensa, o creer que somos realmente lo que creemos, ignorando aquello de que “Cuatro hombres iban por un camino. Uno el que creía que era. Otro el que le gustaría ser. Un tercero que era el que los demás decían que era. Y un cuarto desconocido, el que realmente era“. Y es que nosotros, lo queramos o no, somos seres egocéntricos y hemos construido nuestro Yo creyendo que somos el centro del Universo. Pero además somos seres de apegos, dependencias y permanentemente deseosos de aprobación, de llevar razón en todo y de obtener aplausos y admiración de los demás.

En definitiva, ser humildes significa ser capaces de ver nuestra realidad interior aunque no nos guste, o incluso la rechacemos. Exige por tanto autoobservación y autocrítica, como también tener en cuenta las observaciones y críticas que nos hacen los demás, siendo capaces de identtificar nuestras debilidades, sombras, heridas y defectos, lo que dicho en palabras del famoso psicólogo Carl Rogers significa “ser auténticos2 Ref.ROGERS, Carl. El proceso de convertirse en persona. Paidós. Barcelona. 1989.

Ley del crecimiento

La Ley del Crecimiento viene a decir, que aquello que no depende de nosotros, no lo podemos controlar a nuestro antojo y que por tanto nuestra responsabilidad reside en cuidar de nuestro crecimiento interior. Dicho de otra manera significa que jamás podrá producirse un cambio externo, si al mismo tiempo no estamos creciendo internamente. Así por ejemplo, desear la justicia, la paz, la fraternidad o la solidaridad mundial, o anhelar la transformación de la sociedad e incluso luchar o trabajar por ella, jamás podrá conseguirse si al mismo tiempo no nos esforzamos por ser nosotros mismos más pacíficos, justos, fraternos y solidarios. Nuestro injusto mundo social jamás podrá cambiar, si al mismo tiempo no cambiamos nosotros desde nuestro interior. Es como aquel famoso cuento que decía más o menos: «De joven quise cambiar el mundo. Una década más tarde me di cuenta de que era imposible y que era mejor cambiar solo mi país. Años después descubrí que tampoco era posible y decidir solamente cambiar mi ciudad. Transcurrido el tiempo me di cuenta de que no era posible y me dediqué a cambiar mi barrio, pero tampoco resultó. Después pensé en cambiar solamente mi familia y mi grupo de amigos, pero igualmente fracasé. Así hasta que opté por cambiarme a mí mismo, pero ya me hice viejo y no tuve tiempo, porque al mes siguiente me llevó la muerte»

La Ley de la Verdad

A esta Ley los budistas la llaman la Ley de la Responsabilidad, pero yo he preferido llamarla “Ley de la Verdad” en recuerdo de mi entrañable amigo Lorenzo Rastrero Bermejo que un día en un discurso que dio en la presentación del la Banda Municipal de Música en Camas, allá por 1984 dijo:

…Es verdad lo que se hace. Por sus hechos los conoceréis. Los hechos son la prueba de nuestra honradez. Obras son amores y no buenas razones. La verdad es histórica, concreta y de clase…

En definitiva y para los budistas, todo aquello que nos sucede, es el reflejo o la expresión de nuestro propio interior. En consecuencia, lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos siempre produce efectos en los demás, en nuestras relaciones, en el mundo exterior y en nosotros mismos.

      La canción que acompaña a este texto corresponde al mantra OM MANI PADME HUM cuya pieza completa de 24 minutos puedes ver y oir en el enlace.
      Un “mantra” es una palabra sánscrita que tiene como objetivo relajar e inducir a un estado de meditación en quien canta o escucha. La palabra está conformada por dos expresiones “man” que significa “mente” y “tra” que expresa “liberación”.
      El mantra “OM MANI PADME HUM” es uno de los mantras esenciales del budismo tibetano y en el cual -de acuerdo con la visión de los monjes- se condensan la sabiduría y las enseñanzas de Buda.
       Está compuesto de seis sílabas en sánscrito, que se traducen al español como: «¡Oh, la joya del loto!» (se pronuncia om mani peme jum), y es el mantra de seis sílabas del bodhisattva Chenrezig, o deidad budista de la compasión.
      Sus seis sílabas significan lo siguiente:

  • OM: purifica el cuerpo, estimula la generosidad, combate el orgullo y ayuda a conseguir la sabiduría de la ecuanimidad.
  • MA: purifica el habla, estimula la conciencia y la conducta ética, combate la envidia y permite desarrollar la sabiduría de la actividad o la acción comprometida de ayuda incondicional a los demás.
  • NI: purifica la mente, estimula la práctica de la virtud de la paciencia; ayuda a combatir o a contrarrestar el deseo pasional y permite desarrollar la sabiduría que nace de sí misma o del sentido común del SER auténticamente humano.
  • PAD: ayuda a afrontar y eliminar las emociones conflictivas; estimula la práctica de la diligencia o capacidad de actuar con eficiencia, eficacia, excelencia disfrutando con lo que se hace; ayuda a combatir la estupidez, los prejuicios y cualquier tipo de estereotipos y permite desarrollar la sabiduría del Dharma o la práctica del refugio en Buda.
  • ME:purifica la conciencia ayudándola a reconocer los condicionamientos presentes o latentes; estimula la práctica de la atención y la concentración; ayuda a combatir el afán de poseer, de tener estimulando la austeridad y la sobriedad y permite desarrollar la sabiduría del discernimiento.
  • HUM:ayuda a identificar los errores del conocimiento, los supuestos falsos y las falacias; ayuda a combatir cualquier forma de agresividad, odio, ira, venganza o daño; permite desarrollar la sabiduría de la sinceridad, la honestidad, la honradez, la transparencia y la coherencia (sabiduría del espejo).

FUENTE:  ¿Qué es OM MANI PADME HUM?.

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