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Por Juan Miguel Batalloso Navas
Anthony de Mello, además de sacerdote jesuita y profundo conocedor de las tradiciones espirituales de Oriente y Occidente, así como practicante asiduo de diversos procedimientos de meditación y oración, era también psicólogo y profesional de la psicoterapia con un profundo conocimiento teórico y práctico de la Psicología Humanista. Con esto quiero decir, que las aportaciones de su pensamiento y su obra, aunque puedan catalogarse o interpretarse desde la religión cristiana, la espiritualidad o desde la mística, también pueden y deben situarse en el ámbito de la psicoterapia humanista.
La razón por la que es porque a mi juicio todas sus orientaciones parten y se basan en un profundo conocimiento de la mente humana y especialmente de las emociones, así como de las interacciones y las relaciones personales. No en vano Anthony de Mello dominaba numerosos recursos para atraer la atención de sus oyentes y lectores y ponerlos en situación de pensar por sí mismos. Y esta es la razón también por la que estoy dedicando tanto tiempo a saborear y gozar de sus textos en los que busco, no tanto los siempre maravillosos encuentros con lo inefable o con lo espiritual, sino sobre todo aquellas pistas que conducen al desarrollo personal más allá de cualquier creencia o religión. Y es aquí precisamente donde creo que reside la universalidad de los valores presentes en su obra.
A la obra de Anthony de Mello, le pasa algo parecido a lo que le sucede al budismo como sistema de creencias. Más que un conjunto de textos devocionales y espirituales lo que Anthony de Mello ofrece son orientaciones generales y específicas para desarrollarnos personalmente, gozar y sostener emociones positivas analizando el origen de aquellos condicionamientos y prejuicios que procedentes de nuestra cultura, nos conducen al sufrimiento de las emociones negativas. En realidad, su obra, aparte de otras consideraciones, es para mí un gran Tratado de Psicología del Desarrollo Personal desde la perspectiva Humanista. Y en esta medida es universalmente válida y accesible para cualquier persona independientemente de su credo o filiación religiosa.
Pues bien, una de las emociones a las que Anthony de Mello le presta una especial atención en el conjunto de toda su obra, es a la ALEGRÍA que es una de las seis emociones básicas que el prestigioso psicólogo Paul Ekman identificó en todos los seres humanos y culturas: ira, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa
Para Paul Ekman, la alegría está asociada a sentimientos tan variados como los siguientes
- PLACER: de los cinco sentidos.
- DIVERSIÓN: desde una risa disimulada a una carcajada.
- COMPLACENCIA: un tipo más calmado de satisfacción.
- EXCITACIÓN: en respuesta a la novedad o al desafío.
- ALIVIO: como consecuencia de otra emoción, ya sea miedo, ansiedad o incluso placer.
- ASOMBRO: ante algo extraordinario y admirable.
- ÉXTASIS o ARROBO: que nos transporta más allá de nosotros mismos.
- EXULTACIÓN: tras completar una taera difícil o atrevida.
- ORGULLO REBOSANTE: cuando nuestros hijos obtienen un reconocimiento especial.
- REGOCIJO MALSANO o ALEGRÍA POR EL MAL AJENO: disfrutar con el sufrimiento de alguien.
- ELEVACIÓN: tras presenciar un acto de bondad, generosidad o compasión.
- GRATITUD: agradecimiento por un acto desinteresado del que somos receptores.2 Ref.Dalai Lama Trust, Desmond Tutu y Douglas Abrams. El libro de la alegría. Grijalbo. Barcelona.2016
Además de las aportaciones de Paul Ekman sobre las emociones básicas, en la que se incluye la alegría, la doctora en Psicología Bárbara Fredickson ha elaborado una teoría sobre las emociones positivas en la que identifica diez emociones, siendo la primera la alegría junto a gratitud, serenidad, interés, esperanza, orgullo, diversión, inspiración, asombro y amor. En este sentido señala que las emociones positivas poseen tres efectos en el desarrollo personal: 3 Ref.Fuente: Gerry Velasco. Las Emociones Positivas de Barbara Fredrickson. En línea. Consulta: 5 oct. 2021.
- Ampliación: las emociones positivas amplían las tendencias de pensamiento y acción.
- Construcción: debido a la ampliación, se favorece la construcción de recursos personales para afrontar situaciones difíciles o problemáticas.
- Transformación: esta construcción produce la transformación de la persona, que se torna más creativa, muestra un conocimiento más profundo de las situaciones, es más resistente a las dificultades y socialmente mejor integrado, con lo que llega a una “espiral ascendente” que lleva a que se experimenten nuevas emociones positivas.
