Krisis religiosa del ateo militante Antony Flew (2)

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Por Leandro Sequeiros San Román

Antony Flew (1923-2010)
Antony Flew (1923-2010) fue un pensador del XX que, durante medio siglo, defendió el ateísmo, desde la perspectiva de la Escuela de Filosofía Analítica. Sin embargo, en sus últimos años de su vida vivió una intensa krisis personal que le llevó a aceptar la necesidad de un “alguien” trascendente y poderoso. Flew reconoce la necesidad de una divinidad y adoptó posturas que se identifican con el deísmo. El orden y complejidad del mundo no se explican sin un poder superior. Esta serie de artículos se basan en los excelentes trabajos de Javier Monserrat.

¿Quién es Antony Flew?

Antony Garrard Newton Flew (Londres, 11 de febrero de 1923- 8 de abril de 2010​) fue un filósofo inglés. Perteneciente a las escuelas del pensamiento analíticas y evidencialistas, notable por sus trabajos en filosofía de la religión.

Sirvió en la Royal Air Force durante la Segunda Guerra Mundial. Estudió japonés en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de 1942 a 1943, antes de incorporarse al Servicio de Inteligencia de la RAF hasta el cese de las hostilidades en 1945. Después de la guerra, se graduó en el St. John’s College de Oxford, en 1947. Hizo su doctorado con Gilbert Ryle, tras lo cual trabajó como profesor de filosofía en Christ Church, Oxford, de 1949 a 1950. De 1950 a 1954, fue profesor de filosofía moral en la Universidad de Aberdeen, y luego se convirtió en profesor de filosofía en la Universidad de Keele en Staffordshire, donde permaneció hasta 1973, momento en el que se trasladó a la Universidad de Reading. Se retiró en 1983, y ocupó un puesto a tiempo parcial en la Universidad de YorkToronto. Pronunció las Conferencias Gifford 1986-1987 en la Universidad de St. Andrews.

Flew fue durante 40 años de su vida un gran defensor del ateísmo, argumentando que uno debería presuponer el ateísmo hasta que la evidencia empírica de un Dios apareciera. También criticó la idea de la vida después de la muerte, ​ la defensa del libre albedrío al problema del mal, y el sin sentido del concepto de Dios.​

Sin embargo, en 2004 planteó su acercamiento a posturas cercanas al deísmo.​  Más tarde escribió el libro There is a God: How the World’s Most Notorious Atheist Changed His Mind (Hay un Dios: Cómo el ateo más influyente del mundo cambió de opinión), con contribuciones de Roy Abraham Varghese. Este libro ha sido sujeto de controversia, ya que de acuerdo con un artículo en la revista New York Times, Flew está disminuido mentalmente y que Varghese fue el autor principal. ​ El asunto continúa en discusión con algunos comentaristas incluyendo a PZ Myers y Richard Carrier apoyando dicho argumento y otros (incluyendo al propio Flew) ​ oponiéndose.

¿Qué es el deísmo?

Flew adopta posturas cercanas al deísmo. No hay que confundirlo con el teísmo (la creencia en un Dios que no solo es creador, sino que también “está presente” e “interviene” en el mundo).

El deísmo es la creencia de que un ser inteligente creó el mundo, pero que este ya no está involucrado con el mundo o interviene en los asuntos de las personas. Según el Deísmo, un ser que podría ser llamado “Dios” creó el mundo y lo puso en marcha. Pero después de la creación del mundo y darle las leyes naturales que necesitaba para funcionar, este Dios abandonó al mundo lo cual le permite funcionar por sí solo. Este Dios, que no debe entenderse como el Dios personal del cristianismo, es como un amo ausente o un relojero que ya no tiene ningún interés en el reloj que creó. 

Se piensa que el introductor del concepto de deísmo fue Herbert de Cherbury (1583-1648). El deísmo floreció en los siglos XVII y XVIII y alcanzó su cenit en la época de la Revolución Americana. Esta opinión fue popular entre los pensadores europeos, como Voltaire, así como varios fundadores de los Estados Unidos incluyendo a Thomas Jefferson y a Benjamin Franklin.

En sus primeros días, el deísmo no era tan escéptico acerca de los puntos de vista cristianos tradicionales de Dios, como más tarde se convirtió. De hecho, desde el principio podría ser visto como un resurgimiento de la teología natural de Tomas de Aquino en que la naturaleza enseña a todas las personas ciertas verdades acerca de Dios.

