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Por Leandro Sequeiros San Román
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La sociedad de trabajo y rendimiento
Byung critica la generalización de presiones sobre el individuo, al que se le exige y él se autoexige una actividad constante, una obligación que acaba por sumirlo en la depresión. La sociedad que acoge al ser humano deja entonces de existir y se convierte en una sociedad de la obligación. La siguiente cita de su obra Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder ejemplifica muy bien su pensamiento:
En su obra La sociedad del cansancio, señala:
En relación con este tema, en su artículo “¿Por qué hoy no es posible la revolución?” (07/10/2014), escribió:
El aroma del tiempo: Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse
En esta obra, Byung reflexiona sobre la crisis temporal contemporánea. Plantea la atomización del tiempo como la problemática posmoderna, ya no nos enfrentamos a la aceleración del tiempo, sino a la fragmentación del mismo, a la que el autor nombra disincronía: cada momento es idéntico, monótono; no existe sentido y/o significado. El tiempo huye debido a que nada concluye, todo es efímero y fugaz. Ni siquiera la muerte concluye, simplemente se concibe como un instante más. Así, invalida la visión de Nietzsche y Heidegger de la muerte como consumación de una unidad con sentido.
Sin embargo, también propone que la posibilidad de recuperación de esta disincronía da lugar a la posibilidad de una vida carente de teología y teleología, que aun así mantiene su propio «aroma». La crisis sobre el tiempo en la posmodernidad no tiene porqué traer consigo un vacío temporal, pero para ello se necesita un cambio, es decir que la vida activa acoja nuevamente a la vida contemplativa.
En el enjambre
En esta obra, Byung analiza la forma en la que la revolución digital, internet y las redes sociales han transformado la esencia misma de la sociedad. Se ha formado una nueva masa: «el enjambre digital»: una masa de individuos aislados, sin alma, sin acción colectiva, sin sentido y sin expresión. La hipercomunicación digital destruye el silencio y únicamente percibe ruido carente de coherencia, aturdidor. Bajo este contexto se impide el cuestionamiento al orden establecido, tomando así el sistema rasgos de totalitarismo de forma poco visible.
Sobre el poder
En este ensayo,Byung enfrenta el caos teórico que existe en torno al concepto de poder buscando una «forma fundamental» que permita comprender sus diversas manifestaciones. Diferencia el poder coactivo —inestable y de baja intermediación respecto al otro sometido— y el poder que opera desde la libertad del otro —mucho más estable y de alta intermediación. Sin embargo, en ambos casos reconoce una forma única de poder que se caracteriza por el intento de continuarse a sí-mismo en el otro.El rasgo fundamental del poder es «ir más allá de sí». Pero yendo más allá de sí, el sujeto del poder no se abandona ni se pierde. Ir más allá de sí —y este es el modo en que marcha del poder— es al mismo tiempo ir consigo.
Finalizando esta obra concluye que la única intermediación con el otro radicalmente diferente al poder está dada por la amabilidad. La amabilidad tiene la capacidad de una “etización del poder” en cuanto permite que el sí mismo no tenga necesidad de recuperarse a sí mismo en lo otro:(…) la etización del poder exige que el lugar trascienda su tendencia ipsocéntrica, que brinde espacios no solo a lo uno, sino también a lo múltiple y a lo marginal, que conceda estancias, que se vea conmovido por una amabilidad original que detenga esta tendencia, esta voluntad de sí mismo (…) De la amabilidad emana un movimiento distinto que del poder. Al poder en cuanto tal le falta la apertura para la alteridad. 1 Ref.p. 106.
Dataísmo
Byung está preocupado por el control político de la información y el afán de recoger “datos” de la población. En 2014 manifestó en su libro Psicopolítica al respecto del dataísmo: “El Big Data debe liberar el conocimiento del arbitrio subjetivo. Así pues, la intuición no representa una forma superior del conocimiento. Se trata de algo meramente subjetivo, de un auxilio necesario que suple la falta de datos objetivos. En una situación compleja, siguiendo esta argumentación, la intuición es ciega. Incluso la teoría cae bajo la sospecha de ser una ideología. Cuando hay suficientes datos, la teoría sobra. La segunda Ilustración es el tiempo del saber puramente movido por datos. […] El dataísmo se muestra como un dadaísmo digital. También el dadaísmo renuncia a un entramado de sentido. Se vacía a la lengua totalmente de su sentido: «Los sucesos de la vida no tienen ni comienzo ni fin. Todo transcurre de manera idiota. Por eso todo es igual. La simplicidad se llama dadá». El dataísmo es nihilismo. Renuncia totalmente al sentido. Los datos y los números no son narrativos, sino aditivos. El sentido, por el contrario, radica en una narración. Los datos colman el vacío de sentido.[…] En general, el dataísmo adquiere rasgos libidinosos, incluso pornográficos. Los dataístas copulan con datos. Así, se habla de «datasexuales». Son «inexorablemente digitales» y encuentran los datos «sexys». El dígito se aproxima al falo. 2 Ref.Byung-Chul Han. Psicopolítica, Barcelona, Herder Editorial, 2014, ISBN 978-84-254-3368-9.
Referencia