Además de estas aportaciones, tengo necesariamente que mencionar la nueva tendencia o escuela psicológica denominada Psicología Positiva, fundada e inaugurada por el psicólogo Martín Seligman que fue el descubridor de la llamada Indefensión aprendida. Curiosamente, todas estas nuevas aportaciones, incluyendo también a Anthony de Mello tienen como tronco común los descubrimientos de Abraham Maslow y Carl Rogers que son los padres de la Psicología Humanista. No obstante, no puede olvidarse que estas nuevas aportaciones son igualmente fruto del contexto cultural estadounidense que ha producido también toda una tendencia o escuela denominada Psicología Cognitiva o Cognitivismo. Una Psicología, que además de servir de base y fundamento para la formulación de diversas teorías del aprendizaje de enorme impacto en la Educación, se ha concretado también en diversas estrategias y procedimientos psicoterapéuticos entre los que se encuentran tanto la Terapia Cognitiva de Aaron Beck y Albert Ellis y la mencionada Psicología Positiva de Martin Seligman. Unas técnicas, que al igual que puede suceder con las aportaciones de De Mello, pueden convertirse en mayor o en menor medida en ese “soma” de Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, que en este caso se concreta en los casi infinitos libros de autoayuda del mercado editorial y que en mayor o en menor grado derivan en individualismo y engorde del Yo.
En cuanto a lo que Anthony de Mello nos dice de la alegría, su mensaje no puede ser más claro y preciso:
La primera idea equívoca que las personas tienen es que la alegría significa euforia, sensación de placer, diversión. Basadas en esa idea, las personas van en busca de drogas y estimulantes, y acaban deprimidas. La única cosa con la cual debemos intoxicarnos es con la vida. Es un tipo de droga tranquila, pero duradera. Ésa es la primera idea equívoca de la cual debemos libramos. Alegría no significa estar eufórico, no necesariamente.
La segunda idea equívoca es pensar que podemos perseguir nuestra felicidad, que podemos hacer alguna cosa para conseguirla. Estoy casi contradiciéndome aquí, porque luego diré lo que podemos hacer para alcanzar la felicidad, pero la felicidad no puede ser buscada en sí misma. La felicidad es siempre una consecuencia.
La tercera y tal vez la más determinante idea equívoca sobre la felicidad es la de que ésta se encuentra en lo exterior, en las cosas externas, en las otras personas. “Cambiando de empleo, tal vez sea feliz“, o, quién sabe, “mudándome del lugar en el que vivo, casándome con otra persona, tal vez sea feliz“, etc. La felicidad nada tiene que ver con lo exterior. Dinero, poder, respetabilidad, parecen traer la felicidad. Pero no la traen.
La alegría no se encuentra en lo exterior. Líbrese de esa noción equívoca, o nunca la encontrará.
Hay otra cosa de la cual usted debe deshacerse, si quiere hallar la felicidad y la alegría. Tenemos que cambiar algunas de nuestras actitudes. ¿Cuáles son?
La primera es la actitud del niño vuelto únicamente hacia sí mismo. Ya ha oído a un niño decir: “Si no juegas conmigo, me voy a casa.” Examínese. Piense en lo que le causa infelicidad y vea si puede detectar esa frase que dice casi inconscientemente: “Si no consigo eso, o aquello, me niego a ser feliz.” “Si no me dieran eso, o no sucede aquello, me niego a la felicidad.”
Muchas personas no son felices porque están imponiendo condiciones para su felicidad. Investigue si esa actitud existe en su corazón y expúlsela.
La segunda actitud errada es la del apego. Si usted se apegase a emociones negativas, nunca seria feliz. No estoy diciendo que no pueda tener lo que se llama emociones negativas. ¡No sería humano! Si nunca se sintiese ansioso o deprimido, si no se entristeciese por alguna pérdida, no sería humano. Puede sentir emociones negativas. ¿Sabe qué es lo malo? Cuando se apega a ellas…»5 Ref.DE MELLO, Anthony. Caminar sobre las aguas. Verbo divino. Santander. 1994. Págs. 16-18.
Muchas gracias por haber llegado hasta aquí y si es de tu interés, difunde por favor.
Cala (Huelva) a 5 de diciembre de 2021.
Juan Miguel Batalloso Navas, es Maestro de Educación Primaria y Orientador Escolar jubilado, además de doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Sevilla, -España–.
Ha ejercido la profesión docente durante 30 años, desarrollando funciones como maestro de escuela, director escolar, orientador de Secundaria y formador de profesores.
Ha impartido numerosos cursos de Formación del Profesorado, así como Conferencias en España, Brasil, México, Perú, Chile y Portugal. También ha publicado diversos libros y artículos sobre temas educativos.
Localmente, participa y trabaja en la Asociación “Memoria, Libertad y Cultura Democrática” En la actualidad, casi todo su tiempo libre lo dedica a la lectura, escritura y administración del sitio KRISIS. Su curriculum completo lo puedes ver AQUÍ.
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