El mismo Herbert, creía que la teología natural apoyaba las creencias cristianas acerca de Dios. Eventualmente, sin embargo, el deísmo llegó a ser una alternativa para el cristianismo.

Mateo Tindal (1655-1733) publicó Christianity as Old as the Creation [El Cristianismo tan Antiguo como la Creación], que llegó a conocerse como la ‘Biblia del deísmo’. En esta obra el sostuvo un punto que se convertiría en una tesis central del deísmo-‘la razón es superior a la revelación.’ Por lo tanto, si las verdades de la razón están en contradicción al mensaje cristiano, una persona debe confiar en su propia razón. Los deístas también llegaron a ser los pioneros de la crítica radical de la Biblia a menudo negando los relatos milagrosos de la Biblia.

Joseph Butler (1692-1752) ofrece una refutación del deísmo alegando que las verdades de la naturaleza son coherentes con la Biblia. El escepticismo radical de David Hume también se cree que ha asestado un gran golpe mortal al Deísmo. Como movimiento, el deísmo no sobrevivió en el siglo XIX.

Los deístas inicialmente fueron atraídos al argumento teleológico de la existencia de Dios-es decir, que la gran complejidad en el mundo muestra evidencia de un diseñador. Antony Flew, un ex líder defensor del ateísmo, dijo en 2004 que la complejidad del universo obliga a creer en Dios. Reconoció que su nueva visión era similar a la del deísmo.

El ateísmo en la filosofía clásica

Durante 40 años, Flew defendió el ateísmo. Pero hay muchos sentidos de ateísmo, postura que niega la existencia de Dios.

La filosofía clásica de la modernidad dogmática fue atea en gran parte; de ahí la dificultad, mantenida durante siglos, de que se entablase un diálogo entre el teísmo cristiano antiguo y aquel ateísmo dogmático de la modernidad.

David Hume estuvo cercano al ateísmo. Fue claramente atea gran parte de la ilustración francesa enciclopedista del XVIII. Schopenhauer fue ateo y la izquierda hegeliana estuvo militando ya con toda claridad en el ateísmo, como Ludwig Feuerbach y Karl Marx.

El ateísmo de Marx-Engels estuvo en la esencia de la filosofía marxista, que alcanzó un inmenso influjo hasta llegar al ateísmo oficial de la Unión Soviética. La filosofía del XIX estuvo influida por la idea reduccionista del universo y de la vida que ofrecía la ciencia de aquel tiempo. Marx, Nietzsche y Freud fueron los tres grandes padres del ateísmo filosófico moderno.

Otros muchos filósofos del siglo XX fueron también ateos, o al menos agnósticos: así Bertrand Russell, Alfred Ayer, Jean-Paul Sartre, Albert Camus y Martin Heidegger. W.V.O. Quine, Gilbert Ryle o Rudolf Carnap militaron también en las posiciones ateas.

Al igual que autores como Richard Rorty o Jacques Derrida. Podríamos enumerar otros muchos nombres de la filosofía internacional que se han manifestado abiertamente en el ateísmo. No digamos en el mundo de la cultura y de las artes. Aunque hemos mencionado este ateísmo filosófico clásico, no me he querido entretener en él porque es muy conocido y sus posiciones han sido radicalizadas en el Nuevo Ateísmo que está hoy más en el candelero.

La estructura de la crítica de la religión es muy sencilla. Primero se argumenta que el universo, al ser conocido por la razón, científica y filosófica, no ofrece justificación alguna a la consideración de que algo así como lo que llamamos Dios pudiera ser real y existente (son los argumentos cosmológicos básicos, de lo que todo depende).

Pero, además, resulta que, si observamos el universo como escenario de la vida humana, tampoco hallamos ningún rastro de que Dios esté interviniendo en el mundo. El Mal producido para el hombre en un universo ciego es incompatible con Dios. La perversidad humana, en especial la perversidad de las religiones, tampoco permiten pensar que haya un Dios que inspire o mueva a los hombres a vivir con dignidad y bondad. Por tanto, no hay rastro de Dios ni en el universo, ni en el escenario de la vida humana. En consecuencia, Dios no existe.

Ahora bien, si es un hecho que no es racional considerar a Dios como existente, ¿por qué razón los hombres se han empeñado en ser religiosos y siguen siéndolo aún en la actualidad?

La respuesta la ha construido el ateísmo clásico en las teorías de la alienación: teorías que explican por qué los hombres, aun sin tener razones para ello, se han alienado en la idea de Dios, es decir, han perdido su dignidad humana, se han hecho algo “extraño” a lo que realmente son (se han alienado, es decir, se han “extrañado” a sí mismos, convirtiéndose en “otros”).

El marxismo vio en la indigencia del hombre, pobre y necesitado, la razón de consolarse en la idea de un Dios salvador; idea que, además, fue utilizada en las sociedades como ideología útil para el dominio de unas clases sociales sobre otras. El psicoanálisis de Freud vio también en la precariedad psicológica del hombre y su angustia el impulso a crear la imagen ilusoria de un Super-Yo divino que sirviera de consuelo en la frustración.

Nietzsche y el vitalismo vieron en Dios una necesidad de los débiles, incapaces de afrontar la vida en toda su fuerza.

El neopositivismo lógico, y su derivación a la llamada filosofía analítica, aportaron también ideas para explicar cuáles habían sido los fallos lógicos y las trasposiciones del lenguaje, y de sus significados, para que, bajo la presión de las emociones, los hombres hubieran creado el concepto de Dios y lo hubieran introducido en los sistemas semánticos del lenguaje. La posición filosófica de Antony Flew debe situarse en la crítica de la religión aparecida en el marco de la filosofía analítica y durante años fue uno de sus representantes más importantes.

Dudas de Flew sobre el ateísmo

            Llega un momento en que Flew desconfía del ateísmo:

“… en mis primeras aportaciones ateas no tuve conocimiento, entre otras evidencias, del Big Bang. Cuando me percaté de la fuerza explicativa que presentaba el consenso que se estaba fraguando entre los cosmólogos, reconocí públicamente que los increyentes teníamos una enorme fuente de preocupación: se estaba proporcionando una prueba contundente de que el universo había tenido un comienzo. Ya no valía seguir defendiendo que el cosmos era pura, simple y nada más que materia o “porque sí”. Tampoco valía seguir refugiándose en explicaciones fundadas, de una u otra manera, en el azar o en la casualidad. Era mucho más racional concluir que “el Big Bang original requería algún tipo de Primera Causa (desencadenadora)”. El resultado de ello, concluí, era que no me quedaba más remedio que desdecirme del ateísmo que había liderado y en el que había militado hasta entonces…”

Como es de prever, la sorpresa fue monumental. Quizá, por eso, tuvo que volver a recordar que había dado este paso no por debilidad mental o a consecuencia de su avanzada edad, sino por coherencia racional con las evidencias cosmológicas y biológicas que se venían alcanzando desde hacía unos cuantos años. Partiendo de ellas, percibía más sólida la explicación creyente que la atea.

Dios existe. Antony Flew


LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN nació en Sevilla en 1942. Es jesuita, sacerdote, doctor en Ciencias Geológicas y Licenciado en Teología. Catedrático de Paleontología (en excedencia desde 1989). Ha sido profesor de Filosofía de la Naturaleza , de Filosofía de la Ciencia y de Antropología filosófica en la Facultad de Teología de Granada. Miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Zaragoza. Asesor de la Cátedra Francisco Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia de Comillas. Presidente de la Asociación Interdisciplinar José Acosta (ASINJA).Es autor además, de numerosos libros y trabajos que se ofrecen gratuitamente en versión digital en BUBOK.
      En la actualidad reside en Granada continuando sus investigaciones y trabajos en torno a la interdisciplinaredad, el diálogo Ciencia y Fe y la transdisciplinariedad en la Universidad Loyola e intentando relanzar y promover la Asociación ASINJA que preside. Un nuevo destino después de trabajado solidariamente ofreciendo sus servicios de acompañamiento, cuidado y asesoramiento en la Residencia de personas mayores San Rafael de Dos Hermanas (Sevilla)
     La persona de Leandro Sequeiros es un referente de testimonio evangélico, de excelencia académica, de honestidad y rigor intelectual de primer orden. Vaya desde aquí nuestro agradecimiento más sentido por honrar con sus colaboraciones este humilde sitio.

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